La Unión Cívica Radical, partido más que centenario, se
encuentra hoy ante la alternativa de renovarse o desaparecer, y renovarse significa
cambiar, y cambiar en consecuencia es mostrar, y presentar a la sociedad otros dirigentes
diferentes a los conocidos, muchos de ellos gastados, y fracasados en su
actuación de los últimos 20 años. Además es necesario debatir ideas y
propuestas para entender y dar solución a los problemas de la Argentina actual.
Un partido moderno debe capacitar a sus militantes, y democratizar
su funcionamiento interno, y no esperar que los "popes" se reúnan
como en el caso de la provincia de Buenos Aires para ver como siguen consolidando
un radicalismo perdedor.
Hoy se trata de tapar esta realidad promoviendo la expulsión
del Dr. Fernando de la Rúa, y la pregunta es si los que promueven este acto no
deberían irse ellos del radicalismo, muchos de los cuales en vez de servir, se
han servido.
La separación del Dr. De la Rúa no debe convertirse en la
coartada de un grupo de mediocres que en 20 años no han aportado nada en
beneficio del pueblo argentino. Al menos De la Rúa, y no soy simpatizante de su
figura, fue a partir de 1995 el único que arrimaba la posibilidad de triunfo al
radicalismo, y muchos de los que hoy piden su expulsión se ubicaron bajo sus paraguas
protector y formaron parte de su gobierno.
Fuente: "La expulsión de Fernando de la Rúa de la
UCR" por el Prof. César Arredondo en Cartas de Lectores del Diario El Día
de La Plata, 18 de Febrero de 2002.
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