La reforma de Sáenz Peña acaba con la "maquina
electoral". Miguel Ángel Cárcano recuerda que esta no fue una invención argentina
y que funciono en España, en Francia, en los países sudamericanos y, en ciertas
épocas, dondequiera hubo sufragio popular.
"¿Como funciona
el sistema? —dice Cárcano—. El pueblo
de la Constitución lo constituye el padrón de electores y lo confecciona el Poder
Ejecutivo por intermedio del Ministerio del Interior. Los inscriptores anotan
con preferencia a los partidarios. La depuración del padrón y el clásico
'juicio de tachas' lo realiza el gobierno. Es juez y parte con este sistema. Al
adversario se le ponen toda clase de impedimentos para anotarlo en el padrón.
La mayoría oficialista esta asegurada antes del comicio. El empleado público
que no vote al candidato oficial es despedido. Si no fueran suficientes estos
recaudos, el dia del sufragio el comicio esta controlado por el comisario, y la
mesa escrutadora de votos, designada por el gobierno, favorece a sus candidatos.
El presidente del comicio recibe la libreta que acredita al votante, pero en la
imposibilidad de identificarlo permite el voto por interpósita persona y el
acaparamiento de las libretas por los caudillos locales. La Maquina funciona
con mas eficacia en la campaña."
Agrega Cárcano que "con
este sistema se había formado una clase gobernante y organizado una administración
eficiente con todos los privilegios inherentes que permiten la autoridad,
bienes, honores, pensiones y prebendas. Si desde hace mucho tiempo gozaba de
esa posición, era prueba de que la había merecido. Con inmenso esfuerzo creo
una sociedad estable, garantizo la vida y la propiedad, definió la personalidad
del Estado, en una palabra, edifico el país y sirvió a la comunidad.
Representaba el despotismo ilustrado de que habla Bryce".
Sintetiza la situación afirmando que al asumir Roque Sáenz
Peña a la presidencia de la Nación, esta exhibía:
"Extraordinaria
prosperidad económica. Confianza en su porvenir. El gobierno conducido por una oligarquía
culta. El presidente de la Nación concentra en sus manos la autoridad política
del país desvirtuando el régimen federal. Falta de comicios auténticos y de
concurrencia de votantes. Decadencia de los partidos políticos tradicionales. Formación
de una importante clase media y burguesía adinerada con aspiraciones políticas.
Malestar obrero por aumento del costo de la vida y deficiencias en el régimen
de asistencia social. La nueva generación de escritores se propone espiritualizar
la conciencia argentina, liberarse de las influencias extranjeras y volver a lo
vernáculo y genuinamente nacional".
El 9 de agosto de 1914 fallece el presidente Roque Sáenz
Peña, después de haber producido desde el gobierno una transformación en la
Argentina que puede compararse, como dice Cárcano, a la que Francia experimento
al pasar de la monarquía a la republica.
Las fuerzas políticas conservadoras se dispersan y se convierten
en partidos provinciales independientes. La Unión Cívica Radical también sufre escisiones
y desgarramientos, pero el grueso del partido sigue a Hipólito Yrigoyen oyen y actúa
disciplinadamente. Quizá haya influido en esta tendencia a la dispersión de las
fuerzas conservadoras su diverso origen, pues militaban en ellas ciudadanos de
antecedentes mitristas, alsinistas, roquistas, pellegrinistas y aun viejos
radicales amigos de Bernardo de Irigoyen. La oligarquía, como llaman los
radicales a las familias tradicionales que surten de dirigentes a las fuerzas políticas
conservadoras, se dividen menos por motivos ideológicos que por el choque de
las ambiciones. Los jefes indiscutidos han desaparecido y no se logra reemplazarlos.
Asi sorprende a los conservadores la elección presidencial
de 1916. Desde luego, hacen esfuerzos para entenderse y sus lideres inician
complicadas y difíciles tramitaciones destinadas al fracaso. En Santa Fe, bajo
la dirección de Lisandro de la Torre, actúa la "Liga del Sud". Muchos
partidos conservadores de las provincias se vinculan a ella y el 14 de
diciembre de 1914 nace el Partido Demócrata Progresista en el que se siente la
influencia de De la Torre, todavía no excluyente ni dominante. José Arce afirma
de el que "sus ideas son mucho mas avanzadas que las que todavía priman en
el interior del país, además goza fama de ser demasiado inflexible". El
poderoso Partido Conservador de Buenos Aires y el Partido Provincial de
Santiago del Estero no ingresan al Partido Demócrata Progresista, pues De la
Torre no siente simpatía por Ugarte y este resiste a De la Torre. En el Partido
Demócrata Progresista se anticipa que la formula para la presidencia y
vicepresidencia de la Nación será Lisandro de la Torre-Alejandro Carbo. Esto
lesiona no solamente a Ugarte sino también al presidente Victorino de la Plaza,
que había reemplazado a Roque Sáenz Peña, y alarma a núcleos conservadores en
Corrientes, Santiago del Estero, La Rioja, San Juan y Mendoza, que prefieren
entenderse con Ugarte. Nuevas tramitaciones se inician entre Ugarte y De la
Torre por intermedio de Julio A. Roca (hijo), pero ellas se malogran porque el
Partido Demócrata Progresista no acepta otro candidato a presidente que De la
Torre.
El 25 de diciembre de 1915 Ugarte realiza un último esfuerzo
para lograr un entendimiento con De la Torre. José Arce, presidente de la Convención
del Partido Conservador de Buenos Aires, dirige al presidente de la Convención Demócrata
Progresista, que en esa fecha iniciaba sus deliberaciones, una nota en la que
luego de explicarle que las candidaturas de Bermejo o Drago no resultaban
aceptables porque el Partido Conservador prefería "una solución de partido"
y "los respetables ciudadanos propuestos han estado notoriamente vinculados
a fuerzas políticas adversarias del Partido Conservador", y de recordarle
que el temperamento sugerido por Ugarte de buscar "una solución de
partido" había aceptada por los representantes demócratas progresistas, le
reitera:
“Que el partido Conservador había sugerido que el Partido Demócrata Progresista le presentara una lista de seis candidatos, de la que aquel seleccionara el candidato a presidente, indicando de su seno el candidato a vicepresidente; que también el Partido Conservador había manifestado su conformidad para aceptar esta formula de solución aplicándola a la inversa; que los representantes demócratas progresistas solo habían propuesto un candidato para presidente (De la Torre) y manifestando que no tenían otro para proponer."
“Que el partido Conservador había sugerido que el Partido Demócrata Progresista le presentara una lista de seis candidatos, de la que aquel seleccionara el candidato a presidente, indicando de su seno el candidato a vicepresidente; que también el Partido Conservador había manifestado su conformidad para aceptar esta formula de solución aplicándola a la inversa; que los representantes demócratas progresistas solo habían propuesto un candidato para presidente (De la Torre) y manifestando que no tenían otro para proponer."
Continua la nota diciendo que "deseando dar una prueba mas del sincero anhelo de llegar a un
avenimiento, somete a la convención demócrata progresista los nombres de Ángel
D. Rojas, Benito Villanueva, Valentín Virasoro, Luis Guemes, Adolfo E. Dávila, Joaquín
V. González y Manuel M. de Iriondo, para encabezar la formula presidencial,
reservando la designación del candidato a vicepresidente para el Partido
Conservador de Buenos Aires".
En la mencionada nota se propone también el programa mínimo
a sostener en la campaña electoral. Entre sus aspectos más salientes
corresponde señalar los siguientes:
"Que es
indispensable modificar el régimen impositivo nacional, de tal manera que los
tributos recaigan exclusivamente sobre los ricos; que los fondos públicos
afectados a la educación primaria se inviertan de forma tal, que todos los
argentinos reciban sus beneficios, evitando el maximum posible para algunos con
perjuicio del mínimo necesario para todos."
El texto no es sometido a la convención demócrata
progresista y la propuesta conservadora cae en el vacío.
La Unión Cívica Radical proclama la formula presidencial Hipólito
Yrigoyen - Pelagio B. Luna el 22 de marzo de 1916, sin la sanción previa de un
programa de gobierno como lo establecía su carta orgánica.
El 2 de abril de 1916 se efectúa la elección presidencial y
el resultado es dudoso, porque en Santa Fe ganan los radicales disidentes, que
bajo la influencia del gobernador Lehmann resisten la candidatura de Hipólito
Yrigoyen, quien asi no alcanza en el colegio electoral la mayoría exigida por
la Constitución. Se realizan afiebradas gestiones y se considera la posibilidad
de elegir presidente de la Nación a Guillermo Udaondo, pero sic la rechaza y
aconseja a los radicales de Santa Fe votar con su partido porque de lo
contrario "se crearía una situación sin apoyo en la opinión publica",
y que "toda solución en que se prescinda de el (el Partido Radical) no será
favorable para los intereses del país". Finalmente los radicales de Santa
Fe votan por la formula Hipólito Yrigoyen – Pelagio B. Luna, que obtiene 152
sufragios (con 10 electores de Santiago del Estero, donde una maniobra de la
Junta Electoral priva del triunfo a los conservadores); 104 sufragios la
formula Ángel D. Rojas-Juan E. Serú sostenida por el Partido Conservador de
Buenos Aires; 20 sufragios la formula Lisandro de la Torre-Alejandro Carbo; 8
sufragios la formula Alejandro Carbo-Carlos Ibarguren y 14 sufragios la formula
socialista Juan B. Justo-Nicolás Repetto. Hipólito Yrigoyen asciende a la
presidencia de la Nación.
Fuente: “La Ley Saenz Peña” en “Qué son los conservadores en
la Argentina” de Emilio J. Hardoy, Editorial Sudamericana, 1983.
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