El pueblo venezolano celebra a estas horas su liberación de
aquel régimen de fuerza, de presión, de persecuciones y de crímenes, que
ensombreció hasta ayer la vida de aquella gloriosa nación americana, en la
heroica y patriótica gesta en que han rendido el sacrificio de la existencia centenares
de nobles ciudadanos.
La democracia, la paz interna, el progreso y el bienestar se
van abriendo luminoso camino en las tierras de la libérrima America de San Martín
y Bolívar, para bien de los pueblos y, podemos decirlo, de la humanidad toda.
Cuando nuestro gobierno también de liberación, rompió sus
relaciones con el de Venezuela, se dejó aclarado que esa ruptura era ajeno el
pueblo hermano de la patria del gran Bolívar, cuya opresión amargaba nuestra espíritu.
Los que profesamos consecuentemente, el credo y la doctrina patriótica
de Alem, Yrigoyen, Alvear y demás grandes guiones del tradicional radicalismo,
hemos conocido y experimentado las dolores vicisitudes de una lejana tiranía
sangrienta y otra cercana, que constituyó un baldón para nuestra gloriosa
nacionalidad. Caseros y septiembre abatieron los dos despotismos y trajeron al
suelo patrio los rayos luminosos de la libertad, bajo el régimen de la
democracia y la fraternidad para todos los habitantes de la Nación Argentina.
En nuestro momento de jubilo y congratulaciones para el
pueblo hermano, rendimos nuestro homenaje bien sentido a los caídos de la gesta
libertadora venezolana, como no dudamos lo hace toda la ciudadanía argentina.
Fuente: “Ante la caída del tirano Marcos Pérez Jiménez”
declaración de la mesa directiva de la Unión Cívica Radical del Pueblo, 23 de
enero de 1958.
Enorme actualidad.
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