Esperaba este aislamiento voluntario, la oportunidad para
explicar al país, sin reservas mentales incompatibles con mi temperamento y mi
deber, la participación que me correspondió y el concepto que me guiara en los
sucesos anteriores al episodio revolucionario y durante la revolución misma,
cuando llega hasta mi soledad un insólito rumor cuya difusión, por ligera que
sea, exige desde ya la palabra anticipada que hasta hoy no había querido
pronunciar.
Ese rumor, cuyo origen conozco al extremo de que podría
individualizar a las personas que lo inspiraron, me atribuye actitudes que importaría
deslealtad para con mi partido e inconducta en el alto cargo que he
desempeñado, ya que seria inconducta y deslealtad, haber estado en convivencia
maliciosa con los hombres que prepararon la revolución a fin de asegurar mi
permanencia en el gobierno.
Y como que la calumnia siempre busca visos de verosimilitud
para hallar eco en la credulidad de la gente señálense lugares, indicase horas
y hasta se invocan testimonios fidedignos para hacerme aparecer como el eje de
maquinaciones absurdas y protagonista de conciabulos fantásticos.
¡Claro está! La hora es propicia para las sugestiones
malsanas del fracaso. Flota aun en el ambiente mucha savia de rencor y era fácil
sazonar ese fruto de malos perdedores, que rodando por la pendiente de
mezquinos apetitos, habría de recogerse con avidez por todos aquellos que
procuran acallar la propia conciencia vengándose de sus remordimientos. Y así,
en el afán cobarde de rehuir responsabilidades y con la ceguera mental que les
impidió siempre volver sobre los pasos para corregir extravíos, han querido
abusar de mi silencio para interpretarlo a su manera, tergiversando una actitud
digna al confundir la discreción caballeresca con la pasividad culpable. Por
eso no hallan en la desgracia otro consuelo que la protesta, ni buscan otro
lenitivo que la venganza. Pretenden amedrentar a los débiles con sus alardes y
conmover a los crédulos con arranques de histrionismo. Para ellos el valor está
en las bravatas y el sufrimiento en los quejidos. Por eso denigran mi silencio!
Como si yo estuviera en un lecho de rosas, ajeno a la tristeza de tantos amigos
y a la congoja de tantos hogares! ¡Que importa!
Pero no han de engañar a nadie esos falsos corifeos. He de
romper bien pronto esa maraña de intrigas con la amplia y documentada exposición
que haré apenas lo permitan las circunstancias.
Entonces el país sabrá cual fue la actitud de un hombre que
ha vivido desde el 12 de octubre de 1928 dando pruebas diarias de una
consecuencia y solidaridad que nadie podría negar honestamente. Ni un solo día,
en los dos años transcurridos hasta el 6 de septiembre de 1930, he dejado de prestarles
mi adhesión hablándoles con toda claridad, a los hombres que tenían la
responsabilidad efectiva del gobierno. Hay entre ellos quienes suscribirían, no
tengo la menor duda, esta manifestación es mía.
Fuente: “El Ex – Vicepresidente Doctor Enrique Martínez,
promete narrar su actitud con respecto de la Revolución” en el Diario La Voz
del Interior, 8 de marzo de 1931.
No hay comentarios:
Publicar un comentario