Con bastante preocupación, en innumerables diálogos con
militantes radicales llevados a cabo en los últimos años, salvo contadas
excepciones, no he escuchado argumentos mínimamente fundados sobre cuales son
las diferencias de pensamiento que nos separan del peronismo.
Tener que luchar contra tamaña fuerza movimientista sin
tener en claro esto, es como ir a una guerra de última tecnología muñido de un
arco y una flecha.
No tengo dudas que es una de las principales causas por las
cuales de los veinticinco años de democracia que estamos por cumplir, diez y
ocho el peronismo estuvo, y está, en el poder. El no contar con una militancia
activa que pueda marcar elocuentemente las diferencias que nos separan de la
doctrina justicialista, es una carencia determinante para el logro de un
discurso opositor coherente y creíble. Siendo éste el primer paso que nos
calificará para ser una ser una opción válida que nos permita retornar al
poder.
No voy a hacer un estudio científico de tan vasto y complejo
tema, me llevaría mucho tiempo y estoy convencido que desde la experiencia
militante, y alguna que otra lectura, puedo hacer un aporte útil y necesario.
Ideas preliminares
Es común escuchar en el pensamiento del hombre común que el
radicalismo y el peronismo son la misma cosa salvo que, puestos a gobernar,
éstos saben hacerlo y nosotros no.
Que el peronismo sabe ejercer el poder y los radicales somos
unos inútiles, que nunca hicimos nada cuando nos tocó gobernar.
Como toda aseveración popular esta ineptitud que nos endilgaron
tiene algunos argumentos que son veraces y otros, en mi opinión un porcentaje
muy alto, que son totalmente falaces, equivocados y hasta mal intencionados.
Esta creencia, sumada a dos gobiernos radicales que no
terminaron su mandato –más allá de las razones que produjeron sus caídas-, hizo
que ocurriera un hecho determinante para nuestro futuro como Nación, perdimos
la batalla cultural. Nuestras ideas, nuestra visión de la vida, las
instituciones, la cultura, la educación, la ciencia, el Estado, etc. fue dejada
de lado por el pueblo argentino.
Hubo varias agrupaciones políticas que intentaron rescatar
nuestro ideario, pero los fracasos y la falta de proyección nacional fue el
resultado. Tal vez haga falta más tiempo y algunas de las hoy vigentes lo logren,
pero hoy estamos en un período de transición.
El peronismo tiene una base electoral que ronda el cuarenta
por ciento del electorado y un diez por ciento de votantes que según sus
intereses particulares y corporativos le da su voto. Haciendo una interpretación
muy simple, esto es el fiel reflejo de lo que los politólogos y cientistas
sociales denominan POPULISMO. El voto de los más necesitados, cautivo del
peronismo, sumado al diez por ciento de los más pudientes.
El voto de la otra mitad, el más difícil de conseguir, está
atomizado en decenas de fórmulas poco serias y definitivamente oportunistas en
su gran mayoría.
La derrota cultural, y política por supuesto, es tan
profunda que uno de nuestros historiadores más conspicuos, de renombre
internacional, como es Tulio Halperín Donghi aseverara:
“Ya me acostumbré a la
idea de que la Argentina es peronista”
No intento en estos escritos el buscar culpables dentro de
nuestro partido, en cuanto a que cuando se llega a una situación así, no sólo
en política si no en toda actividad humana, las acciones propias, sin ninguna
duda, estuvieron teñidas de errores, de malas interpretaciones, de discursos y
conductas equivocadas.
Pero para intentar cambios alguna mención, sin dar nombres,
voy a hacer. Si no es mucho más difícil encontrar la senda de la recuperación
del partido.
En algún acto allá por mediados de los ochenta, se dijo que
había “que peronizar el radicalismo”, lamentablemente estas palabras tuvieron
una fuerza incontenible. La eficiencia con que lo hicimos fue magistral.
Tan determinante fue esta “peronización” que el pueblo no
nos diferenció más. Ya lo he expresado en párrafos anteriores y en otros
escritos preliminares con un poco más de precisión.
Copiamos todo lo malo del peronismo, pero nada de lo bueno. Su
solidaridad para con el compañero, su espíritu de cuerpo usado en pos del bien
común y el bienestar general, la mano extendida para ayudar al que está pasando
un mal momento, etc., etc.
Sí copiamos: el manejo autoritario del poder, el espíritu
faccioso (sumado a que ellos sólo lo ejercen para afuera, contra el adversario
político, no con el correligionario-compañero), el desmembrarse con sesgo
movimientista para ocupar espacios en cualquier lugar con tal de estar y cobrar
un sueldo, la competencia en elecciones internas donde sólo se disputan cargos
sin discutir ideas, modelos o proyectos diferentes, el hacer campañas sin
contenido programático no proponiéndole al votante absolutamente nada, el
continuar desde el gobierno modelos económicos ultraconservadores que nos
condujeron al caos, etc.
Estos errores tuvieron que ver también con la importación de
ideas pseudonovedosas de las socialdemocracias europeas, imposibles de adaptar
a la cultura y nivel de desarrollo humano que tenemos en la Argentina. Además de
dejar de lado, por pereza o desconocimiento, ideas pergeñadas por pensadores
radicales que son muchos más adaptables a nuestra idiosincrasia, y
políticamente mucho más democráticas y progresistas, que las mal copiadas por
algunos intelectuales y cientistas políticos que poco tienen que ver con el
radicalismo. Para dar un ejemplo concreto: Yrigoyen, Sabattini, Lebensohn,
Balbín e Illia ya hablaban de democracia social hace muchas décadas atrás.
No se es un genio o un gran intelectual por invertir los términos
y decir socialdemocracia.
Además Yrigoyen, Illia y el mismo Alvear, transformaron a la
democracia social en algo concreto, tangible, de la mano de sus acciones de
gobierno y sus conductas personales. No se quedaron sólo en la declamación
discursiva o vacía de contenido.
Este fenómeno de la importación de ideas muy poco aplicables
a la realidad nacional y a la doctrina radical, está íntimamente relacionado
con las mentes colonizadas que, en general, exhiben nuestros líderes
partidarios responsables de las grandes decisiones.
Éstos son poco afectos a la lectura y el estudio, sobre todo
del pensamiento radical, y están alejados de la militancia al lado del pueblo.
Para colmo se rodean de tecnócratas que les venden ideas de actualidad que poco
tiene que ver con nuestra doctrina y, lo que es más grave aún, con nuestra
forma de vida y con nuestra cultura. Este alejamiento de los problemas del
hombre común los deslegitima absolutamente como dirigentes.
Los técnicos (sociólogos, politólogos, economistas, etc.)
tiene que apoyar a los políticos –son muy útiles y necesarios-, pero somos
nosotros los responsables de delinear el ideario partidario, así como las
políticas públicas que van a incidir sobre el bienestar del ciudadano.
No estoy cerrado al advenimiento de nuevas ideas, por favor
no lo interpreten así, pero éstas hay que debatirlas y ponerlas al alcance de
los militantes en reuniones de comités, convenciones provinciales, nacionales;
así como en los plenarios de todos los comités distritales, para seleccionar y
discernir cuales se adaptan al radicalismo y cuales no.
¿Cuántos años hace que no tenemos debates de este tipo?
Un partido político sin debate es una entelequia, una
organización vacía de contenido, algo que no existe, la creación de algún
interés trasnochado.
Don Hipólito Yrigoyen, al que muy pocos correligionarios
conocen con algo de profundidad, tenía una frase que resume, y reemplaza,
cualquier delirio intelectual pseudoprogresista:
“La democracia no
consiste sólo en la garantía de la libertad política; entraña a la vez la
posibilidad para todos de poder alcanzar un mínimo de felicidad siquiera”
Además uno de los méritos de Don Hipólito, fue que vivió de
la misma forma que actuó en política, materia en la cual los radicales
posmodernos tenemos un débito importante.
Durante muchos años se alejó de la vida política y se dedicó
a trabajar duramente, lo que le permitió acumular ahorros a los que acudió
luego para poder hacer política sin tener que depender de ayudas corporativas.
En resumen todo lo dio por la Causa, muy diferente es lo que ocurre hoy.
No existen líderes peronistas que puedan exhibir conductas
similares, no hay dirigentes de esa extracción que conduzcan desde la autoridad
y no desde el autoritarismo. Obligar a ir a un ciudadano a un acto público
pagándole, o dándole la dádiva que sea, es un gesto de un profundo
autoritarismo.
Es preferible no analizar el mismo suceso autoritario pero
ligado al voto, no resiste la consideración desde ningún lugar del pensamiento
democrático.
Estas eran las cosas que a simple vista nos diferenciaban
del Régimen. En próximas entregas voy a hilar un poco más fino, a hacer análisis
más minuciosos sobre este tema apasionante y determinante para nuestro futuro
como partido.
Caiga quién caiga
Es un excelente momento para volver sobre el tema.
La crisis económica que aqueja al planeta está poniendo en
evidencia cuán autoritarios, y lo que es más grave irresponsables, pueden ser
los peronistas en el poder.
Si uno escucha a cualquiera de los líderes sindicales
peronistas, que son la mayoría, va encontrarse con este discurso: “Primero la
Patria, después el movimiento y por último los hombres”. Es decir que para
ellos el Hombre es el último que tiene que beneficiarse con las políticas
sindicales, sociales, de gobierno o de Estado.
Hoy esto que parece algo banal, lo vemos claramente
reflejado en sus acciones de gobierno.
Si hay que mentir con los datos del INDEC no hay que dudar
un minuto, más allá del descrédito internacional y la burla al pueblo que esta
desnaturalización conlleva.
Si lo que se necesita es avanzar sobre los fondos de la
ANSES porque el país no tiene acceso al crédito internacional, no hay que
titubear un segundo, los ahorros de los jubilados que se hubieran podido usar,
por ejemplo, para darles un haber digno, los usan para otros propósitos.
Si hay que cambiar las fechas de las elecciones nacionales,
más allá de que es una práctica muy común de todos los que están y estuvieron
en el poder en la Argentina, para sacar alguna ventaja partidaria, hagámoslo
sin vacilar.
Si lo que se necesita es volar una ciudad para encubrir una
prueba por el delito de vender armas a un país latinoamericano como Ecuador,
perjudicando a otro país con altas relaciones de hermandad histórica como Perú,
hay que hacerlo sin pensar un segundo. Agravado todo porque la Argentina era
garante de la paz entre estas dos naciones.
Si las pruebas de los atentados contra la embajada de Israel
y la AMIA, donde murieron cientos de personas, hay que borrarlas con la mayor
impunidad y sin ningún miramiento ético, es necesario hacerlo por cuestiones de
Estado.
Si lo que se necesita es comprar periodistas, medios
gráficos, televisivos, radiales o del género que sea para tener menos críticas
que mellen el poder, no hay que tener ningún escrúpulo al respecto. Y si hay
que cerrarlo, como en los primeros gobiernos peronistas, también vale.
Podríamos escribir un libro con hechos políticos e
históricos que relatan la falta total de escrúpulos con que el oficialismo
peronista se manejó, y se maneja, en el poder.
La raíz ideológica hegeliana como punto de partida
Esta forma de accionar política sin ninguna duda está
fuertemente sostenida, por no decir totalmente sostenida, por el sustento
hegeliano que tiene ideológicamente el peronismo.
Releyendo un viejo libro, El Mito del Estado de Ernst
Cassirer, donde el autor habla de la influencia de Hegel en el pensamiento
político moderno, Cassirer describe con una gran erudición lo nefasto que fue
este filósofo para el pueblo que tuvo que sufrir las consecuencias de su
pensamiento puesto en acción.
Dí con este libro porque, en mi curiosidad por bucear en el
pensamiento de nuestros grandes hombres; sé que Don Arturo Illia lo tenía como
uno de sus libros de cabecera y lo leía y releía. Si la Argentina tuvo un
gobernante que fue democrático y republicano, ese fue Don Arturo, que
transcurrido más de un cuarto de siglo de fallecido, nos sigue iluminando hasta
con sus viejas lecturas.
Dice Cassirer de Hegel: “Era un conservador que defendía el
poder de la tradición […] No reconoce otro orden ético por encima del que
aparece en la costumbre”
Los liberales alemanes consideraban el sistema hegeliano
como el más firme baluarte de la reacción política.
Schopenhauer, su opuesto filosófico, veía al sistema
metafísico hegeliano como algo indigno y totalmente falto de escrúpulos.
Hegel rechazaba todo ideal “humanitario”, para él no había
actos “egoístas y actos “altruistas” sólo era importante el interés personal,
fue el antecesor de Nietzche en todo lo que se llamó teorizar sobre
“inmoralismo”.
No lo asustaba el sacro egoísmo, concepto que desarrolló con
fina agudeza, y que luego fue tan decisivo y desastroso en la vida política
moderna.
Desarrolló un culto al héroe, muy relacionado con el culto
al Estado, donde el héroe tenía que tener como única virtud el lograr, y
mantener, el poder. Su egoísmo, egocentrismo y carencia de escrúpulos eran los
motores de la historia.
La psicopatía que sufrían muchos de los dictadores que
sometieron a la humanidad, era cosa de, según Hegel dice en su Filosofía del
Derecho: “[…] psicólogos lacayos, para quienes ningún hombre es héroe, y no
porque no haya héroes, sino porque ellos mismos no son más que lacayos”.
Los líderes peronistas desde Perón a Kirchner, dan cuenta
exacta sobre el culto al héroe que Hegel pergeñó.
He conocido a militantes peronistas que tenían grupos de
estudio, donde docentes universitarios de filosofía leían a Hegel traduciéndolo
directamente del alemán.
Nuestra señora Presidente de la Nación declaró en un
congreso de filosofía que ella abrazaba la filosofía hegeliana, a pesar que el
filósofo alemán había tratado muy mal a las mujeres en sus escritos.
Pero no sólo el peronismo abrevó en Hegel, grupos de nuestra
más alta estirpe conservadora se relacionaron con reuniones donde se analizaba,
y estudiaba en profundidad, el pensamiento hegeliano. Muchos de los más
conspicuos dirigentes de la desaparecida UCéDe (Unión del Centro Democrático),
con la ingeniera María Julia Alsogaray a la cabeza, fueron partícipes de
aquellos encuentros.
Fuente: “Las diferencias ideológicas entre el radicalismo y
el peronismo” Parte I y II de Marcelo Tassara en su blog “La Union Civica
Radical vuelve al Pensamiento”, 22 de septiembre de 2008.
Quien es marcelo tassara??donde radical. Argentino?
ResponderEliminarsi, radical y argentino
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