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domingo, 5 de abril de 2020

El Descamisado: "Atentado a Solari Yrigoyen: ¿Quiénes pusieron la bomba?” (27 de noviembre de 1973)


Pocos días después que el Senado diera media sanción al proyecto de reformas a la Ley de Asociaciones Profesionales, el señor Lorenzo Miguel declaraba a los periodistas: «Estoy muy conforme con esta resolución. Pero es lamentable que algunos legisladores, como el doctor Solari Yrigoyen, se valgan de recortes periodísticos para hacer sus críticas al proyecto del Poder Ejecutivo. Perdió cuatro horas hablando sin fundamento».

Los periodistas que cubren el sector parlamentario habían observado, durante todo el desarrollo del debate, la presencia de Miguel, acompañado por sus habituales amigos. Y habían notado, también, su sonrisa burlona mientras hablaba el senador radical por Chubut. El miércoles 21, a las 11.50, estalló una bomba en el automóvil de Solari Yrigoyen. El artefacto explotó en el momento en que el legislador ponía en marcha su coche. Las consecuencias del atentado fueron muy graves: el parlamentario debió ser internado de urgencia en un sanatorio céntrico. Las profundas quemaduras que sufrió en ambas piernas exigirán una delicada regeneración de tejidos y una serie de injertos, por lo que el tratamiento, según se dijo en fuentes radicales, podría prolongarse más de seis meses.

Es de hacer notar que el atentado se produjo unas pocas horas después (31, para ser más precisos) que el debate hubiera finalizado en el Senado. De allí que todos los medios vinculados al legislador radical, sostuvieran la hipótesis de que el atentado tiene estrecha relación con las reformas a la Ley de Asociaciones Profesionales.

En declaraciones formuladas a un medio periodístico, el doctor Solari Yrigoyen dijo, todavía reponiéndose de sus heridas, que «escuché por allí que según Lorenzo Miguel, yo perdí cuatro horas hablando contra el proyecto del Poder Ejecutivo. No perdí el tiempo, sino que lo gané en cuanto busqué esclarecer las características reaccionarias de ese texto. Si hubiera podido, habría hablado 24 horas más sobre el mismo asunto: tema no me faltaba». En el mismo reportaje, Solari Yrigoyen dice que «el martes recibí en mi domicilio un sobre, y al abrirlo me encontré con tres grandes letras A. El remitente decía Tucumán 1660, que es la dirección de la Casa Radical. Se quería indicar que me amenazaban por defender los principios populares del radicalismo. Creo que esas tres A quieren decir algo así como Acción Antiimperialista Argentina. Lo de antiimperialista es un chiste, por supuesto. Después llegó otro sobre con las tres «A». Cuando se le preguntó al senador si creía que el atentado había sido instigado por los sectores de la derecha peronista, respondió que no podía echar sospechas o culpas sobre nadie. «No sé quiénes son los de las tres A. Pero sí sé que son derecristas, que son macartistas, que son fascistas».

Lo cierto es que, detrás del atentado, sigue flotando el fantasma de la Ley de Asociaciones Profesionales. Los observadores no dejaron de sorprenderse cuando vieron aparecer en el Instituto del Diagnóstico (establecimiento donde está internado el legislador) a Lorenzo Miguel, con cara de preocupación. El máximo personero de las «62» repudió el atentado en su nombre, en el de las «62» y en el de la Unión Obrera Metalúrgica. «Tiene cara preocupada y todo…», afirmó un militante de la Juventud Radical.

Llamó la atención, también, un comunicado de la C.G.T. repudiando el atentado. Para algunos observadores, el texto de la declaración cegetista revela un lenguaje desusado en sus términos, pues emplea una moderación y una frialdad impropias en los comunicados que firma la cúpula sindical. El texto afirma que (la C.G.T.) «repudia este desgraciado suceso, totalmente reñido con las consignas de unidad nacional y convivencia democrática, impuestas en el país por el gobierno del pueblo y por el teniente general Perón. Los trabajadores organizados no ignoran la oposición del senador Solari Yrigoyen al proyecto de Ley de Asociaciones Profesionales. Pero consideran que el único marco legítimo para dilucidar estas controversias entre mayorías y minorías son las instituciones elegidas por el pueblo». El comunicado finaliza diciendo que «el movimiento obrero y en especial los trabajadores peronistas, conocen en carne propia y en la sangre de sus mejores hijos, los desgraciados frutos de la violencia ejercida por los extremistas y engendrada por sus profetas y defensores».

La cautela del comunicado contrasta con las enfervorizadas solicitadas con las cuales los burócratas suelen condenar algún ataque en contra de alguno de sus personeros (basta recordar, por ejemplo, el atentado del dirigente Domínguez, de La Plata, conspicuo miembro del clan metalúrgico). Cautela que Lorenzo Miguel no tuvo para atacar a Solari Yrigoyen por el solo hecho de sustentar una posición distinta a la suya.

Los técnicos de la Policía Federal, por otra parte, sostiene que la o las personas que colocaron el artefacto en el coche, conocen muy bien su oficio. La técnica empleada, informó un funcionario policial, demuestra un grado de sofisticación que no había sido instrumentado hasta el momento en nuestro país. En este caso, la carga explosiva (quizá, se dijo, una bomba plástica similar a las utilizadas por la Organización del Ejército Secreto —OAS— de Francia) fue colocada dentro del motor del automóvil.

Las críticas a las reformas a la Ley de Asociaciones Profesionales formuladas por Solari Yrigoyen, difieren de las críticas que formula la Juventud Trabajadora Peronista. La impugnación del senador radical parte de la vieja concepción liberal de que «los sindicatos no son organismos políticos», y que «una cosa es que los sindicatos tengan pronunciamientos políticos y otra muy distinta es la imposición a los sindicatos de una política partidista». Concepción que también comparte la izquierda liberal, nucleada alrededor del llamado Movimiento Nacional Intersindical. Solari Yrigoyen, por ejemplo, abogó por «la unidad del movimiento obrero y por su organización democrática’, pero recordó con entusiasmo la política sindical del presidente lllia. Un ejemplo, en realidad, que deja mucho que desear…

Sin embargo, no son estas cosas las que preocupan a la burocracia. Lo que provocó la furia de Lorenzo Miguel no fue el recuerdo del anciano ex presidente radical, ni la erudita exposición sobre historia laboral que hizo Solari Yrigoyen. Lo que molestó a los burócratas fue, por supuesto, el ataque a sus privilegios. El cuestionamiento de sus sillones. De sus posiciones antipopulares.





El miércoles pasado, al mediodía, una poderosa bomba estalló en el automóvil del legislador, que debió ser internado de urgencia. Días antes, en el Senado, Solari Yrigoyen habia fustigado la acción de la burocracia sindical. Lorenzo Miguel, que asistió al debate sobre las reformas a la Ley de Asociaciones Profesionales, calificó al parlamentario radical con duros términos. Los técnicos policiales aseguran que el artefacto explosivo puede tener mucho que ver con los que utilizaba la OAS, organización derechista de Francia.




Fuente: “Atentado a Solari Yrigoyen: ¿Quiénes pusieron la bomba?” en la Revista El Descamisado Año I – N° 28, 27 de noviembre de 1973.

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