Sonreía cuando lo identificaban como "el más
peronista de los radicales" al escucharlo, con verbo inflamado, indicar
caminos hacia el desarrollo con justicia social recorriendo las barriadas más
humildes, como al inaugurar, hace largos años ya, sus ateneos
"Perón-Yrigoyen".
Melchor dejó huella entre aquellos políticos que han
vivido para y no de la política, quienes daban todo de sí en gestas que no
significaban otra cosa que la lucha por una Patria grande.
Las cinco ciudades que conforman el partido de San
Isidro, cuyo pueblo lo eligió cuantas veces se postuló como intendente, se
conforman por un grueso de sectores con importante acervo cultural e informativo,
una síntesis social del país por albergar una notable diversidad.
¿Que llevó a esa ciudadanía a confiar en este
dirigente desde que tuvo nada menos que 25 jóvenes años, en este luchador
incansable que supo portar como un blasón el ser castigado por sectores del
poder político o económico por rebelarse a sus mandatos calificándolo de
caudillo o adjudicándole cuanta calificación ideológica cupiera?
Ciertamente, "El Cholo" Posse era
inclasificable para aquellos con estructuras rígidas de pensamiento o intereses
lejanos a los de las mayorías, médico pediatra que atendía gratuitamente a los
niños de su Beccar natal y que sabía brindar al mismo tiempo alta calidad de
servicios públicos a los sectores más exigentes.
Fue parte de aquellos para quienes el progresismo no
era útil en los discursos, sino en los hechos a partir de sus gestiones con
criterios claros de desarrollo y políticas tributarias de equidad social.
Un dirigente que desdeñó la mera obtención de cargos
si no le significaban una trinchera para el combate por sus ideales.
De hecho, no le importó abandonar la Anses, en un
cargo que para muchos significa apenas "una caja para hacer política",
luego de aplicar eficiencia y honestidad a su gestión desde su larga
experiencia como administrador de bienes públicos, creyó que lo correcto era
aplicar ese sobrante a sus auténticos propietarios: los jubilados, aun
contrariando al Presidente y al propio Fondo Monetario Internacional.
Con Melchor Posse se bate en retirada una raza de
políticos de estirpe, aquellos que subordinan sus ambiciones o alineamientos
personales en pro de sus sueños, nuestros sueños.
Fuente: “Recuerdos de un hombre que combatió por sus
ideales” por Arturo I. Flier para La Nación del 17 de enero de 2005.
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