Debo mi investidura al esfuerzo cívico de un partido, y mi acción
de gobernante a la tarea de procurar el bienestar y el progreso de Entre Ríos,
con los criterios, orientaciones y conceptos preestablecidos en el programa
fundamental y en las inspiraciones proclamadas por aquella agrupación.
Consecuencia de ello es, que me siento singularmente
obligado a secundar con todo mi esfuerzo el movimiento democrático y de franca
acción comiciaria que se ha iniciado en las filas del pueblo, pues siempre ha
sido una aspiración preponderante en los anhelos de mi partido la de obtener la
equipación efectiva de todas las actividades ciudadanas, así sean las que
propenden a conservar el gobierno conquistado por los que breguen por verificar
la reconquista del que se hubiere perdido.
No obsta a este propósito el natural derecho que asiste al gobernante de apoyarse en el partido propio; pero esta declaración me obliga, de inmediato, al compromiso solemne –que contraigo sin violencia, porque encuadra en viejas convicciones de mi espíritu- de no corresponder a ese apoyo con recursos que, por ser de gobierno, pertenecen a todo el pueblo y cuya prestación a determinado partido, desnaturaliza y pervierte la esencia y las formas del sistema representativo que consagra el gobierno para todos.
Formulo con claridad este concepto porque es como la
consagración de una vieja aspiración ciudadana a cuyo servicio he dedicado
largos años de mi vida. Reconozco a los partidos triunfadores el derecho de
hacer prevalecer en el gobierno sus tendencias, pero les niego el derecho de
crearse ventajas de otro orden, capaces de desmedrar la legitima posición de
las agrupaciones vencidas que, vencidas y todo, representan un acervo democrático
y las amparan irreductibles derechos derivados del principio de la igualdad política.
Impuesto por estas ideas y propósitos, es mi resolución
consagrar especial esmero a la organización policial y confiar su desempeño a
personas socialmente calificadas por su probidad y por su aptitud para
desarrollar una acción que abarque todas las manifestaciones fundamentales del
gobierno y que constituyan el factor indispensable y permanente de colaboración
en la obra que diseño.
Por una persistencia sensible de preconceptos erróneos, el
ejercicio de la función policial ha venido desarrollándose en disonancia con su
verdadera misión social, con lo cual ha labrado su descrédito y dado pábulo al
sentimiento generalmente hostil de la opinión publica.
A remediar decididamente esa deficiencia, ha de ir
encaminada la acción de mi gobierno y si es que no confío demasiado en mi
propio esfuerzo y en el de los colaboradores que llamaré a la tarea, he de
colmar en mi periodo la aspiración publica de dar a la provincia una policía de
acción ecuánime, respetuosa y trascendentalmente justa.
Por lo que hace a mis conceptos sobre la situación económica
de la provincia, debo adelantaros que ella se desenvuelve dentro de un sensible
inorganismo, calificado por una marcada desorientación de tendencias,
proveniente, en gran parte, de su propia incipiencia de la heterogeneidad de
factor humano insumido en la tarea industrial y de las dificultades que una
vialidad muy deficiente opone a la acción niveladora de las actividades e
intereses que es cualidad esencial de una seria consolidación económica.
Esta definición del fenómeno determina la preferencia de los
recursos que he de procurar para combatir esas deficiencias; el fomento de sus
ventajas tradicionales, tiene la de homogeneizar el esfuerzo individual y
colectivo; la implantación del crédito agrícola, que tan vigoroso influjo
ejerce en la economía agraria, tanto mas útil y transcendental, cuanto mas se
vincula a la acción particular que debe ser discreta y eficazmente estimulada
por el gobierno; la expansión y el mejoramiento de las vías de transporte, a
cuya obra he de vincular el esfuerzo patriótico y la iniciativa de los hombres
progresistas; el estimulo a las asociaciones rurales, en general, son tareas
que han de merecer mucha preferencia en el gobierno que me ha tocado presidir,
no solo en razón de la importancia generalmente reconocida al factor económico,
sino especialmente por la situación accidentalmente precaria porque atraviesan
las empresas, así individuales como colectivas, vinculadas al trabajo y a la
riqueza de la provincia.
Son notorias para V. H. las dificultades financieras que
atraviesa el erario provincial.
Por causas cuyo estudio no corresponde al momento aquel,
sufre el asedio de los titulares de una deuda irregular que ha llegado a sumar
considerables proporciones y que en los momentos actuales es singularmente
perturbadora, ya que no es posible pensar para solventarla en una consolidación
en títulos, ni en una expansión de la renta proveniente de nuevos impuestos, ni
en el recargo de los existentes.
Planteada así la cuestión de nuestra deuda flotante, no deja
margen a otra solución que la que pueda darle un esforzado sistema de economías
que es necesario realizar severamente, hasta los limites que lo permita la
atención regular de los servicios del estado, postergando el natural anhelo de
mejorar la condición, por lo menos financiera, de esos servicios, hasta que se
logre la redención de aquella deuda y el ajuste de los saldos de las
administración.
Tales son, a grandes rasgos, las ideas que han de presidir
mi gestión. Pido a V. H. quiera secundar la obra que su desarrollo comporta. En
ello esta interesado el bienestar de Entre Ríos y mi honor de gobernante.
Fuente: “Discurso Programa del Gobernador” por el Dr. Miguel
Laurencena, 1 de octubre de 1914 en “La Trasmision del Mando en la gobernación de
Entre Rios”, Diario Santa Fe Año IV, N° 1096, 2 de octubre de 1914.
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