LA REVUELTA DEL 4 DE FEBRERO. EL SEGUNDO ESTADO DE SITIO
El día 4 de febrero de 1905, la facción política llamada
radical ofrecía otra vez el deplorable espectáculo de un nuevo motín, preparado
con el apoyo -de algunos militares, sin mas objeto que dar asalto a las
posiciones del gobierno, desalojando a quienes las usufructuaban.
Con ese motivo el Comité Ejecutivo del Partido Socialista
dio el siguiente manifiesto:
La política criolla y el motín militar
En presencia de la insurrección de los elementos militares
que ha distraído la atención publica y estado a punto de provocar un trastorno
casi general en el país.
El Comité Ejecutivo del Partido Socialista Argentino considera:
1. Que el episodio sangriento corresponde a la inveterada práctica que hasta ahora han consagrado los partidos políticos de esta nación apelando a los recursos extremos para obtener una ingerencia en la gestión de la cosa pública, cuando por medios democráticos o no, ven desterrados de ella.
2. Que el hecho corrobora, una vez más, la grande inmoralidad que caracteriza los procederes de los partidos políticos en que está dividida la burguesía argentina, y el profundo desprecio que estos tienen cuando luchan por la obtención de sus objetivos, de la paz y de los intereses sociales.
3. Que en tanto que los partidos pertenecientes a la clase dominante califican de violento el ejercicio de nuestros derechos de huelga, reprimiéndolo ilegalmente y coartándolo con los procedimientos más arbitrarios, ellos practican como lo prueban los recientes sucesos, para dirimir sus bajas rencillas, los más reprobables sistemas de violencia.
4. Que hechos de esta naturaleza son dignos del régimen imperante por cuanto ellos son sencillamente el fruto de los procedimientos antidemocráticos de que se han servido hasta ahora las camarillas de políticos que desde hace cerca de treinta años vienen legando entre sus miembros la administración de la cosa pública.
5. Que estos atentados a la tranquilidad nacional no desaparecerán por una saludable elevación de la conciencia política del pueblo, capaz ya de condenarlos y de hacer posible su realización.
6. Que la obra de regeneración política, dificultada por estos partidos sin doctrina y sin moral, corresponde por entero el pueblo trabajador, organizado a este objeto en partido político de clase, único capaz de llevarla a buen término en su propio beneficio.
Por estas consideraciones, el Comité Ejecutivo, del Partido
Socialista acuerda:
Invitar a la clase trabajadora a mantenerse alejada de estas rencillas provocadas por la desmedida sed de mando y de mezquinas ambiciones, y a negar su contingente moral y personal a la obra desmoralizadora que ellos realizan, fortificando y consolidando su organización económica y política con el objeto de obtener más pronta liberación.
La revuelta había sido sofocada. Los principales directores
se hallaban presos o prófugos. El país había vuelto a su calma habitual y todo
hacia suponer que, tranquilizados los ánimos, el gobierno volverla a sus
ocupaciones propias y tratarla de evitar, si podía, la repetición de los
hechos. Pero lo que nadie sospechaba era que lo ocurrido tendría serias derivaciones
hacia el movimiento obrero y socialista, que no solo no había tenido la menor intervención
en la revuelta, sino que la había condenado públicamente.
En efecto: decretado el estado de sitio el día mismo del motín,
lo primero, y lo único, que hizo la policía fue clausurar los locales obreros y
los centros socialistas, prohibir toda reunión, secuestrar "La
Vanguardia" y demás publicaciones obreras y gremiales, arrestar a
centenares de trabajadores, deportar a los mas conocidos, violar domicilios, en
una furiosa campaña de persecución realmente inaudita. Todo aquello parecía una
gran comedia preparada para dar un golpe al movimiento socialista, que
comenzaba a ser una fuerza, so pretexto de la revolución radical.
El Comité Ejecutivo del Partido, que días antes había dado
el manifiesto explicando su posición frente a los suecos, se creyó obligado a
protestar por la actitud injustificada y brutal de la policía y del gobierno
que hacían derivar hacia la clase trabajadora organizada las consecuencias del motín.
Al efecto dio el manifiesto siguiente:
“El Comité Ejecutivo
del Partido Socialista Argentino, en presencia del recrudecimiento de la
actitud hostil del gobierno hacia el movimiento obrero, ha resuelto dirigir la
palabra al pueblo trabajador de la republica para explicarle el significado de
esta hostilidad y para aconsejarle el único medio de neutralizarla.
Sofocada la torpe y
criminal revuelta que acaba -de conmover al país, y en momentos en que el
gobierno parecía preocupado en solucionar las múltiples dificultades que le
creara el reciente motín, le vemos iniciar de súbito, al amparo del estado de
sitio, una persecución furiosa y despiadada en contra da nuestra floreciente y
ya robusta organización obrera.
Cuando no se había
extinguido afín el eco de los cañonazos descargados por la bárbara soldadesca,
cuando el gobierno no había arrestado aun a los pocos cómplices del motín que
"han sido habidos", la policía clausura violentamente todos los
locales obreros, cierra sus imprentas, viola domicilios de obreros a toda hora
del día y de la noche y da una formidable batida en todo el país, arrestando y
encarcelando a una infinidad de valientes y abnegado campeones del movimiento
obrero. Y mientras esto sucedía, la prensa burguesa, sin excepción, pedía
clemencia para los revolucionarios extraviados, pero no tenia una sola palabra
de defensa para este buen pueblo, -que aumenta con su labor la grandeza del país
y sufre, sin embargo, los errores y los excesos de aquellos que lo mandan.
¿Qué significa esta
violenta persecución obrera a raíz de una revuelta genuinamente burguesa? ¿Qué
significa esta unánime actitud -de la prensa burguesa, que pide clemencia para
los que arruinan y abochornan el país y no pide ni dice nada en favor de
aquellos que lo enriquecen y lo honran? Estos hechos significan que la 'burguesía
argentina ha llegado a formarse una clara conciencia económica de clase, y que
orienta su política en un sentido concordante. Las bajas rencillas y hasta las
torpes y criminales revueltas de las camarillas políticas burguesas son
prácticas convencionales que se desestiman cuando se trata de explotar o
amordazar a la victima común: la clase trabajadora.
En ningún momento de
nuestra vida política ha habido, como en éste, en el gobierno y en la clase
dirigente, tanta decisión y tanta unanimidad para hostilizar y perseguir la organización
y el movimiento obrero.
A raíz de un grave bochorno,
cuya responsabilidad cabe por entero a la clase dirigente, vemos a las
distintas facciones de la burguesía argentina despreocupada de los recientes
sucesos y atentas únicamente a arbitrar los medios de contrarrestar u obstaculizar
el movimiento obrero. El gobierno clausura los locales obreros y arresta a los
propagandistas; la prensa burguesa entona himnos de alabanza a algunos
capitalistas que se proponen introducir muchas maquinas para dejar sin trabajo
a machos obreros levantiscos; los industriales se retinen para oponerse a la
sanción de algunas leyes proyectadas en favor de la clase obrera; el ministro
de hacienda, entrevistado por una comisión de comerciantes que pedía la
disminución de los derechos de aduana, responde que no hay que afligirse porque
en definitiva todo eso lo paga el pueblo consumidor. Y para caracterizar el espíritu
de hostilidad que anima a la burguesía en la hora presente, basta citar el hecho
de un revoltoso oficial de línea que se capta la simpatía de los burgueses y la
clemencia del Consejo de Guerra aduciendo, el desvergonzado, que se había
movido con su compañía para reprimir un movimiento huelguista.
En ciertos periodos de
la evolución, las reacciones de la burguesía son el índice de la fuerza obrera;
tanto mis fuerte es la reacción burguesa, tanto mis fuerte es el movimiento
obrero. El proletariado de la Argentina, consciente de su fuerza, de su derecho
y de su misión civilizadora, sabrá imponerse en esta emergencia, como se
impusieron en situación es análoga los proletariados de otros países.
Las leyes de excepción
en Alemania, la persecución tradeunionista en Inglaterra; la del domicilio forzoso
en Italia, no consiguieron detener el empuje incontrastable del movimiento
obrero, y sir- vieron, en cambio, para infundirle nuevo vigor y nuevas energías.
El proletariado de la Argentina, siguiendo el ejemplo de sus hermanos mayores
de edad y experiencia, sabrá conservar toda su entereza y redoblar sus energías
en la hora presente para burlar las persecuciones burguesas a fin de mantener
la cohesión de las organizaciones obreras y no interrumpir la propaganda de sus
grandiosos y nobles ideales”
El mismo sentido de estupor produjo el hecho entre las filas
de la organización gremial, cuando algunos diarios pretendieron envolver, sin
el menor fundamento y con propósito avieso, al movimiento obrero en los sucesos
de referencia.
Ante esas afirmaciones infundadas, el Consejo Nacional de la
Unión General de Trabajadores, central obrera que agrupaba en aquellos momentos
a unos ochenta mil obreros, hizo la siguiente declaración, que ponía las cosas
en su lugar:
“La Unión General de
Trabajadores, en su sesión del Consejo Nacional realizada el miércoles (11 de
febrero de 1905) ha votado, en presencia del movimiento insurreccional ocurrido
últimamente, la siguiente declaración:
Visto que algunos
diarios metropolitanos ;han afirmado que en el movimiento demagógico que se
produjo el día 4 tomaron parte agrupaciones gremiales, y considerando que si el Consejo Nacional de
la Unión General de 'Trabajadores guarda silencio ante esa afirmación podría
llegar a creerse o a sospechar que alguna de las sociedades federadas en la Unión
General de Trabajadores ha podido convertirse en elemento de desorden al
servicio de una de las fracciones burguesas que procuran el ejercicio del
gobierno; el Comité Nacional declara que la Unión General de Trabajadores nada
tiene de común ni con los hombres que administran el país, ni con los que
aspiran a reemplazarlos; deplora que el estado de sitio, decretado como consecuencia
de aquel movimiento faccioso, haya influido en el fracaso de las huelgas que venían
sosteniendo algunos gremios; y formula votos por que cada día mayor conciencia
obrera, informada en la lucha de clases, vaya alejando a los trabajadores
argentinos de las facciones políticas que se disputan el poder, haciéndolos y manteniéndolos
sus victimas”
El giro que habían tornado los acontecimientos, descargando
el gobierno todo el rigor del estado de sitio sobre el movimiento obrero y socialista,
no se debía ciertamente a la casualidad ni a un error, sino, evidentemente, al propósito
deliberado de hacer fracasar numerosas huelgas que en esos momentos sostenían
varios gremios, entre los que se encontraban los ferroviarios.
En efecto, la Confederación de Ferrocarrileros sostenía un
conflicto con el Ferrocarril del Sud, que se extendía a muchas secciones de la
provincia de Buenos Aires, paralizando en buena parte el tráfico. Hallábanse en
huelga, además, los obreros de la fábrica de alpargatas "La
Argentina", de la capital federal, además de los gremios de metalúrgicos,
aserradores, tapiceros, mimbreros y otros.
El estado de sitio y la reacción antiobrera que le siguió,
terminaron con todos esos movimientos, siendo encarcelados centenares de
obreros, muchos de los cuales fueron llevados a bordo de los buques de guerra.
Como las arbitrariedades y las violencias policiales au-
mentaran a medida que transcurrían los días, la Unión General de Trabajadores decidió
ampliar la declaración del día 11 de febrero, y quince días después daba el
siguiente manifiesto:
“La Unión General de
Trabajadores, a todos los trabajadores de la republica. — Hace afín pocos días
fuimos sorprendidos por un movimiento insurreccional en el que el pueblo
trabajador no ha tornado participación alguna, comprendiendo perfectamente que
ese movimiento revoltoso no abrigaba ningún principio de justicia y bienestar
social, sino que pura y simplemente lo motivaban ambiciones personales
mezquinas de los que excluidos del poder anhelaban reemplazar al actual gobierno,
recurriendo para ello a medios violentos y brutales, indignos de hombree que
anhelan el bienestar del país, pero que encuadran perfectamente en los móviles
y propósitos de los que actuaron en esta insurrección, que tenia por objeto el
cambio de hombres, mas no de ideas.
Con motivo de ese
movimiento, en el que exclusivamente participaron elementos militares y
politicastros pertenecientes a una fracción de la burguesía que desprovista de
las delicias "del presupuesto, ha recurrido para saciar sus ambiciones de
mando a medios ilícitos y bárbaros que constituyen una practica arraigada en la
historia política de este país, el gobierno, con el difícil pretexto de que los
trabajadores organizados en agrupaciones gremiales podían estar comprometida también
en la revuelta, y amparado con la declaración de estado de sitio, clausura
nuestros locales, encarcela arbitrariamente a nuestros más activos y
conscientes compañeros, prohíbe la aparición de nuestras publicaciones, hace
fracasar las huelgas que venían sosteniendo algunos gremios, e intenta
criminalmente con el pretexto de mentidas y calumniosas confabulaciones
destruir nuestras asociaciones de resistencia contra el capital, que tantos
sacrificios y desvelos nos ha costado consolidar.
La clase trabajadora consciente
y organizada, nada tiene de común con los hombres del actual gobierno, ni
tampoco con los que intentan reemplazarlos. EI proletariado argentino, en su
constante marcha hacia su emancipación económica y política, ha llegado a ser,
por el creciente desarrollo de su conciencia de clase y por la cada día mas
completa organización de sus sindicatos gremiales, una fuerza temible y
poderosa que .con un criterio de clase tiende gradualmente a contrarrestar la explotación
de que es objeto por parte de la clase parasitaria. Y es por eso quo el
gobierno, dándose cuenta cabal de ello, y aprovechando de las circunstancias
que le proporcionan los momentos actuales, procura suprimir esa fuerza que
transforma a la clase productora en enemiga franca y leal frente a sus
detractores, dispuesta a luchar hasta conseguir su completa liberación del yugo
capitalista opresor.
Obreros:
La actitud agresiva y
"brutal de la clase capitalista, fielmente representada en el actual
gobierno, nos obliga a que adoptemos una en6rgica resistencia imprimiendo a
nuestra acción un carácter eminentemente revolucionario, puesto que la burguesía,
incapaz de combatirnos dentro de la legalidad que ella misma ha creado, de ella
se extralimita recurriendo para la defensa de sus privilegios a medidas
coercitivas y violentas que demuestran cuan grandes con sus deseos de ahogar el
saludable espíritu de rebeldía contra la sociedad actual, que se acrecienta en
nuestros pechos proletarios.
Anhelan destruir
nuestra organización con un pretexto de Ley Nacional del Trabajo intentando en
estos momentos preparar el terreno para transformar, sin resistencia de parte
nuestra, ese proyecto de ley.
Esa mal titulada Ley (Nacional
del Trabajo, que cuan mordaza en nuestros labios nos impedirá hablar a nuestros
compañeros de infortunio para inculcarles en sus mentes y sus corazones rayos
fecundantes del ideal emancipador que guíe nuestros actos, merece nuestra mas enérgica
condenación, y determina la necesidad imperiosa de combatirla con todas las fuerzas
de que seamos capaces.
La Unión General de
Trabajadores, velando por los intereses del proletariado argentino, os invita a
que os deis perfecta y exacta cuenta de los malignas propósitos que el actual
gobierno persigue en estos momentos anormales por los cuales el país atraviesa.
Es necesario que el proletariado argentino redoble sus energías, disponiéndonos
a defendernos de la agresión con los medios que nos sea posible y que las
circunstancias determinen. Estrechemos nuestras filas, no permitamos que nos atropellen,
seamos conscientes y fuertes y retemplando nuestros espíritus hagamos ver a la burguesía
gobernante que nos hallamos dispuestos, cueste lo que cueste, a afrontar la
batalla por ellos provocada.
A la obra, compañeros.
Redoblemos nuestra actividad y defendámonos. — Buenos Aires, febrero de 1905. —
La Junta Ejecutiva.
Fuente: “La Revuelta del 4 de febrero” en Historia del
Socialismo Argentino Tomo II de Jacinto Oddone, Talleres Gráficos de “La
Vanguardia”, 1934.
No hay comentarios:
Publicar un comentario