Desde la Cancillería, mientras tuvimos bajo nuestra
responsabilidad la Secretaría de Culto, se promovió activamente esa posición
junto con otros organismos, no por ser un tema religioso, sino por sus altas
implicaciones morales que tanto interesaban a los cultos diversos.
El presidente Fernando de la Rúa se expresó positivamente en
el mismo sentido desde antes de ser elegido, señalando con ello que estamos
frente a una política de Estado y no a una posición de gobierno variable según
las opciones partidarias.
Pero es justo aquí recordar lo que no suele ser recordado:
esta posición se mantiene ininterrumpidamente por nuestro país desde siempre, y
fue proclamada ya hace cuatro décadas, o sea, desde que el tema fue
preocupación de las Naciones Unidas. En efecto, en septiembre de 1959, ante la
XIV Asamblea General, siendo embajador el doctor Mario Amadeo, nuestro delegado,
el entonces consejero José María Ruda, señaló que el derecho a la vida debe
considerarse desde el mismo momento de la concepción, condenando la destrucción
voluntaria del individuo por nacer y propugnando establecer sólidamente la
ilicitud del aborto. Era presidente, e impulsor de la idea, el doctor Arturo
Frondizi.
No se trata de incriminar puntos de vista adversos, que por
supuesto los hay y gozan de importantes apoyos en la comunidad y en lo
internacional, ni de demonizar posturas diferentes: se trata de ser
consecuentes con un valor absoluto, como es el derecho a la vida del ser
inocente, que se prioriza aun en circunstancias dramáticas que pudieran
vivirse, de las cuales no es responsable (ni muchos menos culpable) el niño
creado y en gestación.
Fuente: “Arturo Frondizi y la vida por nacer” del Dr. Ángel
Miguel Centeno ex subsecretario de Culto durante el gobierno del Dr. Arturo
Frondizi (1958-1962) en Carta de lectores del Diario La Nacion del 4 de abril
de 2000.
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