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jueves, 27 de agosto de 2020

Eduardo Duhalde: "Mi primer encuentro con Alfonsín” (2007)

Llamé a la Secretaría Privada de la Presidencia para pedir una audiencia urgente con el doctor Alfonsín. Expliqué que mi motivo sólo podía conocerlo el Presidente y ningún otro colaborador. Debo haber sido muy enfático porque a la mañana del día siguiente yo ingresaba al despacho presidencial.

Nunca había estado en el área presidencial de la Casa Rosada. En torno del Presidente hay silencio. Una enorme oficina de los secretarios de los edecanes es el sitio donde se espera la autorización para ingresar a ver al primer mandatario. Atravesando una puerta de esa oficina se ingresa a un sitio más pequeño. Allí permanece el Edecán de turno mientras el Presidente atiende en su oficina. Nadie accede a ese lugar sin la autorización del Edecán.

Y luego está el enorme despacho, dominado por una gran mesa de reuniones, tapizada, al igual que las pesadas sillas que la rodean, con un cuero verde claro, que lleva impreso el escudo oficial. Al final de ese largo rectángulo, está el escritorio presidencial y, detrás de él, el Sillón de Rivadavia. Pinturas de consagrados artistas argentinos adornan las paredes y grandes ventanales permiten una hermosa vista del Río de la Plata.

El doctor Alfonsín, recuerdo, caminaba todo el tiempo por esa enorme oficina. Caminaba, con un bastón en la mano, alrededor de la mesa. Iba y venía mientras escuchaba mi relato. Luego se acercó a mí, se sentó en la cabecera de la mesa y me dijo:

- Le agradezco su actitud, doctor. Es inconcebible lo que me cuenta.”

- No me agradezca, señor Presidente –le respondí-. Yo vengo a formular una denuncia y quiero hacerlo formalmente, por escrito, ante el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Y, además, quiero que sea público porque los sediciosos tienen que escarmentar.”

El Presidente intentó comunicarse de inmediato con el ministro de Defensa pero no lo encontró. Analizamos unos minutos más el tema y luego me despidió con la promesa de darme una respuesta lo antes posible. Un día después me llamó y me dijo que del análisis que habían hecho de mi denuncia con el Ministro de Defensa, preferían por el momento el silencio para continuar una investigación en marcha contra los conspiradores. Me dio la tranquilidad de que esa actitud sediciosa sería castigada.

Ese fue mi primer encuentro con el doctor Raúl Alfonsín, a quien considero un gran demócrata y una reserva moral de la política nacional.

Posteriormente, la vida tan agitada de nuestro país nos ha reunido en varias ocasiones. Una de las últimas fue precisamente en los albores de mi presidencia, cuando recibí su apoyo y el del sector político del que él sigue siendo uno de los principales referentes.





Fuente: “Mi primer encuentro con Alfonsín”. En “EDUARDO DUHALDE: El nuevo rumbo de la Argentina I, MEMORIAS DEL INCENDIO: Los primeros 120 días de mi presidencia”, EDITORIAL SUDAMERICANA, Buenos Aires, 2007.

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