El Dr. Despouy habla de forma pausada y cordial, su amable
acento puntano es característico, se expresa con la sencillez y la gentileza
que otorgan la sabiduría, eligiendo cada palabra y utilizando por momentos,
términos literarios que decoran lo que dice. Su condición de hombre público
hace que esté acostumbrado a dar entrevistas; pero en este diálogo con Estilo
CAJA, habla no sólo de su labor profesional, sino también de su vida personal,
delineando un perfil más que interesante.
Usted tiene una
reconocida vida pública y un notorio trabajo internacional, remontémonos a los
orígenes, ¿Dónde nació y como llega
a estudiar Derecho en Capital Federal?
Bueno, yo nací en la provincia de San Luis, si tuviera que
definirme, diría que soy provinciano y por lo tanto tengo corazón paisano, esto
es así pese a que he vivido gran parte de mi vida en el exterior. En forma
seguida casi diez años durante mi exilio, pero más allá de eso he mantenido una
constante vida internacional, por lo que ha habido años en los que un cuarto
del tiempo me en encontrado en Nueva York, Ginebra o Washington por ejemplo. A
su vez, cuando he tenido funciones de relator especial de las Naciones Unidas
he pasado mucho tiempo visitando países africanos, asiáticos.
Provengo de una familia lugareña, nací en una casa que
todavía existe, que es de 1912 y está justo a la entrada de San Luis. De mi
casa hacia el oeste está la ciudad y hacia el este el campo, toda mi infancia y
mi primera adolescencia la pasé ahí, en el campo. Me crié con hijos de hacheros,
mi padre tenía feria y en esa época no había camiones, entonces venía la gente
trayendo el ganado, y me encontraba con seres muy primitivos, muy poco
sociables. Recuerdo particularmente a un personaje al que llamaban “nochero”
porque sólo se acercaba a hablar de noche, y siempre medio escondido entre las
sombras que podían producir la luz mortecina de algún umbral de las
habitaciones de “Villa Hortensia”. Todas estas cosas hacen que me reconozca mí
mismo como un corazón paisano.
Después, cuando ingresé a la “vida social”, lo hice muy
rápidamente, cuando comencé a estudiar en el Colegio Nacional, donde también
asistían mis hermanos. Ahora por otra parte, creo que mi vocación de abogado
nace de la vida que me tocó transitar; inspirada por el mundo en el que vivía,
de tinte social y político, siendo hijo de abogados y mis parientes que se
dedicaron a la política también son abogados. Vengo de una familia muy
política, el hermano de mi madre había sido gobernador de la provincia, mi
padre también fue Diputado provincial por la UCR -en ese momento el único que
tenía el partido- y luego Diputado nacional.
En la “vida de provincia” de esos años a uno se le agotaban
las posibilidades a los 18 o 19 años, entonces lo lógico era irse a estudiar a
afuera, generalmente las carreras clásicas, Medicina, Derecho, Ingeniería,
Odontología, no había otro tipo de carreras como hay ahora. En aquellos años
era muy común estudiar en Córdoba, yo terminé en Buenos Aires porque mi padre había sido Diputado nacional y
había comprado un departamento en Capital Federal. Aquel departamento se lo
quitaron durante el gobierno de Onganía, así, sin más, se lo quitaron, entonces
yo terminé viviendo en una pensión para estudiantes de provincia. Y tuve mi
experiencia de estudiante como tantos otros chicos de provincia, aprendiendo
algunas técnicas para sobrevivir, vivíamos todos igual, comíamos todos lo
mismo, era de lo más democrático. Nos enamorábamos y las novias ayudaban un poco
a sobrellevar todo ese despojo que siente un provinciano viviendo tan lejos de
sus orígenes.
Una vez recibido y ya
instalado en Buenos Aires, ¿En qué momento parte exiliado hacia Europa?
Bueno, cuando comencé a estudiar Derecho, al principio
realicé una carrera normal, pero me adelanté hacia el final, de modo que me
recibí a veintiún años. Empecé a trabajar de inmediato en las defensas
políticas de la época y al poco tiempo me tuve que ir del país. Estamos
hablando de la época de la Triple A, cuando empezaron las amenazas, asesinaron
a algunos abogados amigos, colegas con los que yo trabajaba, aparecí en la
famosa “lista” y decidí irme. En ese momento yo me ocupaba mucho de la defensa
de los exiliados políticos de la Argentina, trabajé en la famosa Asociación
Gremial de Abogados, institución que hacía defensas gratuitas para
latinoamericanos que eran perseguidos políticos en ese momento. En este marco
realicé muchas defensas, entre ellas participé de la aquella que se llevó
adelante no sólo por los argentinos, sino también por otros latinoamericanos
que habían entrado en la embajada argentina en Chile al momento del golpe de
Estado en ese país. Entonces a partir de un recurso de Hábeas Corpus, logramos
que las personas que estaban “varadas” en el Hotel internacional de Ezeiza,
pudieran quedarse en el país. Lo que sucedió en aquel momento es que no podían
abandonar ese hotel porque Perón les había otorgado en asilo diplomático, pero
no el territorial. Así fue que se hizo la presentación del recurso ante el Juez
Miguel Inchausti quien ordenó la liberación de esa gente, y después el Senado
le negó el acuerdo por haber hecho lugar a aquel Hábeas Corpus.
Digo todo esto porque en el año 1974 asesinan a Silvio
Frondizi el día en que teníamos una defensa conjunta, éramos co-defensores y él
nunca llegó a esa reunión, no se presentó a la defensa y lo tuve que “cubrir”.
Por este motivo la Jueza que lleva adelante la causa por su desaparición me
llamó a declarar recientemente. Al poco tiempo de su desaparición, durante el
mismo año, en el ’74, me tuve que ir de la Argentina porque la situación era
muy complicada.
¿Cómo vivió el exilio
y cómo comenzó su actividad en las Naciones Unidas?
Me fui a Europa, a Francia, pensando que iba a volver
pronto, cosa que no sucedió sino hasta el retorno democrático de 1983. Al poco
tiempo de mi llegada me encontré con algunos artistas argentinos y de otros
países latinoamericanos, que también estaban exiliados y habían hecho un pacto
de solidaridad con Chile, encargándose de difundir lo que estaba pasando en los
países de Latinoamérica. Así fue como brindé testimonio sobre lo que estaba
sucediendo en Argentina en el Tribunal Russell, que era un tribunal muy
importante de opinión al respecto.
Hace poco se publicó el libro “El derrumbe del
negacionismo”; dónde, en uno de los capítulos se analizan los orígenes del Plan
Cóndor en la región, casos de refugiados uruguayos en Argentina y por primera
vez se publican las actas del Segundo Tribunal Russell con mi testimonio.
Cuando lo leo, juro que me produce escalofríos, ya en ese
momento pasaban cosas muy graves en el país, era el preludio de lo que vendría
con el Golpe de Estado de 1976.
En su momento, gran parte de mi actividad en el exterior fue
la de colaborar en la Red de Solidaridad para sacar gente de los países de
América donde había habido Golpes de Estado o había persecuciones incluso antes
de los golpes como es el caso de Argentina.
En este marco ya se traslada mi trabajo internacional a la
rama de defensa de los Derechos Humanos y lo que hacía era denunciar ante
Organismos Internacionales lo que pasaba en la Argentina. Así empiezo a
participar intensamente en la tarea emprendida por estos Organismos, ya fuera
facilitando el testimonio de la gente que iba llegando a Europa, y tenía cosas
para contar, como prestando testimonio yo mismo sobre las cosas que sabía. Por
un lado, en calidad de abogado defensor, pero también en ese momento como parte
de una militancia política muy activa, que no podemos decir que fuera orgánica,
debido a que la situación no lo permitía. Pero siempre he sido radical, trabajé
mucho en el exilio con Hipólito Solari Yrigoyen -quien también fue perseguido
por la Triple A y sufrió varios atentados- realizando el trabajo militante que
podíamos: el de constante denuncia sobre las violaciones a los derechos humanos
que se estaban llevando a cabo. Por otra parte, milité en el Partido Socialista
de Francia, de forma muy activa, participé de las elecciones,
voté y fui elegido, no en cargos públicos, pero sí en cargos partidarios; lo
recuerdo con mucha emoción, incluso conservo hoy en día la tarjeta, el carnet.
Después llegó el momento en el que pude ser funcionario de
las Naciones Unidas, entonces comencé a trabajar como funcionario técnico en el
área de la defensa y la protección de los Derechos Humanos. Fui convocado
precisamente por mi experiencia en el tema y porque me había dedicado mucho a
combatir este tipo de situaciones en las que los países declaran el Estado de
sitio, crean una serie de normativas y se apartan del Estado de Derecho. En ese
momento hubo un conflicto con la ONU, porque el gobierno argentino planteaba
que si yo era un opositor, un “enemigo público declarado” o ese tipo de
adjetivos que utilizaban, Naciones Unidas no debía contratarme a mí sino a
personal neutral o a favor del gobierno. Lo cierto es que dejé el cargo y me
puse a trabajar en Francia, en el Parlamento, aún sin tener la nacionalidad
francesa - que si bien hubiera podido sacarla porque mi abuelo era francés,
nunca lo hice-.
En este punto, siguiendo con el tema de las denuncias,
testifiqué ya no sólo como víctima, sino como funcionario del Parlamento
francés, y todo el grupo de exiliados buscábamos constantemente dar conocer la
situación de Argentina ante los ojos del mundo.
La emoción se evidencia en su voz cuando habla, como un
doble juego de sensaciones: por momentos el tono es fuerte y convincente, de
indignación e impotencia, en otros se vuelve suave y hasta melancólico.
Tras ese episodio con
el gobierno argentino ¿Cuándo reanudó sus actividades en la ONU?
Bueno, cuando cambió el equipo diplomático tras las
elecciones y la vuelta a la democracia en el ’83, retorné inmediatamente al
país y comencé a trabajar en la
Cancillería, siendo designado Embajador, responsable del
tema de Derechos Humanos.
De ahí en adelante me nombraron Presidente de la Primera
Conferencia Internacional de Estados Partes en la Convención contra la Tortura
y al mismo tiempo Relator Especial de la ONU encargado de confeccionar cada año
la lista de países bajo Estado de Sitio o de Excepción, cargo que ocupé durante
doce años.
He visitado gran cantidad de países en calidad de experto
sobre distintos temas. Este tipo de cargos se le ofrece a un experto para que
lleve a cabo una determinada actividad; como decía, durante doce años estuve
encargado de redactar la lista de países que se encontraban bajo Estado de
Excepción, esa labor culminó con la publicación de un libro sobre la temática,
que este año se reeditará con un prólogo de Eugenio Zaffaroni.
Ahora bien, esta actividad fue paralela mis funciones
diplomáticas, cuando terminó el gobierno de Alfonsín en el ’89, dejé mi cargo
de Embajador y empecé a trabajar dentro de la diplomacia de las Naciones
Unidas. En ese momento comencé a trabajar como representante político de la
Secretaría General de la ONU, visité Haití; y ya en el marco del programa de
Fortalecimiento Institucional estuve también como asesor en Paraguay, Guinea
Ecuatorial y Ecuador.
Luego con el triunfo de la Alianza, en el ’99 fui nombrado
Embajador nuevamente y ya durante el año 2001, Naciones Unidas me eligió
Presidente de la Comisión de Derechos Humanos; gran parte de la actividad relativa a ese
cargo la tuve que realizar en Ginebra o viajando por el exterior. Un poco
después, luego de la crisis del 2001, finalizó el gobierno de la Alianza y
renuncié a mi cargo de Embajador en de marzo de 2002 y ese mismo mes me hice
cargo de la Auditoría General de la Nación. Tarea que pensé que realizaría
durante unos tres meses, pero aquí estoy, tras ocho años de trabajo, nunca
imaginé que iba a ser el presidente de la Auditoría que más tiempo ha durado en
el cargo, no estaba en mis planes pero así ha sido.
A partir de ese momento desarrollé dos actividades, la de
Auditor General y la de Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos de
Naciones Unidas, esta vez sobre la independencia de magistrados y abogados. En
ese marco trabajé muchísimo durante los últimos seis años, es una labor muy
ardua porque hay que estar en perfiles constante conocimiento del estado de
jueces y abogados en el mundo, para saber si se están produciendo violaciones a
los Derechos Humanos. Este trabajo además implica la redacción de informes
anuales para ser presentados ante el Consejo de Derechos Humanos y la Asamblea
General de la ONU, donde se debaten públicamente y suelen generar tensiones con
algunos gobiernos, por ejemplo que también hacen sus descargos.
En tercer lugar implica también muchos viajes, visitas a
variados países, uno de los últimos fue el trabajo que realicé en Guatemala,
antes de dejar el cargo; la Relatoría pasó a manos de la Jueza brasilera
Gabriela Carina Knaul de Albuquerque e Silva, en agosto de este año.
Asumió la presidencia
de la AGN en 2002, cuando el país estaba en una situación muy delicada. ¿Cómo
fueron esos comienzos?
Se acomoda en la silla y suspirando empieza a responder:
Fue muy intenso, comenzó en un período crítico, como fue el
año 2002, en plena crisis, cuando la política era una mala palabra y a la
Auditoría se la asociaba con la política. Lo cierto es que tomé la decisión de
volver de Ginebra, donde como dije estaba trabajando en calidad de presidente
de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, y tomé la presidencia de
la Auditoría. Esto era un caos, no había recursos económicos, tal es así que
nosotros mismos teníamos que comprar o recargar los cartuchos de las impresoras
para que pudieran funcionar, por ejemplo.
A partir de allí comenzó la actividad, había buenos equipos
de profesionales, buenos técnicos que habían sido bastante “depredados” por la
política. Había una Comisión parlamentaria mixta manejada por Cantarero que era
el organismo que funcionaba como nuestra conexión con el Congreso y estaba muy
desprestigiado, todos los días salía algún comentario crítico en los medios, un
situación muy complicada.
Así empezó todo un proceso que yo llamaría de afianzamiento
en el tema del control, desde mi perspectiva en ese momento no había demasiadas
dificultades para auditar porque el Estado no podía “defenderse”. Es decir, los
funcionarios no cuestionaban los informes, no había dinero, porque el Estado
estaba raquítico, no había flujo financiero, se administraba todo de una manera
muy homeopática. Pero de todos modos se pudieron orientar perfiles las labores
de la Auditoría General hacia algunos temas, uno de ellos y quizás el más
importante es el de la Deuda Externa. En ese momento el país estaba muy
endeudado, estaba en default, y nuestro rol importante aquí nace porque los
organismos internacionales no pueden otorgar ningún préstamo si no se hace
previamente una auditoría. Es por esto que en ese momento nos transformamos en
un organismo importantísimo para el Estado, porque no tenía otra forma de
conseguir financiamiento del exterior; entonces nos dieron los fondos para que
pudiéramos funcionar y habilitarlos a conseguir préstamos. Como en un comienzo
todos los fondos que había manejado Cavallo eran préstamos más de ajuste que
para ser utilizados con la finalidad que se proclamaba, no tenían una
aplicación regular. Pero cuando la única posibilidad para el Estado fue la de
pedir préstamos internacionales, con todo este proceso de auditar que implica;
aparece el Comité de Coordinación y es una garantía para que los fondos se
utilicen con una finalidad puramente social y respondiendo a las necesidades de
la gente. Fue una época de una dinámica muy fuerte, porque abrimos una tarea en
función de algo que era una necesidad muy grande del país, en el mismo sentido
auditamos los servicios públicos y creo que fuimos muy útiles. En ese momento
las empresas decían que no podían cumplir con las obligaciones contractuales
debido a la devaluación y a la emergencia económica; y a través de una
auditoría demostramos que habían incumplido, aún en años anteriores cuando el
producto bruto del país crecía. Esto sirvió para que se hicieran
renegociaciones, que además se pudieron dar desde una perspectiva más favorable
para el Estado, porque habíamos comprobado que habían existido irregularidades
que causaron un enorme daño a los usuarios.
Hubo informes de la AGN muy polémicos, demostrando graves
irregularidades en la administración pública.
¿Cuáles cree que han
sido los más sobresalientes?
Destaco el informe que hicimos sobre el Correo que evidenció
que había un comportamiento tremendamente negligente por parte del Estado -de
la gestión de De la Rúa que tenía por ejemplo, la posibilidad de ejecutar una
garantía, una caución de 50 millones de dólares y no lo había hecho. No
obstante eso, después se declara la quiebra no causal, por recesión del
contrato, esto permitió que un tiempo después, ya durante la presidencia de Kirchner
se pudiera reestatizar el servicio. Pero a la vez, al no haber pedido en su momento la quiebra causal, debieron pagarse
altas sumas de dinero por haber rescindido el contrato, porque implicaba un
incumplimiento por parte del Estado.
Algo similar sucedió con la empresa francesa Thales
Spectrum, que tenía la concesión del espacio radioeléctrico, cosa que, al
margen de los incumplimientos, hay que resaltar que somos uno de los pocos
países en cometer el disparate de privatizar el control del espacio radioeléctrico
con todo lo que eso implica.
Ahora bien, el incumplimiento abarcó por ejemplo, que no
realizara el relevamiento inicial de usos y usuarios del espectro
radioeléctrico para detectar los autorizados y no autorizados. La empresa
tampoco puso en marcha el diseño, desarrollo, provisión, instalación,
mantenimiento y gestión del espectro. Todo esto significó además un desequilibrio
económico en perjuicio del Estado por 300 millones de dólares, ya que no se
realizaron las inversiones previstas. El contrato fue rescindido en el 2004 y
hoy en día se está investigando el sistema de coimas que se cobraron desde el
Estado argentino - en ese momento bajo la presidencia de Menem- para otorgar la
concesión del espectro radioeléctrico a Thales Spectrum en el año 1996. Las
investigaciones judiciales están tratando de determinar la triangulación del
dinero que se supone, desde Suiza, pasó por algún “paraíso fiscal” y se terminó
cobrando en Montevideo.
En su momento también fui citado a declarar porque no aparecía
el contrato de concesión, se había “perdido” en un triángulo de las Bermudas
entre tantas idas y vueltas entre el Ministerio de Economía y el Congreso. En
la Auditoría teníamos una copia que fue facilitada al Juez, la verdad que todas
las cosas que pasaron en torno a aquella privatización fueron escandalosas.
Debido al sinfín de irregularidades es que tomó intervención la Oficina
Anticorrupción, en la actualidad la investigación al respecto sigue su curso y
recientemente han citado a declarar a ex funcionarios de Menem.
¿Qué balance hace de
su gestión hasta el momento?
Me parece destacable la modalidad distinta que aplicamos
para desarrollar la labor de la Auditoría que es la publicación constante de
los informes y los relevamientos que realizamos. Antes esto no se hacía y
consideramos que dar a conocer los resultados de nuestro trabajo, suma en
transparencia y en credibilidad, además de generarle una “visibilidad” que este
organismo necesita y una estima ciudadana que nos permite relacionarnos de otra
manera con la sociedad.
Notamos una diferencia en la gente desde el 2002 para acá, en
los medios, la gente manifiesta en el diálogo que sabe que esta gestión -aún
cuando sigue encontrando dificultades en el control- marcó un inicio claro y un
camino planteado con una modalidad muy concreta para dar respuesta a ciertas necesidades.
Todas las semanas aparecemos en los medios, generalmente una vez por mes en
alguna editorial y somos consultados cada vez más frecuentemente.
Pero al mismo tiempo creo que queda muchísimo por hacer,
porque como venía diciendo, el gasto público es cada vez mayor, y todo gasto
público nacional, federal, debe ser auditado y esto constituye un universo más
que abultado. Como tenemos distorsiones presupuestarias tan importantes, porque
uno es el Presupuesto que se aprueba y otro el que se ejecuta, y todo este
volumen importantísimo de fondos que se aplica en subsidios, fondos
fiduciarios, DNU, es donde más dificultades concentramos a la hora de auditar,
porque no se someten a la regla general. Tampoco existe una práctica de
rendición de cuentas, ni la de reasignación de los recursos que se puede
realizar en tanto se rinda cuenta de la utilización, la legalidad y el perfiles
impacto; mientras esto siga así vamos a tener una debilidad en el área del
control, que, aunque cumpla una función muy importante, todavía es
insuficiente.
Si sacáramos una conclusión, sería la necesidad de tener un Estado
público ordenando, generalmente esto no sucede y que hay una falta de
transparencia sobre todo en el manejo de los fondos de libre disponibilidad, o
discrecionales.
En este punto entonces es importante que haya un ordenamiento
de todo lo que tiene que ver con el uso de los recursos públicos, no solamente
fondos, sino también de bienes, y al mismo tiempo que la Auditoría pueda
auditar y funcionar como corresponde. Esto no implica sólo recursos de orden
económico, sino también recursos humanos, este país tiene profesionales muy
buenos pero poca gente preparada en la auditoría gubernamental, sí para la
auditoría privada; en ese sentido, la formación universitaria es generalmente
para administración de empresas, o técnicos en administración etc., el área de
la administración pública está descuidada.
“Mi vocación más profunda está relacionada al arte” Además de una
extensa y reconocida carrera profesional, el Dr. Despouy ostenta una profunda
sensibilidad, al responder sobre su vocación, terminó haciendo referencia a su
gran pasión: la literatura. Es quizás la arista menos conocida de este hombre público,
pero no por ello menos destacable.
Algo quizás anecdótico es que en tercer año del secundario
comencé a hacer teatro; estuve en dos compañías, una que hacía un teatro más
bien romántico, interpretando obras de Nené Cascallar, del estilo “Palmolive en
el aire” y luego en otra que se dedicaba más a novelas clásicas, criollas, con
una tendencia que podríamos definir como más costumbrista. Siempre me tocaba el
papel de “galán traidor” y yo era muy alto y al mismo tiempo muy flaco, motivo
por el que tenía que usar hombreras para poder parecer más impactante y dar la
imagen de hombre malo, para entrar en personaje.
Pero mi gran pasión es la literatura, por eso es que siempre
apurado, de un modo fragmentario he escrito bastante. Me gustan mucho los
clásicos, y como formato me gusta mucho el cuento, sin duda porque la novela me
resulta muy larga y para la poesía hace falta otra disposición para leerla. Soy
muy feliz cuando el tiempo me permite tener un rato para leer.
He escrito guiones para cine que no los he podido trabajar,
siempre en la búsqueda de comunicar algo. Lo que me ha pasado es que toda la
literatura que he podido “robarle” a mi vida pública ha sido en función de algo
testimonial, no ha sido una carrera de escritor, tampoco me he perfilado en
eso, pero la verdad que me gustaría escribir y si tuviera más tiempo sin duda
lo haría, es algo que me apasiona. Este amor por la literatura influye en mis
informes también, me preocupa mucho cómo concibo y escribo cada artículo, soy
muy detallista. Además los informes de la ONU deben ser articulados para que
los entienda un turco, un japonés o un alemán, por eso tienen que estar
meticulosamente estructurados; y por ejemplo cuando hablo de un tema como el
acceso a la Justicia tiene que servirle a todo el mundo, tiene que ser universal.
Yo considero que cada palabra tiene una importancia enorme,
una palabra, una sola palabra puede cambiarlo todo. En una negociación
internacional, en una guerra, en situaciones así, olvidarse una palabra, decir
aquella que no corresponde o escribirla mal puede significar la paz o una
tragedia. Al tener este concepto cada vez que tengo que firmar algo, no puedo
hacerlo sin antes asumirlo, entenderlo, es una necesidad para mí entender cada
una de las palabras y el sentido final. Esto me lleva mucho tiempo, este fin de
semana por ejemplo voy a terminar el nuevo prólogo de “Estado de excepción” que
como les comentaba se reedita, pero cuando lo lea voy a estar contento.
Pero bueno, este año no he podido presentar todas las cosas
que están escritas, esperamos el año que viene publicar un libro sobre los
cuatro últimos informes que hice para el Consejo de Derechos Humanos de la Asamblea
General de la ONU. Después también hay un libro que hemos hecho sobre los
pueblos aborígenes, donde reproduzco un texto inédito del escritor paraguayo
Roa Bastos y una actividad que hicimos juntos.
En este relato, yo reproduzco la historia de cómo nos conocimos
y cómo años después, él ya de vuelta en Paraguay, hicimos un encuentro
internacional dónde él propuso incorporar una cláusula en la Constitución que reconociera
el carácter multicultural del país y los derechos de los pueblos originarios.
¿Cómo lo conoció a
Roa Bastos? ¿Compartió el exilio con él?
Sí, he vivido muchas cosas con él, lo recuerdo con muchísimo
cariño; las relaciones que se entablan en situaciones tan complicadas y
dolorosas, son difíciles de explicar.
Augusto (Roa Bastos) además de una gran persona fue un
excelente escritor, con un estilo delicioso.
De mi paso por Francia agradezco infinitamente el haber conocido
a grandes escritores como Cortázar y García Márquez, un lujo impresionante para
cualquiera, pero si uno además, ama la literatura, es doblemente gratificante.
Por otra parte también conocí a Ricardo Ehrlich, quien en la
actualidad es Intendente de Montevideo, ciudad que recientemente me ha
declarado “Ciudadano Ilustre”, algo muy emotivo ya que nos conocimos durante el
exilio en Francia cuando él era un perseguido político de la dictadura
uruguaya.
En el exterior también me encontré con muchísimas personas
que habían sido mis defendidos en la Argentina, uruguayos, chilenos,
bolivianos, gente que había pasado por la Gremial de Abogados para que la
defendiéramos; así que se formó un ambiente bastante conocido que me brindó y
nos brindaba a todos, algo de contención.
Se conmueve y le
brillan los ojos cuando recuerda, el exilio aparece una y otra vez cuando se
tocan distintos temas. Es evidente que ha marcado un hito en su vida, un antes
y un después.
Habla del tema con un
dolor y una pasión notables, destacando a la vez, las cosas buenas que le
sucedieron a partir de su estadía en Europa y la gente que tuvo la oportunidad
de conocer.
El presidente de Armenia, Serge Sarkissian, entrega al Dr. Leandro
Despouy, entonces Presidente de la Auditoría General de la Nación, la máxima
condecoración de su país por los significativos aportes realizados para el
reconocimiento internacional del Genocidio de los armenios, 14/12/2010.
Fuente: “Mi vocación de abogado nace de la vida que me tocó
transitar” Entrevista a Leandro Despouy para “Estilo Caja” en la sección
Perfiles, Revista de la Caja de la Abogacía de la Provincia de Buenos Aires,
diciembre 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario