“HAY QUE CONTINUAR CON
LA LEY SÁENZ PEÑA”
“Leo a
Gandhi y a Confucio. No conozco el cine: hace cuarenta años que no piso un
cine…”
Es Amadeo
Sabattini quien habla así de sus autores preferidos, de sus distracciones.
También de otras facetas personales: su quehacer diario, su temperamento… Y,
desde luego, de los problemas nacionales, de la política, del radicalismo.
Siempre reacio a las inquisiciones periodísticas, abre un paréntesis en su
habitual mutismo y accede a decir múltiples cosas para QUÉ.
VILLA MARIA: LA CUEVA
Villa María,
en Córdoba. A dos cuadras de la plaza céntrica, un morocho lugareño –los pies,
dos ratones pardos en alpargatas desflecadas, sombrero en corola suelta- apunta
con el índice: “Ahí nomas, en la primera casa luego de la esquina, vive don
Amadeo”.
Los ojos
hacen tajo para mirar: es la hora en que el sol hace agresivos a los muros. Su
reflejo estrellea sobre las chapas de la puerta: “Dr. Amadeo Sabattini,
cirujano”. Debajo, otra: “Alberto Sabattini, cirujano”.
La mucama
indica: “El doctor no atiende por aquí. Tiene que ir por la otra puerta”.
Al entrar,
una sala pequeña de recibo: paredes pintadas a la cal, descascarándose: en un
rincón, un perchero de roble, largo y endeble; una mesita petizamba, y en su
centro una maceta. Pacientes que aguardan. En las paredes hay testimonios de
esa espera: algunos se entretienen escribiendo leyendas partidarias: “Viva la Unión Cívica Radical”, “Viva Amadeo Sabattini”.
Vuelve al
instante la mucama. Se disculpa. Abre la marcha a través de pasillos por la
vieja casona, rumbo a otra parte: la “casa de familia”. Un “hall” con clásicos
sillones enfundados. Cuadros con pergaminos. El piso, es un tablero de ajedrez:
baldosas en blanco y negro. Por una puerta en arco de medio punto se llega a
una salita: piso de madera sin encerar, sillones con respaldo de esterilia, una
mesa diminuta. Sobre una pared, un desnudo de espalda en sepia, obra de un
pintor italiano, académico e inexpresivo. (Allá por el año ’26 un paciente se
lo dio a Sabattini, en pago de servicios profesionales). No hay otras
manifestaciones de arte, al menos a la vista: no pueden calificarse así dos
paisajes sobre troncos seccionados, de esos que los turistas compran en las
muestras incaicas.
GUARDAPOLVO Y PAÑUELO
BLANCO
Llega el
dueño de casa a la pequeña sala: alto delgado, guardapolvo blanco no demasiado
blanco—, pañuelo atado al cuello, el andar campechano, el rostro triangular, el
cabello canoso. Y un rictus nervioso en la comisura de los labios.
Está allí, a
pocos pasos, el as intransigente radical de Córdoba, que aspira su acción más
lejos: Intransigencia Nacional se denomina el movimiento interno que ha
promovido Sabattini. Frente a él desfilan, raudos, sus perfiles biográficos. No
es cordobés, como supone la mayoría: nació en Buenos Aires, en el año 1892;
madre, argentina; padre, italiano, que emigró a estas tierras. Se recibió de
médico a 22 años. Se casó a los 25, y tiene cuatro hijos, un varón y tres
mujeres. Aquél lo reemplaza ya en el consultorio; las hijas le han dado diez
nietos. Otro recuerdo más se anuda en su presencia: Sabattini, a quien
Marianetti llamó una vez "El Largo Caballero de la Argentina"
(aludiendo al político hispano desaparecido), fue en Córdoba un gobernador
inolvidable. Sus partidarios exaltan su obra de cuatro años. Los cordobeses
todos coinciden en señalar sus rasgos de ese entonces: fue un gobernante que no
vistió traje de etiqueta, que nunca usó el automóvil oficial, y que al irse
dejó la administración con superávit.
MOMENTO ARGENTINO
En los
últimos tiempos, el doctor Sabattini se ha mantenido: recoleto, en su rincón de
paz, Villa María. Se mueve poco, pero observa mucho... Vale la pena averiguar cómo
andan sus pensamientos sobre cuestiones vivas, palpitantes. Y se establece el
diálogo:
— ¿Cuál es su juicio sobre la forma
en que el gobierno provisional está encarando problemas urgentes del país?
El gobierna
provisional hace lo que puede. Tenemos la obligación de cooperar con él para
afianzar la democracia en la República. Y esto debe decirse sin declinar un
ápice en nuestra posición intransigente, que es necesario proclamarla para que
mañana no haya equívocos en las interpretaciones. No hemos transado con nadie
en 45 años de acción política y no transaremos hasta el final, tampoco.
— ¿Cómo ve el radicalismo cordobés la
labor de la Junta Consultiva?
—Este cuerpo
asesor implica apoyo al gobierno provisional, y eso es, sin duda, Siempre que
no se pretenda en lo que Hipólito Yrigoyen llamaba el contubernio.
— ¿Cuál la tarea más urgente del
gobierno revolucionario a su criterio? ¿Cuáles sus dificultades?
—Estimo que
su dificultad mayor es su heterogeneidad que torna muy ardua la tarea específica
de gobernar. Por eso su acción tiene que ser brevísima y su tarea inmediata la revisión
de los padrones para llamar cuanto antes a elecciones. La función primordial de
este gobierno volver el país a la normalidad, tarea que está llevando a cabo y
que merece un homenaje sin reservas de nuestra parte.
— ¿No cree que peligraría, quizás, la
revolución, si se llamara de inmediato a elecciones? ¿Por otra parte, la qué
ley electoral se ajustaría el comicio?
—Como
radical, soy de la ley Sáenz Peña. Sin embargo, creo que lo único importante es
llamar a elecciones inmediatamente. Es la demora lo que puede hacer fracasar la
revolución.
LAS PERSPECTIVAS
RADICALES
El enfoque
del doctor Sabattini dice como "de la mano" a otras preguntas, que
contesta a sin reparo:
— ¿Confía en que un llamado a
elecciones daría el triunfo a su partido?
—Creo que la
mayoría de los engañados por el régimen depuesto en la Unión Cívica Radical a
una fuerza política auténticamente nacional, y se sienten identificados con
nuestro ideario. En todo caso, el radicalismo defenderá siempre, de manera
integral, los derechos de los trabajadores. Si el triunfo comicial no fuera seria
porque el país, en su estado actual, no pretende —o no merece… Otra en tal caso
habrá que tener paciencia y seguir la prédica.
¿UNIDAD?
— ¿Confía en que las próximas
elecciones hallaran a un radicalismo unido?
La unidad
radical es necesaria para salvar al país; pero hay mucha que atenta contra la
unidad del partido y que debido a su esta excluyendo de sus filas a fuerzas ponderables,
un tanto conservadoras, pero que tienen derecho a ocupar una posición dentro
del radicalismo.
¿Entiende usted que eso era
inevitable a causa de la heterogeneidad de componentes partidarios?
—No, de ningún
modo. Creo que hay mala voluntad en las partes, sobre todo en la que corresponde
al Comité Nacional, el cual, premeditadamente, de plano al Partido, olvidándose
que la agrupación unida significaría el triunfo de la Unión Cívica Radical en
toda la República y preponderantemente de los intransigentes. Espero que estos
buenos correligionarios recapaciten y den solución al problema nacional, que es
el del radicalismo desde el año 1930. Además es oportuno repetirlo: el
radicalismo de Córdoba no quiere nada y lo da todo.
LA CONSTITUCIÓN Y LA
IGLESIA
El temario
de la es amplio, va surgiendo espontáneo. Sabattini es explicito, "está en
su día" de locuacidad frente a QUÉ.
— ¿Cuál es la posición de los
radicales cordobeses frente a la reforma de la Constitución?
— ¿De qué
reforma me hablan?... No hay más Constitución que la del 53. Una dictadura no
puede reformar nada. La mal llamada Constitución del 49 es un atropello que
hizo una dictadura a la Carta Magna del 53, para perpetuarse.
Eso es todo. Ya lo entendieron así desde el
comienzo Los convencionales radicales Moisés Lebensohn y Donato del Carril
cuando, en la sesión preparatoria del 14 de enero de 1949, impugnaron a la convención
y los títulos de sus miembros
Hay problemas que han quedado en pie;
entre ellos, la del Estado frente a la Iglesia. ¿Qué solución propiciaría
usted?
—Eso no es
un problema, no debe serlo—. Nadie, y por nada, debe encarar en esta hora un
problema que pueda afectar a la nacionalidad- La consigna virtual debe ser
esta: nada que divida a la familia argentina. A su hora ya decidirá el pueblo
lo que quiera. Por el momento... nada.
—El mismo concepto aplica, por
supuesto a la cuestión divorcio...
—Exactamente.
— ¿Alguna definición suya sobre el tópico?
Bien. Yo no
me opongo a que el que se quiera casar dos veces o más, si ello le place, lo
haga. Pero... ¿Conoce el cuento aquel, tan difundido, de San Pedro? Se lo
contaré. Se muere un señor, llega a la puerta celestial y le dice a San Pedro
que quiere entrar. El santo guardián le indaga: "Y usted, ¿qué méritos ha
hecho?" "Yo fui casado... "Adelante, es suficiente",
contestó San Pedro. Otro aspirante estaba haciendo cola, y entonces pensó en
franquearse sin más ni más la puerta, con ese ejemplo. Cuando San Pedro le
pregunta sus méritos, responde, rápido: "¡Me casé dos veces!" "A1
infierno, por zonzo", sentencia el Santo.
LOS OBREROS, EL AGRO,
LOS EMPRESTITOS
—Volviendo a los temas candentes (además
del infierno…) ¿Cómo aprecia la intervención a la C. G. T.? ¿Cree usted que
peligra la unidad obrera?
—No. La C.
G. T. había dejado de una entidad gremial para estar at servicio de una política,
y de una política totalitaria. Hoy debe organizar sus cuadros al margen de toda
actuación política, atendiendo exclusivamente a los intereses gremiales y sin
olvidar el lema: "para ser fuertes hay que mantenerse unidos". Los
problemas del trabajo deben ser encarados con energía por el gobierno, pero con
un criterio de estricta justicia, a fin de impedir la formación de grupos. La
sociedad debe ser un todo orgánico, donde cada uno contribuya a desempeñar una función
armónica, regida solamente por la justicia y el derecho; y los que más necesitan
ese amparo pertenecen en nuestros días a la clase trabajadora. EI radicalismo
ha demostrado una preferente inclinación por los obreros; les ha recordado
siempre, sin embargo, que el mayor bien que podrán poseer no es el material sino
el espiritual, al cual se llega por la educación y la cultura.
— ¿Querría hacer alguna referencia especial
a determinado núcleo del trabajo, quizás a los hombres del agro?
Si, por
cierto. ¿Cómo no habré de hacerlo, si considero que el problema argentino es,
en todo o en gran parte el problema del agro? La industrialización del país es
lo que ha traído la bancarrota de nuestra economía. Tenemos la suerte de contar
con una extensión de tierra sin igual, que nos permite ser el granero del
mundo, y es por haber olvidado ese privilegio que equivocado hemos el camino de
nuestra economía. Hace 45 años que vengo dando apoyo a los trabajadores de la
tierra, que han vivido sin protección bajo la dictadura. Aunque es preciso
recordar que también poco hicieron los gobiernos del fraude antes de la época
peronista a favor de los trabajadores. Si alguien debe ser privilegiado en
nuestro país, es el trabajador de campo: es él quien debe gozar de todos los
derechos, porque es la célula básica de nuestra economía, y es precisamente a él
a quien se le han negado todos los derechos.
AJUSTARSE EL CINTURÓN
— ¿Cuáles serian, a su juicio, los
medios viables para revitalizar el agro? ¿Acaso el empréstito?
—De ningún
modo. Habrá que ajustarse el cinto y hacer producir nuestras fuentes de
divisas, sin acudir en ningún momento a la bolsa yanqui. Yo no transe nunca con
ese criterio: lo que nos dan no es más que los intereses de lo que nos llevan.
Sostengo que hay que llevar a cabo una reforma agraria y propender a la
formación de cooperativas de productores, que protejan el trabajo del campo
tanto de la tiranía de los monopolios como de la absorción estatal.
Ha
transcurrido el tiempo. Pero Sabattini se apresura a retomar el hilo de la
charla, sobre diversos tópicos. Habla de los estudiantes.
—Yo recomiendo a los muchachos
universitarios que no se apuren, que no se atropellen, que no exijan demasiado.
Esta gente
(la del gobierno) se halla bien intencionada, pero hay que darle tiempo.
UN POCO CASCARRABIAS
Don Amadeo acusa, claro está, el
andar del tiempo, aunque se advierte en él cierto afán juvenil: la mirada
vivaz, el ademan inquieto y algunos signos de irritabilidad, muy propios de los
años.
Responde, empero, fluidamente, a
indagaciones de “orden personal”:
—Me levanto
a las 7. Atiendo el consultorio hasta las 12 o 13. Almuerzo, duermo la siesta.
Desde las 15 a las 21 atiendo a los correligionarios. Minutos después de esta
hora, ya estoy en cama.
— ¿Vive con sus hijos?
—No, vivo
solo. Veo a mis nietos todos los días, pero no más de diez minutos.
—Al decirlo se entremezclan la
irritabilidad y la ternura—
.
—Me alegran,
pero no me dejan trabajar, de modo que diez minutos son bastantes…
— ¿Es muy cascarrabias, doctor?...
— ¡Sí
bastante!... (Risas).
La “confesión” se prolonga unos
momentos. Lecturas, distracciones, al tenor ya transcripto. Hay una vuelta al
tema de los libros.
— ¿A quien lee, con preferencia, de
los argentinos?
—A Ricardo…
—… ¿Guiraldes?... ¿Rojas?...
—Bueno…; a
los dos… pero, esencialmente, leo sobre mi especialidad.
—Sabattini es ginecólogo.
MUJERES Y “MOROCHOS”
DEL PARTIDO
— ¿Qué piensa de la mujer, no ya como
médico, sino como político?
Estoy muy
satisfecho de las mujeres que actúan en el radicalismo y de su conducta cívica.
Tanto ellas como los “morochos” de Córdoba, de quienes poco se acuerdan al
hablar de esta revolución, han desempeñado un papel magnifico. La Casa Radical
abrió sus puertas para repartir armas, y los que fueron a buscarlas no han sido
los representantes de las clases pudiente: han sido los “morochos”, esos
morochos de alpargatas y de ideales que tenemos dentro del partido y que, día a
día, hacen la patria.
UN “POPURRÍ” FINAL
La entrevista concluye. Ya en la
puerta, el doctor Sabattini subraya:
—No hay que
dejar de lado el asunto constitucional. En el país no se conoce la Constitución.
Hay que estudiarla y difundirla. Yo lo haría estudiar de la misma manera que
los chicos estudian el catecismo.
Ya “al pie del estribo”, una pregunta
más:
— ¿Quiénes
serian los candidatos a la Presidencia de la Nación por el Partido Radical?
—Sostener
hoy una candidatura es atentar contra la revolución. Hay que pensar menos en
las candidaturas y colaborar con los hombres del gobierno revolucionario.
LO DIJO EN QUÉ, HACE 9
AÑOS
La despedida se prolonga aun otro
momento.
— ¿Cuál es
su posición con respecto a política internacional?
–Esencialmente en el orden
internacional no estamos con nadie. Ni con el totalitarismo ruso, ni con el
imperialismo yanqui. En la tercera guerra mundial que se avecina también
seremos neutrales. Entendemos que más vale una gota de sangre argentina que
todos los causantes de las luchas fratricidas mundiales”.)
La entrevista se cierra. Y es
Sabattini quien pronuncia las últimas palabras.
Para no menoscabar del todo su fama
de parco, y hasta de “mudo”, reflexiona en voz alta:
—Por lo general, no hablo. Hoy me encontraron
predispuesto a hacerlo…
La verdad es ésa: Sabattini habló
mucho.
Fuente:
Sabattini precisa: “Llamar a elecciones a la brevedad posible” en Revista Qué
Sucedió en 7 días, Año II, Nº 65, 11 de enero de 1956.
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