La crisis económica social, afecta hoy a la totalidad de la población
laboriosa, fundamentalmente a los sectores asalariados de la ciudad y del
campo, a los pequeños y medianos agricultores. Afecta asimismo al comercio y a
la industria nacional que sufre serias paralizaciones y quiebras, en progresivo
y alarmante ascenso a medida que se acelera el proceso de empobrecimiento de la
población trabajadora. El desalojo en masa es ya una triste realidad en nuestro
país, donde existen alrededor de 800.000 desocupados, y otros 500000
trabajadores rurales que carecen de fuentes de trabajo permanentes, padeciendo
un estado de semidesocupacion crónica y regimenes de salarios irregulares e
insuficientes y precarias condiciones de vida.
Un gran sector de la agricultura, los agricultores
arrendatarios, puntales de la economía y la vida nacional, alrededor de 200.000
familias, trabajan en precarias condiciones de estabilidad, y se hallan amenazadas
de desalojo de las parcelas en las que producen. Ello se debe a los continuos
ataques y deformaciones que ha sufrido en los últimos tiempos la legislación
agraria y a la falta de prorrogas de los contratos de arriendos por Gobiernos y
Parlamentos que permanecieron insensibles a los reclamos de los sectores del
trabajo, y si en cambio, fueron sensibles a las presiones de los grupos del
privilegio retardatario del latifundio y la especulación monopolista. El éxodo
campesino continúa hacia las ciudades y mientras proliferan las Villas Miserias
con sus tremendas secuelas, nuestra fértil campaña se despuebla, descienden las
áreas de siembra y producción agropecuaria forestal, a límites inconcebibles para
nuestro país, que fuera considerado otrora "la canasta de pan del
mundo". Frente a esta deplorable situación, medio millón de jóvenes
agrarios hijos de antiguas familias de chacareros que forjaron la agricultura nacional,
reclaman desde hace años, tierras para trabajar en condiciones razonables que
les son negadas sistemáticamente por los grandes propietarios latifundistas,
mientras el Consejo Agrario Nacional esta paralizado.
Las enfermedades sociales proliferan en el país, en
particular en el campo, como consecuencia de las pésimas condiciones de vida,
vivienda y trabajo de vastos conglomerados. El Mal de los Rastrojos esta
cobrando millares de victimas humildes en una de las regiones mas fértiles del
campo argentino; el Mal de Chagas aumenta continuamente, existiendo en la actualidad,
según cifras oficiales, la aterradora cantidad de 1.200.000 personas afectadas
del mal; la mortalidad infantil va en constante crecimiento, existiendo
regiones con porcentajes que superan a 200% en Tucumán, Salta, Jujuy, Chaco, y
en las villas de emergencia del gran Buenos Aires o Rosario.
Esta dramática situación económica social, no es producto de
una maldición bíblica. Por el contrario Argentina tiene el privilegio de contar
con abundante recursos naturales, como muy pocos países de la tierra pueden
ofrecer. Nuestro país esta dotado de enormes extensiones de tierra fértil de
excelente calidad; cuenta con un clima propicio para la explotación agrícola
ganadera y forestal. Pero esta tierra se halla monopolizada en manos de pocos latifundistas,
que obstruyen obstinadamente el paso hacia el progreso y la democracia social
que todos anhelamos.
Para superar la actual crisis agraria y nacional nuestro país
cuenta con las fabulosas riquezas potenciales de su privilegiado suelo, clima,
de los ríos y mares que circundan. Procediendo con energía a rápidas reformas
en el régimen de explotación y tenencia de tierra, facilitando en condiciones
razonables, a precio barato y no especulativo a quienes la trabajan o quieren
trabajar a; en solo un quinquenio se puede duplicar con facilidad el monto de
nuestra actual producción agropecuaria, forestal y pesquera se podría reunir de
allí los recursos y divisas necesarias para sacar a la Nación de la crisis y
abrirle el camino hacia la prosperidad, el progreso y la democracia. Pero para
ello, se requiere erradicar definitivamente de la conducción política, económica
y social a los personeros del latifundio, impermeables a todo progreso: de los
monopolios extranjeros y nacionales; poner fin a los nefastos planes del Fondo
Monetario Internacional, y de las interesadas teorías de la "libre
empresa" y 'libre contratación" que son las que en definitiva han
determinado el agravamiento general de la antigua crisis estructural del país,
a los limites deplorables de actualidad.
Para lograr estos objetivos esenciales, el país, y sus
grandes mayorías populares, reclaman del nuevo gobierno que restablezca la plena
vigencia de la democracia y la sanción de medidas y leyes, entre las que debe
ocupar un lugar preferente la ley de Reforma Agraria Integral. Mediante esta
medida trascendental que reclama desde hace anos el campo argentino, se lograra
afincar definitivamente a los productores agropecuarios eliminando el fantasma
de los desalojos, se lograra consolidar la familia agraria, evitar el éxodo de
los muchachos y muchachas que emigran a las ciudades o carecen de ocupación
estable: se terminara de una vez con los leoninos arrendamientos que hoy despojan
a los agricultores del fruto de su trabajo.
Fuente: “Así, no puede seguir” por el ex Diputado Nacional de Mendoza, Dr. Nabucodonosor Santoni en “Propósitos” Año I (quinta época), N°2,
Director Leonidas Barletta, 26 de septiembre de 1963.
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