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domingo, 23 de diciembre de 2018

Arturo Illia: "Mensaje de Nochebuena" (24 de diciembre de 1965)

He querido llegar esta noche, que la tradición cristiana ha convertido en profundo mensaje de paz hasta todos los hogares de mis compatriotas para sumarme al regocijo espiritual de la familia argentina, que evoca el bendito instante del nacimiento de quien se hizo hombre para redimir a la humanidad con su evangelio de amor y esperanza.

Es también el instante propicio para breve y amistosa conversación con mis conciudadanos, con el propósito de renovar reflexiones que la sugestión de la fecha trae a nuestra permanente inquietud, y ratificar coincidencias que todos propiciamos, solidarios y fraternalmente unidos en el quehacer nacional.

Quien vino al mundo hace dos mil años, dejó su inigualada y maravillosa lección que ha sobrevivido intacta a las mas diversas civilizaciones, para proyectarse en forma luminosa y permanente en el corazón de todas las mujeres y hombres que desde entonces y para siempre, comprenden que encontraran en la virtud y en el sentido moral, las orientaciones definitivas, para por siempre actuar con la mas alta responsabilidad.

La inteligencia humana disciplinada por la ciencia y la investigación aplicada por la técnica ha dado al hombre el dominio virtual de la naturaleza. De esta manera se han conocido sus leyes, sus espacios infinitos, sus secretos, sus misterios.

Pero este poder humano, potente frente a la naturaleza, es incapaz de dominar la fuerza invisible intangible, pero real y efectiva que es el espíritu humano.

Por eso el espíritu humano que, en definitiva, es la mayor fuerza del ser humano, esta iluminado e inspirado por Dios.

Es su presencia, en el alma argentina, en el hogar argentino, el que esta Nochebuena reconocemos con honrada humildad.

Hemos aprendido que la justicia, que la distribución equilibrada de los bienes, que la desaparición de la miseria, que el alejamiento de la guerra no vendrá solamente por el camino de la técnica, si no viene acompañada por el lado de la conducta.

Conducta individual para comportarnos ante nosotros mismos de acuerdo con nuestra conciencia.

Conducta social para comportarnos con nuestros semejantes de acuerdo con esa responsabilidad. Reconociendo a cada uno la oportunidad para elegir el mejor camino de la conducta personal, consideramos necesarios que reflexionemos sobre la necesidad de afirmarnos en la tolerancia y en el respeto mutuo, cuando nos referimos a nuestra conducta social. Es necesario que todos aprendamos a comprendernos antes que nadie pretenda imponerse. Si para que haya paz en el mundo los países que la sienten realmente están decididos a observar la convivencia amistosa entre las naciones, con mayor razón es necesario que prosigamos nuestra propia convivencia en paz, libertad y justicia.

El Concilio Ecuménico ha mostrado el camino que debemos seguir, naciones y personas. Comprendiendo sus enseñanzas que ratifican las irrenunciables, profundas y permanentes concepciones cristianas, podemos decir a cada padre, a cada madre, a cada hijo, que tengan fe en la libertad, en la justicia, en los derechos humanos, por cuya consolidación vale la pena vivir y luchar, con voluntad inquebrantable.

Afrontemos el porvenir con coraje, desterremos al temor, la desesperación, el odio y la violencia; inspirémonos en Cristo, ejemplo de mansedumbre y fortaleza, tolerancia y dignidad, amor y justicia. Al presentaros nuestros mejores augurios en esta fecha memorable, consolidemos nuestra unidad espiritual, rejuveneciendo y templando diariamente nuestros sentimientos humanistas y cristianos.












Fuente: Mensaje del Sr. Presidente de la Nación, Dr. Arturo Illia, con motivo de la Nochebuena exhortando a la concordia nacional, 24 de diciembre de 1965.

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