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sábado, 2 de febrero de 2019

Revista Qué: "Intransigencia vs. Unionismo" (23 de noviembre de 1955)

UNA LARGA DISPUTA SIGUE SACUDIENDO A LA U.C.R.

Mucha agua ha corrido ya bajo los puentes desde que el pleito radical comenzó a canalizar corrientes hondas. Hay que partir de un ayer cercano: cuando Arturo Frondizi llego a la presidencia del partido. Pudo escucharse entonces una aserción enfática:

"Ha habido una revolución en el radicalismo. Recién empieza a gobernar la intransigencia".

¿Que traducían estas frases? Los unionistas ya estaban desplazados de la conducción. Pero Santiago del Castillo, titular entonces del Comité Central, no resultaba para quienes votaron la Declaración de Avellaneda 1948 un ortodoxo Intransigente: era risible detrás suyo la personal figura de Sabattini... Fue a la sazón que hizo su entrada triunfal Frondizi: el 31 de enero de 1954 resulto electo jefe de la Unión Cívica Radical. Vencía con la "línea combatiente": lucha abierta, retención de bancas Y también una "línea doctrinaria", antiimperialista y popular, amen de otras consignas.

INTERVENCIONISMO: CRISIS

Unionistas y amigos de Sabattini no bajaron sus armas: se aprestaron a usarlas cuanto antes... Hubo una pausa: 25 de abril, elección general en el país; el radicalismo voto en orden unido. Después, se reanudo la brega de entre- casa. Por fin, gran estallido de la crisis: el Comité Nacional rechazo —24 de mayo— los delegados de San Juan. Santa Fe, Santiago del Estero. Sobre tablas, intervenciones a los tres distritos. Los derrotados pusieron sus gritos en el cielo: "¡Intolerancia, extremismo!"...

De ahí en más el diferendo radical siguió su curso entre zigzags complejos. La situación general de la Nación cargo sus tintas sobre el cuadro. Reafirmaron su oposición los unionistas; hablaron los de Córdoba de abstención activa; se consolido el apoyo de la intransigencia al comando de Frondizi. Hubo muchas escenas enojosas: en la Casa Radical, en las provincias. En el propio Congreso. Se advirtió, una vez y otra vez, esta rara paradoja: cuando mis propugnan los bandos radicales la unidad, mas parece acentuarse entre ellos la discordia.

ETAPA DECISIVA

Ya en los últimos meses, la situación tornose seria: la convivencia de los distintos núcleos pareció más difícil todavía. Llegaron los grandes hechos nacionales: desde junio a septiembre, lapso critico. Instalado el Gobierno Provisional, Frondizi en nombre del radicalismo le dio un apoyo amplio. Pero su voz no resulto exclusiva en el partido: también se escucharon duros acentos desde la Casa Radical, y otras figuras mas fueron hablando con matices diversos: intransigentes del Comité Nacional; sabattinistas; hombres del unionismo; los exilados que volvían; algunos francotiradores... En la Junta Consultiva que creo el Gobierno, hubo que incluir a representantes de las tres tendencias principales.

Se llego así a una etapa culminante: "grandes bonetes", no enrolados abiertamente en los núcleos en pugna, promovieron gestiones pro unidad integral. Frondizi que escucho sus palabras las giró al comité, citándolo para el 28 de octubre último. La hora de la decisión había llegado.

OTRA VEZ AVELLANEDA

El viejo local partidario de la calle Belgrano, en la ciudad de Avellaneda albergo otra asamblea memorable. Apenas abierto el acto, las posiciones quedaron definidas: por 58 votos contra 16 se rechazo un pedido de tratar proyectos de unidad antes que un informe de la mesa.

Cuando al fin, se debatió el candente problema partidario, hubo pasión, aplausos y silbidos. Cuatro horas de discursos. Perette y Vitolo Impugnaron, vehementes, el despacho que elaboró la mayoría. Lo defendieron Mac Kay. Silvestre Begnis. "La unidad radical —sostuvo este— no se haría por decreto sino por conducto de sus afiliados" En el mar borrascoso, Arturo Illia, delegado por Córdoba, echo un poco de aceite: se mostró alarmado por la beligerancia interna, pero anuncio el apoyo de su sector mediterráneo a una conducción honesta del partido por la intransigencia gobernante. Por amplio margen se aprobó el dictamen de la mayoría: amplia amnistía; invitación a acatar las decisiones de la convención: facultar a la mesa para reorganizar distritos donde existan o se creen conflictos...

Restaba aun el espinoso as unto de Entre Ríos, el baluarte unionista que ya estaba en capilla. Como era previsible, el comité acordó reorganizarlo Volvió a protestar Perette: "línea opresiva","negación del federalismo". Pero la suerte estaba echada...

Y AHORA... QUE?

Tras la tormenta, no llegó la calma. Este fue el juicio intransigente: "Afirmación de servir los principios populares que sustentó Yrigoyen". El unionismo clamo, acremente:"El partido entra en una de las peores encrucijadas".

Se produjeron, a partir de ahí, sucesos importantes dentro y fuera del partido. En Córdoba, la asamblea nacional del Núcleo de Unidad Radical, reunida el 11 y el 12 de este mes, se preparó a fondo para seguir la lucha, con estos objetivos primordiales: salvar la unidad y el acervo moral del radicalismo, e impedir el desarrollo de "practicas totalitarias". Además, reitero criticas acerbas contra el comando frondizista.

UNA PAUSA BREVÍSIMA

Frente al cambio operado en el Gobierno Revolucionario hubo otra pausa brevísima en el litigio interno... pero la brega continua. Silvano Santander repudia el "zarpazo" a su distrito: "Entre Ríos —afirma— siempre rechazo los malones federales". Dimite, además de su cargo de delegado al comité nacional, con frases agrias. Mientras tanto. Crisologo Larralde se va en gira a esas tierras entrerrianas para sembrar un poco mis de la doctrina intransigente.

En este punto de fluidez están las cosas radicales. "Haremos la unidad de todos modos", proclama la Comisión Pro Unificación que encabezan Michel Torino, Cattáneo, Nerio Rojas. Los intransigentes se sonríen y responden en la sede de Río Bamba: "Estamos cada vez mis firmes...". Ratifica a su vez Frondizi que no existe tal problema y afirma que la única unidad posible es la que se logra en base a la conducta y los principios establecidos en lo que 'se llama en la ley del radicalismo: la plataforma política.

LA REORGANIZACIÓN SE EXTIENDE

Luego de la reunión del grupo unionista en la ciudad de Córdoba los entendidos consideran que el pleito radical ha de enconarse aun más. La virtual jefatura del doctor Miguel Ángel Zavala Ortiz, hace improbable que prosperen las gestiones que vienen realizando los mis "conciliadores". Una pauta de ello lo sugiere la forma en que se ha de resolver el pleito de Entre Ríos. Decretada la reorganización por el Comité Nacional se esperaba que el grupo unionista entrerriano acatara tal resolución y se inscribiera en los nuevos registros, dando al problema una solución, aunque no muy favorable para la tendencia que comanda en la provincia de Urquiza don Eduardo Laurencena. Pero la decisión del grupo unionista ha quebrado toda posibilidad; no se acatara la resolución, no habría afiliación de sus simpatizantes y subsistirán entonces en Entre Ríos, a igual que en Santa Fe y la Capital Federal dos comités de la U. C. R.




Arturo Frondizi: "Unidad en los principios"





Fuente: “Intransigencia vs. Unionismo” en Revista Qué Sucedió en 7 días, Año II, N°57-58, del 23 de noviembre de 1955.

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domingo, 5 de octubre de 2014

MIR: "Nota del Sector Intransigente a la Convención Nacional" (11 de enero de 1947)

De nada valdría nuestra presencia, nuestros conceptos y nuestros sufragios, si persiste la incomprensión ante las exigencias del momento, de una mayoría que no es representativa del Radicalismo Nacional y hasta ahora ha sido inaccesible a sus requerimientos y esperanzas. La delegación de Buenos Aires, cuyos votos son decisivos en la actual composición de la Asamblea, aporta 43 delegados de una orientación que fue minoría en el comicio directo del 13 de enero de 1946, mostrando en consecuencia la contradicción entre la legalidad aparente y formal que inviste, y la legalidad real y esencial que solo nace de los pronunciamientos de la ciudadanía. Vale decir, que la minoría de los afiliados tiene integridad de la representación, y la mayoría carece de representantes. 

La forma de plantear esa diferencia, es peor que por un lado esta solo una legalidad formal, y lo que democracia requiere es que, más allá de la formalidad legal, exista legalidad sustantiva, que solo se obtiene con el expreso consenso de mayorías populares.

Esta situación tan precaria confiere validez moral a las determinaciones del cuerpo únicamente en la medida en que se reflejan las aspiraciones del pueblo radical. Que el espectáculo de nuestras bancas vacías constituyan el ultimo llamamiento a la conciencia de responsabilidad de quienes hasta el momento se han obstinado en obstruir el gran cauce radical.



























Fuente: "Que Renuncie el Comando de la Derrota" de Francisco Hipólito Uzal en Revista Todo es Historia, Enero de 1984.
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miércoles, 20 de agosto de 2014

Ricardo Balbin: "Discurso en la Convención de Avellaneda" (abril de 1945)

Cuando estaba por finalizar la Asamblea de Avellaneda alguien propuso en un vibrante discurso, el repudio al "gobierno nazifascista que imperaba en el país" y un voto de censura para los correligionarios que ejercían cargos públicos en esos momentos. Hubo aplausos y pidió la palabra el entonces Joven dirigente bonaerense Ricardo Balbín. Hubo un silencio y luego un cerrado aplauso le dio su apoyo.

"Me opongo a esa proposición en cuanto se refiere a condenar a los correligionarios que ocupan cargos públicos en el gobierno. El radicalismo de la provincia de Buenos Aires ha soportado después de septiembre de 1930 la más cruenta y vil persecución. Hay muertos, hay desterrados de los pueblos en que vivían. Hay familias hundidas en la miseria, y ahora los perseguidores fueron reemplazados por correligionarios, que sin sentir odios, se desempeñan con ecuanimidad, y por eso no los puedo condenar. Deben quedarse para que no retornen los delincuentes desalojados"
































Nota: "Luego del golpe del 6 de septiembre de 1930 el Radicalismo de la Provincia de Buenos Aires fue perseguido por ser la principal columna vertebral de la maquinaria partidaria de Hipólito Yrigoyen, tan así que le fue negada su personeria y fue dada a la fracción antipersonalista liderada por el Dr. José Camilo Crotto. Cabe recordar las elecciones de 1937 en donde fuera asesinado en Coronel Pringles a Juan Bautista Maciel o el destierro al penal de Usuahia del ex diputado nacional Nestor Aparicio junto a Emir Mercader y su posterior fuga a Chile" 



Fuente: Alejandro Gomez "Un Siglo... Una vida" de la Soberania a la Dependencia, 2001


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domingo, 14 de julio de 2013

MIR: "Declaración Politica" (9 y 10 de agosto de 1947)

El advenimiento de este régimen fue posible solo por la crisis del Radicalismo, que trajo la crisis de nuestra democracia. Sus direcciones accidentales habíanse apartado de su deber histórico. Soslayaron la lucha contra las expresiones nacionales e internacionales del privilegio y favorecieron de este modo, su predominio en la vida argentina. La infiltración de tendencias conservadoras pospuso la defensa combativa de los derechos vitales del hombre del pueblo y de las exigencias del desarrollo nacional, a las conveniencias particulares de un sistema de intereses creados, adueñándose de los resortes de conducción. Este sistema jamás reflejo el pensamiento de Radicalismo. Pudo mantenerse bloqueando la voluntad de los afiliados, a quienes excluyo de las resoluciones fundamentales y mediante la invocación de sentimientos de solidaridad, agitados como escudo para proteger su política de hechos consumados, en los trances de reacción provocados por sus defecciones. Así, este sistema, desleal al país, sofoco las persistentes demandas de rectificación, alejo a la juventud, creo el clima de la decepción popular, desarmo el espíritu del hombre del común y precipito a la situación actual, prestando la mayor contribución al establecimiento de los discrecionalismos que desde 1930 humillan a la República.
Esos factores desviaron la trayectoria histórica del Radicalismo y condujeron a la angustiosa realidad argentina. El pueblo radical debía removerlos, como primera etapa de una verdadera solución nacional y reconstituir en la Unión Cívica Radical la milicia intransigente de los derechos y libertades populares. Tal fue el objetivo del Movimiento de Intransigencia y Renovación, movimiento interno, de ideas y no de hombres, que aspira a unir a los radicales en la conducta y en la doctrina, y que ha promovido este renacimiento de las esencias del Radicalismo que moviliza las mejores esperanzas argentinas. La Unión Cívica Radical enfrenta la última etapa de su crisis, en esta hora de su reconstrucción, que querernos profunda. Plantea un dilema decisivo en la suerte del país. O un partido que podrá llevar su nombre pero en negación del espíritu radical, que es el que ansían los intereses conservadoras, o sea la permanencia del drama argentino: o un Radicalismo fiel a su origen y a su entraña popular, cual lo sienten lo argentinos con vocación de justicia. A ellos compete la dura tarea
Deberán rehacerlo desde sus bases, en la afiliación. El pueblo que se incorpore a los registros radicales, en quien creemos y confiamos, prestara este servicio eminente a la causa radical. Sabrá impedir las tentativas del resurgimiento del sistema que frustro las perspectivas de nuestra democracia y al reinstalar la orientación popular en la fuerza histórica de Alem e Yrigoyen, dotara al país del gran instrumento cívico de su construcción nacional y de la liberación política, económica y cultural de los trabajadores y productores. Solo un Radicalismo de este sentido, renovado y reestructurado con nuevas ideas y nuevos procedimientos, que recoja el aliento de la época y la voluntad de elevar el contenido moral de nuestra vida publica, podrá realizar el país del mañana, forjar el progreso nacional y el bienestar social y edificar un régimen de verdadera libertad y de verdadera justicia, que contemple como valores esenciales a la dignidad y al pleno desarrollo de la vida y la felicidad de cada ser humano.

























Fuente: "El Radicalismo Un Siglo al Servicio de la Patria" Giacaboen-Gallo, 1991
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lunes, 25 de marzo de 2013

Ricardo Balbin: "Reunión Nacional del MIR" (12 de enero de 1947)

Alguna vez se dijo, glosando a Yrigoyen, que había que empezar de nuevo. Empezar de nuevo a mi juicio es detenerse un poco en la marcha, para reconstruir las filas y hacer balance de circunstancias.
La dictadura es anterior al 24 de febrero, lo grave es que el 24 de febrero el pueblo, siguiendo la demagogia, optó por la dictadura.
Erraría en consecuencia quien no analice la circunstancia e inculpe directa­mente a las masas populares; pero es el caso que antes de llegar a tal afirmación deben analizarse las circunstancias que condicionaron el comicio.
Es evidente que existe un nuevo estado de ánimo popular, consecuencia de problemas y complejos que no eran puramente argentinos, sino que tenían ori­gen en otras tierras, hoy tan cercanas como para decir que toda la humanidad vive la intensidad de cada una, cualquiera sea el lugar en que se produce.
Es posible entonces que la Unión Civica Radical que había olvidado un tan­to sus viejas consignas, no presentara un frente tan fuerte, como para despertar la vieja confianza de otros tiempos. Frente a ello ejercía influencia un estado de­magógico que esperanzó al pueblo del país. Los hechos posteriores evidenciaron un estado de defraudación para esas masas y es lógico presumir que habrán de volver por los viejos cauces del radicalismo, comprendiendo al fin que la justicia social es radicalismo en esta tierra.
Para ello nosotros debemos hacer algo, y ese algo, es la reestructuración del partido, reorganizando, saber sus viejos postulados que deben actualizarse sin desnaturalizarlos, para las nuevas promociones partidarias.
Si antes del 24 de febrero pudo olvidarse a la figura de Yrigoyen, lógico es comprender después de la experiencia, que el espíritu de aquel hombre debe presidir una vez más al partido.
Si la reorganización trae esa consecuencia la Unión Civica Radical reinicia­rá su marcha hacia un futuro cierto, porque el pueblo habrá comprendido que la Unión Civica Radical prosiguiendo la obra social del 16, es capaz de finiquitarla sin alardes demagógicos y sin falsas promesas.
Y es así, por cuanto las masas populares tienen su pensar, pero sus realiza­ciones dependen de los hombres en su carácter de conductores, cuando acaudi­llan la expresión auténtica del pueblo. Y estos conductores, superviven en el tiempo, cuando han sido auténticos y austeros, desapareciendo indefectible­mente los que defraudaron la confianza y el anhelo de los reclamos populares.


























Fuente: Discursos Politicos de Ricardo Balbín, Eduardo Giacabone.
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miércoles, 30 de enero de 2013

Roberto Parry: "Intransigencia y Renovación" (enero de 1947)

Muchos dirigentes investidos de la autoridad necesaria para orientar al pueblo hacia soluciones intransigentes y renovadoras dentro y fuera de las filas partidarias, podrían ser objeto de la imputación de no cumplir con eficiencia la elevada misión confiada por voluntad de la masa de afiliados. So color de propugnar la unidad partidaria, principio que elevan a la categoría de dogma, los dirigentes designados como representativos de la orientación intransigente no pueden olvidar que son ellos los llamados, en primer termino, a intensificar tal orientación, sin mengua por cierto de la unidad indispensable, pero con un concepto claro y definido de lucha, por el triunfo de los ideales renovadores, que son los que pueden salvar la grandeza de la Unión Cívica Radical como fuerza política eminentemente democrática. Si bien se mira la conducta de tales personalidades, puede decirse con verdad que en la Argentina la juventud radical no tendría en quienes depositar su confianza si llegara a comprobarse que los actuales conductores del Movimiento intransigente se convirtieran, por inexplicable aberración, en simples voceros del ''unionismo''; porque ni jóvenes ni viejos ignoran que bajo un pabellón unificador pueden cobijarse deliberadamente, en acción aunada, las mas tristes complicidades del conservadorismo político con el quietismo conformista del mas crudo caudillaje otrora imperante en los organismos partidarios.

No precede contemporizar con los errores y las desviaciones imputables a los dirigentes de un partido, va que no caben ambigüedades cuando se forma parte de una fuerza cuya misión es precisamente la de luchar por la recuperación moral. Antes por el contrario, se impone el deber de eliminar los obstáculos opuestos al fiel cumplimiento del apostolado radical. Si la Unión Cívica Radical nació con vitalidad y subsistió a través de todo genero de vicisitudes, fue porque sus fundadores no se resignaron a mantener en el silencio de las complicidades, pues comprendieron no sólo la necesidad de hablar con altura y con verdad al pueblo sino evitar obstinadamente que ninguna fuerza ni ningún interés lograra ahogar la palabra anunciadora de la mas pura intransigencia cívica y del espíritu renovador imperante en los organismos partidarios". Sólo una casuística viciosa podría argumentar que es preciso eludir la lucha interna en los partidos políticos. Quienes pretenden asistir en el viejo método de encubrirse mutuamente las fallas de conducta cívica, corren el riesgo de fracasar. Cuando así ocurriera, frente a las triunfantes fuerzas renovadoras y al triste desfile en derrota de las figuras otrora dominantes, la sana opinión publica podría comentar el espectáculo rememorando a Manrique: 

"Allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir…”








Fuente: El Radicalismo "Ensayo sobre su Historia y Doctrina" de Gabriel del Mazo, Editorial Suquía, 1984.
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martes, 29 de enero de 2013

MIR: "Proyecto de Organización del MIR" (11 de enero de 1947)


1° Designar una Junta Nacional de la Organización del Movimiento de Intransigencia y Renovación dentro de la Unión Cívica Radical, compuesta de 30 miembros, nombrados a razón;
2° Por cada distrito electoral, que podría funcionar con siete miembros; La Junta Nacional Organizadora nombraría comisiones de organización para todos los distritos;
3° Dentro de los 60 días, la Junta convocaría el Congreso Nacional Intransigente, al que concurrirían los delegados por las Provincias y por la Capital en la proporción establecida para la Convención Nacional. En cada una de estas delegaciones, se incluirían representaciones femenina, obrera y de la juventud;
 4° El Congreso nombraría junta ejecutiva permanente, estableciendo los principios esenciales de doctrina, las bases de acción y los procedimientos de organización interna, así como la posición definitiva del Movimiento "frente al sector que detenta la dirección nacional del Radicalismo";
5° La Junta organizadora encomendaría a una comisión de correligionarios la redacción de un ante- proyecto sobre los temas del apartado anterior. En los fundamentos de este proyecto de resolución, se establece:

El Movimiento de Intransigencia y Renovación de la Unión Cívica Radical, en manifestaciones reiteradas, ha expresado la necesidad de una reconstrucción del Radicalismo, que afirme sus principios esenciales y la autoridad de la doctrina fijada por Yrigoyen. En consecuencia, es urgente organizar y coordinar en forma permanente el Movimiento para contribuir a la tarea de esclarecimiento y recuperación que lleve a la restructuración de la Unión Cívica Radical, dentro de los postulados que con fuerza revolucionaria determinaron su convocatoria.
Refirma así los conceptos de la Declaración de Avellaneda de 4 de abril de 1945

















Fuente: El Radicalismo "Ensayo sobre su Historia y Doctrina" de Gabriel del Mazo, Editorial Suquía, 1984.
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jueves, 3 de enero de 2013

MIR: "Declaración de Rosario" (1 de noviembre de 1945)

Radicales de todo el país nos hemos reunido para considerar la grave situación institucional y las difíciles circunstancias en que se encuentra el partido. Refirmamos que la situación institucional se debe al falseamiento de la soberanía popular que viene sufriendo el país desde hace 15 años por obra de gobiernos que se asientan en el fraude o en la fuerza. Las dificultades de orden partidario se deben al abandono de la esencia principista y doctrinaria del radicalismo en que han incurrido algunos dirigentes; principios y doctrina que estamos dispuestos a recuperar. Es decir, que hablamos al país como argentinos y como radicales.

En tal carácter, afirmamos el principio universalista de nuestros ideales, pero sostenemos la absoluta necesidad de que los problemas de la política y de la economía nacional sean resueltos con sentido y responsabilidad de argentinos, oponiéndonos a toda interferencia de intereses extraños que lesionen la soberanía nacional o del pueblo. Concepto este, que deseamos ver triunfante en todos los pueblos de América  con los cuales estamos indisolublemente unidos.

No existe para la Argentina otra forma posible de convivencia social que la de un régimen de amplia y efectiva democracia, en el cual los destinos del país estén en manos del pueblo y no de intereses oligárquicos, clases o grupos autocráticos o totalitarios.

En virtud de estas consideraciones y ratificando anteriores pronunciamientos la asamblea declara: 

1. Que reitera la absoluta necesidad de mantener la integridad de los principios radicales.


2. Que la intransigencia es uno de esos principios fundamentales y que por lo tanto el radicalismo debe oponerse energicamente a la acción disgregante del gobierno de facto y de la oligarquía conservadora que persiste en su intención de destruir al partido.

3. Que mantenemos nuestra oposición a toda candidatura oficial y a todo acuerdo o pacto electoral.

4. Que condenamos la tentativa de quienes llamándose radicales intentan extraviar a la opinión publica invocando un radicalismo que traicionan en su historia y en su esencia al colaborar con la dictadura. 

5. Que dentro de los conceptos principistas enunciados mantendremos la unidad del partido indispensable para defender la integridad de las instituciones libres.


6. Que es imprescindible la inmediata reorganización del partido en todo el país de acuerdo a su carta orgánica, y sin que graviten quienes en una u otra forma se apartan de la línea principista. 

7. Que lucharemos por el cumplimiento integral del voto directo, representación de las minorías, exigencia de dos tercios para las reelecciones y régimen de asamblea de afiliados para que sea el hombre del pueblo quien trace los rumbos fundamentales de la vida partidaria. 


8. Que es inadmisible toda tentativa de revalidar mandatos caducos de la convención nacional porque ello atenta contra la letra expresa de la carta orgánica y contra el principio de soberanía de los afiliados. 


9. Que expresamos nuestra protesta contra las resoluciones de cualquier autoridad partidaria en cuanto atenten contra los preceptos principistas que el radicalismo ha defendido en toda su historia.


Las declaraciones precedentes procuran expresar la necesidad de una acción y pensamiento armónicos encaminados a obtener la definitiva estructuración de la Unión Cívica Radical que debe afrontar de inmediato la lucha para obtener la instauración de la normalidad constitucional. No perseguimos la normalidad para evitar la implantación de medidas de justicia social y económica, sino precisamente para asegurar su pleno imperio mediante la inmediata sanción de leyes que las consoliden y perfeccionen dándose satisfacción a las justas demandas de los trabajadores y asegurando la independencia económica del país. Ratificamos nuestra convicción de que el radicalismo es el instrumento de liberación económica, política y cultural de la masa trabajadora y de la economía del pueblo. Esta obra de emancipación social y nacional que será proseguida sin renunciamientos por la Unión Cívica Radical, fue iniciada en 1916 por el presidente Yrigoyen, proseguido por los gobiernos radicales y concretados últimamente en el programa de 1937 y en la declaración de Avellaneda de 1945. Al ratificar la determinación de proseguir, dentro del partido nuestra lucha para servir al país, no nos mueve propósito electoralista alguno y si nos alienta la voluntad de contribuir a la construcción de una gran democracia social y económica. Estos propósitos están avalados por la limpia conducta de los hombres que suscriben la declaración entre los cuales figuran viejos luchadores y representantes de las nuevas generaciones.

Hacemos llegar también a la juventud universitaria, auténticamente reformista, nuestro anhelo de que el movimiento liberador de la inteligencia argentina, iniciado por la generación del 18, propagado a todo el continente y sostenido con entereza ideal por la juventud, mantenga altivamente la bandera de la reforma frente a todo intento de desvirtuar sus postulados elevadamente morales y profundamente argentinos y americanos.

Al encarar decididamente nuestro cometido exhortamos a todos los radicales a compartir nuestra tarea en la seguridad de que la labor se desarrollara con la consideración y respeto que merecen los correligionarios que no compartan nuestros puntos de vista.

Rosario, 1 de noviembre de 1945.




























Fuente: El Radicalismo "Un Siglo al Servicio de la Patria"  de Carlos Giacabone y Edith Gallo, 1991.
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martes, 14 de diciembre de 2010

MIR: "Bases de acción política" (9 y 10 de agosto de 1947)

El Movimiento de Intransigencia y Renovación afirma su posición consustancial con el sentido histórico del Radicalismo. Las siguientes bases señalan, en el momento actual, las grandes direcciones que postula para la acción política de la Unión Cívica Radical:

I

Reivindicación de las bases federalistas y comunales de la organización constitucional argentina en todos los aspectos institucionales, educativos, culturales, económicos, rentísticos.

II

Reforma política. Normas de organización de partidos que garanticen la intervención directa de los ciudadanos en las deliberaciones y decisiones y su contralor de la vida interna. Régimen de elecciones primarias. Neutralidad política de la administración y de los entes autárquicos. Designaciones por concurso: escalafón y estabilidad que afirmen la libertad política de los empleados y obreros. Eliminación de gravitaciones ajenas al interés colectivo en la formación de la conciencia pública y en los pronunciamientos de la ciudadanía.

III

Democratización de la cultura. Reforma educacional que establezca la obligatoriedad de la enseñanza media, técnica o agraria e integre un sistema que garantice a las nuevas generaciones, en igualdad de condiciones y de oportunidades, idénticas posibilidades de pleno y libre desarrollo de la personalidad física, moral y cultural para el cumplimiento de su responsabilidad nacional y humana. El Radicalismo repondrá la Reforma Universitaria. Restitución de la ley 1.420.

IV

Organización de una democracia económica. Control de la economía en base a un planteamiento fijado por los órganos representativos de la voluntad popular, que coloque a la riqueza natural, la producción, el crédito, las industrias, el consumo y el intercambio internacional al servicio del pueblo y no de grupos o minorías, para construir un régimen que subordine la economía a los fines y derechos del hombre y movilice sus recursos, no en el limitado beneficio de los poseedores, sino del desarrollo nacional y el bienestar social.

V

Nacionalización de servicios públicos, energía, transporte, combustible y de aquellas concentraciones capitalistas que constituyen “carteles” o monopolios, resguardando en tal forma al ámbito de la iniciativa privada en su realidad creadora. Administración de los sectores nacionalizados por entes autárquicos nacionales, provinciales, comunales o cooperativos, con participación de usuarios, productores, técnicos y obreros.

VI

Democratización industrial. Participación de técnicos, empleados y obreros en la dirección y utilidades. Libertad sindical y derecho de huelga.

VII

Reforma agraria inmediata y profunda, que coloque a la tierra, que no debe ser una mercancía, al servicio de la sociedad y del trabajo. Organización de los agrarios para la utilización en común de las grandes maquinarias y la ubicación de industrias de transformación de las materias primas en los mismos centros de producción. Comercialización directa de los productos agropecuarios con intervención de los productores y el Estado, para asegurar el valor de la producción que debe pertenecer a sus creadores.

VIII

Reforma social que garantice a los habitantes: trabajo regido y remunerado con dignidad, como deber esencial del Estado; nivel de vida decoroso; vivienda higiénica, protección de la salud, como función social; acceso a la cultura. Régimen de seguridad social que comprenda a toda la población durante el transcurso de la existencia humana: subsidios para la niñez, de educación, enfermedad, invalidez, desocupación y nupcialidad; seguro social.

IX

Reforma financiera que haga incidir la carga impositiva sobre las grandes rentas y sobre la valorización producida por el trabajo colectivo. Restricción de gastos burocráticos. Defensa del valor adquisitivo de la moneda, que asegure retribuciones y precios reales.

X

Política tendiente a la cooperación económica mundial, a la unidad económica con los países vecinos y progresivamente con el resto de América. Creación de organismos internacionales que armonicen los planteamientos económicos nacionales.

XI

Sostenimiento de la política internacional de Yrigoyen. Defensa de la soberanía política, económica y espiritual del país. Igualdad jurídica de las naciones en la organización mundial. No participación en bloques políticos, económicos y militares.








Fuente: Breve Historia de la Reparación Nacional de Gabriel del Mazo,1955.
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MIR: "Manifiesto de los Tres" (18 de diciembre 1946)

Buenos Aires, diciembre 18 de 1946


Crisólogo F. Larralde – Antonio Sobral – Arturo Frondizi


El derecho de opinar, que es irrenunciable en una democracia, se transforma en algunos casos, en un deber cuyo cumplimiento no puede eludirse. Es la situación en que nos encontramos como miembros de la Junta Nacional Ejecutiva, frente a los problemas que afectan a la vida y al destino mismo de la Unión Cívica Radical.

DEFINICIONES FUNDAMENTALES

No puede entrarse a considerar ningún problema que afecte a la Unión Cívica Radical, sin fijar previamente la filiación y significado del radicalismo dentro del proceso de nuestra historia. No podría ser de otra manera, porque vive la República la hora de la decisión de su destino; porque vive nuestro pueblo un trance dramático de su historia y porque el mundo asiste al final de la crisis de un sistema que desestimó al hombre como plenitud de vida. Coincidiendo con la crisis de la cultura del pasado siglo, pero interpretando su rectificación y dándole sentido a su voluntad histórica, surge en nuestro país como apreciación de su voluntad política, la Unión Cívica Radical. Ella trae, porque es su sustancia misma, el mensaje de un pueblo en el querer de su realización. Acusando la angustia del tiempo y el drama vivo de la nacionalidad, hace su entrada en la historia. Al surgir, denuncia su linaje con el federalismo popular derrotado por las oligarquías y se define, como una afirmación, contra todo lo que niega lo popular y nacional: la “conciliación” y el “acuerdo”. Desde ese momento habrá que buscar en lo histórico la materia social que regulará la UCR. Esta fuerza política, además, es una superación del positivismo y la concepción material de la política. Es, por lo mismo, un planteo ético para la construcción de lo argentino. Porque la Unión Cívica Radical no es propiamente un partido en el concepto militante, es una conjunción de fuerzas emergentes de la opinión nacional, nacidas y solidarizadas al calor de reivindicaciones públicas. Por eso dice Yrigoyen, “nuestra misión no es la ocupación de los gobiernos, sino la reparación cardinal del origen y sistema de ellos, como el único medio para restablecer la moralidad política, las instituciones de la República y el bienestar general”. “Las aspiraciones que no tienen otro objeto que la ocupación de los gobiernos, son siempre facciosas y fatales para el bien público y al fin mueren execradas, mientras que las idealidades sinceras viven en sus obras ilustres.” Y deja precisado el humanismo revolucionario de la Unión Cívica Radical al decir: “Cada vez es más imperioso hacer del ejercicio cívico una religión política, un fuero inmune, al abrigo de toda contaminación, hasta dejar bien cimentadas las prerrogativas inalienable se imprescriptibles de la nacionalidad”. Aquí está su raíz y su función en la política del país. Yrigoyen será su símbolo y su realizador. La base de la doctrina radical es la concepción del hombre como ser libre y la libertad como exigencia fundamental de toda organización política. Pero, en esta lucha por la libertad, tanto del hombre como de la Nación, es preciso enfrentar privilegios de orden cultural y económico, representados por grupos nacionales e internacionales.

MISIÓN DEL RADICALISMO
La tarea del radicalismo es pues labor de emancipación. Emancipación espiritual, política, económica del hombre y del país, lo que quiere decir lucha contra toda forma de oligarquía nacional o extranjera cuyos representantes se encuentran tanto en el gobierno como en algunos sectores de la oposición. En la actualidad, la emancipación puede concretarse en una reforma educacional, en la reforma agraria, en la nacionalización de los servicios públicos, en el reconocimiento de la personería de los trabajadores, etc. Mañana podrá concretarse en otras afirmaciones sustanciales. Lo importante no es discutir estas expresiones concretas; debe quedar claro que la misión del radicalismo en la vida argentina no puede ser defender forma alguna del privilegio, sino servir los intereses del pueblo. Por eso no nos alarman las transformaciones sociales que respetan la libertad del hombre, ya que, como fuerza revolucionaria, la Unión Cívica Radical está al frente de toda transformación. En ese problema de fondo no puede cederse. “La reparación debe ser necesariamente fundamental: nacional en su forma y radical en sus procedimientos”. La revolución social argentina queda así planteada, promovida y formulada por la Unión Cívica Radical. Su primera presidencia ––1916––, desencadena el suceso revolucionario en todos sus órdenes y en la acción del gobierno afirma su auténtico sentido. Democratización de la vida cívica del país en todos sus aspectos que es el rescate de lo popular, y recuperación económica de lo nacional que es el rescate de nuestra soberanía. No nos detendremos en la acción de su gobierno, pero sí debemos afirmar que ella mantuvo una armónica unidad con el sentido revolucionario que interpretó la Unión Cívica Radical. Yrigoyen la realizó en la acción práctica y constructiva del gobierno. Revolución social ética y gobierno en magnífica identificación. Pero, desgraciadamente, ese concepto revolucionario de la acción gubernativa quedó luego interrumpido por causas que la historia juzgará. Sólo diremos que las divergencias que ha tenido se refieren al diferente concepto de lo radical y a una distinta apreciación sobre el sentido, significado y misión de esta fuerza cívica. Para la mejor comprensión del momento político que vive el país y el radicalismo, es preciso, sin embargo, remontarse a los acontecimientos producidos en el año 1930,en que hombres que representan las ideas e intereses de las viejas oligarquías argentinas y de los capitales foráneos procuraron suprimir las instituciones democráticas. El fracaso de las milicias militarizadas llevó a esos poderosos intereses a implantaren todo el país gobiernos fraudulentos. Se inició así un largo proceso de falseamiento de las instituciones sin abandonar desde luego el propósito  de suprimirlas en definitiva, cuando la ocasión fuera propicia. Cuando los gobiernos del fraude ni nacional ni internacional representaban garantía de estabilidad, se produce el movimiento militar del 4 de junio de 1943, que muchos saludaron como la terminación de la crisis política y moral argentina, sin comprender que era la culminación de ese proceso de crisis. Las formas de la violencia totalitaria se desataron sobre el país impulsadas por grupos perfectamente caracterizados, pero la resistencia nacional y la evolución de los acontecimientos bélicos europeos produjeron una serie de oscilaciones en la conducción, hasta que, en un alarde de propaganda política, la supresión de las libertades fue acompañada de la concesión de algunos beneficios que venían reclamando los trabajadores y de la promesa de una justicia social y económica amplísima. Los trece años de fraude y corrupción política  imposibilitaron la tarea del radicalismo y dentro del radicalismo imposibilitaron la tarea de quienes pretendían recuperar el sentido de lo radical. Es ese proceso de fraude y de corrupción general en que vivía el país el que explica los grandes déficits de la dirección radical, las fallas doctrinarias y las deficiencias de conducta. El pronunciamiento del 4 de junio y la acción posterior que desarrolla, no encuentran al radicalismo tal cual fue en su pasado y tal cual será en el porvenir. Encuentra un enorme conglomerado de masa ciudadana sin fe en los cuadros dirigentes porque había sido mal conducida muchas veces y defraudada muchas más. La dictadura de “junio” se encargó de impedir, por la vía de la disolución de los partidos, que la tarea de reconstrucción el radicalismo fuera realizada pues, para sus fines electorales, necesitaba demostrar que esa fuerza cívica no existía como tal. La Unión Cívica Radical, por las razones expresadas, no retomó su sentido revolucionario, perdiendo la dirección de las masas porque equivoca su ruta de lo popular. Lo que sucede en el proceso electoral del 24 de febrero es demasiado reciente para que necesite comentarios. Discrepamos en esa oportunidad con los procedimientos internos utilizados, porque el extravío llevaba a un olvido de lo radical, pero formamos en la columna, porque, si bien somos intransigentes, nuestra primera intransigencia es frente a toda forma de despotismo.

SITUACIÓN ACTUAL
El gobierno que resulta consagrado en las elecciones del 24 de febrero lleva seis meses de acción y ya puede ser caracterizado por sus actos. Demuestra que no interpreta el sentido revolucionario que promovió, planteó y empezó a realizar la Unión Cívica Radical como dirección del pueblo argentino. Revolución y gobierno son, otra vez, expresiones irreductibles contrarias. Están amenazados las instituciones democráticas, la libertad de prensa, la libertad de asociación, el derecho de reunión, las atribuciones del Parlamento. Se están suprimiendo los últimos restos del federalismo y de los municipios. Se aspira a que los argentinos dediquen su vida a lo intrascendente, entregando el manejo de todo lo sustancial, a un gobierno que pensará y sentirá por la Nación toda. Mientras tanto, la bandera de recuperación económica nacional que fue el motivo central de propaganda ha sido arriada. La negativa a expropiar la CADE, el negocio de los teléfonos y el acuerdo británico no son más que etapas de una política de entrega al os intereses económicos extranjeros que se viene realizando en forma acelerada desde1930. La justicia social se está reduciendo a aumentos nominales de salarios, que no alcanzan para cubrir el creciente aumento del costo de la vida, mientras algunos grupos de capitalistas privilegiados se están enriqueciendo, amparados por un mal entendido intervencionismo de Estado. No se realizará la prometida reforma agraria ni ningún cambio económico fundamental porque sectores del privilegio mantienen el manejo del país. la Universidad, para la cual el gobierno proyecta una legislación antidemocrática y de sometimiento, ha sido avasallada por un ciego reaccionarismo que hace caer confundidos a algunos representantes de la Universidad oligárquica, antirreformista y antipopular, con maestros esclarecidos que honran a la cátedra y al país y que no exhiben ni una sola complicidad o vinculación con los gobiernos surgidos del fraude. Esto acompañado por un gran crecimiento de los aparatos represivos del Estado, dedicados a perseguir a todos los que nose someta incondicionalmente o no guarden un prudente silencio. Por todo eso, la Unión Cívica Radical debe retomar su filiación revolucionaria para reencauzar y realizar las reivindicaciones políticas y sociales del pueblo.

SEIS MESES DE VIDA RADICAL
Una de las comprobaciones más dolorosas del resultado de las elecciones del 24 de febrero es que parte de la masa radical votó por el candidato que sostenía la dictadura. El hecho de que los votos de esos radicales hayan sido compensados en parte por votos de ciudadanos que jamás acompañaron al radicalismo, agrava la crisis del partido. El radicalismo enfrentó la lucha electoral sobre la base de una reorganización improvisada, después de casi dos años en que toda actividad cívica estuvo prohibida. No es hora de realizar el juzgamiento de los errores y debilidades de los que tuvieron a su cargo la dirección partidaria, pero sí cabe afirmar que la principal de las causas de la crisis en que vive el país es no encontrar a la Unión Cívica Radical organizada como fuerza política dentro de su sentido y dirección ya expresada. Pero si nos está excusado juzgar el pasado, no se nos podría perdonar ninguna omisión para que esta tarea sea cumplida en el futuro. El enfrentamiento de la realidad política argentina y la pretensión de ser reencauzada por el radicalismo, no podrá lograrse con el espíritu, con los temas y con los esquemas racionales que manejó en la última elección nacional. Más que un cambio de hombres, es un cambio de registro temático y de un sistema de ideas y sentimientos que no han sabido interpretar la voluntad popular, porque significó desde tiempo atrás la desviación de lo radical. Cuando se conoce el resultado electoral del 24 de febrero, se produce una gran agitación interna, reclamando la renuncia del Comité Nacional, que es aceptada por una convención cuya mayoría está integrada por hombres que habían decidido las orientaciones que cumplió el Comité Nacional y que por tanto, con relación a las orientaciones, tenían una responsabilidad aún mayor. Se olvidó que si la presencia del Comité Nacional obstaculiza la tarea a cumplir, igual o mayor obstáculo resultaba de la subsistencia de las autoridades de distrito. El pueblo radical ha considerado que la dualidad de criterio en aceptar la renuncia del Comité Nacional y mantener los demás organismos ejecutivos, se debe al propósito de algunos de esos organismos de distrito de dirigir la próxima reorganización.

INTEGRACIÓN DE LA JUNTA NACIONAL EJECUTIVA
Para salvar las dificultades internas que se debían enfrentar, se produjo el desplazamiento del Comité Nacional, pero se conservaron cuidadosamente los puestos de mando efectivo. Después de designar la Junta Nacional Ejecutiva de siete miembros, con funciones de Comité Nacional, para llevar a cabo la reorganización integral del partido, se pasó a cuarto intermedio hasta el 10 de octubre. Aceptamos las designaciones contrariando íntimas convicciones espirituales y la opinión de muchos de nuestros correligionarios, en un supremo esfuerzo esperanzado de que los hombres que tuvieron la dirección partidaria comprendieran la gravedad del momento y resignaran sus posiciones. Todo fue en vano. La Junta no pudo cumplir su cometido porque fue trabada en su acción desde afuera de la misma por grupos de dirigentes que se niegan a abandonar sus posiciones. Conviene, pues, hacer una historia de lo ocurrido.

CADUCIDAD DE LOS ORGANISMOS DE DISTRITO
Desde la primera reunión de la Junta y para responder a las grandes esperanzas que había despertado en el pueblo radical, planteamos la necesidad de que la misma asumiera la efectividad de la tarea de reorganización, a fin de que ésta no pudiera ser dificultada por ninguno de los organismos de distrito. Para no hacer diferenciaciones entre uno y otro distrito pedimos que se resolviera la caducidad de todos los organismos ejecutivos sin distinciones pero atendiendo al criterio de la mayoría de la Junta se iniciaron trámites para obtener que las autoridades ofrecieran sus renuncias. Estas gestiones privadas tuvieron buen resultado, pues muchos de los distritos ––sin distinción de tendencias–– hicieron saber que estaban dispuestos a entregar las renuncias. Frente a estas solicitaciones, no sucedió lo mismo con la Capital Federal y provincia de Buenos Aires, que, desde el primer momento, eludieron tomar la actitud que las circunstancias exigían.

DEFINICIÓN POLÍTICA DE LA JUNTA
El primer documento de la Junta implicó una definición política general y un compromiso sobre la forma en que se haría la reorganización. Desde el momento en que la Junta dio por unanimidad ese documento, los intereses creados de algunos grupos de dirigentes armaron la resistencia contra la misma. El documento era un desahucio definitivo para quienes pudieran estar planeando en la sombra con comitancias con el oficialismo o con las fuerzas del régimen, pero era también un desahucio para quienes creían que una vez más la acción reorganizadora en el radicalismo se limitaría a la tarea mecánica de inscribir nombres con el único propósito de movilizarlos en una elección interna. Mientras tanto, la inquietud del pueblo radical siguió en aumento. Al propósito de renunciar de algunos distritos y a las manifestaciones individuales, se le agregaron hechos de una gran significación: así un caracterizado grupo de diputados nacionales pidió a la Junta que decretara la caducidad de todos los organismos.
La Junta consideró las dificultades de hecho existentes y la mayoría declaró que carecía de facultades para decretar la caducidad, por lo que resolvió pedir a la Convención que se le concedieran facultades para designar juntas reorganizadoras. Dicha resolución no pudo ser suscripta por nosotros en virtud de haber sostenido que la Junta debía declarar que no existía posibilidad alguna de reorganización integral de la Unión Cívica Radical sin la caducidad de todos los organismos de distrito para que la Junta asumiera la tarea por medio de sus comisiones. La discrepancia no fue total, sino parcial en virtud de que estuvimos absolutamente de acuerdo en que la Junta ratificara los conceptos generales sobre el sentido de la reconstrucción interna y afirmara su derecho a intervenir los distritos en caso de conflicto. Como la mesa directiva de la Convención no había cumplido la decisión del propio cuerpo de volver a reunirse el 11 de octubre, la propia mayoría de la Junta, previendo una política de postergación fijó un plazo de treinta días para que el alto cuerpo partidario se reuniera. No obstante ello, la mesa directiva de la Convención convoca al cuerpo para el 10 de enero para iniciar una discusión que seguirá postergando indefinidamente la tarea de reconstrucción interna que el radicalismo todo, espera se realice.

ALCANCE DE LA DIVERGENCIA RADICAL
Por todo lo que dejamos expresado se infiere fácilmente que las divergencias que existen en el radicalismo y todas las trabas que se han puesto a la Junta no se deben a aspectos formales ni de carácter personal. Encierran profundas cuestiones de fondo que hacen a la misión del radicalismo en la vida argentina. Por eso la reorganización es un problema de profundidad que se hinca en la raíz misma de la función histórica del radicalismo. Las autoridades de algunos de los distritos, no comprendiendo este significado, se niegan a renunciar, creyendo que son planteos de primacía o de sustitución de hombres. Se invoca la necesidad de luchar contra el oficialismo, como si esa lucha no pudiera ser realizada sin la presencia de muchos de los que desprestigiaron la acción de la Unión Cívica Radical, y sin advertir, acaso, que al darse las claras definiciones de lo radical, automáticamente se adquiere el sentido de oposición a todo lo que ––como el actual gobierno–– sea contrario a lo definido como radical.

RESISTENCIA A LA RENOVACIÓN
Quienes se aferran a sus cargos arguyen, para oponerse a la caducidad, que procediendo así evitarán que el gobierno se apodere del radicalismo. Se trata, solamente, de una argucia, porque el apoderamiento del radicalismo por un gobierno jamás podrá realizarse por vía de una ley ni por la conquista de dirigentes. El radicalismo es una fuerza esencialmente popular, y el único que puede evitar las divisiones, la disgregación ola entrega es el propio pueblo radical. Si las autoridades de distrito se mantienen en sus posiciones, podrán gravitar sobre la reorganización, evitando que los núcleos de los cuales son expresiones, pierdan las elecciones internas. No es casual que la resistencia a la renuncia provenga fundamentalmente de distritos en los cuales los sectores oficialistas internos están amenazados por el voto de los afiliados radicales. Aquella conducta acusa una incomprensión del momento político que vive el país y de la verdadera función del radicalismo. Posición que no se ajusta a la reclamación radical dentro del drama vivo de la nacionalidad. Pero frente a los pequeños grupos de dirigentes que se resisten a toda renovación, se encuentra una gran parte del pueblo radical que quiere que la Unión Cívica Radical recobre su jerarquía de fuerza revolucionaria, de libertad política y de justicia social y que asuman su dirección conductores que, nutriéndose en sus grandes orientaciones, sean una garantía de realización de los ideales que proclaman. Como parte del pueblo que es, no acepta desempeñar función conservadora ni quiere defender los intereses de ningún grupo de privilegio nacional o extranjero. Quiere ese pueblo una Unión Cívica Radical como en sus mejores horas, la que no temía a las transformaciones sociales y económicas, sino que las planteaba, promovía  y realizaba dentro del amplio concepto de la democracia. Esos radicales piden la caducidad de los organismos de distrito para que el pueblo llegue a nuestros registros y pueda en su oportunidad expresar libremente y podamos todos, por la vía democrática del voto, resolver sobre el destino del radicalismo.

LA UNIDAD RADICAL
A pesar de lo expresado, nadie tema por la unidad radical, si se entiende por unidad la unión de los hombres del inmenso pueblo radical en el respeto a la doctrina y a la conducta. En consecuencia nuestra posición no es divisionista. El divisionismo importa siempre una posición negativa y lo radical no se hace de negaciones. Hemos defendido y defenderemos la unidad conceptual del radicalismo como única forma y exigencia de la recuperación democrática del país y de la realización de la justicia social que propugna, pero no podrá haber unidad si no es sobre bases radicales, de respeto intransigente de la doctrina y la consiguiente fidelidad a la conducta.

¿QUÉ HACER?
En esta hora tan llena de dificultades, pero tan plena de posibilidades, cada correligionario tiene la obligación de hacer conocer su criterio y de actuar conforme a su propia inspiración. El radicalismo, como instrumento de la democracia argentina, será construido de la manera y con la eficacia que cada radical sea capaz de hacer. A todos los radicales se nos vienen ofreciendo desde hace tiempo tres grandes caminos. Los hombres cansados de la lucha tienen abierta la ruta hacia las posiciones gubernativas que les ofrece el oficialismo. Oficialismo al que condenamos, no por la simple razón de no ser un gobierno surgido de nuestras filas, sino porque representa una tentativa de estructuración orgánica de un régimen enemigo de las libertades esenciales de la persona y porque no representa en el orden económico y social progreso alguno de fondo, ya que responde a los mismos intereses antipopulares y antinacionales de los gobiernos posteriores al 6 de septiembre de 1930.Existen otros radicales que, si bien mantienen su lucha frente al gobierno, parece que sienten flaquear sus fuerzas para continuar manteniendo la integridad del programa radical de reparación moral, política y económica. Se llega así a la política fácil del acuerdo, que suma votos en proporción directa a la renuncia de principios. El radicalismo, de fuerza de construcción nacional, se reduce a asumir el papel de recolector de opositores, vengan de donde vinieran, y de aprovechador mecánico de los desconciertos oficialistas. El radicalismo no ha sido, ni será jamás, un simple partido de oposición, puesto que, como se ha dicho, tiene sentido de construcción de la nacionalidad. Los errores oficialistas o el apoyo de los opositores son simples contingencias que no pueden servir de argumento para un radical que busque orientación. Frente a estos caminos del error, los radicales deben mantener en forma intransigente, la totalidad de las reivindicaciones que acuerdan función histórica al partido. Se estará así a cubierto de toda desviación o concomitancia con el oficialismo y de los peligros de que la Unión Cívica Radical se transforme en fuerza de choque del régimen conservador o de intereses extranjeros. El radicalismo es un cauce abierto para que todos los hombres libres trabajen por la patria; pero, lo que no podrá admitirse, es que sea manejado conforme a inspiraciones que no responden a la esencia que le ha dado vida. El radicalismo debe decidirse definitivamente a ser lo que debe ser o a no ser nada, porque puede ocurrirle algo peor que ser nada: transformarse en una fuerza antirradical. Este gran quehacer de la reestructuración partidaria para colocar a la Unión Cívica Radical en condiciones de encauzar la vida de la Nación, y de realizar la revolución social que ha promovido, planteado y que aún no encontró su adecuada realización, nos exige espíritu de sacrificio, de renunciamiento y devoción por las cosas del país.
Nuestra tarea es inmensa. Por eso este manifiesto es también un llamado y una convocación a todos los radicales que estén dispuestos a entregarse a esta tarea para poner a la Unión Cívica Radical en la función política de nuestra historia.

NUESTRA POSICIÓN
Ésta es la posición que hemos defendido y continuaremos defendiendo desde la Junta Nacional Ejecutiva. Para que el pueblo radical la conozca, hacemos esta definición que es a la vez programa, en la vida interna del partido de la acción recuperativa de lo radical:

1.- Recuperación de los grandes principios y reivindicaciones radicales de emancipación popular y nacional.
2.- Afirmación de la Unión Cívica Radical como fuerza revolucionara para realizarla justicia social que exige el pueblo de la Nación.
3.- Intensa tarea de esclarecimiento público sobre la base de esas reivindicaciones en todos sus aspectos: institucionales, económicos, sociales y culturales, para poner en evidencia el peligro en que vive el país: continuar bajo la política del actual gobierno, que no interpreta ningún sentido revolucionario auténtico del pueblo argentino o caerán el régimen de la oligarquía fraudulenta que gobernó hasta el 4 de junio de 1943.
4.- Caducidad de todas las autoridades de distrito, para que la reorganización pueda hacerse desde abajo con un limpio sentido democrático y con la participación de la juventud, las mujeres y los obreros.
5.- Obligatoriedad del voto y representación de las minorías, principios que, estando consagrados en la Carta Orgánica, han sido reiteradamente violados en algunos distritos.
6.- Régimen de asambleas de afiliados para que sean éstos los que resuelvan la orientación del radicalismo y para que juzguen la forma en que sus representantes han servido los intereses del partido y del país.























Fuente: BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO ARGENTINO / VI Carlos Altamirano 

Bajo el signo de las masas (1943-1973)
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