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lunes, 17 de agosto de 2020

Honorio Pueyrredón: " Al presentar el monumento del General José de San Martín, en Washington D.C." (28 de octubre de 1925)

Señor Presidente:

La ceremonia que hoy nos congrega para develar la estatua del héroe que selló con su acción la emancipacion de medio continente, exterioriza un sentimiento popular que revive en el presente la unidad de própositos y de ideales del pasado.

La idea de erigir este monumento, respondió en un principio al deseo de corresponder a la elevada actitud de los residentes americanos que obsequiaron a la ciudad de Buenos Aires con la estatua del gran George Washington. “Creemos,” dicen sus iniciadores, “que la figura en bronce de nuestro Libertador, que como Washinton, representa el ideal americano de justicia y libertad, se hallará bien colocada cerca del Capitolio y del Obelisco erigido a su memoria.” Esta iniciativa tuvo unánime aceptación en varias instituciones que cooperaron con éxito a su realización.

El culto de las figuras del pasado constituye una enseñanza saludable a las nuevas generaciones; pero, para ello es necesario que los atributos del héroe no se limiten al mérito intrínseco del genio o a la admiración deslumbrante de sus éxitos. Es preciso también que sus ideales hayan sido los de una causa útil a los demás, que su desinteres estuviere por encima de su ambición y que su obra haya sido esencialmente constructiva.

Los actos y las caracteristicos del General José de San Martín le destacan entre las grandes personalidades morales de la historia contemporánea.

Su genio militar, sus aspiraciones democráticas, sus principios republicanas y su acción libertadora rebalsan los límites de la propia patria y su retiro de los acontecimientos renunciando al poder y a los honores para encerrarse en un digno ostracismo, dan la prueba irrecusable de que su aspiración a la gloria personal estaba muy por debajo de su ambición por la libertad y la soberanía de las naciones que él habia contribuido a crear y establecer.

Para apreciar en su debido alcance la magnitud de la empresa de que San Martín fue ejecutor principal, es necesario hacer siquiera el bosquejo del cuadro en que se desenvuelven los acontecimientos.

Las colonias de la América Española vivían oprimidas gravitando sobre ellas la fuerza de una autoridad despótica. La reacción que mueve el alma colectiva y a que la humanidad debe muchas de sus grandes transformaciones no podía tardar en producirse. Con todo, la emancipacion es principalmente una lcuha de ideas nuevas contra conceptos arcaicos, sociales y politicos, de tal manera que no puede llamarselas una guerra contra España, como la Revolución Francesa no fue una guerra contra Francia, si bien en nuestro caso tuvo además otras fundamentales consecuencias.

Por eso, desde el momento inicial, junto con la organización precario de sus ejércitos, en medo de las batallas, de las derrotas y de las victorias, una asamblea constituyente reunida en Buenos Aires consagraba esos grandes principios antes mismo de proclamar su independencia.

En el orden de los acontecimientos, un hecho inesperado vino a tener influencia determinantes para la revolucion argentina. Dos escuadras inglesas con tropas aguerridas de desembarco atacaron la ciudad de Buenos Aires en los años 1806 y 1807. El pueblo tomó a su cargo la defensa ante el abandono que hizo de ella la autoridad real. Hombres, mujeres y niños jugaron allí su vida y las fuerzas invasoras vencidas se vieron obligadas a capitular. El gobierno español, sin embargo, lejos de reconocer aquel heroísmo, al que debía la salvación tal vez de todo un virreinato, estrecho más aun el circulo de su opresión. Desde ese día, la emancipacion quedaba decretada en la conciencia popular. ¡Los gobiernos no pueden herir en vano la sensibilidad de los pueblos!

Los propositos que animan las nuevas ideas se perfilan rápidamente para estallar en 1810 con la fuerza de las grandes conmociones. La autoridad española es depuesta, la acción guerrera se inicia en todos los ambitos del territorio y la lucha se hace cruenta porque el adversario opone la resistencia de su organización militar y ese coraje indomable que fue su caracteristica legendaria. Pero, fatalmente el esfuerzo debía resultarles desigual: ellos luchaban obligados, en la defensa de su imperio colonial, los argentinos combatían por la libertad.

En esas condiciones llegamos el año 1816 en que los acontecimientos toman un giro distinto. La revolución argentina se hace desde ese momento continental llevando su acción más allá del propio territorio a fin de conquistar la independencia de Chile y del Perú cuyo valeroso pueblos luchaban con irreductible denuedo por la causa de su emancipación.

Una de las mas altas cordilleras del mundo nos separa, hay que organizar un nuevo ejercito, disciplinarlo y pertrecharlo. San Martín es el genio del momento; su capacidad habia sido ya revelada pero la nueva empresa ha de colocarlo al nivel de las más grandes figuras militares de la historia.

El viajero que hoy cruza la inmensa cordillera siente su espiritu sacudido al pensar que, hace más de un siglo, por aquellos precipicios rodó la artillería de batalla, que un ejercito de las tres armas trasmontó las cumbres sucesivas pasando por desfiladeros distintos, para caer el mismo día y a la misma hora sobre las fuerzas enemigas que los esperaban al otro lado de la montaña.

Napoleón afirma en sus memorias de Santa Elena que las fronteras mas dificiles de vencer son los mares, las montañas y los desiertos. El paso de los Andes reune dos de estas grandes dificultades.

Un historiador ha dicho: “los argentinos sabian que en esa empresa sólo por la victoria podian escapar de la muerte.” Y la mejor sintesis de su resultado la hace el propio General San Martín en el breve parte de la batalla. “En veinticuatro dias”; dice, “hemos hecho la campaña, cruzamos las cordilleras mas elevadas del globo, concluimos con los tiranos y dimo libertad a Chile.”

La idea fue audaz; pero no es el atreviiento insensato que a veces la fortuna de los sucesos salva del desastre, sino que es el fruto de una concepcion meditada, de una preparación paciente, de una estrategia habilmente desenvuelta para engañar al enemigo sobre los verdaderos planes y es ademas la obra conjunta de pensamiento y acción de los hombres que en ese momento tenian la direccion de los sucesos.

La guerra se traslada así al Occidente para llegar despues navegando por el mar Pacifico hasta el corazón mismo del antiguo imperio de los Incas. Chacabuco y Maipú que veis escritos en el pedestal de este monumento, son los nombres inmortales de dos batallas a las que tres pueblos deben la consolidacion de su soberania.

La independencia de Chile y del Perú y el afianzamiento de la emancipacion argentina, son el resultado directo de aquella campaña que unida al esfuerzo glorioso de Bolívar en el Norte aseguró la estabilidad republicana de la casi totalidad del continente.

Mientras estos y otros acontecimientos guerreros se producían y aun por el lado opuesto los ejercitos portugueses amenazaban con su invasión, el Gobierno de Buenos Aires promovía en ese año de 1817 una gestión diplomática ante el Presidente Monroe que tuvo grande significado politico.

En uno de los mensajes que el Director Supremo General Juan Martín de Pueyrredón envió entonces al Presidente Americano, y de que fue portador Don Manuel H. Aguirre, hábil y eficaz representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se encierra la sintesis de un concepto de actualidad. “Cuando los intereses de una sana politica,” dice, “estan de acuerdo con los principios de la justicia, nada es mas facil que el mantenimiento de la armonia y buena correspondencia entre poderes vinculados por estrechas relaciones. Tal parece ser el caso de los Estados Unidos y esta nación respecto una de la otra; situacion halagueña que da la prueba de nuestro éxito y forma nuestra mejor apología.”

El General San Martín por su parte en carta al mismo Presidente Monroe termina con estas palabras: “V.E. Que tiene el honor de presidir un pueblo libre que luchó y derramó su sangre en una causa similiar a la de los habitantes de Sud América está comprometido a prestar su protección al enviado argentino en lo que sea compatible con la posicion de su Gobierno.”

La situación internacional de los Estados Unidos con España era en ese momento muy delicada y el reconocimiento de la independencia de aquellas naciones podia agravar seriamente el conflico. Sin embargo, dos voces valientes llenas de inspiracion democrática se levantan en la Cámara de Representantes de este país reclamando el apoyo moral de la gran Republica para las nacientes nacionalidades. Quiero aprovechar esta oportunidad para rendir un homenaje a la memoria de Henry Clay y Thomas Robertson que fueron los leaders de esa campaña y repetir algunas de sus palabras, para que vivan en el recuerdo de los argentinos.

Robertson decía: “Las provincias del Rio de la Plata han declarado su independencia, proclamado solemnemente el hecho ante el mundo y manteníendola en una forma que reclama el respeto y la admiración de las naciones.”

Y Clay, despues de hacer el elogio al esfuerzo emancipador, al mérito de sus principios e instituciones y al valor de sus hombres de estado exclamaba: “No titubeamos, obremos a la altura de nosotros mismos y demostremos al mundo que no solamente somos libros sino tambien dignos de esa libertad.” A los cuatros años de esa insistente gestión el Presidente Monroe remitía al parlamento el mensaje reconociendo la independencia.

La armonia democrática entre las dos naciones extremas del continente quedaba desde ese instante firmemente consagrada.

Cuando la posteridad vuelva sus ojos, juzgará que la emancipación de ambas Américas es el fenomeno politico-social más considerable del siglo diecinueve.

A los Estaods Unidos les corresponde la gloria de haber lanzado el grito inicial cuyo eco iba a repercutir en Europa y América, ofreciendo a la vez uno de los mejores modelos escritos de instituciones republicanas.

El edificio social, como en el orden material de las cosas, requiere para su consistencia la solidez de sus principios basicos democraticos; ellos salvan a los pueblos en sus grandes crisis, ellos conducen a la formación de una moral colectiva que es lo que da verdadera fuerza y carácter a las naciones, y sus luchas organicas son fuente permanente de cultura y mejoramiento.

Si a George Washington le fuera dado contemplar hoy el resultado de su obra originaria puede afirmarse que se sentiría profundamente satisfecho. A traves de siglo y medio de vida independiente, este pueblo se presenta ante el mundo como un ejemplo de fuerza moral, material y politica.

Pienso asimismo que el General San Martín, en lo que a su país se refiere, vería con análogo regocijo cumplidos en la medida de lo que posible sus grandes anhelos de patriota. Y para sus conciudadanos será un motivo de permanente satisfacción que su estatua se halle colocada en la capital de este gran país, próxima al monumento del inmortal republico por quien San Martín tuvo intensa admiración.

Señor Presidente: Es para mi motivo de patriotico orgullo entregar este bronce en nombre del pueblo argentino, al respeto del pueblo de los Estados Unidos y que ello sea por intermedio del estadista prominente que, con tan grande eficacia y elevación de pensamiento dirige hoy sus destinos.



El Presidente de los Estados Unidos, Mr. Calvin Coolidge escucha el discurso del Sr. Embajador argentino, Dr. Honorio Pueyrredón con motivo de la inauguración del Monumento al Libertador Gral. José de San Martín.





Fuente: Discurso del S. E. el Embajador de la Argentina, Dr. Honorio Pueyrredón, al presentar el monumento dell General José de San Martín, 28 de octubre de 1925. Publicación de la Embajada Argentina en los Estados Unidos de Norteamerica.

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