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domingo, 13 de septiembre de 2020

Félix Luna: "El recuerdo de una no-crisis" (agosto de 1975)

En la serie que hoy se clausura con esta nota, he tratado de recordar algunas de las crisis que afectaron a nuestro país y las ideas que prevalecieron en su solución. No traté de forzar analogías ni intenté postular la aplicación de aquellas recetas a nuestra situación actual. Pero insistí -eso sí- en señalar que las crisis economicas son consecuencia o por lo menos vienen juntas con las politicas y que son estas las que deben solucionarse si se quiere paliar aquellas.

Estas reconstrucciones han sido para mi deprimentes y estimulantes a la vez. Deprimentes, porque no es agradable evocar tiempos de angustia y de incertidumbre; estimulantes, porque de una u otra manera, con la ayuda de (o a pesar de) lsa formulas escogidas por los gobernantes de turno, el pais supo salir adelante. Esta es la gratificación que reserva la historia a quienes la cultivan: infundirles la certeza de que, despues de todo, la Argentina supo resolver sus problemas, despejar sus incognitas, exorcizar sus hechizos.

Por eso la ultima nota de esta serie no se referirá a una crisis sino a un episodio de signo contrario. Si Alicia en el País de las Maravillas celebraba los no-cumpleaños de sus amigotes, ¿por qué no podré esta vez hablar de una no-crisis?

Corría el año 1927. Para los argentinos, era el tiempo del orgullo. Por cosas como la piña de Firpo a Dempsey, la voz de Gardel, el invento local de la gomina o los exquisitos bifes. Pero tambien por realidades más trascendentes como la estabilidad institucional o la circunstancia de contar con dos maestros por cada soldado. Fue entonces cuando el doctor Victor Molina, Ministro de Hacienda de Alvear, resolvió hacer una suprema compadrada argentina: reabrir la Caja de Conversión. Cerrada desde 1914, la Caja se habia beneficiado con aportes de oro en monedas y lingotes que fueron llevando hasta el 80% la reserva aurifera que según la ley debia respaldar el dinero circulante en una proporción del 44%. Con semejante encaje, en un momento de perfecta normalidad del comercio internacional, con magnitudes exportadoras cada vez mas grandes, ¿por que reabrir la conversion del papel moneda por oro? Era una vieja exigencia de los liberales y los socialistas y significaría la certificación incuestionable de la madurez y la salud del país.

Ante de adoptar esa determinación, Molina mandó un telegrama a la Banca Morgan, en Estados Unidos, preguntando con que crédito podia contar la Argentina en caso de necesitar un refuerzo de sus reservas.

Con la respuesta en el bolsillo llevó al presidente el decreto que disponía la reapertura de la Caja de Conversión. Alvear firmó y a continuación preguntó a su ministro:

-“¿Ha pensado, doctor, en la posibilidad de una corrida a la Caja que pueda echar por tierra todo lo ganado hasta hoy?”

Molina le refirió el mensaje que habia enviado a la Banca Morgan y mostró el cable con la contestación. Contenía una sola palabra:

-“Unlimited”.

El hijo de Molina ha relatado que su padre y Alvear se confundieron en un abrazo y hasta lagrimearon... Credito ilimitado para la Argentina: no podia calificarse con mayor brevedad y elocuencia la posición que gozaba nuestro país en el mundo...

Y se reabrío la Caja de Conversión. Nadie fue a cambiar sus billetes. Sólo un cliente, “un chusco que pagó una libra esterlina por $11,45, solamente para comprobar la verdad de la medida”. ¿Para que trocar papel por oro si los billetes tenian un valor absolutamente constante y además no rompían los bolsillos?

Si recuerdo hoy este episodio no es para provocar comparaciones. Lo hago porque no dudo de que, tal como sucedió en otras coyunturas, el país puede remontar esta crisis. Es cierto que la de ahora es diferente a las anteriores y desde luego mucho más grave. Pero el país -su pueblo, su identidad nacional, la justificación de sus existencia- sigue siendo el mismo. Las correcciones necesarias serán duras y costosas. Pero estoy seguro de que algun día no lejano, cuando se pregunte cuál es el crédito de la Argentina ante el mundo y sobre todo ante sus propios hijos, la repuesta será como en 1927:

-Ilimitado.






Fuente: “El recuerdo de una no-crisis” por Félix Luna en el Diario La Opinión, agosto de 1975.

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