Estaba radiante; acababa de ganar un juicio de 1.000
millones de pesos defendiendo a la Cooperativa 1º de Mayo.
Tenía las palabras moderno, auténtico, realista, a flor de
labios.
Pero nos interesaba que sus labios se abrieran para
hablarnos de su entrevista de 4 horas con Perón en Madrid.
Que se animara. Que no hiciera como los frecuentes
visitadores que niegan su presencia ante el nostálgico líder.
Facundo Suárez decidió entonces ANIMARSE y hablar para
EXTRA.
Había estado mudo hasta ahora. Seguramente de aquí en más
oiremos a Ricardo Balbín.
ESTE fue el dialogo
textual registrado entre EXTRA y Facundo Suárez:
—Ud. nació en Mendoza, tierra política.
Facundo Suárez:
Sí. El 5 de noviembre de 1923. Soy generacional como usted ve. Mi padrino fue
Carlos Washington Lencinas, un caudillo generacional, odiado como pocos y
desacreditado como casi todos, pero amado con pasión. Hasta hoy se prenden
velas en su tumba. Soy casado con Lucia Lastra; tengo tres hijos. Claudia (15),
Facundo (13) y Lucio (11). Me llamaron Facundo por ser descendiente directo de
Facundo Quiroga por parte de mi madre, una de las pocas bisnietas
sobrevivientes del célebre riojano.
—Ud. es hermano de
Leopoldo Suárez, ex ministro de Defensa del gobierno de Illia. ¿Siempre
coincidió con él en el gusto y en las actitudes políticas?
F.S.: Básicamente
si. Los dos somos radicales. Antes de tener la libreta de enrolamiento ya
actuábamos en el partido. Pero evidentemente el radicalismo no es un cartabón
de igualdad ideológica. Y en las actitudes políticas es público y notorio que tenemos
posiciones diferenciadas. Esencialmente en el concepto de la lucha por el poder
y cómo permanecer en el mismo. (Facundo cree en el acuerdo con el peronismo
mientras Leopoldo conversa con los conservadores.)
—Antes de preguntarle
si lo vio o no a Perón y qué le dijo, ¿qué antecedentes tiene usted como para
poder hoy levantar una bandera de entendimiento nacional, léase, conectarse con
el peronismo?
F.S.: No es un
problema personal. Es generacional. Mi generación entiende que en el proceso de
reestructuración política del país no se puede prescindir de nadie. Los que
creemos que la Argentina tiene que ser un cielo industrial, los que vimos a la
Argentina desmembrada, perdiendo provincias y fuerza por estar idiotamente
divididos, no podemos seguir en ese tren que no tiene estación de destino. Para
tener un país agresivo tenemos que tener un país unido. No un país discutido.
Mientras el Papa va a Antioquia después de 9 siglos de división de la Iglesia,
¿por qué yo no puedo hablar con Perón? Nosotros seguimos aquí detenidos en el
pasado, revisando barcos soviéticos en el puerto, a la misma hora que Franco
negocia con Rusia y Brasil, inaugura centrales hidroeléctricas hechas por
Checoslovaquia. Mi generación quiere salir de la pavada...
—Perfecto; pero Ud.
no me contesta lo que le pregunto. No se evada...
F.S.: No me
evado. Enfrentamos al peronismo durante mi vida universitaria, por la ruptura
de un diálogo del que no fuimos protagonistas. Pero sin embargo, en el
Parlamento, los radicales votamos las leyes básicas que propuso el peronismo.
Había incomunicación personal, pero no estábamos lejos ideológicamente del
peronismo. Personalmente fui elegido decano de la Facultad de ciencias
Políticas de la Universidad de Cuyo, en noviembre de 1955, con la aquiescencia
de profesores y graduados que militaban en el peronismo.
Fui siempre antigolpista; en la época de Frondizi grité que
"El golpe iba contra todos"; en 1962 frondicistas pretenden llevarme
como candidato a gobernador de Mendoza, pero mi partido "ve mal" esta
posibilidad y me anula; en 1963, los conservadores de Mendoza, me ganan por
doce mil votos la elección ; hay colegio electoral. Los peronistas proponen votarme.
Me niego; hay que aceptar la democracia. En YPF, como presidente, me toca un
directorio con Adrogué, Albrieu, ministros de la Libertadora y de Perón, el
socialista Teodoro Bronzini, hijo; cuatro radicales, ocho no radicales. No
tengo un sólo problema. El secreto es que podemos convivir. Y, como no soy
modesto, admito que mucho se debió a mi particular modalidad. Me sentí tan
cómodo como viviendo con la gente del SUPE (Sindicatos Unidos Petroleros del
Estado), y estuve dos años y medio sin una huelga en YPF.
—¿Este curriculum
hizo factible que Perón lo recibiera?
F.S.: Yo no pedí
audiencia. Perón me invitó por intermedio del Dr. Jerónimo Remorino, su ex
canciller, a abrir un diálogo, sin otro compromiso, que el de ver cómo podíamos
ser útiles al país. Un año atrás, siendo yo funcionario, por intermedio de un
amigo dirigente peronista, Michellini, estuve a punto de entrevistarme con
Perón en juego limpio. Pero hubo "resistencias" en el partido y
entonces opté por no forzar el proceso.
—De hecho que usted
admite que lo vio a Perón.
F.S.: Por
supuesto. Si, lo vi a Perón. Creo que la política vergonzante, los diálogos a
nivel de sótano, significan atraso de mentalidad. Un político moderno no debe
temer de hablar con el que fuera. Yo hablé con Arturo Frondizi siendo
presidente de YPF; me parecía absurdo que por representar dos políticas
distintas, no podíamos tener diálogo. Que por encontradas que fueran las
posiciones, siempre algo se aprende. No hablar, es canibalismo. Nunca negué el
hecho. Porque insisto, no soy un CANIBAL POLITICO. Tengo ideas firmes y el
diálogo las refirma. Si uno es inteligente, y está equivocado, y se lo
muestran, cambia. Muchos argentinos, a nivel político, son momias por no haber
cambiado jamás.
— ¿De qué habló con
Perón? ¿Qué le ofreció? El a usted y usted a él.
F.S.: Fue
protocolar al comienzo. Perón tiene esquemas muy claros. Me habló
"organizadamente".
NO HICIMOS NINGUN PACTO. Hablamos de la posibilidad de vivir
en común; Perón no la rechazó. No parecía tener agravios. Me dijo una frase muy
redonda: "Mire Suárez: esto es igual que cuando un carro se queda
empantanado y sólo cuatro tiran para sacarlo mientras los demás miran. La
Argentina es igual. Tenemos que volver al sistema representativo y ser
eficientes".
— ¿No le hizo
realmente ninguna referencia a los agravios que él y su movimiento pueden haber
recibido de su partido?
F.S.: Hablamos
del futuro. Hacia adelante. Si nos envolvíamos en los recuerdos de los mutuos
agravios, volvíamos a ser caníbales. Se hizo pequeño recuento de los hechos de
ayer que dividieron a los dos movimientos; por ejemplo: Perón recordó los
puntos de contacto y los ofrecimientos a Sabattini para una salida integral en
1946 y la respuesta negativa que llevó a estos 22 años de discordia nacional.
Perón evocó la lealtades y deslealtades en el campo militar: "Fíjese
Suárez, —me agregó— que los militares que sufrieron cárcel por revolucionarios
son los que tienen menos rencor y en cambio muchos de mis más queridos
representantes, los que más me proclamaron su adhesión personal, hoy son
'gorilas'. Los conversos fueron siempre peligrosos, Suárez...".
— ¿Es verdad que le
habló mal de Balbín?
F.S.: No. Pero
admitió que había que tener gran actitud de renunciamiento. "Si yo olvido
los fusilamientos —me dijo Perón— alguien tiene que olvidar que estuvo preso...".
—Eso es directo para
Balbín... Ese alguien es Balbín.
F.S.: ¡Por
favor...! Le repito que no hizo nombres. Delante mío, no hubiera podido hablar
mal de Balbín, porque yo no lo habría admitido. Perón, por otra parte, tiene
modales y no está donde está por casualidad...
—De Onganía le habló?
F.S.: Sí. Me dijo
que tenía prestigio militar, pero que en los próximos meses lo perdería por no
tener ideas claras de gobierno. Que además se rodeaba mal en materia de
conducción; había vuelto a llamar a todos los que fracasaron en gobiernos
anteriores. No se puede triunfar ""con perdedores". "Al
menos los radicales —me marcó— no usaron a este elenco estable de la
frustración. Restituir la disciplina militar es una cosa. Eso lo hizo Onganía.
Gobernar es otra cosa. Pero si fracasa las fuerzas armadas volverán a
deliberar. El error es atacar a las FFAA... Es injusto. Habrá que medir bien el
ataque, cuando llegue la hora del derrumbe". Le repito que estos juicios
son de Perón ...
—¿De Matera qué le
dijo?
F.S.: Ningún tipo
de apreciación lesivo. Comentó si, los Informes que rendía Matera sobre la
situación política del país...
— ¿Y de Frondizi?
F.S.: Lo explicó
así: "Frondizi tuvo una gran oportunidad y la desaprovechó... Fue el
Sabattini de 1958...
—¿De Vandor, Framini,
Alonso?
F.S.: No... habló
sí, de abrir un proceso generacional de cambio en las estructuras gremiales.
Pero me indicó que los caudillos actuales también están de acuerdo en eso... En
dar paso a otros.
—¿Y de Illia qué
dijo?
F.S.: Los dos
años de gobierno de Illia los consideró como un trato leal. Tan limpio que los
peronistas ganaron las elecciones. Me aseguró que no le era difícil; en
consecuencia, el diálogo... con las discrepancias lógicas del aspecto
conductivo. Pero, escúcheme, los nombres propios fueron muy circunstanciales...
No Insistamos...
—¿En qué pacto
quedaron?
F.S.: En ningún
pacto; en lo que sí quedamos fue en que los dos movimientos trabajaran en común
para llegar a un GOBIERNO REPRESENTATIVO.
—¿Perón quiere
elecciones?
F.S.: Por
supuesto... Yo no tenía representatividad de los órganos del partido para
pactar nada. Me limitaba a transmitir la posibilidad de trabajar juntos. Los
organismos del partido tienen que decidir...
— ¿Aprobaron su
gestión Balbín, Illia, etc... ?
F.S.: Yo trasmití
al Dr. Illia y al partido estas impresiones. Son analizadas por el
radicalismo... La apertura del C. Nacional, si bien no tiene como destinatario
único al peronismo, creo que ya es un buen indicio...
—¿Pero usted cree que
hombres de su partido muy antiperonistas y muy gorilas aceptarán convivir?
F.S.: No se trata
de convivir con el peronismo, sino con el país. Quien no lo haga está de más en
el radicalismo...
—¿Tiene idea que su
lucha será muy larga y que puede quedarse muy solo?
F.S.: Estoy muy
adulto. Sé lo que hago. Además navego en la corriente misma del país... Es un
lenguaje que lo habla la Iglesia en el mundo. Como se ve, muy solo no estoy.
—Honestamente, ¿qué
le parece Perón? ¿Está gagá?
F.S.: Una imagen
totalmente distinta a la que los años en que lo enfrenté me hicieron crear. Uno
idealiza a la mujer que ama y regala virtudes. Le achaca todos los defectos al
ser que odia o resiste. Me impresionó el orden de su exposición en un hombre de
70 años. Claro, lúcido, tajante, preciso. Va al tema. Tiene una diferencia
fundamental con los políticos que uno trata: nunca habla en primera persona.
—¿Él también se
prestaría a un gran renunciamiento?
F.S.: Los
renunciamientos de los hombres claves son muy difíciles: escapan a la propia
voluntad. En política no se puede pedir renunciamiento sin darlo...
— ¿Quiere volver al
país?
F.S.: Una
pregunta que no le formulé porque me parece antinatural.
— ¿Cuál sería el renunciamiento que Perón debiera darle al
país a su juicio?
F.S.: Creo que necesitamos una tregua política como en
Colombia. No renunciar sólo a líderes, sino a algunos conceptos que enfrentan.
Renunciar no es abjurar. Yo no
me avergüenzo de haber participado en la Revolución
Libertadora y se lo dije a Perón. No me saco el titulo de haber contribuido a
la caída de él. Pero no me voy a perder en las anécdotas y rencores de esa
Revolución...
—En qué pueden
coincidir radicales y peronistas para hacer el país de 1980...?
F.S.: Política
económica independiente, a nivel de desarrollo; concreción de todas las obras
estructurales, demoradas desde 1880 Industrialización total sin costos
políticos y con expansión tanto interna como externa; política internacional
retomadora de la corriente histórica del liderazgo perdida por el país por su
complejo de inferioridad, Juego limpio en la representatividad política;
planificación integral de la Argentina para que nuestro acero, nuestro comercio
exterior, y nuestros niveles de consumo interno, nos hagan convivir en un mayor
grado de eficiencia técnica, cultural y económica con el mundo que crece
mientras nosotros retrocedemos. En eso no hay diferencias con el peronismo, le
puedo asegurar después de cuatro horas de conversación abierta con Perón. Los
dos partidos queremos la Argentina con destino de Potencia y sin sumisiones
extrañas y no soñando, como sueñan nuestros repetidos economistas, con la
inversión extranjera como única posibilidad de rescate.
— ¿Cuándo quedó en
volverlo a ver a Perón?
F.S.: Las puertas quedaron abiertas. Ahí terminó mi
cometido. Ahora es el partido... Yo informé...
—Perdón, por último:
hay algunos correligionarios suyos, bastante vitales, que afirman que Perón los
va a traicionar...
F.S.: Esta es la
primera vez que hablo con un periodista después de mi visita a Perón; yo no
busco adeptos. Creo que si el peronismo no cumple con este proceso de apertura
se traiciona a sí mismo... Los críticos de esta posición se reúnen con dirigentes
conservadores —lo que me parece bien— olvidando que muchos de estos
conservadores practicaron el "golpe" contra el Dr. Illia. Pero si se
olvidan los agravios con esas fuerzas, ¿por qué insistir en el rencor con los
peronistas?
—Haga nombres.
F.S.: Quiero paz,
no guerra.. Usted los conoce...
Fuente: Facundo Suárez se confiesa: "No soy un caníbal
político... Sí, lo vi a Perón" en Revista Extra, septiembre de 1967.
Digitalizado por Mágicas Ruinas.
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