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jueves, 14 de diciembre de 2017

Agustín Rodriguez Araya: "Debate de la Ley 14.499 Jubilaciones y Pensiones" (14 de agosto de 1958)

Sr. Presidente (Zanni). — Tiene la palabra el señor diputado por Santa Fe.
Sr. Rodríguez Araya. — Señor presidente: después del análisis exhaustivo realizado por los señores diputados que me han precedido en el uso de la palabra, con relación a este problema de los jubilados y pensionistas, tratare de no repetir conceptos ni argumentaciones. Diré cosas nuevas.

Se ha hablado mucho del dolor y la miseria de los jubilados, y he escuchado un poco impávido que la responsabilidad y la culpa de todos los acontecimientos del pasado han caído sobre el Estado, que ha extraído fondos para ir asegurando el normal equilibrio de la Republica. Lo que ocurre —y esto debe reconocerse-- es que los argentinos constituimos un país de concepciones democráticas, pero no de realizaciones democráticas. Todavía estamos muy lejos de ellas; pero yo confío y estoy esperanzado en que en este régimen, que se inicio el 1 de mayo con el concurso de todos nosotros, podamos empezar a quebrar las viejas estructuras del privilegio, a que se refería el doctor Schweizer.

Es que tenemos conceptos un poco materialistas de lo que es la función democrática en la vida de este país; me declaro incurso en alguna responsabilidad a ese respecto. Nosotros mirarnos a los jubilados como al hombre que ha cumplido con su destino y nada mas tiene que hacer en la vida del país. Quizá sea cierto, pero es cuando empieza a sentirse la necesidad de que cumplamos con los jubilados, que han cumplido con nosotros y nosotros nunca con ellos. Y, de esa manera, pagarles la deuda que con ellos tiene la Republica.

Hay un problema que no ha sido encarado, o que, por lo menos, no he advertido que se lo pusiera de manifiesto en el transcurso de este debate.

El concepto de la jubilación tiene, para mí, un sentido: asegurar la dignidad, el decoro y la holgura al hombre que ha trabajado permanentemente al servicio de la Republica en cualquiera de sus actividades. Pero la jubilación no puede constituir un medio o un resorte por el cual gente inescrupulosa aproveche para jubilarse, o gente con considerable fortuna vaya a esperar de las cajas de jubilaciones esa garantía que debe dejar en beneficio de sus semejantes.

¿Que pasaría si yo pusiera de relieve en esta Cámara que, en mi ciudad, he visto uno, dos o tres ciudadanos, con fortuna que oscila en los cincuenta millones de pesos, yendo a cobrar su jubilación? ¿Es eso posible? ¿Es ese el sentido democrático que podemos dar a esta concepción que, en esta forma, no es, por cierto, una realización democrática?

Por esta razón, me voy a permitir sugerir a la Cámara un artículo transitorio, redactado en los siguientes términos:

«No se comprenden estos aumentos a quienes posean una renta superior a doscientos cincuenta mil pesos anuales. Quienes en estas condiciones gestionen o acepten al aumento sin denunciar su renta, perderán la actual jubilación.»

Ocurren también algunos hechos que debemos tener presente para hacer un futuro revolucionario en el país. Dije que no tenemos sentido de la democracia porque actualmente los privilegios y los beneficios alcanzan a los poderosos en la Republica. Llegamos rezagados con este proyecto de asignar el 82 por ciento a los hombres humildes del país, habiendo ya adjudicado ese beneficio a los miembros del servicio consular y también a los funcionarios de la justicia. Entiendo que la verdadera justicia se aplicara cuando pongamos en un plano de igualdad a todos, empezando por nosotros mismos. No es posible que nos encontremos que en los regimenes de previsión para trabajadores rurales, del servicio domestico, trabajadores independientes, profesionales o empresarios, las condiciones del retiro sean un poco forzadas, y que las pensiones alcancen a los  hijos solo hasta los 18 años y a las hijas mujeres hasta los 22 años. Entiendo que a las hermanas solteras, siempre que sean huérfanas de padre y madre, también debe alcanzar ese beneficio.

—Ocupa la Presidencia el señor vicepresidente 29 de la Honorable Cámara, don Jorge Raúl Decavi.

Sr. Rodríguez Araya. — Creo que la esencia democrática regirá en el país cuando todos los argentinos gocemos de los mismos derechos y de los mismos privilegios que tienen los militares en la Republica.

De acuerdo con la ley 13.996 los deudos del militar que tienen derecho a pensión son, entre otros, los siguientes: las hijas solteras, legitimas, adoptivas o naturales, por vida; las hijas legitimas, adoptivas o naturales, que siendo viudas, separadas o divorciadas por culpa del esposo, y en virtual de sentencia emanada de autoridad competente que carezcan de medios para su subsistencia; las hermanas solteras o viudas que carezcan de medios para su subsistencia.

Y yo pregunto: la gente humilde, en su mayoría mujeres, que muchas veces renuncian al casamiento para mantenerse solidarias con sus padres y les sorprende la muerte de ellos en una edad en que no están en condiciones de ejercer ninguna actividad, ¿por el solo hecho de ser civiles no tienen ningún derecho adquirido, o es que resulta que las hijas en la Republica son las hijas de los militares y las entenadas son las hijas de las fuerzas civiles del país? (Aplausos.)

Quería decir también que no basta defender a los jubilados sino que es necesario defender al que se jubila, que tiene que hacer un tramite vergonzoso por las cajas para lograr que se le adjudique un beneficio al que tiene derecho, si no desea caer en esas comanditas que tramitan las jubilaciones cobrando sumas fabulosas que reportan la miseria y la falta de comodidad para la gente que tiene que acudir a esos llamados establecimientos administrativos.

Aquí no se trata de quien presento el primer proyecto. Aquí, como en el amor, es quien se casa y nosotros nos hemos casado con la Republica en este momento para servirla y asegurar su destino y grandeza (¡Muy bien!, ¡Muy bien!, ¡Muy bien!)









Fuente: Discurso del Diputado Nacional por Santa Fe Agustin Rodriguez Araya en el debate de la Ley 14.499 Jubilaciones y Pensiones, 14 de agosto de 1958.

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