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domingo, 23 de julio de 2017

Benjamín Blas de la Vega: "Como conocí a Hipólito Yrigoyen" (1915)

Al Dr. Yrigoyen lo conocí en 1915 cuando fui a Buenos Aires por asuntos ajenos a la política, parando en el Hotel España de la Avenida de Mayo.

Al día siguiente, en horas de la mañana, estaban conmigo un pariente de Mariano Aguado Benítez y un amigo, Armando Reyes, cuando se me acercó a mi habitación el portero del Hotel (español), diciéndome así:

“de parte de Yrigoyen lo invita a concurrir mañana a las 3 de la tarde a su domicilio”

Dándome el nombre de la calle y numero. Le contesté que debe ser un error, porque no conocía al Dr. Yrigoyen, respondiéndome que no, pues en el mensaje no solo dió su apellido, sino dijo también que había llegado recién de Corrientes.

Con esto hubo coincidencia de que la invitación era para mí. Al día siguiente fui, pero no a la hora indicada por haberme sido imposible, sino a las 4 de la tarde. Llegué, subí las escaleras, encontrando en un hall mucha gente, civiles, sacerdotes y militares. Me atendieron dos señores, presentándose como los doctores Cabrera, (ya de edad) a quienes di mi nombre, y aludiendo a la invitación, uno de ellos me contestó que la audiencia era a las 3, y que el Dr. Yrigoyen salió con electores de Santa Fe; pero que hiciera el favor de volver el día siguiente a las 3, que seria recibido.

Fui a la hora exacta, había como antes mucha gente, pero de inmediato se me hizo pasar. Era una pieza muy chica; y detrás de un escritorio, donde solo se exhibía una pequeña banderita argentina, se levantó un hombre alto, erguido, de pantalón rayado y jaqué gris obscuro, tendiéndome la mano e invitándome a tomar asiento frente a él, como le hice. Tenia una corbata roja, que francamente, a mi me impresionó mal, porque siguiendo la tradición de mi padre a quien no conocí, mis hermanos mayores eran liberales cuya insignia era la bandera azul. Y yo también por cierto simpatizaba con el Partido Liberal.

El personaje, comenzó hablándome de la juventud, de sus ideales, de la Patria, en fin de todo lo que ello representa. Lo hacia con una elocuencia muy original y cautivante que trabajó mi espíritu en forma, y olvidé por completo la corbata roja y todo lo que me significaba para mi en nuestro medio, al extremo de que, en cierto momento, me daban ganas de preguntarle donde se inscribe uno como radical, pero no lo hice, había sido muy pronto y me daba vergüenza. Y cuando me preguntó si actuaba en política, le respondí que no; que en Corrientes había dos grupos radicales, uno, que respondía a Dn. Eudoro Vargas Gómez, y el otro al Coronel Ángel S. Blanco.

Me contestó:

“No hay que apresurarse, el Partido esta dividido en muchas partes, pero se unirá para las elecciones presidenciales, aunque luego volverá a dividirse”

Me preguntó si me agradaban las funciones públicas, respondiéndole que no; que me agradaba mi profesión de abogado como que la había elegido, dedicándole todo mi tiempo; diciendo:

“Muy bien pensado”

Me preguntó también si lo conocía al Sr. Juan P. Acosta (correntino), respondiéndole, de nombre. Me preguntó igualmente del Dr. Lomónoco a quien no conocía. Lo propio de los jóvenes Amadey.
Llamaba la atención como estaba informado de la política correntina y de nuestros hombres.

En definitiva, salí prendado de este señor, aunque durante su primera presidencia jamás lo vi. Eso sí, salí radicalizado, al extremo de que volví a mi tierra, y lo primero que hice fue ir al Hotel Paraná donde se hospedaba el Coronel Blanco, quien no me conocía, me presenté y me inscribí al Radicalismo.




El Gobernador de Corrientes Dr. Blas Benjamín de la Vega (traje blanco) a su derecha el diputado provincial Dr. Fernando Piragine Niveyro y a su izquierda el ex Vicepresidente de la Nación Dr. Elpidio Gonzalez, circa de 1947.




Fuente: Memorias inéditas en De La Vega y Corrientes: "de las revoluciones pro-democráticas al gobierno opositor" - Miguel Fernando Gonzalez Azcoaga, Ediciones Moglia, 2001.

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