Eva Perón irrumpió en el panorama político argentino con la
fuerza de un meteoro que cruza el universo sin mas bagaje que su inmensa sed de
justicia y su voluntad sin freno por restañar heridas, paliar dolores y
conjugar lagrimas a cualquier precio, porque en muchos momentos acorralo derechos,
conquistando al mismo tiempo odios y difamación.
Eva Perón tenía ese fuego sagrado que solo los predestinados
poseen. Era una autentica exponente del pueblo. Por eso encendió pasiones
incontroladas.
Muchos la veneraron con delirio y otros hicieron de sus
errores el fundamento de su odio.
Eva Perón poseía una singular belleza, una fuerza
irresistible de atracción y una voluntad para el trabajo que estaba en relación
inversa con la fragilidad de su figura.
Eva Perón nos enseñó que para comprender al pueblo, para
sentirlo y para interpretarlo no se necesitan títulos académicos, no se
necesitan títulos universitarios, ni siquiera estudios especiales; basta con
haber tenido que sentir la injusticia y no olvidarla. (¡Muy bien! Aplausos.)
Basta con haber vivido el dolor y mantener el corazón abierto; por eso su
pueblo peronista la venera y por eso yo la comprendo y respeto. (Aplausos.)
El país vive momentos muy difíciles. Por eso no quiero
terminar este breve pero sentido homenaje sin formular un deseo que es mas bien
una esperanza: que la figura de Eva Perón cuya vida, obra y sacrificio ya
valoramos en su verdadera medida, sea el lazo de unión para estas mayorías
populares y sirva para que todos juntos -como dice nuestro presidente Alfonsín-
y unidos a todas las demás expresiones del pueblo, podamos de una vez por todas
iniciar el camino de la conciliación, de la paz y del trabajo que con tanta
urgencia La patria nos reclama. (Aplausos prolongados. Varios señores diputados
rodean y felicitan a la oradora.)
Fuente: “Homenaje a Eva Perón” de la diputada Florentina Gómez
Miranda Cámara de Diputados. Diario de Sesiones, 9 de mayo de 1984-
Tomo I, 1984, p. 418.
No hay comentarios:
Publicar un comentario