Hundió sus raíces en las ansias populares y en la historia,
y significó un impulso liberador para los pueblos americanos.
Iniciada en Córdoba en 1918 se extendió rápidamente a todas
las universidades argentinas y alcanzó, desde su primer manifiesto, el ámbito
esperanzado de Latinoamérica.
No cesó de inducir cambios en la estructura de las
universidades y se adscribió a la lucha contra todas las dictaduras. Toda forma
de opresión encontró un enemigo en la Reforma y en los reformistas. Cuando esto
no ocurrió fue porque los órganos expresivos de su pensamiento y su dinámica habían
sido copados por sus enemigos o puestos al servicio de medianías políticas o
grupos sectarios. En Argentina deben recordarse los episodios de años recientes
y también del grupo marxista Insurrexit en el ’30.
La opinión del mundo fue conmovida por el estallido de
Nanterre en 1968. En Francia se habló con el lenguaje de la generación de 1918
de Córdoba y La Plata. Las universidades francesas, holandesas, belgas y
norteamericanas plantearon con cincuenta años de retraso el reclamo de participación
estudiantil en el gobierno de las casas de altos estudios, la exclaustración de
la cultura y la plena autonomía.
En 1918 las universidades argentinas y las de Europa y los
Estados Unidos que venían de ser muy distintas, comenzaron a ser de equivalente
nivel científico, académico y docente. La Reforma Universitaria había aventado
la universidad escolástica y del patriciado ochentino, para dejar paso a la
Universidad nueva. Fue como dijo Danilo Vucetich, “el periodo técnico y científico
más revolucionario de la historia argentina”.
Ese elevadísimo nivel y el indudable prestigio que cobró la
Universidad reformista, se perdió. Los gobiernos militares y las minorías que
los instrumentaron, anularon, cada vez que fue necesario, el progreso de la
Universidad democrática y reformista. Ocurrió en 1930, en 1943, en 1966 y volvió
a suceder en 1976. Entre 1973 y 1976 fue campo de experimentación de la
violencia y de corrientes antidemocráticas de todo signo.
Hoy la diferencia con las grandes universidades de America y
el mundo es abismal. Casi podría decirse que no existe Universidad en nuestro país.
En la Argentina actual todo está por hacerse. Inclusive lo
que antes estuvo bien hecho. Este es el caso de la enseñanza en sus tres
niveles. Hay que recrear la escuela pública y la Universidad reformista. Hay que
reedificar la enseñanza media. Esto debe hacerse en un marco de desastre y
calamidad nacional.
Pero la historia nos alecciona. Después del Congreso Pedagógico
de 1882 en el que Leandro Alem dio los fundamentos de la escuela de la integración
nacional, se escalonaron hechos significativos de nuestra vida como nación
organizada. En treinta años se modificó la composición humana de nuestro país:
llegaron casi dos millones de inmigrantes. Hubo una propuesta revolucionaria
que sacudió los cimientos de la sociedad de esos tiempos. Anarquistas,
socialistas, sindicalistas, veían en la revolución el cambio posible.
Las instituciones argentinas fueron eficientes. Sus dirigentes
creativos y audaces. Respondieron a la fuerza revolucionaria con la escuela de
puertas abiertas para integrar al hijo del inmigrante. Dejaron expedito el
camino del comicio para que, con Yrigoyen, se instalara un gobierno popular y
progresista. Tan progresista que posibilitó la Reforma Universitaria que abrió también
para el hijo del inmigrante las puertas de las Universidades, reservadas hasta
ese momento a las minorías.
Esto prueba que las instituciones de la Republica son
eficientes. Este es el desafío actual. Yo insisto en este ejemplo para que se
comprenda que las respuestas a las demandas populares deben atenderse con imaginación,
audacia y eficiencia. Además, con oportunidad. Las instituciones no son obstáculo;
son un gran estimulo.
Sr. Germán Osvaldo López, ex Presidente de la Federación Universitaria Argentina en acto en apoyo de la Unión Democrática. |
Fuente: “Testimonio Reformista” por el Dr. Germán Osvaldo López,
ex Presidente de la FUA, Federación Universitaria Argentina. En Historia del
Radicalismo: La Reforma Universitaria, Vol. 14, noviembre de 1982.
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