No precede contemporizar con los errores y las desviaciones imputables a los
dirigentes de un partido, va que no caben ambigüedades cuando se forma parte de
una fuerza cuya misión es precisamente la de luchar por la recuperación moral.
Antes por el contrario, se impone el deber de eliminar los obstáculos opuestos
al fiel cumplimiento del apostolado radical. Si la Unión Cívica Radical nació
con vitalidad y subsistió a través de todo genero de vicisitudes, fue porque
sus fundadores no se resignaron a mantener en el silencio de las complicidades,
pues comprendieron no sólo la necesidad de hablar con altura y con verdad al
pueblo sino evitar obstinadamente que ninguna fuerza ni ningún interés lograra
ahogar la palabra anunciadora de la mas pura intransigencia cívica y del espíritu
renovador imperante en los organismos partidarios". Sólo una casuística
viciosa podría argumentar que es preciso eludir la lucha interna en los
partidos políticos. Quienes pretenden asistir en el viejo método de encubrirse
mutuamente las fallas de conducta cívica, corren el riesgo de fracasar. Cuando así
ocurriera, frente a las triunfantes fuerzas renovadoras y al triste desfile en
derrota de las figuras otrora dominantes, la sana opinión publica podría
comentar el espectáculo rememorando a Manrique:
"Allí van los señoríos
derechos a se acabar y consumir…”
Fuente: El Radicalismo "Ensayo sobre su Historia y Doctrina" de Gabriel del Mazo, Editorial Suquía, 1984.
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