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miércoles, 25 de abril de 2018

Jacinto Oddone: "La Revuelta del 4 de febrero de 1905” (1934)


LA REVUELTA DEL 4 DE FEBRERO. EL SEGUNDO ESTADO DE SITIO

El día 4 de febrero de 1905, la facción política llamada radical ofrecía otra vez el deplorable espectáculo de un nuevo motín, preparado con el apoyo -de algunos militares, sin mas objeto que dar asalto a las posiciones del gobierno, desalojando a quienes las usufructuaban.

Con ese motivo el Comité Ejecutivo del Partido Socialista dio el siguiente manifiesto:

La política criolla y el motín militar

En presencia de la insurrección de los elementos militares que ha distraído la atención publica y estado a punto de provocar un trastorno casi general en el país.

El Comité Ejecutivo del Partido Socialista Argentino considera:

1. Que el episodio sangriento corresponde a la inveterada práctica que hasta ahora han consagrado los partidos políticos de esta nación apelando a los recursos extremos para obtener una ingerencia en la gestión de la cosa pública, cuando por medios democráticos o no, ven desterrados de ella.

2. Que el hecho corrobora, una vez más, la grande inmoralidad que caracteriza los procederes de los partidos políticos en que está dividida la burguesía argentina, y el profundo desprecio que estos tienen cuando luchan por la obtención de sus objetivos, de la paz y de los intereses sociales.

3. Que en tanto que los partidos pertenecientes a la clase dominante califican de violento el ejercicio de nuestros derechos de huelga, reprimiéndolo ilegalmente y coartándolo con los procedimientos más arbitrarios, ellos practican como lo prueban los recientes sucesos, para dirimir sus bajas rencillas, los más reprobables sistemas de violencia.

4. Que hechos de esta naturaleza son dignos del régimen imperante por cuanto ellos son sencillamente el fruto de los procedimientos antidemocráticos de que se han servido hasta ahora las camarillas de políticos que desde hace cerca de treinta años vienen legando entre sus miembros la administración de la cosa pública.

5. Que estos atentados a la tranquilidad nacional no desaparecerán por una saludable elevación de la conciencia política del pueblo, capaz ya de condenarlos y de hacer posible su realización.

6. Que la obra de regeneración política, dificultada por estos partidos sin doctrina y sin moral, corresponde por entero el pueblo trabajador, organizado a este objeto en partido político de clase, único capaz de llevarla a buen término en su propio beneficio.

Por estas consideraciones, el Comité Ejecutivo, del Partido Socialista acuerda: 

Invitar a la clase trabajadora a mantenerse alejada de estas rencillas provocadas por la desmedida sed de mando y de mezquinas ambiciones, y a negar su contingente moral y personal a la obra desmoralizadora que ellos realizan, fortificando y consolidando su organización económica y política con el objeto de obtener más pronta liberación.

La revuelta había sido sofocada. Los principales directores se hallaban presos o prófugos. El país había vuelto a su calma habitual y todo hacia suponer que, tranquilizados los ánimos, el gobierno volverla a sus ocupaciones propias y tratarla de evitar, si podía, la repetición de los hechos. Pero lo que nadie sospechaba era que lo ocurrido tendría serias derivaciones hacia el movimiento obrero y socialista, que no solo no había tenido la menor intervención en la revuelta, sino que la había condenado públicamente.

En efecto: decretado el estado de sitio el día mismo del motín, lo primero, y lo único, que hizo la policía fue clausurar los locales obreros y los centros socialistas, prohibir toda reunión, secuestrar "La Vanguardia" y demás publicaciones obreras y gremiales, arrestar a centenares de trabajadores, deportar a los mas conocidos, violar domicilios, en una furiosa campaña de persecución realmente inaudita. Todo aquello parecía una gran comedia preparada para dar un golpe al movimiento socialista, que comenzaba a ser una fuerza, so pretexto de la revolución radical.

El Comité Ejecutivo del Partido, que días antes había dado el manifiesto explicando su posición frente a los suecos, se creyó obligado a protestar por la actitud injustificada y brutal de la policía y del gobierno que hacían derivar hacia la clase trabajadora organizada las consecuencias del motín. Al efecto dio el manifiesto siguiente:

“El Comité Ejecutivo del Partido Socialista Argentino, en presencia del recrudecimiento de la actitud hostil del gobierno hacia el movimiento obrero, ha resuelto dirigir la palabra al pueblo trabajador de la republica para explicarle el significado de esta hostilidad y para aconsejarle el único medio de neutralizarla.

Sofocada la torpe y criminal revuelta que acaba -de conmover al país, y en momentos en que el gobierno parecía preocupado en solucionar las múltiples dificultades que le creara el reciente motín, le vemos iniciar de súbito, al amparo del estado de sitio, una persecución furiosa y despiadada en contra da nuestra floreciente y ya robusta organización obrera.

Cuando no se había extinguido afín el eco de los cañonazos descargados por la bárbara soldadesca, cuando el gobierno no había arrestado aun a los pocos cómplices del motín que "han sido habidos", la policía clausura violentamente todos los locales obreros, cierra sus imprentas, viola domicilios de obreros a toda hora del día y de la noche y da una formidable batida en todo el país, arrestando y encarcelando a una infinidad de valientes y abnegado campeones del movimiento obrero. Y mientras esto sucedía, la prensa burguesa, sin excepción, pedía clemencia para los revolucionarios extraviados, pero no tenia una sola palabra de defensa para este buen pueblo, -que aumenta con su labor la grandeza del país y sufre, sin embargo, los errores y los excesos de aquellos que lo mandan.

¿Qué significa esta violenta persecución obrera a raíz de una revuelta genuinamente burguesa? ¿Qué significa esta unánime actitud -de la prensa burguesa, que pide clemencia para los que arruinan y abochornan el país y no pide ni dice nada en favor de aquellos que lo enriquecen y lo honran? Estos hechos significan que la 'burguesía argentina ha llegado a formarse una clara conciencia económica de clase, y que orienta su política en un sentido concordante. Las bajas rencillas y hasta las torpes y criminales revueltas de las camarillas políticas burguesas son prácticas convencionales que se desestiman cuando se trata de explotar o amordazar a la victima común: la clase trabajadora.

En ningún momento de nuestra vida política ha habido, como en éste, en el gobierno y en la clase dirigente, tanta decisión y tanta unanimidad para hostilizar y perseguir la organización y el movimiento obrero.

A raíz de un grave bochorno, cuya responsabilidad cabe por entero a la clase dirigente, vemos a las distintas facciones de la burguesía argentina despreocupada de los recientes sucesos y atentas únicamente a arbitrar los medios de contrarrestar u obstaculizar el movimiento obrero. El gobierno clausura los locales obreros y arresta a los propagandistas; la prensa burguesa entona himnos de alabanza a algunos capitalistas que se proponen introducir muchas maquinas para dejar sin trabajo a machos obreros levantiscos; los industriales se retinen para oponerse a la sanción de algunas leyes proyectadas en favor de la clase obrera; el ministro de hacienda, entrevistado por una comisión de comerciantes que pedía la disminución de los derechos de aduana, responde que no hay que afligirse porque en definitiva todo eso lo paga el pueblo consumidor. Y para caracterizar el espíritu de hostilidad que anima a la burguesía en la hora presente, basta citar el hecho de un revoltoso oficial de línea que se capta la simpatía de los burgueses y la clemencia del Consejo de Guerra aduciendo, el desvergonzado, que se había movido con su compañía para reprimir un movimiento huelguista.

En ciertos periodos de la evolución, las reacciones de la burguesía son el índice de la fuerza obrera; tanto mis fuerte es la reacción burguesa, tanto mis fuerte es el movimiento obrero. El proletariado de la Argentina, consciente de su fuerza, de su derecho y de su misión civilizadora, sabrá imponerse en esta emergencia, como se impusieron en situación es análoga los proletariados de otros países.

Las leyes de excepción en Alemania, la persecución tradeunionista en Inglaterra; la del domicilio forzoso en Italia, no consiguieron detener el empuje incontrastable del movimiento obrero, y sir- vieron, en cambio, para infundirle nuevo vigor y nuevas energías. El proletariado de la Argentina, siguiendo el ejemplo de sus hermanos mayores de edad y experiencia, sabrá conservar toda su entereza y redoblar sus energías en la hora presente para burlar las persecuciones burguesas a fin de mantener la cohesión de las organizaciones obreras y no interrumpir la propaganda de sus grandiosos y nobles ideales”

El mismo sentido de estupor produjo el hecho entre las filas de la organización gremial, cuando algunos diarios pretendieron envolver, sin el menor fundamento y con propósito avieso, al movimiento obrero en los sucesos de referencia.

Ante esas afirmaciones infundadas, el Consejo Nacional de la Unión General de Trabajadores, central obrera que agrupaba en aquellos momentos a unos ochenta mil obreros, hizo la siguiente declaración, que ponía las cosas en su lugar:

“La Unión General de Trabajadores, en su sesión del Consejo Nacional realizada el miércoles (11 de febrero de 1905) ha votado, en presencia del movimiento insurreccional ocurrido últimamente, la siguiente declaración:

Visto que algunos diarios metropolitanos ;han afirmado que en el movimiento demagógico que se produjo el día 4 tomaron parte agrupaciones gremiales,  y considerando que si el Consejo Nacional de la Unión General de 'Trabajadores guarda silencio ante esa afirmación podría llegar a creerse o a sospechar que alguna de las sociedades federadas en la Unión General de Trabajadores ha podido convertirse en elemento de desorden al servicio de una de las fracciones burguesas que procuran el ejercicio del gobierno; el Comité Nacional declara que la Unión General de Trabajadores nada tiene de común ni con los hombres que administran el país, ni con los que aspiran a reemplazarlos; deplora que el estado de sitio, decretado como consecuencia de aquel movimiento faccioso, haya influido en el fracaso de las huelgas que venían sosteniendo algunos gremios; y formula votos por que cada día mayor conciencia obrera, informada en la lucha de clases, vaya alejando a los trabajadores argentinos de las facciones políticas que se disputan el poder, haciéndolos y manteniéndolos sus victimas”

El giro que habían tornado los acontecimientos, descargando el gobierno todo el rigor del estado de sitio sobre el movimiento obrero y socialista, no se debía ciertamente a la casualidad ni a un error, sino, evidentemente, al propósito deliberado de hacer fracasar numerosas huelgas que en esos momentos sostenían varios gremios, entre los que se encontraban los ferroviarios.

En efecto, la Confederación de Ferrocarrileros sostenía un conflicto con el Ferrocarril del Sud, que se extendía a muchas secciones de la provincia de Buenos Aires, paralizando en buena parte el tráfico. Hallábanse en huelga, además, los obreros de la fábrica de alpargatas "La Argentina", de la capital federal, además de los gremios de metalúrgicos, aserradores, tapiceros, mimbreros y otros.

El estado de sitio y la reacción antiobrera que le siguió, terminaron con todos esos movimientos, siendo encarcelados centenares de obreros, muchos de los cuales fueron llevados a bordo de los buques de guerra.

Como las arbitrariedades y las violencias policiales au- mentaran a medida que transcurrían los días, la Unión General de Trabajadores decidió ampliar la declaración del día 11 de febrero, y quince días después daba el siguiente manifiesto:

“La Unión General de Trabajadores, a todos los trabajadores de la republica. — Hace afín pocos días fuimos sorprendidos por un movimiento insurreccional en el que el pueblo trabajador no ha tornado participación alguna, comprendiendo perfectamente que ese movimiento revoltoso no abrigaba ningún principio de justicia y bienestar social, sino que pura y simplemente lo motivaban ambiciones personales mezquinas de los que excluidos del poder anhelaban reemplazar al actual gobierno, recurriendo para ello a medios violentos y brutales, indignos de hombree que anhelan el bienestar del país, pero que encuadran perfectamente en los móviles y propósitos de los que actuaron en esta insurrección, que tenia por objeto el cambio de hombres, mas no de ideas.

Con motivo de ese movimiento, en el que exclusivamente participaron elementos militares y politicastros pertenecientes a una fracción de la burguesía que desprovista de las delicias "del presupuesto, ha recurrido para saciar sus ambiciones de mando a medios ilícitos y bárbaros que constituyen una practica arraigada en la historia política de este país, el gobierno, con el difícil pretexto de que los trabajadores organizados en agrupaciones gremiales podían estar comprometida también en la revuelta, y amparado con la declaración de estado de sitio, clausura nuestros locales, encarcela arbitrariamente a nuestros más activos y conscientes compañeros, prohíbe la aparición de nuestras publicaciones, hace fracasar las huelgas que venían sosteniendo algunos gremios, e intenta criminalmente con el pretexto de mentidas y calumniosas confabulaciones destruir nuestras asociaciones de resistencia contra el capital, que tantos sacrificios y desvelos nos ha costado consolidar.

La clase trabajadora consciente y organizada, nada tiene de común con los hombres del actual gobierno, ni tampoco con los que intentan reemplazarlos. EI proletariado argentino, en su constante marcha hacia su emancipación económica y política, ha llegado a ser, por el creciente desarrollo de su conciencia de clase y por la cada día mas completa organización de sus sindicatos gremiales, una fuerza temible y poderosa que .con un criterio de clase tiende gradualmente a contrarrestar la explotación de que es objeto por parte de la clase parasitaria. Y es por eso quo el gobierno, dándose cuenta cabal de ello, y aprovechando de las circunstancias que le proporcionan los momentos actuales, procura suprimir esa fuerza que transforma a la clase productora en enemiga franca y leal frente a sus detractores, dispuesta a luchar hasta conseguir su completa liberación del yugo capitalista opresor.

Obreros:

La actitud agresiva y "brutal de la clase capitalista, fielmente representada en el actual gobierno, nos obliga a que adoptemos una en6rgica resistencia imprimiendo a nuestra acción un carácter eminentemente revolucionario, puesto que la burguesía, incapaz de combatirnos dentro de la legalidad que ella misma ha creado, de ella se extralimita recurriendo para la defensa de sus privilegios a medidas coercitivas y violentas que demuestran cuan grandes con sus deseos de ahogar el saludable espíritu de rebeldía contra la sociedad actual, que se acrecienta en nuestros pechos proletarios.

Anhelan destruir nuestra organización con un pretexto de Ley Nacional del Trabajo intentando en estos momentos preparar el terreno para transformar, sin resistencia de parte nuestra, ese proyecto de ley.

Esa mal titulada Ley (Nacional del Trabajo, que cuan mordaza en nuestros labios nos impedirá hablar a nuestros compañeros de infortunio para inculcarles en sus mentes y sus corazones rayos fecundantes del ideal emancipador que guíe nuestros actos, merece nuestra mas enérgica condenación, y determina la necesidad imperiosa de combatirla con todas las fuerzas de que seamos capaces.

La Unión General de Trabajadores, velando por los intereses del proletariado argentino, os invita a que os deis perfecta y exacta cuenta de los malignas propósitos que el actual gobierno persigue en estos momentos anormales por los cuales el país atraviesa. Es necesario que el proletariado argentino redoble sus energías, disponiéndonos a defendernos de la agresión con los medios que nos sea posible y que las circunstancias determinen. Estrechemos nuestras filas, no permitamos que nos atropellen, seamos conscientes y fuertes y retemplando nuestros espíritus hagamos ver a la burguesía gobernante que nos hallamos dispuestos, cueste lo que cueste, a afrontar la batalla por ellos provocada.

A la obra, compañeros. Redoblemos nuestra actividad y defendámonos. — Buenos Aires, febrero de 1905. — La Junta Ejecutiva.









Fuente: “La Revuelta del 4 de febrero” en Historia del Socialismo Argentino Tomo II de Jacinto Oddone, Talleres Gráficos de “La Vanguardia”, 1934.

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