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lunes, 3 de octubre de 2016

Santiago del Castillo: "Defensa de la Revolución Cubana" (28 de febrero de 1961)

REVOLUCIÓN CUBANA

El cuadro de la revolución cubana no me es desconocido para mí. Porque eran nuestras viejas luchas. Todos los enunciados de la revolución cubana que se realizan, la reforma agraria, la reforma de la salud publica, la reforma educacional, el problema de la vivienda, el problema moral, el asunto militar, son realizaciones que nosotros hemos sostenido en nuestra predica.

Todo radical tiene que estar con estos conceptos populares, tiene que estar con estas apreciaciones básicas…

La revolución del 55, fue sin duda, un pronunciamiento de tipo imperialista. No vino a cambiar ninguna  estructura.

Vino, más aun, a proteger a ese imperialismo. Yo nunca estuve con los fusilamientos, la revolución del 55 fue un golpe de estado que vino a consolidar privilegios, porque los proyectos contra ciertos planes de entrega fueron retirados. En el gobierno de Castro es otra cosa.

La revolución cubana tuvo otra proyección, vino a destruir un estado caótico y con un autentico programa revolucionario.


Hay muchos prelados cubanos que defienden a la revolución. Y hay muchas instituciones católicas que la defienden también. No he visto ninguna persecución. Por los informes que tengo, el movimiento católico se desarrolla con toda amplitud.

Apoyo a todo movimiento de liberación, inclusive el de Hungría, como para cualquiera parte del mundo apoyaría cualquier campaña de liberación.

DEFENSA A AMADEO SABATTINI

Frente a todos los intereses creados, tenia una línea de conducta: “la neutralidad”
Sabattini lo han tildado de comunista, y fue un ejemplar gobernante, y a mi también se me trata de comunista y, tengo que declararlo, el mío fue un ejemplar gobierno porque hice frente a muchos intereses, porque hay ladrones públicos que no perdonan

UNIÓN CÍVICA RADICAL DEL PUEBLO

¿Y que quiera que hiciera? Yo soy un luchador, no soy un dictador. Yo pregono, sostengo, a veces siembro, pero no me impongo.





Fuente: “El pais pregunta” Declaraciones del ex Gobernador de la Provincia de Córdoba Dr. Santiago Horacio del Castillo LW1 Radio Universidad de Córdoba sobre la Revolucion Cubana, 28 de febrero de 1961.
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jueves, 23 de julio de 2015

Santiago H. del Castillo: "El Comunismo" (18 de noviembre 1936)

La interpelación resuelta por la Honorable Cámara, involucra diferentes problemas,   cuestiones   de   carácter   constitucional   y   social   que   es   necesario claramente deslindar, no sólo porque así se evitarán disquisiciones inútiles, sino porque, claramente establecido el criterio del Ejecutivo en cuanto a los puntos generales a que se refiere, será fácil establecer, consecuente con ello, la norma que, lógicamente, en cada caso, ha aplicado. Los puntos establecidos con los números 2 y 5 se refieren a la posición del Ejecutivo frente a las organizaciones que en nuestro medio, al margen del orden legal e institucional, tratan de operar la transformación de nuestro régimen político y social por la fuerza material y la violencia, postulando abiertamente el fascismo en su credo antidemocrático y encubriendo el comunismo esa actitud merced a un cambio de táctica bolchevique en todo el mundo, por las directivas de la Internacional Comunista. Se trata, en realidad, de una absolución de posiciones que la Honorable Cámara plantea al Ejecutivo al margen del espíritu y del texto del artículo 77 de la Constitución de la Provincia, pero que el gobierno del cual formo parte no tiene inconveniente alguno en absolver, porque por su origen y por mandato que el pueblo de la provincia le confirió, le es sumamente grato ratificar en todo instante y en todo lugar la firmeza de sus convicciones y la orientación política que rige y determina su conducta. Los puntos 1 y 5 se refieren a la actitud que el Ejecutivo de la Provincia habría adoptado frente a la infiltración fascista y comunista en los gremios obreros de la provincia. Ello determina tres órdenes de problemas: la constatación de si son efectivas las referidas infiltraciones, la existencia o no de las facultades constitucionales y legales del Ejecutivo para impedirlo, en el caso de existir; si en caso de no existir esas facultades constitucionales y legales, tienen los poderes provinciales facultades suficientes para intervenir   directamente   en   las organizaciones obreras so pretexto de represión de las actividades comunistas y fascistas (...)

Señor Presidente, como decía anteriormente, me es grato aprovechar esta oportunidad para fijar con claridad la posición del Poder Ejecutivo frente alas preguntas número 2 y 5 de la interpelación que, aunque la considero en desacuerdo con el artículo 77 de la Constitución, sin embargo, voy a contestarla, aunque entraña una absolución de posiciones. Es bien sabido que el Poder Ejecutivo, que ha nacido de un movimiento de opinión eminentemente democrático y como expresión de ello dirige los destinos de la provincia, encuadra su conducta dentro de los preceptos de la Constitución y de las leyes en vigencia. ¿Cuál puede ser la posición del Poder Ejecutivo frente a estos dos núcleos sociales que se debaten en el escenario de la provincia? Y si tenemos en cuenta la palabra de algún tratadista, no podemos olvidar que la democracia tiene esta misión extraordinaria de cobijar, de amparar con el calor de sus alas aún a sus detractores. La democracia es así, y esa es nuestra democracia, que ha hecho un llamado a todos los hombres del mundo para que vengan atrabajar y engrosar esta tierra sin coacción en las opiniones, ni restricción a sus libertades; eso entraña el movimiento popular que encabeza la Unión Cívica Radical. (Aplausos) Y es, señor presidente, en esta hora aciaga, en que se pretende cercenar las libertades públicas, mientras negros nubarrones se ciernen en el horizonte de la patria. La Unión Cívica Radical en su legítimo gobierno, viene a decir a esta Honorable Cámara que todos los hombres en esta provincia tendrán amplias libertades; que está garantido definitivamente el derecho de reunión, que la prensa puede expresar libremente sus ideas y orientar al pueblo; que el derecho de asociación lícita está garantizado; garantizada la libertad de trabajo, como también   el   derecho a la huelga, porque así lo ha aceptado el derecho internacional. (¡Muy bien! Prolongados aplausos en la barra).No hay una sola garantía individual que vaya a ser vulnerada. Tenemos esa beatitud religiosa por la Ley y la Constitución ante las cuales nos inclinamos reverentes,   porque   al   decir   de   alguien,   preferimos   arrodillarnos   ante   la Constitución y las leyes del país, para evitar mañana la vergüenza de tener que arrodillarnos ante tiranos. (Prolongados aplausos).Orgulloso se siente el gobierno de Córdoba cuando los cargos que se le hacen consisten en que los trabajadores, en que los proletarios, se agremian en un legítimo derecho que la misma Oficina Internacional del Trabajo, donde están representadas todas las fuerzas vivas del mundo, ha aceptado como derecho universal. (Aplausos).El gobierno ha de garantir todas las actividades lícitas; pero no ha de permitir en ningún instante que nadie, por las vías de hecho, quiera alterar el orden constituído. Y se habla, señor presidente, de la infiltración comunista.

Es verdad que hay comunismo en la provincia: pero, ¿acaso este fenómeno social es de ahora, desde el día 17 de mayo? No, señor presidente. Yo tengo aquí a mano el mensaje de un ciudadano que, sin duda, ha de ser de caro efecto para el sector de la minoría. Me refiero al distinguido ciudadano Julio A. Roca, quien, siendo gobernador de la provincia, leía su mensaje ante esta Honorable Legislatura integrada por representantes del Partido Comunista. El doctor Roca decía estas palabras en su mensaje: "La composición de la Legislatura asegura la realización de los altos enunciados que inspiraron la adopción de los nuevos sistemas de representación. En ella tienen asiento fuera de los Senadores y Diputados de la mayoría que aseguran la estabilidad y eficiencia del Gobierno, representantes de caracterizadas   organizaciones   de   opinión   independiente,   provincial   o departamental, y de fuerzas políticas, cuya personería universal emerge de aspiraciones, sentimientos e ideales que se disputan el predominio del mundo y cuya incorporación al gobierno de Córdoba es la más alta prueba de la solidez de su organización social, de la efectividad de los derechos políticos, de la libertad que ampara la emisión de todas las opiniones y del arraigo en nuestro pueblo del espíritu de la tolerancia, índice superior de la cultura y de la inteligencia".Y este partido, desde luego, no surgió después del 17 de mayo, sino que tiene una larga actuación en la Provincia de Córdoba. Efectivamente, el Partido Comunista tiene su clima de acción, diré así, en las clases proletarias. Pero, señores ―y esto le ha de interesar al sector de la minoría porque también creo que ha de convivir el mismo fervor de los que fueron sus viejos conductores en otras horas del Partido Demócrata: me refiero a figuras como Roca y Cárcano― les debo yo decir que hay otra fuerza que actúa y es, señores, el fascismo, el fascismo que no es como el comunismo formado y que actúa entre los proletarios, entre los hombres de trabajo, hombres de blusa. Los fascistas actúan y se forman en la pequeña burguesía, en la alta burguesía, en el capitalismo y en los centros universitarios. Pero el fascismo data del año 1930 y es una formación que se ha hecho desde arriba, y es un núcleo que, precisamente, cuando le ha tocado gobernar al Partido Demócrata, yo no sé por qué razones inexplicables, por cierto, con su vieja tradición, salía uniformado y armado a la calle y más de una vez ha comprometido el orden público. (¡Muy bien! Aplausos).Ahora, vengo también en forma clara ―y quiero que no se vaya a tergiversarla verdadera orientación de mis palabras― a que consideremos que estos núcleos que en sí están contra el régimen   democrático,   mientras   actúan   haciendo propaganda   o   exponiendo   ideas,   mientras   actúen   con   procedimientos doctrinarios, no hay, dentro de nuestro régimen constitucional nada que pueda evitarlo, a no ser que se quiera exigir al Poder Ejecutivo, un abuso o un atropello a los derechos y garantías individuales. (Aplausos). Y tan es así que mi exposición tiene un fundamento legal, que en este momento se sanciona en el Congreso de la Nación una ley de represión al comunismo. Quiere decir, "a contrario sensu", que las provincias no tienen y que tampoco existe actualmente en la legislación de fondo, ninguna ley que pueda castigar el derecho de opinión o de propaganda. Y por qué, señor presidente, no he de adelantar un concepto que entraña una manera democrática de pensar: yo creo que es un error la represión de las ideas. Y es un error, por una razón histórica: porque hemos visto nosotros que cuando se ha querido coaccionar las opiniones, cuando se ha querido presionar el raciocinio, éstos se han robustecido, se han hecho más fuertes, y en vez de actuar a la luz, optan por actuar en la sombra, y vienen así a ser realmente perturbadores del orden público. Es bien sabido, señor presidente, ―y a la memoria viene un recuerdo interesante― que los individuos piensan y opinan muchas veces de acuerdo al clima, al núcleo social en que actúan; y más tarde, desligados de ese clima y de ese núcleo social, suelen cambiar de opinión. Esa es la ventaja de actuar a la luz, frente a la crítica! La sombra, la hostilidad, no permiten esa redención de la inteligencia.Y para certificar estas expresiones mías, he de citar un caso interesante, de un distinguido poeta, hombre de talento, ―creo que ha estado en Córdoba―, impetuoso en sus ideas, que las concretó en un programa, algunos de cuyos artículos, voy a leer. "Disolución del ejército; arresto y concentración de todos los oficiales   en   servicio   activo,   desde   el   grado   de   mayor   inclusive,   en   los campamentos y presidios que se determinarán; disolución de la armada y envío inmediato de las unidades de guerra al presidio de la Isla de los Estados y de la Tierra del Fuego para conducir a todos los penados y personal a Buenos Aires".Y más tarde, señores, este hombre, modesto ciudadano, amparado por esa cordialidad y bondad extraordinaria de nuestra vida democrática, llegó a ser un distinguido poeta, cambió de ambiente, se rozó con otros hombres, estuvo también en el 6 de septiembre; y este hombre ahora dice todo los contrario. Voy a leer su nuevo programa:

"Estudio intenso para elevar cuanto antes a 50 milhombres las tropas permanentes de la población; fomento intensivo terrestre y naval y de la flota submarina, con programas concretos de 300 aviones y quince naves, movilización periódica de las reservas", etcétera.

Ya se ve cómo es más práctico dejar en libertad a los hombres y no tratar de ajusticiarlos, hundirlos y perseguirlos. El chocar de las ideas no entraña un perjuicio para la libertad de opinión. Al contrario, sirve para pulir el espíritu década ciudadano. Y así Alfredo Palacios, en su libro "Las reformas penales", dice:

"En este recinto un legislador que ocupa ahora un sillón en la Suprema Corte de Justicia, pronunció palabras que recordaban las admirables de Sarmiento, cuyo coraje civil no fué igualado. El doctor Linares dijo desde una de estas bancas lo que me complazco en repetir: «La enunciación de ideas, por extremas, por erróneas, por funestas que sean, y su prédica, no constituyen por sí un delito castigado por nuestras leyes. La propaganda doctrinaria no comporta otra cosa que el ejercicio de un derecho perfecto y natural, reconocido por la Constitución como inherente a todo ser libre: el de la libertad de conciencia, el de pensar y emitir ideas conforme la conciencia las dicte». No es, señor presidente, ―decía el legislador― con procedimientos inquisitoriales, levantando hogueras, como en otros tiempos, para quemar herejes, que se modifican o se suprimen los extravíos de las conciencias; no es con persecuciones, con destierros o con prisiones que se extirpan las ideas. La fuerza llega en un momento dado a acallarlas, pero después renacen con más vida, con más vigor, con una fuerza incontrastable".

Pero no quiero dejar sin concretar, de una manera terminante, la verdadera situación del gobierno de Córdoba, que pertenece a un partido eminentemente popular. Se ha hablado hace un momento, en este recinto, de cierta alianza. Voy a leer, señores, la declaración del Comité de la Unión Cívica Radical, precisamente cuando el Partido Comunista le exhortara a formar el frente popular o a concertar una alianza. La más alta autoridad del partido fija su posición, respecto al Partido Comunista, en la siguiente forma:

1.― Que la Unión Cívica Radical es un partido político que tiene una trayectoria inconfundible en la vida civil argentina a través de casi cuarenta años de actuación, lo que le crea el deber de mantenerla como un acervo ideológico intangible;.

2― Que en ese acervo figura de "ab-initio", como principio que ha informado su programa, el mantenimiento integral del régimen consagrado en la Constitución vigente, cuyo contenido satisface ampliamente el sentimiento liberal argentino;.

3― Que el régimen de nuestra Constitución contempla para la configuración jurídica del Estado, de la Familia y de la Propiedad, sin excluir la declaración de derechos y garantías individuales, es el más saludable para la justa orientación democrática del pueblo argentino, dentro de cuya orientación se sitúa fervorosamente la Unión Cívica Radical;.

4― (...) Que el Partido Comunista, según es obvio, no acepta el orden político, jurídico y social que establece la Constitución Argentina;.

5― Que la Unión Cívica Radical no se ha desentendido nunca ni piensa   desentenderse   de   las   justas   reivindicaciones   del proletariado   social,   pero   entiende   que   tales   reivindicaciones proletarias son de alcance progresivo y no catastrófico, pudiendo conseguirlas   por los medios que brinda la   Constitución sin necesidad de substituirla o reformarla;

6.― Y finalmente, que el Partido Comunista aspira a implantar en el mundo   la  dictadura   del  proletariado  en  la  organización   del Estado y la Unión Cívica Radical, por sus antecedentes, por su tradición invariable y por su concepto de la Patria, repudia firmemente toda dictadura, sea burguesa o proletaria, y reafirma con serena inquietud en esta hora sus convicciones democráticas, sin perjuicio de su acendrado respeto por la libre emisión de las opiniones, condición esencial del progreso político y social.

Con fecha del 14 del corriente el candidato radical a gobernador doctor Mosca ha remitido al señor Francisco Mónaco, dirigente comunista, la siguiente respuesta   a   una   invitación   de   éste   sobre   una   acción   conjunta:  

"Santa Fe, noviembre 12 de 1936.   Señor Francisco Mónaco. Rosario. Muy   señor mío:

Contestando a su carta de fecha 5 del corriente, debo manifestarle que el Comité Nacional de la U.C.R., fijó, oportunamente, en una resolución cuya copia le acompaño por haber tenido, por causas notorias, amplia difusión en estos días, posición que debe acatar la U.C.R., de la que soy candidato a la primera magistratura de la provincia, con respecto al Partido que usted representa. En tal sentido no veo la posibilidad de una acción conjunta de ambos organismos para la próxima campaña electoral, ni la conveniencia de una reunión en la que no podríamos cambiar impresiones a coordinar una acción que nos está vedada, por la resolución que menciono. Pláceme con tal motivo, saludarle muy atte. (Fdo.): E.M. Mosca"

El diputado nacional Ernesto Sammartino, por Entre Ríos, pronuncia un interesante discurso en la Cámara, precisamente a raíz de estas cuestiones del comunismo y dice:

"¡Comunismo, señor presidente, en este país!... ¡Comunismo en esta Cámara!... Es hora ya ―y lo digo con espíritu cordial― de terminar con esa superchería. Si por comunismo se entiende una tendencia política y social que finca sus métodos en la violencia, que no ama la historia y las tradiciones de la Patria; que abomina la religión en nombre de un sectarismo ciego y materialista; que quiere destruir los fundamentos de la familia; que persigue la anulación de la personalidad humana en haras de aspiraciones multitudinarias abstrusas; que quiere compartir los bienes ajenos por incapacidad para conquistar el propio; si por comunismo  se entiende toda esa  vorágine de apetitos sensuales y de conceptos primarios, yo digo que, sin necesidad de declamaciones patrióticas y de salvadores, el comunismo no prenderá nunca en la conciencia límpida y en las costumbres honradas de los argentinos. Pero si, en cambio, se entiende por comunismo la exaltación del derecho frente a la violencia, la lucha por la dignificación social y económica de los humildes, el respeto a la voluntad de las mayorías, el culto de la Constitución y de la Ley Sáenz Peña, la práctica de la libertad de pensamiento, la execración de la guerra, del imperialismo y de la tiranía, el nacionalismo que no vocifera pero que hace patria en el trabajo constante, y la fe religiosa que no se exhibe a golpes en el pecho pero que honra la obra de Dios en las tareas de cada día; si por comunismo se entiende todo eso, yo afirmo que vivimos en un país comunista desde el primer cabildo de Mayo que le dió los óleos de la libertad". (Aplausos).

Ahora, quiero hacer conocer a los señores diputados y sobre todo al señor miembro   interpelante,   que,   además   de  las   declaraciones   de  principios   que contiene el programa de la Unión Cívica Radical, de la propaganda oral y escrita, están las expresiones que son públicas, notorias y conocidas de todo Córdoba yque  hiciera  el  doctor  Sabattini  cuando  fuera  candidato,  al decir  que  sería respetuoso de todos los derechos; luego las palabras del doctor Sabattini, como gobernante, en el discurso pronunciado en el acto inaugural de la 6a exposición nacional de ganadería, agricultura e industrias, de la ciudad de San Francisco, realizada el domingo 6 de septiembre de 1936, diciendo:

"Al asumir la primera magistratura de la Provincia, llego sin odios y sin rencores. Y hoy lo repito, porque deseo que se entienda bien que tengo la más intensa aspiración a que en  nuestro caro suelo cordobés reinen la paz y el orden indispensables para el desarrollo de todas las sanas actividades de la convivencia social. Quiero la paz y el orden, con un respeto absoluto por las libertades que reconoce la carta fundamental con un cumplimiento estricto y honesto de la ley, para que este gobierno, que llegó en horas difíciles, contribuya a prestigiar ante el país a las instituciones del régimen democrático imperante y a hacer desaparecer del ambiente de una argentinidad bien entendida, todas las ideas extremistas, que no pueden tener arraigo entre nosotros. Nación joven que será extraordinariamente grande y poderosa solamente con esa paz y ese orden que proclama".

Existe un interesante y meduloso fallo de la Cámara Federal de la Capital de la República, que sienta la siguiente jurisprudencia:

"La propagación de ideas comunistas no constituye delito". ("La Ley", diario de Jurisprudencia Argentina, Legislación, Doctrina, Información, de fecha 13 de agosto de 1936).

Como se trata, señor presidente, de un dictamen extenso, para no fatigar a los señores diputados con su lectura, voy a pedir que se inserte en el Diario de Sesiones.(...)

Y la posición del Ejecutivo con respecto a estos extremos, no es solamente la del Gobierno de Córdoba, sino que la Iglesia, por medio de una pastoral, también expresa lo siguiente:

"La Iglesia, cuya misión está por sobretodos los partidos y banderías, anhelando el mayor bien de las sociedades existentes, se aparta tanto del exagerado nacionalismo, que yendo más lejos de las verdaderas exigencias de la virtud del patriotismo, proclama la entrega total del individuo   al   Estado,   como   del   comunismo   desquiciador,   que   pisoteando creencias, libertades y derechos, convierte al individuo en mero instrumento de cierto estado social, con desmedro de la propia dignidad humana".(...)

Esta pastoral la va a encontrar en el diario "Los Principios" del 31 de mayo de 1936. La pongo a disposición de los señores diputados. Ahora bien, señor presidente. Hasta este momento el orden social está completamente garantido; está asegurada la libertad de trabajo en toda la provincia; reina la más absoluta tranquilidad; ninguno de los núcleos sociales comunistas o fascistas significa un peligro. Si es verdad que el Partido Comunista, por una razón de táctica, en este momento no perturba en nada la vida política de Córdoba, sin embargo, el Partido Nacional Fascista, permanentemente conspira; pero le puedo asegurar al señor diputado interpelante que mantenemos en absoluto el control, que no ha de ser alterado el orden público, y que si alguien lo intentara, entonces va a recibir el condigno castigo. (Aplausos prolongados en las bancas y en la barra). Pueden   estar   tranquilos   los   señores   diputados   de   la   minoría: la extraordinaria fuerza moral del gobierno de Córdoba ha de impedir cualquier audacia. Pero si la hubiera, entonces estará el Poder del Estado para mantener ese orden y lo hará respetar. Ahora quiero significar también a los señores legisladores que el fascismo se alimenta desgraciadamente de ciudadanos del partido opositor. Yo tengo aquí en mis carpetas fotografías en donde aparecen ex funcionarios, ex empleados y hasta legisladores del Partido Demócrata en la asamblea nacionalista. (Aplausos). Y yo les hago esta denuncia a los señores legisladores del Partido Demócrata porque ellos, que sin duda han de tener un fervoroso amor a nuestras instituciones democráticas, han de saber que existen en las filas de su propio partido esas infiltraciones. Y con respecto   al Poder Ejecutivo, yo vengo a declarar solemnemente: El Ejecutivo es el más celoso y respetuoso  guardián de  la Constitución y de las leyes de la provincia. En este momento existe la más absoluta tranquilidad. No existe ni siquiera la remota posibilidad de que se pueda alterar el orden público. No hay necesidad de medidas preventivas porque el gobierno vigila atento a todos los movimientos y conoce todos los pasos que dan estos dos núcleos sociales. Mantiene el control en toda la provincia, y aquí, en esta carpeta, en forma documentada, están esas actividades, y puedo asegurar a la Honorable Cámara que no existe ningún peligro. (Aplausos). Más aún: jamás Córdoba respitó ese ambiente de responsabilidad y de libertad. (Aplausos). Y ahora que se nos quiere brindar, señores ―porque de la interpretación se insinúa que se nos quisiera dar facultades para reprimir a algunos de los grupos sociales que actúan en la provincia―, qué más hermosa oportunidad para el Poder Ejecutivo de poder tildar a los partidos opositores: "Pertenecen ustedes a tal núcleo social". Pero este gobierno que hace un culto de la verdad, que hace un culto de la libertad, viene a decir que no acepta el látigo para castigar a sus conciudadanos; que no quiere mordaza. (Aplausos en las bancas y galerías).Bien, señor presidente; se ha dicho que funcionarios del gobierno hanactuado en un congreso obrero. Es cierto. Ha estado un inspector de la Oficina del Trabajo, y no solamente ha estado en el congreso de entidades obreras, sino también que concurrió al Congreso Comercial Agrario otro inspector. ¿Por qué? Porque un gobierno que tiene el concepto de su responsabilidad debe conocer, tiene el deber de auscultar todo el movimiento de su pueblo; tiene el deber de estar siempre oído atento y ojo vigilante, porque así lo exige la responsabilidad, y para que esta población de Córdoba descanse en la seguridad de que este gobierno es guardián celoso de su tranquilidad.

Señor presidente: voy a terminar esta breve exposición con las palabras del mensaje del actual gobernador de la Provincia:

"La Constitución del 53 significa la realización de los anhelos de paz, unidad y libertad de la Nación; de ella puede decirse, lo que un ilustre pensador contemporáneo afirmara de la de Weimar: «Los que no aciertan a ver en la forma republicana la mejor de todas y la definitiva, han de hallar en esta Constitución el camino para lograr otra mejor. Al margen de ella, sólo cabe la alta traición. Debe ser respetada y honrada, aun por los que piensan de otro modo, como compendio del pasado y como punto departida de su porvenir»".

Para terminar, señor presidente, debo manifestar que lo que es necesario reprimir no es el derecho de opinión, ni coartar ninguna libertad; lo que sí es necesario hacer, es castigar con mano férrea la violencia, el fraude, la pretensión de querer hurtar la voluntad popular en las urnas; la de querer trabar los derechos del pueblo. Para eso debemos estar todos los partidos políticos unidos a fin de consagrar definitivamente la libertad; y si alguna represión hace falta, en el territorio de la república, es represión del fraude y la violencia. (Prolongados aplausos en las bancas y en la barra).

Continúa el debate con la amplia intervención de los diputados de las distintas fuerzas, luego, tendrá intervención considerable nuevamente el señor Ministro Dr. Santiago del Castillo:

Señor presidente, voy a ser muy breve. El señor diputado del sector de la minoría insiste en su propósito de cargar al Ejecutivo con la responsabilidad de una alianza con el comunismo. Como para dejar una última impresión he probado que esa alianza no puede existir a no mediar una alta traición del gobierno de Córdoba para con la Unión Cívica Radical. Solamente una alta traición del gobierno de Córdoba puede justificar esa alianza. Ni un solo acto de la vida partidaria ha existido que pueda despertar esa sospecha; ni en un solo momento el gobierno de Córdoba ha mantenido tal alianza ni contacto con el Partido Comunista. Lamento sinceramente que se insista en este cargo con un propósito deliberado que no alcanzo a comprender, porque en mi larga actuación he procedido siempre con un profundo respeto para con el adversario; porque creo que los hombres cuando luchan por un ideal, aunque disientan, no pueden luchar con tales armas. Por eso he creído siempre, he combatido toda mi vida con entusiasmo, con fe, con pasión y, puedo decir, que, personalmente, no he tenido enemigos y que he sido respetado en todas partes; pero me encuentro aquí con el sector de la minoría que insiste en una alianza, en un pacto...(...)

Me refiero al sector de la minoría que quiere hacer aparecer ante la opinión   pública   al   gobierno   como   ligado   con   un   pacto   o   alianza   con   el comunismo. Yo he escuchado con suma atención las palabras del señor diputado Arrarás, que hizo en el fondo una exaltación patriótica por el respeto a las instituciones y al pueblo. Es necesario que termine este confusionismo. Los partidos políticos no tienen necesidad de apelar a la difamación, a la calumnia, a los argumentos falsos para existir, cuando hay otros motivos superiores que justifican su acción y quedan prestigio a sus actos. Por eso, señor presidente, yo creo que en homenaje a la verdad y al respeto que se deben todos los partidos políticos y los hombres cuando se les dice y se les prueba hasta la evidencia que no puede existir esa alianza, porque si existiera, el gobierno de Córdoba estaría traicionando al partido político de donde ha surgido, debe creerse lo que tengo manifestado, porque la Unión Cívica Radical no acepta semejante alianza porque su trayectoria liberal, precisamente, ha sido ésa de no aceptar alianza con ningún partido político. Recuerdo que al surgir la Alianza Civil, el doctor Sabattini se hallaba en la Penitenciaría Nacional. Entonces fuí personalmente a comunicarle que se hablaba de la posibilidad de que ciertos dirigentes de Córdoba fueran a apoyar a la Alianza Civil. Y traje la palabra rotunda del doctor Sabattini a los dirigentes de Córdoba: "Hay que mantener en absoluto la intransigencia; no hay que colaborar con ningún partido político; es necesario colocarse al margen de toda alianza y marchar solos en esta acción".

Y ahora se nos plantea esta cuestión: se nos quiere adjudicar un aliado a la fuerza. Yo afirmo categóricamente: si el gobierno tuviera alguna alianza con cualquier   partido   político,   no   sería   capaz   de   renegarlo;   afrontaría   la responsabilidad histórica de haber aceptado esa alianza. Pero esa alianza, señor presidente, no existe hasta la evidencia; no puede existir. Yo creo que después de estas categóricas expresiones, no puede seguira firmándose con honestidad un cargo semejante. Respecto a las medidas preventivas, el gobierno, lo he dicho en el transcurso de mi exposición, se mantiene vigilante y atento a todas las actividades políticas de Córdoba. Aquí tengo la carpeta de todas las jefaturas políticas; aquí tengo la carpeta   del   Departamento   Provincial   del   Trabajo;   y   está   la   carpeta   del Departamento de Policía; y voy a decir más: cuando se hizo cargo el nuevo gobierno, el 17 de mayo, en la policía, en el Gabinete de Orden Social y Político, no se encontró ni un solo antecedente, ni una sola ficha en esa materia. Todo hubo que hacerlo de nuevo y aún se continúa en tal trabajo.

He dicho y creo haberme expresado con claridad, en el sentido de que todas las actividades son perfectamente conocidas por el gobierno, de que no se va a alterar el orden público  en un solo  instante, que no  existe el peligro  del comunismo. En este momento, en este instante los comunistas se mantienen en la más absoluta tranquilidad.

Esa es la verdad real. Por qué agitan el fantasma...? (...) Yo creo en la probidad de los señores diputados, pero considero que están profundamente equivocados. No me molesta que ustedes lo afirmen, pero cuando se les ha dicho con toda lealtad que no existe tal alianza y se les ha documentado   que  no  puede existir,  qué  motivo,  qué  razón  hay  para   que continúen insistiendo?(...)  Cualquier manifestación de violencia   encontrará   la   más   enérgica represión del gobierno. Por otra parte, yo no encuentro dentro del Código Penal,―y si lo hubiera cualquier ciudadano tendrá el derecho de hacer la denuncia ante los jueces―, tal prohibición. Y yo quisiera ver ejercitada una denuncia de esa naturaleza, frente a la legislación actual, para confirmar así lo que sostengo.









Fuente: Interpelación al Sr. Ministro de Gobierno Legislatura de Córdoba, Libro de Sesiones Cámara de Diputados, 18 de noviembre 1936, págs. 1266-1278 y 1326-1328. Aporte de Marcos Funes Presidente de la Fundación Sabattini.



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lunes, 1 de diciembre de 2014

Santiago H. del Castillo: "Discurso del Gobernador electo de Córdoba en el Comite Nacional" (5 de mayo 1940)

Señor presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical:
Señores:

Asisto conmovido al honor de este acto que tributáis –por sobre mi persona- al radicalismo triunfante de Córdoba. Comprendo así la vasta significación de este homenaje, en la inteligencia hoy más firme que nunca de que los hombres sólo existen y valen en la medida de sus ideales.
Quiero aludir, señores, a lo permanente y profundo que hay en este acto, al espíritu que lo anima y cuyo noble latido muestra su relieve en la fiesta que pasa. Quiero aludir a esta poderosa unidad moral del radicalismo, unidad que está por encima de personales homenajes y que se revela en todos los hechos del partido como la causa histórica capaz de explicar la proyección nacional que el radicalismo tiene. Esa es para nosotros, esa es para Córdoba, la mejor expresión de este homenaje en el que vosotros, hombres de Buenos Aires, estáis rindiendo el alto ejemplo y el mejor tributo de solidaridad. Nuestro radicalismo se siente grande y confunde su ideal con los de la patria misma, precisamente porque ve aquí y en la provincia de Buenos Aires, y en los hombres del norte y en toda la dimensión del suelo argentino el mismo hecho histórico de un gran partido que está haciendo posible el destino de una gran nación.
Esta es mi inteligencia en estos momentos y esa es la virtud superior que ofrecéis a la conciencia cívica, en un acto que sin embargo no alentaba otro designio que el de las formas cordiales y las emisiones de vuestra cumplida caballerosidad.
No podía sentir y pensar de otra manera, cuando veo aquí reunidas las grandes figuras del radicalismo esforzados hombres por cuya previsión y por cuya conducta cívica se está ejerciendo la alta responsabilidad de gobernar al pueblo desde las bases mismas de su discernimiento político e institucional. Y entre todas ellas, la figura del eminente ciudadano, conductor de un pueblo en las horas inciertas de su destino, que ha rendido hasta sus merecidos descansos para mantener en alto la bandera del radicalismo a cuya sombra hallaría seguro refugio la soberanía popular. Hablo del Dr. Marcelo T. de Alvear, toda una vida puesta al servicio de la nación, sin más ambiciones que la causa pública que ha hecho tan suya hasta convertir su trayectoria personal en símbolo de ciudadanía.
Aún tengo presente sus palabras llenas de vigor, maduras de reflexión patriótica la noche en que el pueblo de esta capital consagraba a sus futuros representantes. Alvear entregaba entonces, como en cien actos más de su vida las grandes líneas conductoras de nuestro civismo, líneas que sólo él arranca enérgicamente de tanta experiencia, de tanta lucha y fervor republicano.
Dejo en su mano tan generosamente abierta en este acto, mi cordial saludo para vosotros, y con la misma efusión quiero rendir también para vosotros, radicalismo de la capital, mi lealtad inquebrantable.

Señores: 
hoy que la República reingresa en el camino de su dignidad institucional, ahora que es una consagrada virtud el ejercicio de la soberanía, por la gravitación moral del radicalismo, quiero decir también mi saludo al señor presidente de la Nación Dr. Roberto M. Ortiz, que ha hecho posible contra la turbulencia de sentimientos extraños a la Nación, la paz del pueblo, y por sobre todas las cosas, la confianza del pueblo en ejercicio y goce de sus derechos ciudadanos. El radicalismo rinde merecido honor al presidente de los argentinos, como lo denomina ya la voz de sus contemporáneos.
Córdoba, la provincia de nobles tradiciones, en cuyo seno se cumple como en un vasto laboratorio humano el choque y el equilibrio de diversas corrientes ideológicas, ha conquistado ya el merecido orden en su vida institucional, afirmando un clima de libertad y consagrando los grandes principios rectores de su vida pública. Desde la expresión más íntima del hombre hasta los complejos fenómenos de la vida social, todo encontró adecuada satisfacción. En tan difícil arte, el gobierno de mi provincia no tuvo más virtud que la de obrar en función de la historia, firme en la ruta de sus instituciones, dando el ejemplo con el deber cumplido, y sobre todo, escuchando al pueblo de quien era su auténtico mandatario. No habrá jamás error en un gobierno que toma su autoridad del pueblo, y que no reniega nunca de su filiación democrática. Esa es la gran virtud y prestigio del radicalismo como expresión de la nacionalidad.
Las bases están enérgicamente consolidadas. Un esclarecido hombre público, el Dr. Amadeo Sabattini, ha surgido en horas inciertas como el ejecutor de tanto ideal inescuchado. Su voluntad se había templado en amargas experiencias; tuvo la conciencia de su deber ciudadano, y abrazando la causa pública con fe en el pueblo y con disciplina en el partido, dio en Córdoba la gran batalla inicial con un gobierno que pondría de manifiesto las ingentes reservas de la democracia en acción. La obra realizada bajo su gobierno es extraordinaria, y sin embargo apenas era para los mandatarios del pueblo el mero cumplimiento de su deber. Reintegrado el pueblo al ejercicio de su soberanía y llamado de nuevo a la renovación de los poderes dio en las urnas la merecida recompensa, consagrando en cifras nunca vistas a los hombres que de un modo u otro habían integrado un gobierno de orden. Ese es el camino simplemente recto del radicalismo de Córdoba.
Cuando digo estas cosas en su mayor significación; cuando descorro como en un vasto panorama la obra del Dr. Sabattini, es porque quiero activar el sentimiento de mi responsabilidad y deciros cuál es la ley por la que seré juzgado. Aspiro a continuar su trayectoria de buen gobierno en el que tuve el honor de colaborar. Desde mi juventud decidí toda mi vida por la causa del pueblo y de sus instituciones; recién ahora se brinda para mi necesidad de realización, el momento de poner a prueba mi fe y mi amor por la democracia. Si el gobierno del Dr. Sabattini se midió contra toda la adversidad hasta alcanzar la meta propuesta, mi gobierno se iniciará en las condiciones bien exigentes para hoy y lo futuro, de lo que ha de entenderse como función de gobernante.
Aspiro a que mi gobierno sea por voluntad de una democracia, el gobierno que merece un pueblo libre. Para ello es indispensable discriminar la diversa función que corresponden al gobierno y al partido. Como lo tengo proclamado desde el primer acto de la campaña electoral en Córdoba, quiero repetir este concepto inalterable: Partido y comité cumplen sus funciones encauzando el ejercicio de los derechos cívicos, para reintegrarse luego a sus disciplinas como el soldado de nuestra épica cuando ha satisfecho su consigna. Entonces no se escuchará más autoridad que la del gobierno, ni más sugestión que la del pueblo en ejercicio de sus derechos y por órgano de sus representantes. Porque tan peligrosa es la usurpación del poder y el menosprecio de las leyes como la gravitación del comité en las funciones de gobierno.
Aspiro también a gobernar bajo el contralor de una oposición fuertemente organizada. La voz de sus representantes desde la banca legislativa o la tribuna pública colmará el sistema de la democracia: no me arredra la crítica que tiende a mejorar métodos y depurar los conceptos; creo en la oposición como en la fuerza que realza el equilibrio en lo social; ella sola es la mejor garantía de un buen gobierno porque contiene los excesos como el vivo reclamo de una conciencia siempre alerta. Pero entiéndase bien: hablo de una oposición organizada en función de ideas de valoración política y social y no en la que se cierra en mezquinos propósitos traicionando al pueblo que delegó en ella la integración de un gobierno. En este sentido el radicalismo en Córdoba cuenta con un adversario inteligente y con larga experiencia en la función pública responsable de su tradición democrática.

Señores: 
Las provincias esperan de vosotros, hombres de la capital, los frutos del sacrificio realizado para la organización política nacional. En vosotros confluye la savia de la República como en un corazón que ha de forjar el ritmo de un vasto organismo. Corazón y cerebro de la República representando las más nobles sustancias. De vosotros debe irradiar entonces la luz que alumbre nuestro destino para que realicemos la patria soñada por Moreno, Alberdi y Sarmiento.
Hago fervientes votos por la grandeza de la Nación, por la felicidad del pueblo en la libertad, el trabajo y la paz y por vuestra ventura personal.





























Fuente: Discurso pronunciado por Santiago Horacio Del Castillo en el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical como gobernador electo de la provincia de Córdoba, 5 de mayo de 1940. Aporte de Marcos Funes de la Fundación Sabattini.
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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Santiago H. del Castillo: "Conciliación de conflicto de trabajo" (1930)

PROYECTO DE RESOLUCIÓN

Art. 1°. - El H. Senado vería con agrado que el P.E. agotara todos los medios de conciliación posibles, antes de recurrir al empleo de la fuerza pública, a los efectos de dar solución al conflicto planteado entre la Empresa y los obreros tranviarios.
Art. 2°. - Que se nombre una comisión de tres senadores para que coopere a la solución del conflicto.

Santiago H. del Castillo

Sr. del Castillo. - Pido la palabra. Razones fundamentales, señor presidente, han motivado este proyecto de resolución que someto a la consideración de la honorable cámara, en el que se expresa un anhelo en el sentido de que el Poder Ejecutivo contemple el nuevo problema obrero que se ha planteado en estos momentos al declararse en huelga los tranviarios. El conflicto de estos obreros con la Compañía, no es un producto extemporáneo, ni fuera de lugar; por tanto, debe ser objeto del análisis, de la observación y de la meditación de los hombres de gobierno. Y hay una necesidad de resolver esta situación anormal, porque estos servicios públicos paralizados hoy, traen como consecuencia perjuicios que la opinión pública aprecia en toda su extensión. Es necesario que el Poder ejecutivo contemple esta situación, porque frente a la idealidad obrera, respetable -que nos trae un nuevo concepto más humano de la vida- nosotros debemos con toda serenidad de espíritu, sin sectarismo, contemplar este problema; y así, señor presidente, no tomándose las medidas necesarias, podrían producirse graves consecuencias para la clase trabajadora; por ejemplo, la situación de choque entre hermanos del trabajo. Esta empresa capitalista, con un propósito deliberado, puede solicitar la fuerza armada de la provincia para así provocar de inmediato una situación de violencia contra sus obreros; es decir, colocarse en un pie de completa desigualdad en cuanto ella discutiría con todos los privilegios que le da la fuerza y el poder público. Lo que pretendemos, lo que deseamos, es que la empresa y anticipo mi juicio, única culpable de esta situación de conflicto con sus obreros -discuta en un plano de absoluta igualdad el pliego de condiciones, justo y humano que le han presentado sus trabajadores. (¡Muy bien! Aplausos)
Voy a decir algo que no tengo porqué ocultar. Quiero que mi partido, el partido de la Unión Cívica Radical que ha pregonado en todas las tribunas, en todas las calles, que ha ido no ha mucho hasta la misma revolución para defender conceptos políticos, hoy, dúctil en su mentalidad contemple las nuevas situaciones que nos traen conceptos sociales modernos, los nuevos valores sociales. No podemos ya entregarnos por completo a los viejos conceptos de la reparación; no podemos ya entregarnos a discutir qué hicieron los viejos partidos, porque sabemos que en la misión histórica cada uno cumple con su rol, errado o no, pero cumplen, y al cumplir han terminado. La Unión Cívica Radical no puede, señores senadores, torcer su orientación, no puede circunscribir su acción a ciertas situaciones de carácter político; debe ampliar su concepción, debe ser un partido que contemple, que estudie, que analice honestamente estos problemas del trabajo.(¡Muy bien! Aplausos). No quiero que la clase trabajadora nos acuse de políticos logreros; no quiero que la clase trabajadora nos acuse de no estar inspirados en una política obrera práctica, y sí en la vieja y tradicional política criolla. Quiero que mi partido realmente acepte la política obrera; no la política obrera del cuarto oscuro o las declaraciones siempre románticas de las tribunas, sino la política obrera efectiva a base de estudio y de discusión.(¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos)
Contemplando, señor presidente la enorme responsabilidad que significa intervenir en un debate de esta naturaleza, he querido con toda serenidad de espíritu, plantear esta cuestión ante el Honorable Senado, declarando además que no vengo impulsado por odios, preconceptos, ni tendencismos. Una idea profunda, practicada en todos los actos de mi vida, me permite plantear esta cuestión para que la contemplemos y la analicemos debidamente. He dicho, señores, anticipando mi juicio, que la empresa es la única culpable de este conflicto y lo trataré de probar. Recuerdo que siendo director de la Oficina del Trabajo a raíz de la primera huelga tranviaria, invité al sub-gerente a contemplar esa situación que planteaban sus obreros por haber sido expulsados por pretextos fútiles varios de sus compañeros. El señor sub-gerente recuerdo que con una jactancia y una insolencia propia de nuestra burguesía, me dijo: yo no reconozco la jurisdicción del Departamento del Trabajo de la Provincia para contemplar y entrar a analizar esta situación; solamente lo hago por un elemental concepto de cortesía para con el funcionario. Ahí, nomás, señor presidente, se ve el espíritu de intolerancia de los señores que dirigen la empresa. El caso del sub-gerente de esta Compañía es el de todas las empresas, es la jactancia burguesa; es la jactancia burguesa amparada en los fueros que le da el capital; es el capitalista que cree que en la vida actual todavía existen quienes mandan y quienes obedecen, sin comprender que el nuevo concepto del momento nos habla de cooperación y solidaridad entre todos los hombres. Y así, señores, vemos en los que dirigen esta Empresa tranviaria un espíritu de alejamiento, de desconocimiento de sus relaciones con el Estado, mientras se acerca a él cuando necesita, a maneras de fusta, castigar a los rebeldes, a sus esclavos, olvidándose por una paradoja, como dijera alguien, que esta burguesía capitalista nos ha traídos, nos ha brindado esta dolorosa situación. (Aplausos). El hombre libre de nuestra sociedad, consagrado en los textos de nuestra Constitución, considerado en forma igualitaria ante los demás, permanece sumiso y esclavo en las fábricas y en el taller donde trabaja. Por esa razón es que debemos contemplar y romper de una vez por todas con esta situación; queremos que el trabajo sea un himno solemne como lo exigen los mismos imperativos de la vida; queremos que no se considere a los obreros como a una cosa o una mercancía. (Aplausos). La Empresa con el propósito de evitar el control de sus obreros, con ese orgullo que da, señores, las vanidades propias del que se cree, no con superioridad mental, sino con superioridad ocasional adquirida por algunos cuando tienen dinero, la Empresa, decía, trató siempre por todos los medios -a mi me consta porque me llegaron denuncias en ese sentido cuando era director de la Oficina del Trabajo- de impedir que sus obreros se agremiaran, de impedir que sus obreros formasen el sindicato; y por eso siempre obstaculizó en toda forma la constitución del sindicato. Vió en el sindicato, a un rebelde, a un hombre, y a ese hombre lo expulsó. Para ello contó con la impunidad, con la indiferencia y con la incomprensión; fue el velo con que cubrió su mentida exterioridad que yo voy a destruir enseguida. Lo que al principio buscó la Empresa, señor presidente, siguiendo su norma, fue de impedir la constitución del sindicato; y lo que ahora busca, vencida y constituido el sindicato, -esta es la verdad, señor presidente- es romper el sindicato mismo. El sindicato no le conviene a la Empresa; no le conviene por razones de carácter económico exclusivamente; y voy a adelantar este concepto que quizá no le conviene tampoco al funcionamiento del sindicato por sus maniobras dolosas. En la actualidad es la Empresa, señores, la que trata de impedir la solución del conflicto. Sabe muy bien la Empresa que esta situación de huelga perjudica enormemente a la población; que la población va a ser la primera en protestar, es decir, quiere colocar a la opinión pública frente a la clase trabajadora; quiere más aún; quiere prolongar este conflicto, porque sabe que le conviene porque los obreros se morirán de hambre, porque ellos que son los verdaderamente explotados, necesitan del salario y piensa que en esa forma ha de llegar a provocar las situaciones enojosas del compañero deshonesto, del compañero desleal, del compañero que defecciona y que dentro del lenguaje modesto de los empleados se le llama “carnero”. Eso es lo que quiere provocar la Empresa, y algo más aún; quiere que al “carnero” el Estado le preste su colaboración, le preste su ayuda; y falto de valor, quiere hacer chocar a los hermanos con sus propios hermanos y por eso vienen a pedir ayuda, colaboración de la fuerza pública para que choque el modesto soldado con el obrero y asesine a su propio hermano, porque el soldado también en la larga vicisitud de la clase trabajadora, está hermanado en el dolor y la explotación. (¡Muy bien! Aplausos)
Pero, señores, no quiero caer solamente en lo bueno de los conceptos, sino que quiero traer comprobaciones con la verdad y con los hechos. He dicho que el pliego de condiciones presentado por los obreros es aceptable y que la Empresa ha obstaculizado su estudio y lo voy a probar. El pliego de condiciones de los obreros dice en su artículo primero (Leyendo): “A los efectos de las relaciones de la Empresa con el personal, la Compañía de Luz y Fuerza Motriz de Córdoba y la Compañía Constructora de Tranvías Eléctricos de Córdoba Ltda. reconocen al Sindicato de Obreros de Luz y Fuerza, Tranviarios y Anexos, compuesto exclusivamente por los obreros de todas sus dependencias, entendiéndose por obreros, todos los empleados que por un salario trabajan para la Empresa, con exclusión de toda persona extraña. Dicho reconocimiento significa que la Empresa acepta el sindicato como entidad representativa de los obreros sin que ello implique para la Empresa la aceptación de sus principios y estatutos; así como las relaciones con la Empresa no significa que los obreros aceptan o toman injerencia en la Empresa y organización de la misma; este sindicato tendrá por finalidad velar por los intereses de los obreros que lo integren”. La Compañía acepta este artículo, pero excluyendo a los jefes, subjefes, capataces y subcapataces e inspectores; con el propósito de quebrar el Sindicato; es decir, en el caso de los capataces, por ejemplo, quiere tener atribuciones para nombrar de por sí, obreros que no son sindicados, en esta forma, puede designar personas adictas que las utilizan luego como espías, y al mismo tiempo, poco a poco, consigue ir desplazando a los obreros sindicados, creando nuevos puestos de capataces y subcapataces en los que va designando, como acabo de decirlo, obreros no sindicados.
En esta forma, dentro de un tiempo determinado, la Empresa contaría con personal adicto, es decir, con un personal adversario al sindicato. La Empresa, con toda perspicacia, hace hincapié en no aceptar la condición propuesta y falsea a la opinión pública cuando dice que ha accedido en la mayor parte de sus cláusulas. Así, por ejemplo, acepta cercenando este artículo primero a que me he referido, con este propósito verdaderamente velado que acabo de enunciar.

El Art. 2°. establece lo siguiente (Leyendo): “Reconocimiento de la Bolsa de Trabajo del sindicato, esto es, cuando la Empresa necesite obreros, sin excepción de puestos ni oficios, los solicitará al Sindicato Obrero, no pudiendo tomar personal que no sea de la Bolsa de Trabajo del sindicato”. La Empresa acepta este artículo 2°. cercenado y en forma condicional, porque acepta el cincuenta por ciento de obreros designados por el sindicato y el otro cincuenta por ciento quiere designarlos la Empresa con el propósito ya preindicado, y todavía tiene que ser con la condición de que se trate de empleados que hayan salido voluntariamente de la Compañía, es decir que los acepta en forma condicional, en perjuicio exclusivo de los obreros y con un propósito ulterior por parte de la compañía.

El Art. 3°. dice lo siguiente (Leyendo): “La Empresa repondrá en sus puestos a los obreros de usina y empleados de oficinas despedidos el día dos d emayo”.
Acepta reponer 28 obreros, pero no en los puestos en que fueron declarados cesantes, sino en la sección carbón; es decir, ha aceptado en una forma condicional mandando a los trabajadores a esa sección, donde se le da un mínimo de horas de trabajo en perjuicio exclusivo de sus intereses.

El Art. 4° del pliego, dice así (Leyendo): “La Empresa despedirá a los obreros no federados el mismo día que acepte el presente pliego de condiciones”. La empresa no acepta. Sin embargo el sindicato con un propósito conciliador ha ofrecido que solamente sean despedidos los cuatro obreros de tráfico, no así los obreros de la usina que en la mayor parte son no federados.

El art. 5° del citado pliego, dice así, (Leyendo): “La jornada de trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias y cuarenta y ocho semanales en todas las reparticiones de la empresa; se considerarán horas extras las excedentes debiendo la empresa abonar al obrero un sesenta por ciento más sobre el importe del salario”. La empresa se opone a esto, es decir, se opone a lo que ha está determinado en la ley nacional 11.544 sobre la jornada legal de trabajo, bajo el pretexto de que el Poder Ejecutivo nacional con fecha 11 de Marzo del corriente año ha postergado la vigencia de esa ley. El Poder Ejecutivo nacional habrá podido dar ese decreto postergando la vigencia de la ley 11.544 en lo que respecta a la Capital Federal y territorios nacionales, pero yo entiendo que legalmente el Poder Ejecutivo nacional jamás ha entendido postergar su vigencia en los territorios de provincias cuyas legislaturas tienen la exclusividad de dictar sus leyes. Y aunque ya está incorporado al Código Civil esa disposición, no es óbice para que su aplicación sea objeto de una reglamentación. Sin embargo, la empresa se ha adelantado y ha puesto en vigencia lo preceptuado por la ley nacional 11.544 en todas las secciones, menos en la de tráfico que es donde más hace hincapié, lo que demuestra, nomás, un espíritu obstinado de no querer solucionar por ningún medio este conflicto.

El art. 6° del pliego dice así, (Leyendo): “La compañía abonará un salario mínimo de 160 pesos mensuales, a todos los obreros y empleados de todas las dependencias de la empresa, salario que no sufrirá descuento alguno por los cuatro días francos mensuales, que corresponden a todos los asalariados”. Indiscutiblemente la empresa no acepta nada que signifique un aumento de salario al extremo que ni siquiera entra a discutir esta materia. Voy a hacer conocer de la Honorable Cámara una relación del salario abonado por la empresa para que así pueda tenerse un concepto más claro de la cuestión.
El obrero de tráfico se inicia ganando cincuenta centavos por hora, lo que significa un jornal de 4 pesos; pero estos obreros sólo trabajan 5 o 6 días por quincena, lo que viene a representar unos quince días de trabajo por mes. Sobre este jornal, sufren un descuento de once pesos por concepto de depósito de ropa y por cierta sociedad de mutualidad de la empresa. Este obrero en el mejor de los casos saca un sueldo mensual de 60 pesos, durante el largo término de seis meses, como ocurre cuando todavía no está nombrado con carácter efectivo. Cuando ya queda efectivo trabajando 28 días al mes, continúa con un salario de 55 centavos por hora, es decir, se le aumenta cinco centavos y a fin de mes percibe 123.20. Sobre este sueldo se le hace un descuento de $3.35 para la caja de acuerdo a la ley 11.110 al que hay que agregar el cinco por ciento adicional para la misma caja, o sea, pesos 6.15, más 1 para la mutualidad, todo lo cual hace un total de 10.50, quedándole entonces al obrero un jornal de 112 pesos.
Después de diez años de intensa labor, ya viene una escala máxima de 70 centavos por hora que representa un sueldo de 154 pesos más o menos, al que se le hace un descuento del 10%, quedándole 140 pesos, que es lo que más gana un obrero tranviario. Además, en caso de enfermedad, de licencia, de accidente, etc., sufre el descuento, porque la compañía se ha cuidado muy bien siempre de pagar por día o por hora y no por mes. Pero lo bueno, señores, es que la compañía no solamente hace al obrero ese descuento a que me he referido para la mutualidad, sino que a pesar de ser una mutualidad obrera, es ella quien la administra y naturalmente hace operaciones con el dinero descontado sin intervención alguna de parte de los propios obreros. Según declaraciones de los obreros, la mutualidad no representa en la actualidad ningún beneficio para ellos; sin embargo la empresa hace efectivo el descuento a que me he referido.
El practicante, es decir aquél que se va a iniciar en esta clase de trabajo, gana al día un peso, o sea, 30 al mes. Los obreros han pedido un aumento a dos pesos para el practicante y la empresa se niega a acordárselos. Además es necesario aclarar que este practicanato dura 30 o 40 días, al cabo de los cuales debe rendir una prueba satisfactoria. Si esta prueba no es aceptada por la empresa, después de ese tiempo, se le dice al obrero que sus servicios son inútiles. Y como por regla general se trata de obreros que han venido del campo, puede decirse que se los larga realmente a la mendicidad, porque quedan completamente desamparados.

El art. 7° dice lo siguiente: (Leyendo): “La compañía aumentará en un quince por ciento los salarios de todos los obreros y empleados que ganan actualmente desde ciento sesenta y un peso a doscientos, y un diez por ciento desde doscientos uno a doscientos sesenta pesos mensuales”. La empresa no acepta.

El art. 8° dice así: (Leyendo): “La Compañía dará a todos sus obreros y empleados quince días de descanso anuales con goce de sueldo”. La compañía tampoco acepta.

Ahora voy a leer el art. 9°. (Leyendo): “En los casos de enfermedad, cuando ésta pase de cinco días, gozará del sueldo íntegro a contar del primer día de su enfermedad, hasta cuarenta y cinco días si durara la misma; pasando dicho término se le conservará el empleo”. Tampoco acepta la empresa este artículo.

El art. 10, dice así: (Leyendo): “Los empleados con diez años de servicio recibirán un aumento del diez por ciento, aparte del aumento que les corresponde en el presente pliego de condiciones”. La empresa no acepta este artículo.

En el art. 11° hay cuestiones interesantes. Dice así: (Leyendo): “Al personal de tráfico le será devuelto el depósito de los uniformes dentro de diez días de firmado el presente pliego, uniformes nuevos que les serán entregados cada seis meses y los sobretodos cada dos años, más un reloj y lápiz para el personal de tráfico”. Actualmente la empresa entrega un traje nuevo recién cada año o cada nueve y ocho meses cuando menos, y todavía, quien sabe con qué espíritu, al entregar el uniforme nuevo, exige al obrero la devolución del traje viejo. Es un gustazo que se dá la empresa, y no conforme con esto, a veces, cuando un traje no está muy deteriorado se lo pasan a un practicante; es decir, que ni siquiera cuida la empresa las más elementales medidas de higiene, pues esa ropa puede haber pertenecido a un obrero enfermo y llevar en esa forma el contagio a quien la usará en adelante.

El art. 12° dice así. (Leyendo): “Cuando un obrero de tráfico pasa de clavo podrá detenerse en un desvío durante treinta minutos, computable al servicio, para alimentarse”. Esto se refiere, señor presidente, en los casos en que el guarda que está de turno, no es relevado, en la actualidad, no llegando su relevante, el que está de servicio, sigue nomás al frente del coche; es decir, que hacen jornadas a veces de más de ocho horas, lo que, como ha de apreciar la Honorable Cámara, significa una enormidad.

El art. 13°, dice lo siguiente: (Leyendo): “Los practicante ganarán dos pesos por día durante la práctica, siempre que rindan satisfactoriamente”. La Empresa no acepta esta proposición.

El Art. 14° dice (Leyendo): “Los obreros necesarios para coches especiales, serán llamados en la lista de servicio a concurrir a la orden de la Compañía y cobrarán el día trabajen o no”. Este artículo que tampoco acepta la Compañía lo han propuesto los obreros con el objeto de salvar la siguiente circunstancia: los días de fiesta y domingos en que resulta personal de más,porque no funcionan los tranvías obreros, una gran parte de tranviarios quedan libres, sin ocupación, sin trabajo. La Compañía tiene por costumbre esos días domingos y de fiesta, hacer correr coches especiales en cantidad de cinco o seis, pero la Empresa no cita a cinco o seis guardas y motormans, sino a todo el personal libre, es decir, que si son cien los obreros libres, los cien tienen que presentarse a la Empresa a ocupar sus respectivos puestos para que solamente salgan a trabajar los cinco o seis que se necesitan para servir los cinco o seis coches especiales. Lo que los obreros piden en este caso es muy justo; ellos quieren que la Empresa en esos casos, por tratarse precisamente de días de fiesta y domingos, que son días de descanso, cite a los que realmente necesita para efectuar el servicio de esos coches especiales. Sin embargo, la Empresa no acepta el temperamento que proponen los obreros.

El Art. 15 del pliego, dice así (Leyendo): “Si el tiempo de la entrega de las cuentas pasara de diez minutos, será abonado como extra”. En esta parte hay también un abuso y un exceso por parte de la empresa. Cuando los obreros concurren a la Empresa a entregar la cantidad de dinero cobrada después de cumplir con las horas de trabajo reglamentarias tienen que sufrir grandes plantones a veces de una hora, hora y media y hasta dos para cumplir con su misión, porque la compañía dispone de un solo recibidor. Los obreros piden que se aumente el número de recibidores para que sean atendidos con más prontitud o de lo contrario el tiempo de plantón que exceda de diez minutos esperando que les sea recibido el dinero, les sea pagado como extra. La Empresa tampoco acepta esta proposición de los trabajadores.

El Art. 16, dice (Leyendo): “La Empresa no despedirá ningún obrero por choques y accidentes”. Esta proposición es clara. Se explica que la Compañía no acepte este artículo tan sólo en los casos de choques o accidentes producidos en forma delictuosa.

El Art. 17 dice lo siguiente (Leyendo): “La Empresa despachará un coche obrero por cada línea una vez que entren todos los coches de servicio a los efectos de llevar el último personal, coche que desde el final de todas las líneas regresará a las cuatro horas, trayendo los obreros que deben sacar los primeros coches de servicio”. Tampoco acepta la Compañía esta disposición, a pesar de no significar una erogación apreciable, ya que se trata de un gastos de 5 o seis pesos por día. Se pide que el último coche (que serían tres a lo sumo) que va a la estación, regrese hasta la terminal de una línea. Voy a aclarar mejor esto: el último coche de la línea a San Vicente, por ejemplo, que debe ir a la estación a las 2 o 2 menos 10, se pide que de allí regrese con obreros hasta la terminal de la línea, donde llegaría más o menos a las tres. Ahí el coche tendría que esperar una hora, para regresar nuevamente a la estación con los obreros de turno. Como ese servicio lo pueden hacer los suplentes que ganan 55 centavos por hora, no resulta una erogación extraordinaria para la Compañía. Más aún; a la compañía le puede costar menos la circulación de estos coches, porque el mismo personal que viene a su trabajo, podría servir de guarda y “mótorman” a ese tranvía nocturno en su regreso, sin perjuicio también de que la Empresa habilite a ese tranvía para llevar pasajeros e indemnizarse en esta forma del peso que le pueda costar cada uno de estos viajes.

El Art. 18 dice así (Leyendo): “A los obreros de Luz y Fuerza, líneas aéreas, se les proveerá de capas impermeables. En la sección Usina Tablada se instalará baño de agua fría y caliente; lo mismo se hará en la Sección Talleres”. En este artículo no hay inconvenientes por parte de la Empresa.

Art. 19. (Leyendo): “Los haberes del personal serán abonados del 1 al 5 de cada mes”. No hay inconvenientes por parte de la Empresa, porque ésta paga quincenalmente.

Art. 20. (Leyendo): “La Empresa munirá al personal de ómnibus de un pase obrero igual al de los demás empleados de la Compañía, pase que será autorizado para sentarse en los coches siempre que haya asientos desocupados”.  La Compañía se niega a dar diez pases para el personal de ómnibus a fin de que puedan ir en las plataformas de los tranvías, prefiere que un obrero que deja el ómnibus en la estación, tenga que trasladarse a San Martín,  San Vicente o cualquier otro punto, de a pie, cuando con munírselo de un simple pase, podría humanizar sus actos salvando al obrero de este serio inconveniente para él.

Art. 21. (Leyendo): “Los ascensos a encargados, apuntadores, capataces e inspectores, se hará por riguroso turno de antigüedad y competencia, sin que el aceptar estos cargos implique la renuncia del sindicato obrero del personal ascendido”. No hay inconveniente  por parte de la empresa.

Art. 22. (Leyendo): “Antes del día 30 de julio todos los coches de la Empresa tendrán parabrisas de acuerdo al modelo aprobado por este Sindicato y la Municipalidad”. La compañía no acepta esta cláusula, so pretexto de que hay una ordenanza de carácter municipal a este respecto.

Art. 23. (Leyendo): “Cuando escasee el trabajo en alguna dependencia de la Compañía no se despedirá a ningún obrero; se establecerán turnos dividiéndoles el trabajo por igual, y si la sección fuera clausurada totalmente se darán a la orden de la Bolsa de Trabajo del Sindicato para darles los primeros puestos que se produzcan en la Compañía, siempre que ellos fueran competentes para la vacante que se produzca”. Si por razones de economía o por cualquier otra causa la Compañía se ve obligada a disminuir el número de obreros en una seccional, lo que pide el Sindicato es que se les permita a los obreros voluntariamente que se divida el trabajo por igual estableciendo turnos para que así los que están disponibles puedan recibir alguna utilidad, con lo cual la Empresa siempre tendría su personal técnico, pues no se le exige que un obrero de una sección vaya a trabajar a otra, porque podría suceder el caso de tratarse de un puesto técnico que no podría ser llenado sino con otro técnico igualmente capacitado. Esta distribución del trabajo se haría siempre con obreros capacitados, compenetrados de su misión, para que puedan desenvolverse sin que se resienta el servicio. Sin embargo, la Empresa tampoco acepta este artículo.

El Art. 24, dice (Leyendo): “En abrir foto 1507





























Fuente: Proyecto de Resolución del Senador Provincial Dr. Santiago H. del Castillo sobre Conciliación de conflicto de trabajo, 1930. Aporte de Marcos Funes.
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jueves, 29 de mayo de 2014

La Voz del Interior: "Entrevista al Dr. Santiago H. del Castillo" (7 de septiembre de 1932)

Por considerar de sumo interés, conocer el pensamiento del candidato triunfante al Comité Radical de la Capital, Dr. Santiago del Castillo, mantuvimos con él ayer una entrevista.
Informado de nuestro cometido, el Dr. del Castillo accede gustoso con la amabilidad que le caracteriza al requerimiento, contestando a nuestras preguntas en la forma que resumimos más abajo.

Iniciamos nuestra tarea, con la siguiente pregunta:

— ¿Qué conclusiones saca de los resultados de la elección y piesa usted que es el triunfo de una orientación definida?
—Con el triunfo de nuestras listas, el pueblo radical hace una fe de intransigencia y un serio llamado al orden al gobierno de hecho que rige los destinos del país.
Tampoco podía ser otro el veredicto de las urnas, ya que los actuales gobiernos son el producto del fraude y de la violencia.

— ¿Qué caminos fija la intransigencia al radicalismo?
— La de bregar porque se mantenga la resolución de la H. Convención Nacional, frente al gobierno del general Justo, por las razones públicamente expresadas.
Existe en el radicalismo una conciencia profunda sobre los problemas de la hora y así lo revela el resultado de la elección, desde que los hombres electos para la dirección del partido son hombres definidos frente a los problemas políticos, sociales, económicos y obreros.
Por eso puedo afirmar que somos la expresión de un anhelo de justicia social, aspiraciones que han sido contempladas por la convención nacional y por el congreso de Córdoba, cuando se hiciera el estudio de las respectivas plataformas.

— ¿El radicalismo, qué hará frente al fascismo que se insinúa y cuál es su postura ante las izquierdas internacionales?
—Frente a las ideologías que parten de Roma y de Moscú. Nuestra actitud ante las primeras, que conspiran contra la democracia y que son la negación de toda organización social, que no tienen un sólo contenido filosófico y que como única expresión asienta el poder en la violencia, no merece nuestro respeto ni consideración. Hay que repeler su agresión con la agresión. Me refiero al fascismo.
Respecto a las segundas, que si es verdad niegan la democracia, sin embargo representan una escuela económica; tienen un contenido filosófico, además de la experiencia de varios años en la Rusia de los soviets, cuenta con el aporte de grandes masas obreras en Alemania y con valores intelectuales en todo el mundo que expanden sus ideas. Entiendo que a éstas debemos combatirlas con otras ideas, demostrando la bondad de la democracia y no como pretende hacer el actual gobierno que quiere colocarlos al margen de la ley, lo que prueba la carencia de ideas, de prestigio, de los hombres que dirigen los actuales poderes públicos.

— ¿Cuál será la acción futura del partido?
—Respecto a nuestra acción futura, no haremos más que cumplir fielmente con la Carta Orgánica y las resoluciones de la convención nacional y del congreso de Córdoba.
Ahora, respecto a mi actitud personal, no será otra que la de intransigencia absoluta frente al gobierno de hecho.
























Fuente: Entrevista al Dr. Santiago del Castillo Presidente electo del Comite Capital de la UCR de Córdoba, 7 de septiembre de 1932 en La Voz del Interior. Digitalizado por Marcos Funes.
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miércoles, 5 de junio de 2013

Santiago H. del Castillo: "Homenaje a Amadeo Sabattini" (17 de mayo de 1960)

Correligionarios de Villa María:


Grato es, profundamente grato a mi espíritu, levantar mi voz en esta ciudad de Villa
María. Pareciera paradojal que en un acto como éste exprese así mi pensamiento inicial, porque venimos nosotros aquí, en el reencuentro espiritual con el eminente ciudadano que, al desprenderse biológicamente de todos los atributos de la vida él, como pocos argentinos, entra con la frente erguida por el amplio portal de la historia, a la posteridad.
Por eso es que yo he querido venir aquí, a esta ciudad de Villa María: mi puesto estaba en la Ciudad de Córdoba, pero quise quedarme en esta ciudad, donde tantas veces cambié ideas, pensamientos con ese virtuoso ciudadano. Yo que tuve una amistad en la acepción real del pensamiento ―como diría Séneca― con el valor y el significado filosófico que le dio este estoico. La amistad generalmente, sobre todo en la política es relativa, los hombres se vuelven amanuenses, serviles, porque van detrás de una conquista, de un poderío, de un honor, de una ambición personal. He estado al lado de Sabattini en mis primeros pasos en nuestro encuentro, hace años: venía de la recia lucha política de la provincia de Buenos Aires, llegué a Córdoba y estuve en los graves entreveros de los claustros universitarios defendiendo la Reforma Universitaria, ocupando las altas dignidades de Presidente del Centro de Derecho, y cinco meses después, Presidente de la Federación Universitaria. Más tarde fui a la presidencia del Comité Universitario de la U.C.R., dirigiendo una campaña electoral en 1928. En ese año precisamente fue nuestro encuentro con Sabattini: él iba a la alta función de Ministro de Gobierno. El me señalaba que no me conocía sino a través de la información de los amigos, de la disputa en la lucha como un hombre de ciertas ideas, de cierta penetración de pensamiento, de ciertas inquietudes, de rebeldías, lleno de aristas.
Nuestro primer encuentro fue en ese año, es decir una simpatía de carácter ideológico.
Yo también sabía que él era un luchador por ciertas ideas que embargaba y atesoraba mi espíritu como una forma de liberación y de dignidad humana, y allí, en ese encuentro ideológico y de templanza moral, fuimos amigos. Lo acompañé en toda la lucha, conspiración revolucionaria y en la protesta electoral. Me acuerdo todavía, en la defensa recia del comicio, cuando Sabattini dirigió la resistencia en favor de los pronunciamientos populares y por el respeto a la voluntad popular. Fue una hora sangrienta que culminó con Plaza de Mercedes.

La dignidad del hombre
Todas esas inquietudes y luchas, logran más tarde en el comicio, ungirlo a Sabattini gobernante. Estuve en su gobierno como Ministro, y después pasé a ejercer las funciones de gobernador de Córdoba.
Todo eso, a través de una larga lucha, de una cruenta lucha, jalonada por ideas, por conceptos, por pensamientos, por inquietudes, por esperanzas. Sabattini cada día se agigantaba más. Él era el hombre en medio de las grandes revelaciones de la ciudadanía que, aún, en las horas de zozobra mantenía su gran serenidad, su espíritu limpio, su mente clarividente, su corazón para todas las ternuras que significaran engrandecer al humilde, levantar al caído, ensalzar al hombre, dignificarlo y señalarle siempre, a veces con dureza, el áspero camino del deber. Aquí fue una prédica que no tuvimos que levantar altares a la demagogia, nunca se burló al humilde ni nunca se bajó la cerviz ante el poderoso, siempre fue Sabattini un hombre de aguda sensibilidad. El trató de colocar su oído en las inquietudes y palpitaciones populares; fue un hombre que supo auscultar los anhelos del pueblo, por eso siempre fue popular, por eso siempre lo acompañé aún en las duras horas de las grandes realizaciones. El fue el ejecutor de obras que pasarán los años y quedarán como jalones que señalan una etapa de realizaciones de una generación que tuvo grandes aspiraciones de redención y de alta dignidad para bien del país.
Ese hombre que a veces exigió a su pueblo sacrificios y esfuerzos, nunca lo engañó. Ese hombre rector y guía de la ciudadanía en Córdoba y en el país. Discutido, difamado, calumniado, tuvo suficiente serenidad para con su propia vida destruir todas las infamias, y poder llegar a su muerte con esa altura moral que hoy, toda la ciudadanía del país, en congoja, tiene que señalar que ha perdido la República todo un hombre, un verdadero hombre.
Ese significado tiene Sabattini. Como ciudadano fue un hombre de las grandes rebeldías, y si hubiera que hacer la ubicación del destino histórico del radicalismo, en su profunda raíz en el paso que alimenta la tierra del presente mirando con gran esperanza el porvenir, diría que, en las normas tradicionales de la división objetiva, Sabattini señaló al radicalismo como una fuerza de izquierda en las luchas por las grandes reivindicaciones.
Por eso los otros días leía, con verdadera angustia, un reportaje del 30 del mes pasado en el diario “La Nación” de la ciudad de Buenos Aires, al Presidente del Bloque de la U.C.R. del Pueblo, donde señalaba que nosotros éramos una fuerza centrista, defensora del capitalismo y a todo trance del concepto de la propiedad privada, que nunca habíamos sido una fuerza de izquierda; ese es el tremendo daño que se hace en este momento en que la representación política de la ciudadanía debe actuar con limpieza e integridad ante el pueblo; si lo que hay es decepción por la mentira política, por el sensualismo de los hombres, por la falta de jerarquía en los conductores, por la ambición desmedida de los dirigentes de los partidos políticos, porque, la ciudadanía civil no sabe vestir con dignidad su saco de civil y lo mancilla y lo menosprecia y por eso es que la chaqueta militar en este momento quiere ejercer su imperio, porque la civilidad no sabe actuar con la dignidad que requiere.

Rebeldía en histórico resentimiento
Yo digo ¿qué es toda nuestra lucha desde muchachos, como jóvenes, como adultos, como viejos? ¿Qué ha sido la lucha tremenda de ese hombre como Leandro N. Alem que fue la expresión del hombre modesto, del ciudadano que hasta tiene que asistir a la humillación del ajusticiamiento de su propio padre; ese hombre que tiene profundo resentimiento histórico en su alma porque vio vejados a sus iguales, porque no se les hizo justicia. ¿Qué fue de ese hombre humillado en los claustros universitarios porque no traía los apellidos de abolengo de los porteños o de los provincianos? El otro conductor, el hijo del carrero, Hipólito Yrigoyen qué fue, sino una expresión de pueblo cuya raíz histórica está metida en la patria misma, que se nutre de nuestra tierra. Esos somos nosotros los radicales, somos una rebeldía en histórico resentimiento de clases sociales que han sido humilladas y ultrajadas por los privilegiados de la República.
Por eso es que Amadeo Sabattini en su exaltación como gobernante y en las grandes proyecciones de su verbo luchador, cuando decía “caminos al sur”, cuando afirmaba “agua al norte”, y “la reforma agraria para toda la campiña cordobesa”, cuando encerraba ese pensamiento “la tierra para el que la trabaja”, ¿acaso levantaba él un altar a la demagogia?
No. Sabattini nunca fue demagogo, tuvo demasiada serenidad de conducta, demasiada integridad moral, dureza de espíritu para el cumplimiento del deber. El señalaba ―interpretando a los hombres guías del pasado del radicalismo― cuál era la senda que no hay que abandonar nunca.
El radicalismo, decía ayer, en Sabattini tuvo una cita con el destino de la patria. Sabattini fue, marchó en la autenticidad de sus virtudes para llegar a la cita limpio, para servir a la patria, no en los oropeles de las altas funciones que él mismo se había señalado que ese no era su destino, sino el de preservar la unidad del radicalismo. Sabattini creyó que el destino histórico estaba, como solución argentina, en que este radicalismo cumpliera su etapa realizándose en toda su magnitud. Toda esta desgracia que vive la República, toda esta angustia que vive el país es porque fuerzas anti-radicales, reaccionarias, conservadoras y derechistas-centristas, impiden la realización del radicalismo en aquella gran revolución nacional frustrada, tantas veces burlada, que Yrigoyen tampoco pudo realizar, y que, como lo ha dicho muy bien este hombre, este magnífico luchador, Rodríguez Araya, ha sido sin duda frustrada la posibilidad de una gran realización revolucionaria progresista nacional, al haberse impedido por las ambigüedades de las ambiciones de los personeros de nuestro propio Partido, que Amadeo Sabattini hubiera llegado a la Primera Magistratura de nuestro país.

La visión para unir al radicalismo
Todo fue una confabulación y Sabattini se da cuenta y nunca él la quiso repeler. El pudo dividir al Partido muchas veces y se negó, porque él siempre estuvo con la unión del radicalismo, con la unidad doctrinaria, conceptual, histórica y de conducta de la Unión Cívica Radical. Bregó por ella. Podría señalar ―porque a veces es bueno esclarecer la mente de nuestros correligionarios, porque nosotros somos olvidadizos, desmemoriados y no somos justicieros con los hombres― cómo Sabattini siempre luchó por la unión del radicalismo; y que, su última postura no fue un hecho circunstancial; ni con esta división actual del radicalismo ni con ninguna estuvo Sabattini.

Les recordaba ayer, a los Delegados en nuestra reunión, este hecho histórico: 

Un día fui a visitarlo en el exilio, en la localidad de San Ramón, Uruguay.
En aquellos años me esperaba en la Estación y de allí fuimos a su modesta pensión. Lo noté a Sabattini preocupado. 

“¿Qué le pasa Don Amadeo, tiene alguna mala información?”.
No. bruscamente detiene su andar por la habitación y me dice:
―“Yo debo confesar que he cometido un tremendo error político, tengo un grave error”.
―No sé Don Amadeo cuál es su error!.
―“No he debido ser Gobernador de Córdoba”.
―¿Cómo?.
―“Porque ese es mi error político, porque mi destino estaba señalado y yo no he cumplido con mi propio destino, no he tenido la suficiente energía para decirles a mis amigos que no aceptaba la candidatura a gobernador, no he debido tener debilidad en ese sentido”.
Pero si allí está su prestigio, le respondí, ―su gran relevancia en este momento argentino es su extraordinaria gobernación― su figura de gobernante, de estadista, pudiera ser un revolucionario pero no se lo conocía como un conductor del pueblo, un realizador. Usted ha sido un teórico, un teórico y un realizador a la vez, conjunción que muchas veces no se ha dado en el país. Usted ha tenido esa virtud, ha hecho la afirmación teórica y la ha llevado a la práctica en función de gobernante con mentalidad de estadista.
―“No ―me dice― es que esa no era para mí, yo he debido quedar como una reserva para unir al radicalismo, como elemento aglutinante del Partido que trabajando por ambiciones, por rencores, por despechos se va a dividir y esa va a ser la gran desgracia para el país; yo he debido quedar sin aceptar nunca nada para que nadie sospechara de que yo aspiraba a una determinada posición partidaria por el poder político del país”.

Entonces comprendí la extraordinaria grandeza de este hombre, que él quería ser reserva modesta, aglutinante sencillo, para entrar a suavizar este enojoso desencuentro que ha existido entre los hombres de la Unión Cívica Radical.

Por la Ley Sáenz Peña y la Constitución
Por eso es Señores que Sabattini tuvo esa tremenda preocupación, aún esta misma división que azota al Partido se trató de evitar por todos los medios. Yo mismo fui a una reunión que se realizó en Morón, en donde estaban presentes los Dres. Balbín y Frondizi, el entonces Presidente de la Convención Nacional Dr. Quirós, Rabanal, Racedo, Gamond y otros.

En esa reunión le hice un planteo a Frondizi: 

Dr. Frondizi no divida al Partido, usted puede ser nuestro abanderado, usted puede ser el salvador, usted puede promover el reencuentro de todas las fuerzas populares argentinas y terminar con el odio, la venganza, la revancha, usted puede pacificar, pero hay que tener un gran gesto, un gran renunciamiento de todos los radicales.
Haga usted la defensa de la Ley Sáenz Peña, defienda la Constitución del ´53; señale al país que el proyecto de reforma de la Constitución por los militares que están en el poder, tiene el sólo propósito de hacer un ejecutivo débil, títere, amanuense de ciertos sectores militares; que la citada reforma a la Ley Sáenz Peña tiene por objeto debilitar a los partidos poderosos como la Unión Cívica Radical y hacer un parlamento impopular para gobernar el país con coaliciones minoritarias cuyo aglutinante saldría de los propios sectores militares que desde 1930 vienen gobernando al país, y ahora aspiran a seguir realizándolo por intermedio de estas dos fórmulas tremendas: un ejecutivo débil, un parlamento de coaliciones minoritarias.
Denuncie al país, con todo coraje civil, que se está preparando esta maniobra y estará toda la fuerza civil de la República detrás de la erguida bandera levantada por el Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Haga eso y habrá unido a todos los argentinos en una gran emoción nacional.

Entonces Balbín dijo: “Yo no comparto el pensamiento del Dr. del Castillo” (eso no es nada molesto, puede un hombre no compartir el pensamiento, me parece bien porque lo dijo en esa reunión) e hizo a continuación una defensa de las Fuerzas Armadas. 

Entonces Frondizi manifestó ―después de tener afectuosas apreciaciones para con mi persona― que él no dudaba de la autenticidad sincera de mi pensamiento y de mi propuesta, que todos sus amigos, sin excepción alguna, pensaban como yo, pero que él, Arturo Frondizi, pensaba como Balbín.

Es decir radicales, al hacer estas recordaciones les quiero significar que las soluciones para el país las debemos dar con mentalidad Radical, mirándonos nosotros cara a cara, discutiendo, debatiendo si se quiere hasta con bravura, pero entre nosotros, radicales, no miremos los cuarteles para buscar la solución salvadora, no miremos los cuarteles en busca de la solución argentina ―cuando se desenvaina la espada conquistadora no se sabe cuándo volverá a su lugar―; todo este mal de Argentina, todo este padecimiento se debe a que nosotros no andamos buscando las grandes soluciones por la senda del radicalismo, sino que miramos los cuarteles, y en este momento, algunos también mirar a la Casa de Gobierno y hay que mirar al pueblo, creer en las fuerzas morales de la República, creer en el pueblo. El radicalismo es eso, es raíz, es pueblo, es autenticidad argentina.
Por eso esta noche ―así como lanzando mi pensamiento al viento― quisiera que lleguen estas palabras de hoy pronunciadas aquí por estos distinguidos oradores del radicalismo rosarino.

Quisiera que llegara mi modesta palabra al Sr. Presidente de la República y que me escuchara: 

“No busque los caminos tortuosos de un entendimiento al margen de las grandes realidades políticas de Argentina, que no la habrá; no busque las soluciones mostrándose débil ante las Fuerzas Armadas; sea presidente de los argentinos; llegó cómo, por qué circunstancias, pero con el voto auténtico de la ciudadanía. No le preguntamos qué base tiene esa conquista de su voto, nosotros sabemos que han estado en las urnas, que contiene el pronunciamiento popular, y salió allí de la mayoría, votaron un programa.
"Corra todo lo que signifique peculado y dolo a su rededor, haga un gobierno limpio, no permita negociados ni sospechas de negociados entre los hombres que lo rodean, tenga la mano dura y castigue al delincuente de la administración pública. Tenga el gesto altivo de decir si es él un hombre de la más alta magistratura, con la independencia absoluta, que no es prisionero de poderes extranjeros, o de poder interno alguno”.
“Nosotros los argentinos, los ciudadanos tenemos el derecho de saber si todo esto que está realizando el Sr. Presidente es una frustración tremenda de un hombre que fue esperanza dentro del radicalismo en una gran realización programática y debemos indagar las causales de esta gran defraudación”.

¿Qué le pasa Sr. Presidente? El Sr. Presidente no puede continuar con una política energética que niega su pasado.
Defender las fuentes naturales de la riqueza del país con sentido nacional ¿Qué hay en materia de petróleo?; ¿qué hay en la política hidroeléctrica?; ¿qué hay con el carbón de Río Turbio?; ¿qué hay con esta política de miseria, de humillación de tipo económico que realiza?; ¿por qué todo esto?; ¿a dónde nos lleva el Sr. Presidente?. ¿Cómo puede permitir que se introduzcan extranjeros a dirigir la economía, que es dirigir la propia dignidad de la Nación, por intermedio del Fondo Monetario Internacional?. ¿Quién le obliga a mantener la paradoja de un hombre que parece más bien un muñeco que insulta a la República en carácter de Ministro de Economía?. ¿A qué se debe todo esto?; ¿por qué mantiene esa ficción?; ¿o es autenticidad de Gobierno?
Y las Fuerzas Armadas, nadie me puede acusar de que tenga ni siquiera un pensamiento oculto respecto a ellas, aunque pudiera hacerle el grave cargo de cuya responsabilidad me hablara alguna vez un eminente amigo, talentoso escritor, estudioso de los problemas de la Patagonia trató hasta de asuntos educacionales, la escuela para la gente del agro, el general Sarobe, hombre intelectual, militar intachable que fuera jefe de la 4ta. División.

El general Sarobe un día me decía

“Lo grave, lo tremendo de Uriburu, no ha sido tanto como el derrocar al presidente Yrigoyen, sino el daño irreparable, y cuya consecuencia no podemos prever, de haber sacado a los militares de sus cuarteles, y de haberlos introducido en la Casa de Gobierno: de la Casa de Gobierno no saldrán más; oh! Quién sabe qué sacrificios le va costar al pueblo argentino para que salgan de allí”. 

Y la verdad, correligionarios, es que desde el 6 de septiembre de 1930, cuando Uriburu se apoderó de la Casa de Gobierno, allí están todavía y no se quieren retirar.
Las Fuerzas Armadas no deben salir nunca de su misión específica
Por eso correligionarios, les hago en nombre de la argentinidad una exhortación a las Fuerzas Armadas, porque conozco a muchos militares de alta jerarquía intelectual y moral, yo podría señalarlos. Me basta con recordar a aquel general tipo criollo, ejemplo de argentinidad, sin una sola mácula, como era el general Miranda. Aquel otro general, tan discutido pero de talento estratégico, el poseedor quizás de la mejor biblioteca de estrategia militar en el país, discutido ―pero yo nunca he sospechado personalmente en mi trato con él, de su integridad argentinista― el general Von der Becker. He tratado, y lo ha hecho Sabattini, con otro general cuyas inquietudes por la grandeza del país se traducían en su preocupación por hacer de Córdoba el gran centro de la industria militar de la Argentina mediante la utilización de la energía hidroeléctrica, que la mentalidad de Sabattini hizo una realidad en Córdoba, con la construcción de esos tres diques. Ese patriota militar, que murió con el grado de general, era el entonces coronel Savio. He conocido, también, a un hombre de alta jerarquía militar, que se levantó en armas para defender un concepto democrático, que no especuló en nada, patriota, en la más limpia expresión del pensamiento, el general Avalos. Conozco y he hablado con hombres del Ejército, he tratado a muchos jóvenes de las tres Armas, talentosos, llenos de inquietudes, de desprendimientos. ¡Cómo no los va haber en el Ejército Argentino. Qué tienen que ver las Instituciones con que allí haya una caterva de ambiciosos o de hombres que no llevan con dignidad su chaquetilla de soldado!
No, no nos equivoquemos, por eso es que a las Fuerzas Armadas les hago este llamado patriótico, sin ningún resentimiento, sólo me guía la tranquilidad y la paz de la República y es que las Fuerzas Armadas no pueden constituirse en elemento pretoriano para tiranizar, para allanar los hogares de los hombres de este país, para perseguir y amedrentar a los sectores populares, en ejercicio de funciones que les son absolutamente ajenas.
No. Las Fuerzas Armadas no deben salir nunca de su misión específica, porque entonces entran en el trajín de todas las discusiones, y ellas deben ser intocables, porque ―como decía ayer, tomando la palabra de un alto estadista argentino― las Fuerzas Armadas están formadas por los ciudadanos que en el país tienen el extraordinario privilegio de andar armados en presencia de la ciudadanía desarmada.

Ideario nacional y americano
Radicales: Sabattini no pudo llegar a la cita con la República, nosotros debemos continuar la marcha, todos unidos, todos mancomunados en una misma esperanza, mirando con altura sus objetivos, sus ideales, sus propósitos y marchemos, que ya está señalado para este radicalismo o para el radicalismo de mañana, la posibilidad de ser actor de la emancipación económica, social, educacional y espiritual de todos los argentinos, en el reencuentro con su destino, en la amistad, en el trabajo creador y fecundo ennoblecido por el reparto equitativo de sus dones, en la justicia sin privilegios y sin sometimientos para hacer de Argentina lo que soñaron nuestros mayores y para que Argentina, como hermana mayor, marche a la vanguardia, desbrozando el camino y alumbrando el sendero con la antorcha de un pensamiento reivindicador de Latinoamérica; porque nuestra gran docencia, nuestro gran accionar no puede ser exclusivamente para nosotros, como militantes de un partido político autóctono que hunde sus raíces en los orígenes de la nacionalidad común a estas veinte Repúblicas hermanas, nuestra lucha debe ser por la emancipación y la realización del destino común de nuestra América.
Así lo soñó Amadeo Sabattini.






























Fuente: Villa María, 17 de mayo de 1960. En el 24° aniversario de su asunción como gobernador de Córdoba, Santiago H. Del Castillo ―quien, el día anterior, fuera proclamado líder de la Intransigencia Nacional ― fue el orador principal. Estas fueron sus palabras (17 de mayo de 1960)

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