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miércoles, 8 de agosto de 2018

Federico Pinedo (n): "Yrigoyen y Pinedo" (17 de junio de 2002)


YRIGOYEN Y PINEDO

Señor Director:

El senador Terragno, para dar un ejemplo de lo que no quiere para su partido, ha comparado la situación actual, en la que dirigentes como el doctor Alfonsín apoyan la política del presidente Duhalde, con una hipótesis improbable de antes de 1930: «¿te imaginás a Yrigoyen entregándole la economía a Federico Pinedo?», preguntó a un conocido periodista.

Mi abuelo Pinedo era entonces un joven diputado socialista, que había estudiado alemán para leer en su propia lengua a Karl Marx y entrevistarse con Rosa Luxemburgo y con el social demócrata Bernstein. Su oposición a Yrigoyen, con colegas como su maestro, el senador Juan B. Justo, lo llevó a ganar las elecciones de 1930 en la Capital Federal. Yrigoyen no le habría entregado la economía. Después, en cambio, tras el enfrentamiento político de Pinedo y los socialistas contra el régimen de Uriburu, el presidente Justo lo nombró su ministro y en tal condición colaboró de manera decisiva en sacar a la Argentina de la crisis del 30, poniéndola en un camino de crecimiento al 7% anual, lo que hizo que en 1936 nuestro producto fuera el 7% del de los Estados Unidos, sobre el 5% que representaba en 1920.

A pesar de su formación socialista doctrinaria y a diferencia de Yrigoyen, Pinedo admiraba a su país y a su pasado. Como recuerda el embajador Lanús, el comercio exterior argentino de 1909 era mayor al de toda Sudamérica junta; el producto bruto argentino por habitante de 1913 era el 75% del inglés y era superior al de Francia, Italia, España y Rusia; nuestras exportaciones por habitante eran las más altas del mundo y nuestros ingresos por importaciones eran altos pues nuestra protección aduanera era del 26% promedio mientras que la inglesa era 0. Lo extraordinario del caso es que eso se había logrado asimilando una inmigración de extranjeros que igualó a la población nativa en algo más de veinte años.

Sin embargo, Yrigoyen consideraba tan mala a la época de sus antecesores, que decía:

«Me he plantado con la integridad de mi temperamento y con toda la fortaleza de mi espíritu en contra de un régimen nefasto que ha malogrado, en gran parte, la existencia nacional y el destino del pueblo. La poderosa imposición de un régimen adueñado de todos los gobiernos y devorado por todas las concuspicencias públicas (hablaba de Urquiza, Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca, Pellegrini) requería un carácter inquebrantable en la lucha. Un alma olímpica con virtudes preclaras en la cuál se estrellaran los dardos de los extravíos y los prejuicios.» Agregaba que «por la potencialidad de un esfuerzo reivindicatorio de las más vastas proporciones concebibles, hemos resuelto los problemas morales y políticos que permanecieron insolubles durante toda la existencia nacional». Apostrofaba el ex presidente a sus adversarios y antecesores afirmando que “no van a matar la eterna luz de mis infinitas concepciones, de integridades absolutas que constituyen mi vida en la patria y mi irradiación en el mundo.”

La incompatibilidad de caracteres contesta sola la pregunta retórica del senador Terragno.
















Fuente: “Yrigoyen y Pinedo” por el Dr. Federico Pinedo (n) en Carta de Lectores del Diario La Nacion del día 17 de junio de 2002.

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