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lunes, 25 de marzo de 2013

Ricardo Balbin: "Reunión Nacional del MIR" (12 de enero de 1947)

Alguna vez se dijo, glosando a Yrigoyen, que había que empezar de nuevo. Empezar de nuevo a mi juicio es detenerse un poco en la marcha, para reconstruir las filas y hacer balance de circunstancias.
La dictadura es anterior al 24 de febrero, lo grave es que el 24 de febrero el pueblo, siguiendo la demagogia, optó por la dictadura.
Erraría en consecuencia quien no analice la circunstancia e inculpe directa­mente a las masas populares; pero es el caso que antes de llegar a tal afirmación deben analizarse las circunstancias que condicionaron el comicio.
Es evidente que existe un nuevo estado de ánimo popular, consecuencia de problemas y complejos que no eran puramente argentinos, sino que tenían ori­gen en otras tierras, hoy tan cercanas como para decir que toda la humanidad vive la intensidad de cada una, cualquiera sea el lugar en que se produce.
Es posible entonces que la Unión Civica Radical que había olvidado un tan­to sus viejas consignas, no presentara un frente tan fuerte, como para despertar la vieja confianza de otros tiempos. Frente a ello ejercía influencia un estado de­magógico que esperanzó al pueblo del país. Los hechos posteriores evidenciaron un estado de defraudación para esas masas y es lógico presumir que habrán de volver por los viejos cauces del radicalismo, comprendiendo al fin que la justicia social es radicalismo en esta tierra.
Para ello nosotros debemos hacer algo, y ese algo, es la reestructuración del partido, reorganizando, saber sus viejos postulados que deben actualizarse sin desnaturalizarlos, para las nuevas promociones partidarias.
Si antes del 24 de febrero pudo olvidarse a la figura de Yrigoyen, lógico es comprender después de la experiencia, que el espíritu de aquel hombre debe presidir una vez más al partido.
Si la reorganización trae esa consecuencia la Unión Civica Radical reinicia­rá su marcha hacia un futuro cierto, porque el pueblo habrá comprendido que la Unión Civica Radical prosiguiendo la obra social del 16, es capaz de finiquitarla sin alardes demagógicos y sin falsas promesas.
Y es así, por cuanto las masas populares tienen su pensar, pero sus realiza­ciones dependen de los hombres en su carácter de conductores, cuando acaudi­llan la expresión auténtica del pueblo. Y estos conductores, superviven en el tiempo, cuando han sido auténticos y austeros, desapareciendo indefectible­mente los que defraudaron la confianza y el anhelo de los reclamos populares.


























Fuente: Discursos Politicos de Ricardo Balbín, Eduardo Giacabone.

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