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miércoles, 30 de enero de 2013

Roberto Parry: "Intransigencia y Renovación" (enero de 1947)

Muchos dirigentes investidos de la autoridad necesaria para orientar al pueblo hacia soluciones intransigentes y renovadoras dentro y fuera de las filas partidarias, podrían ser objeto de la imputación de no cumplir con eficiencia la elevada misión confiada por voluntad de la masa de afiliados. So color de propugnar la unidad partidaria, principio que elevan a la categoría de dogma, los dirigentes designados como representativos de la orientación intransigente no pueden olvidar que son ellos los llamados, en primer termino, a intensificar tal orientación, sin mengua por cierto de la unidad indispensable, pero con un concepto claro y definido de lucha, por el triunfo de los ideales renovadores, que son los que pueden salvar la grandeza de la Unión Cívica Radical como fuerza política eminentemente democrática. Si bien se mira la conducta de tales personalidades, puede decirse con verdad que en la Argentina la juventud radical no tendría en quienes depositar su confianza si llegara a comprobarse que los actuales conductores del Movimiento intransigente se convirtieran, por inexplicable aberración, en simples voceros del ''unionismo''; porque ni jóvenes ni viejos ignoran que bajo un pabellón unificador pueden cobijarse deliberadamente, en acción aunada, las mas tristes complicidades del conservadorismo político con el quietismo conformista del mas crudo caudillaje otrora imperante en los organismos partidarios.

No precede contemporizar con los errores y las desviaciones imputables a los dirigentes de un partido, va que no caben ambigüedades cuando se forma parte de una fuerza cuya misión es precisamente la de luchar por la recuperación moral. Antes por el contrario, se impone el deber de eliminar los obstáculos opuestos al fiel cumplimiento del apostolado radical. Si la Unión Cívica Radical nació con vitalidad y subsistió a través de todo genero de vicisitudes, fue porque sus fundadores no se resignaron a mantener en el silencio de las complicidades, pues comprendieron no sólo la necesidad de hablar con altura y con verdad al pueblo sino evitar obstinadamente que ninguna fuerza ni ningún interés lograra ahogar la palabra anunciadora de la mas pura intransigencia cívica y del espíritu renovador imperante en los organismos partidarios". Sólo una casuística viciosa podría argumentar que es preciso eludir la lucha interna en los partidos políticos. Quienes pretenden asistir en el viejo método de encubrirse mutuamente las fallas de conducta cívica, corren el riesgo de fracasar. Cuando así ocurriera, frente a las triunfantes fuerzas renovadoras y al triste desfile en derrota de las figuras otrora dominantes, la sana opinión publica podría comentar el espectáculo rememorando a Manrique: 

"Allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir…”








Fuente: El Radicalismo "Ensayo sobre su Historia y Doctrina" de Gabriel del Mazo, Editorial Suquía, 1984.

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