En su libro magistral “Mis primeros ochenta años" relata el Dr. Cárcano, su acción intensa, pero serena, y destacándose, entre sus páginas sobresalientes, narra el clima y los acontecimientos que precedieron a la Revolución del 90.
Período agitado, mas que por las cuestiones políticas, por las económicas, que sacudieron al país, con una intensidad no igualada, ni antes ni después.
Cárcano, sin cumplir aun 30 años, es visiblemente el candidato a la presidencia en lugar del Dr. Juárez Celman, por el partido gobernante.
Cárcano, es Director General de Correos y Telégrafos de la Nación, donde su paso, ha sido acción intensa y propulsora, hacia el progreso nacional.
Ha hecho de ese cargo un ministerio.
Todos los puestos públicos tienen dos jerarquías —dice Maurois— la que le corresponde por sus funciones y la que es capaz de darle con su propia capacidad, la personalidad del que lo desempeña.
Y Cárcano hizo de su despacho, un Ministerio, el más importante en esos días.
No hay noticias de que el Presidente Juárez Celman, le hablara jamás a nadie de la posible candidatura de Cárcano. El Presidente lo dice con énfasis, desafiando a todos.
Había muchos que podían serlo, por su volumen, por su prestigio y por su situación; solo dentro del Partido gobernante: Roca, Pellegrini, Cárcano, etc.
Y mas que ninguno, por razones circunstanciales, este último y tanto, que el Dr. Balestra, en su libro “El 90", escrito 50 años después, reconoce y dice que "esa figura joven apta para cualquier grandeza", surgió por sus cabales y fué eliminada por propia voluntad en virtud de un error de sus amigos.
En efecto: el país se debatía en una crisis intensa, en que cada día, una falencia importante, aumentaba el pánico económico.
El Presidente, el Vice, los ministros, Roca, etc., advertían el avance general e impresionante de la oposición, que hacía de la crisis económica, la bandera principal de sus ataques.
La revolución, se preveía como inminente.
Fué en busca de un remedio, propugnando por una conciliación general, que se resolvió reorganizar el ministerio y que los tres hombres que se señalaban como candidatos para la próxima elección presidencial, hicieran una pública manifestación escrita, de su irrevocable renuncia, a toda proclamación.
No voy a redactar detalles, son bien conocidos. Pero quiero destacar un hecho: Pellegrini, no podía ser candidato, porque siendo vice presidente, le comprendía la incompatibilidad constitucional.
Roca no lo era y tanto que dice el Dr. Balestra: “La maniobra es hábil. El General Roca y el Dr. Pellegrini no son tales candidatos, el último, Vice-Presidente a la sazón, ni siquiera puede serlo, el renunciar, solo es para sacar del redondel al Dr. Cárcano, único candidato verdadero. Quiero anotar que no nos engañan". Estas palabras escritas por el Dr. Balestra en su libro “El 90" fueron pronunciadas por él en la reunión a que voy a referirme.
En efecto, de acuerdo en la renuncia, todos los que señalaban como candidatos, se convino entre el Presidente, Pellegrini, Roca y Cárcano, que este último informara a los amigos más destacados, de lo que se había convenido. Esto solo, demuestra que Cárcano, era la única candidatura existente y por lo tanto, la única que en realidad se retiraba.
Cárcano cita a sus amigos más cercanos, a una reunión en la imprenta de “La Argentina”.
Iniciada la reunión, expone con categórica llaneza, las circunstancias que se han producido. Sus conversaciones con el Presidente, con Pellegrini, etc. y termina afirmando que su actitud, no puede ser otra, ante los intereses del país, del gobierno y del partido, que la que ha asumido.
Habla el Dr. Balestra, quien expone las ideas que ya he señalado.
Sus palabras levantan la presión del selectísimo auditorio.
A continuación, habla el Diputado Espinosa, con vehemencia, ataca la solución propuesta y la denuncia como una injusticia y como inhábil y sin eficacia.
El Dr. Cárcano, prevee la tormenta, que puede destruir la combinación política, con que se le elimina y en vez de azuzarla o simplemente dejarla estallar, para que se salven sus legítimas aspiraciones, prefiere asumir con toda lealtad la defensa de esa combinación que lo elimina, pero que él ha aceptado.
Es que en su espíritu, no hay repliegues, cuando él ha aceptado su propia eliminación, no con la secreta esperanza de que alguna causa fortuita lo salve del compromiso contraído.
Esa fué siempre una de sus características. Ya lo he dicho: juego limpio: procedimiento de señores.
El Dr. Cárcano, habla nuevamente en previsión del giro que toma la deliberación.
“No discuto —dice— si Pellegrini y Roca, son candidatos o no, pero nadie podría negar, que núcleos respetables del Partido Nacional, piensan que pueden serlo. Eso basta para motivar su actitud, y hacerla necesaria en estos momentos. No se trata de sacar ni de acompañar a nadie, sino de producir un acto de conjunto, que muestre concordancia y solidaridad partidaria y que despeje por completo el ambiente electoral".
Hablan después varios concurrentes, entre otros el Dr. Víctor Molina, que hace un planteamiento irrefutable, con esa eficacia que tanto prestigio le diera a su magnífica y descollante personalidad.
Y el Dr. Cárcano, se apresura a dar por terminada la reunión, que no ha sido una consulta, sino una notificación de una resolución irrevocablemente tomada.
Con solo dejar que la reunión siguiera, los resultados habrían sido visiblemente a la inversa.
La contención, la capacidad para un renunciamiento, son virtudes de la edad, pero no de la juventud, antes de haber cumplido los treinta años, cuando aun no se sabe esperar, ni se es capaz de detenerse, ni menos aun, de dar un paso atrás, en la marcha de la vida, siempre presurosa en la primera edad.
Y Cárcano, afirmó su renunciamiento, sin quejas, sin rezongos.
Acaso lo veo al retirarse de la reunión: sereno, tranquilo, sin gestos sin dramatismo, aunque tal vez con un tenue rictus de amargura a flor de labios.
Al respecto, decía Juan B. Terán, que Sócrates, fué mas grande que por sus doctrinas, por haber muerto, envenenado con amarga cicuta por cumplirlas, de lo que el ilustre tucumano, desentrañaba esta experiencia “desde entonces, un leve sabor amargo en nuestros labios, suele ser casi siempre, en la vida política, el mejor síntoma, de que vamos cumpliendo con nuestro deber".
Y así era Cárcano, transparente en sus sentimientos, cristalino en su ser y no obstante, humano en sus juicios, tolerante y comprensivo. Ajeno a todo dogmatismo despótico.
Su mano, era cordial, cálida, se tendía sin reservas, sin recelos, porque era incapaz de sospechas, que no es sino un síntoma del miedo.jamás vivió a la defensiva, sino con las puertas abiertas, libre a los vientos, a la luz y a todas las inquisiciones.
Su obra como gobernador —dos veces de Córdoba- bastaría ampliamente para recordar su nombre, con alta devoción.
Su actuación diplomática, su habilidad en las actividades de la difícil política internacional, lo señalan como una eminencia, pero en otro sentido que el común.
Su habilidad, era previsión, dominio de las circunstancias, visión de posibilidades, pero nunca la actitud escurridiza, ni la conducta sinuosa.
Su labor mental, fué enorme. Escribió historia y la enseñó en sus libros como una noble filosofía, para explicar el pasado, para señalar sus dolores, como la mejor enseñanza, brindandonos útiles ejemplos; la lista de sus libros, es extensa, en cada uno de ellos, hay luz, altura y ese razonar tan suyo, por claro y penetrante.
¿Pero cómo narrar, su paso de abogado, político y escritor y de candidato -a la Presidencia de la República a estanciero?
De una sola manera: Escuchándolo a. él mismo. La simplicidad con que relata ese paso, trascendental en su vida, demuestra mejor que nada, la serenidad de su espíritu, su inteligencia y la fuerza moral de ese hombre extraordinario.
Aprecia con justeza su posición, sin una queja, sin un resentimiento y dice:
“Apenas vencido el movimiento revolucionario, repito mi renuncia de Director General de Correos y Telégrafos, retirada en abril.
“Por mi parte ya no existe nada que trabe mi libertad. Toda mi posición política está derrumbada.
“Adopto el temperamento más sencillo y tranquilo. Me retiro en absoluto de todo contacto político, y me voy a trabajar en las faenas del campo. Resuelvo ser sin amarguras el único obrero de mi propia vida. Busco la soledad y el silencio, no como un arrepentido, sino como un reposo moral. Me alejo de los hombres a quienes no puedo ni pretendo golpear. Dueño de mi voluntad soberana, reflexivo y ecuánime, opongo la ausencia deliberada, llena de alta y firme serenidad, y esa es mi victoria que nadie disputa.
“No instalo bufete de abogado, pretendiendo multiplicar las aptitudes y crear otras vinculaciones de lucha entre los hombres. Me atrae el trabajo rural, sin abandonar estudios predilectos. En el fondo de toda alma argentina hay un estanciero, y sigo virilmente, con profunda fe, la tendencia nativa. Me acompaña mi mujer, sonriente y activa, disipando con su corazón y espíritu todos los pesares, que se transforman en calma, bienestar y alegría".
Y agrega después:
“Yo mismo conduzco los bueyes, abro el surco inicial y doy el primer golpe de pala para cavar los cimientos de la nueva vivienda. Es un juramento ante mi propia voluntad,solemnizado con los símbolos de la acción y la energía.
“El pajonal salvaje y estéril se convierte paulatinamente en prado de cultivo y cría, y surge el agua en el páramo indígena. El solar se agranda, los hijos aumentan, y la salud y la paz elevan las almas. El sol, el suelo, las lluvias, son mis aliados. A veces me hacen esperar, pero nunca sufrir. Todas las mañanas saludo de pie al sol radiante, y todo lo que se mueve y crece a mi alrededor canta la bendición de Dios.
“No es aventura. En cada caso busco la información ilustrada y procuro aplicar principios científicos. Dispongo de buenos libros y excelente campo de experimentación. Soy un autodidacto en la materia. Anita, mi mujer, es el colaborador asiduo y Miguel Angel, apenas lo permite la edad, el compañero de laboratorio. La estancia resulta una fuente espiritual, un manantial de holgura y un centro de afectos sanos y fuertes. No pretendo la gran fortuna. Nunca la busco. Me basta el bienestar que conserva la dignidad y altivez. El enorme desnivel entre la riqueza personal y pobreza de la masa, es el gran dolor de nuestra civilización, que en distintas formas mantiene por esta causa la guerra permanente entre los hombres”.
Fuente: “Dos momentos culminantes de la vida intensa” de Ramon Carcano por Julio César Raffo de la Reta. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, XXVII, 1957.
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