De nada valdría nuestra presencia, nuestros conceptos y
nuestros sufragios, si persiste la incomprensión ante las exigencias del
momento, de una mayoría que no es representativa del Radicalismo Nacional y
hasta ahora ha sido inaccesible a sus requerimientos y esperanzas. La delegación
de Buenos Aires, cuyos votos son decisivos en la actual composición de la
Asamblea, aporta 43 delegados de una orientación que fue minoría en el comicio
directo del 13 de enero de 1946, mostrando en consecuencia la contradicción
entre la legalidad aparente y formal que inviste, y la legalidad real y
esencial que solo nace de los pronunciamientos de la ciudadanía. Vale decir,
que la minoría de los afiliados tiene integridad de la representación, y la mayoría
carece de representantes.
La forma de plantear esa diferencia, es peor que por un lado esta solo una legalidad formal, y lo que democracia requiere es que, más allá de la formalidad legal, exista legalidad sustantiva, que solo se obtiene con el expreso consenso de mayorías populares.
La forma de plantear esa diferencia, es peor que por un lado esta solo una legalidad formal, y lo que democracia requiere es que, más allá de la formalidad legal, exista legalidad sustantiva, que solo se obtiene con el expreso consenso de mayorías populares.
Esta situación tan precaria confiere validez moral a las
determinaciones del cuerpo únicamente en la medida en que se reflejan las
aspiraciones del pueblo radical. Que el espectáculo de nuestras bancas vacías
constituyan el ultimo llamamiento a la conciencia de responsabilidad de quienes
hasta el momento se han obstinado en obstruir el gran cauce radical.
Fuente: "Que Renuncie el Comando de la Derrota" de Francisco Hipólito Uzal en Revista Todo es Historia, Enero de 1984.
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