RESPUESTA:
En primer lugar, quiero señalar, que de ninguna manera somos disidentes con
nada. El grupo de diputados que, en número de nueve, han adoptado la conocida
posición frente a la Ley Nacional de Energía, son consecuentes con el programa
de la UCR (aquel famoso de Avellaneda, que, me imagino, como muchos otros
conceptos públicos, son poco sabidos y si intuidos) y con la conjunción del 23
de febrero de 1958. De manera que, amable pero enérgicamente, quiero señalar
esta característico. Somos intransigentes y no disidentes.
En cuanto a las consecuencias políticas,
indudablemente que toda contestación esta acondicionada a un factor, por el
momento, insuceptible de ser manejado y es el tiempo. El Porvenir dirá
exactamente cuál será la incidencia en la vida política nacional de la actitud
que hemos tomado. Pero podría hablarle sobre un tópico que esta más cerca de la
pregunta y sobre el cual si cabria una contestación más precisa. Es la de que
consecuencias políticas anhelamos nosotros nuestra actitud.
Desde ya y como lo hemos dicho públicamente, la
salida del equipo económico del Gobierno. Los hombres que lo integran proceden
del riñón de la reacción política argentina. Son hombre que pública y
privadamente han denigrado la política popular de Hipólito Yrigoyen, y han
colaborado con el régimen del Gral. Justo. Los hombres de la UCRI no podemos
entendernos con ellos, y el Comité Nacional del partido ha tenido expresiones
fuertes contra ellos. Además el repudio nacional hacia el Sr. Ministro de Economía
y sus colaboradores, excede todo lo conocido hasta el presente.
El cambio de la conducción partidaria es otro de los
objetivos que nos hemos señalado desde el Movimiento Nacional y Popular, que
hemos fundado en Rosario el 24 de septiembre pdo. Hay falta consecuencia con el
programa partidario, hay falta de imaginación sobre el problema del futuro de
la UCRI, y hay una conducta dañosa para el partido al ligarse con el Gobierno,
como si fuera un apéndice administrativo del mismo.
Deseamos el cambio de
conducción y de los hombres que conducen.
Lucharemos para la real vigencia de lo prometido al
pueblo del país, antes del 23 de febrero. Libertad para la expresión de todas
las ideas, inclusive la de aquellos que niegan esta libertad (la democracia,
como el movimiento, se demuestra practicándola), libertad para los presos por
razones políticas y gremiales, libertad para los partidos proscriptos. Es decir,
deseamos cumplir con la palabra empeñada y hacer fe con la militancia política
de toda nuestra vida. No estamos en el limbo. Conocemos la existencia de los
famosos “grupos de presión” y de los no menos celebres “factores de poder”.
Pero entendemos que con ellos, o sin ellos, o en el último de los supuestos,
contra ellos, debemos luchar por la práctica honrada y veraz de la democracia,
sin exclusiones ni privilegios, que solo obtienen como resultado la repulsa
popular hacia el sistema democrático y por ende la pérdida de uno de los
atributos de nuestra nacionalidad. La democracia en la República Argentina, es
uno de los atributos de la nacionalidad, como lo es su territorio, sus símbolos
patrios, su lengua, su pueblo, etc. El país no ha conocido otro régimen en
forma estable que el democrático, mal o bien practicado. Es importante, porque
nadie tiene el derecho de menoscabar ni despreciar la opinión del país,
expresada a través de las urbanas. Y esto es válido, no solamente para quienes
desean el “golpe de Estado”, sino también para quienes propugnan un equipo y
una política sobre el cual el país se ha pronunciado.
Entendemos la necesidad impostergable de asegurar
las mejoras sociales obtenidas bajo cualquier régimen (incluido el peronismo)
como medio de elevación del estándar de vida nuestro pueblo. En aras de un
objetivo nacional y de una suprema
encrucijada puede sostenerse el principio del sacrificio de las clases media y
trabajadora, siempre y cuando que el resultado ha de ser en beneficio de ellas.
Esto sólo puede conseguirse en la medida que el proceso esté manejado por
hombres de clara orientación y sensibilidad popular.
De otra manera, solo se consigue solidificar las
estructuras de la injusticia social y por ende una invitación a la desesperación
y a los extremismos. Es fundamental la lucha por el mejoramiento del nivel de
vida de los argentinos, por el valor que representa en sí mismo y por las
imprevisibles consecuencias que tendría una política contraria, en el explosivo
momento en que vive el país.
Finalmente y para no extenderme demasiado, promesa
que formulo por imperio del espacio y no por vocación, ya que los políticos de
este país, tenemos una tendencia irrefrenable a extendernos demasiado, una política
internacional de clara orientación americanista, que solo se puede lograr
mediante la complementación política, económica y social de los pueblos de Latinoamérica,
que nos ha de permitir tratar en paridad con los EE.UU. Este es en esencia el
problema de América. Hallar una fórmula que signifique la unidad y solidaridad
americana, pero que no se entienda como una sujeción o dependencia a los EE.UU.
Los caminos son varios de difícil tránsito pero indudablemente posibles.
Igualdad entre los países de América, sin hegemonía de nadie. Cualquier otra
actitud internacional de algún pueblo de Latinoamérica, significa en última
instancia una proclividad sospechosa a dudar del destino de nuestros pueblos.
El resto de los deseos de los hombres del Movimiento
Nacional y Popular de la UCRI, lo diremos con nuestras actitudes públicas y con
nuestra conducta partidaria.
Eduardo Samuel Rosenkantz, Diputado de la UCRI. Integrante del "grupo de los nueve". |
Fuente: "La respuesta de la semana, responde
Eduardo S. Rosenkrantz" en Revista Che Año I - N° 3, 18 de octubre de
1960. Digitalizado por CeDInCI. Centro de Documentación e Investigación de la
Cultura de Izquierdas.
Gracias por publicar esto!
ResponderEliminarEste sería el padre del negador de derechos que hoy vicepreside la Corte?
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