PRÓLOGO
Durante la campaña presidencial de 1983 Raúl Alfonsín afirmó
reiteradamente, que si fuera electo, uno de sus primeros actos de gobierno,
sería impulsar el juzgamiento de los actos de violencias y violaciones a los
derechos humanos cometidos por las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad.
Asimismo también anunció que iba a dictar un decreto impulsando el juzgamiento
de las cúpulas guerrilleras.
Mientras tanto el justicialismo, a través de su candidato a
presidente Italo Luder, sostenía que la llamada ley de autoaministía dictada
por el último presidente militar Gral
Bignone, no la iba a derogar, por lo tanto todos los violadores de
derechos humanos, no podrían ser juzgados. Se mantendría la amnistía para
todos. Esa fue la propuesta que votó el justicialismo al votar a Luder.
Alfonsín, por supuesto, se comprometió a derogar la ley de
autoamnistía, medida que adoptó apenas asumido, y sostuvo que el juzgamiento a
los represores de iba a realizar de acuerdo a los tres niveles de
responsabilidades que señalaba en toda su campaña:
1er nivel: serán
plena y totalmente responsable por los delitos cometidos todos los militares y
jefes de Fuerzas de Seguridad que hubieran participado en la elaboración de los
planes de represión, o hubieran
participado con capacidad decisoria en la ejecución de estos planes. Estaban
incluidos en este nivel las Juntas de Comandantes, los jefes de Gendarmería y
Prefectura, como así también todos los jefes de Policía. Asimismo los Jefes
militares de las distintas zonas y subzonas en que había sido dividido el país
de acuerdo al plan de represión.
2do nivel:
Igualmente serían considerados como plenamente responsables aquellos que no
estando en el primer nivel, se hubieran excedido en el cumplimiento de las
órdenes recibidas.
3er nivel: no
serán responsables penalmente aquellos que no se hallaren en el 1ro y 2do nivel
de responsabilidades, por que se presumirá, salvo prueba en contrario, que
actuaron cumpliendo órdenes superiores, esto es por obediencia debida.
Muchos, entre ellos Hebe Bonafini , le dijeron a Alfonsín
que estaba mintiendo. Que esa era una promesa electoral que no iba a ser
cumplida.
Pongamos el tema en su contexto histórico. Argentina venía
de 50 años de militarismo.
A través del gobierno directo, o de sus planteos militares,
las Fuerzas Armadas en Argentina, ejercían o influían fuertemente en el poder
político. No sólo ocurrió esto en Argentina sino en la mayoría de los países de
la región.
Cuando Alfonsín propuso el juzgamiento de la represión a
través de la Justicia civil y de acuerdo a los tres niveles de
responsabilidades, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile (con Pinochet), y los demás
países vecinos tenían gobiernos militares, que habían actuado conjuntamente a través del Plan Cóndor.
Por ello Alfonsín, y sus colaboradores, eran concientes que
esta naciente democracia, con una deuda
externa grande, un justicialismo que aceptaba la autoaministía militar, un
sindicalismo y sectores empresarios que habían apoyado al proceso militar, y
gobiernos militares en toda la región, era una democracia muy débil. Era
necesario actuar con mucha responsabilidad y sensatez para poder juzgar a los
represores, que por supuesto, eran en su mayoría los mismos que estuvieron en
el proceso y con las mismas armas en sus
manos.
Por eso la justicia posible que podría realizarse a través
del diseño de los tres niveles de responsabilidades, permitiría que la justicia
civil con todas las garantías legales a los juzgados, pudiera llegar a condenar
a un número estimado entre 70 a
100 jefes militares y de las Fuerzas policiales y de Seguridad, en los casos
más paradigmáticos ocurridos en la represión militar.
Avanzar más allá sería poner en riesgo a la débil democracia
argentina. Nunca en el mundo se habían juzgado a gobiernos militares salientes,
por los propios jueces civiles de las democracias entrantes.
El diseño de los tres niveles fue enviado por Alfonsín al
Congreso. En Diputados, donde había mayoría radical, el proyecto de ley fue
aprobado con pocas modificaciones.
Pero en el Senado el radicalismo era minoría. Necesitaba los
votos de los seis senadores de las tres provincias, Neuquén, Corrientes y San
Juan, donde habían ganado partidos provinciales.
Y en esa instancia se produjo un vuelco total del diseño de
Alfonsín. El senador neuquino Sapag solamente iba a apoyar el diseño de
Alfonsín si se juzgaba a todos los militares que actuaron ilegalmente en la
represión. En la práctica era pasar del esquema del juzgamiento de un centenar
de casos paradigmáticos, a juzgar y seguramente condenar a más de 5.000
militares y policías. La democracia argentina entraría en un gran peligro
frente al militarismo nacional y regional. Por otra parte no era eso lo que
había votado el pueblo argentino cuando apoyó a Alfonsín.
La disyuntiva que tuvo Alfonsín fue muy grande. O no
aceptaba la condición que imponía Sapag, o abandonaba la promesa de juzgar a
las cúpulas militares , tal como se lo sugerían con absoluta responsabilidad
alguno de sus principales asesores.
Finalmente Alfonsín decidió seguir para adelante. Con el
voto de Sapag se logró aprobar la ley que reformaba el Código de Justicia
Militar. La justicia civil argentina intentaría, con gravísimos riesgos, juzgar
a miles de militares y policías.
Los peligros previstos no tardaron en aparecer. Los
militares no iban a comparecer dócilmente ante la justicia. Todo lo contrario.
Comenzaron prontamente actos y hechos militares que ponían en peligro la frágil
democracia.
Alfonsín trató de atenuar aquella ley que lo llevaba en esos
momentos a esa situación no querida. Primero fue con instrucciones a los
fiscales, luego con la ley de Punto Final, que lejos de ser una ley de
amnistía, determinó que se abrieran ante
las Cámaras Federales de todo el país más de 400 causas que comprometían a 2000
militares y policías por violaciones a los derechos humanos. Para muchos
militares aquello no podía continuar. Se negaban a concurrir a las citaciones
judiciales y el peligro de un intento de golpe asomaba cada vez con más
claridad en el escenario argentino.
Alfonsín dijo que era tiempo de hacer prevalecer la ética de
la responsabilidad sobre la ética de las convicciones. Debía pensar en los derechos humanos del futuro que serían
gravemente afectados por un golpe militar, y no solamente pensar en los
derechos humanos del pasado. Fue por ello que en la localidad cordobesa de Las
Perdices el día lunes 23 de marzo de 1987 anunció al país que iba a enviar al
Congreso, un proyecto de ley sobre la Obediencia Debida.
Pero ya el golpe venía en marcha. En la Semana Santa de 1987
el Cnel Rico y sus seguidores, conocidos como “los carapintadas”, tomaron la
escuela de Infantería de Campo de Mayo.
Desde el comienzo de la democracia me tocó presidir la
Comisión de Defensa del Senado Argentino, es decir, participé en estos primeros
años de la democracia, cerca de Alfonsín, en muchos de los hechos señalados en
este prólogo.
Cuando se produjo la sublevación de Rico decidí poner
en mi despacho del Senado, un grabador.
Allí iba grabando, cuantas veces volvía o desarrollaba alguna reunión o
encuentro, los hechos que me tuvieron de testigo o actor. A veces hasta varias
veces por día prendía el grabador. Quería la mayor inmediatez en mi relato.
Cuando terminaron los hechos de esa Semana Santa le pedí a
mi secretaria, María Rosa Andreotti, que desgrabara el material acumulado.
Hace dos años me entregó aquellas desgrabaciones, a máquina,
en hojas ya amarillas, que tenía guardadas desde 1987.
Por supuesto que muchos de los hechos relatados son de todos
conocidos. Algunos quizás no tanto.
Así “en crudo” como recibí ese material paso a
transcribirlo.
MIÉRCOLES 15 DE ABRIL DE 1987
Al mediodía del miércoles me encontraba en el edificio
Libertador, sede del Estado Mayor General del Ejército para la ceremonia de
condecoración del Tte. General Von Sandrardt de la República Federal de
Alemania.
En esta ceremonia, presidida por el General Ríos Ereñu,
estaba la plana mayor del Ejército, una treintena de altos oficiales, todos
generales. Me encuentro en un aparte con Ríos Ereñu e inmediatamente voy al
tema que me interesaba, tema importante del día para el Jefe del Estado Mayor
general de Ejército: el caso Barreiro, un capitán que debía comparecer ese día
ante la Cámara Federal de Córdoba por su presunta actuación en el campo de
detención La Perla.
Le pregunto entonces
a Ríos Ereñu:
-¿Qué va a pasar con Barreiro que hoy tiene
que presentarse?
-Está todo arreglado, no hay problema, fue
la respuesta de Ríos Ereñu.
-A esta hora tiene que presentarse,
continúa Ríos, ya hablé con Fichera en el
Comando del III Cuerpo, quien me dijo que todo está bajo control, que Barreiro
se presenta.
-¿Y si no se presenta?
Pregunté.
-Fichera inmediatamente lo detiene y me lo
manda preso a Buenos Aires, fue la firme respuesta de Ríos Ereñu.
Era ya bastante pasado el mediodía, y la reunión proseguía.
Un poco antes de las
15 horas se me acerca Ríos y me dice:
--Este todavía no se ha presentado y la Cámara
todavía no ha producido la declaración de rebeldía. Ni bien lo declare en
rebeldía lo metemos preso. Pero está
todo bajo control, no creo que haya problemas.
Abandono el edificio Libertador y me voy al Senado. Esa
noche del miércoles teníamos una reunión partidaria importante en La Pampa y
además ya se iniciaba el descanso de Semana Santa.
Vuelvo a Santa Rosa, y esa noche, en la reunión, le cuento a
la dirigencia partidaria mi conversación con Ríos Ereñu sobre el tema Barreiro.
A nosotros el tema Barreiro nos preocupaba porque hacía
tiempo que Barreiro, un joven oficial de inteligencia, decía que no se iba a
presentar y entonces seguíamos el tema muy de cerca.
JUEVES 16 DE ABRIL DE 1987
En la mañana del jueves me reúno con dirigentes sectoriales
pampeanos y allí me entero que la
situación en Córdoba se había complicado a raíz de la no comparecencia de
Barreiro ante la Cámara Federal de Córdoba, y que se había refugiado en el
Regimiento 14 de Infantería Aerotransportada.
Enterado es esto, lo llamo por teléfono al general Juan
Carlos Medrano Caro, Comandante del IV Cuerpo de Ejército con asiento en Santa
Rosa, y le pido que me invite a tomar un café. Me voy a la Sede del Comando, y
Medrano Caro me hace una síntesis de los hechos que se venían sucediendo.
“-Desde las 5 de la mañana de este jueves
estoy constituido en el Comando, en permanente comunicación con el general
Alais, Comandante del II Cuerpo de
Ejército, y con Antonio Fichera, Comandante del III Cuerpo de Ejército.
Alais está muy firme
para salir a reprimir. Yo también estoy absolutamente firme. Esto es un acto de
dementes, es una barbaridad, no saben el daño que le hacen al Ejército”.
-Y con relación a la situación de su Cuerpo?,
le pregunté.
-Me he reunido con mi Estado Mayor, en el IV
Cuerpo no hay fisuras, todos están con la legalidad, fue la respuesta de
Medrano Caro.
Yo lo noté muy bien,
muy decidido y firme en su actitud de lealtad, y agrego:
-Pero creo que Fichera está desbordado por los
acontecimientos en su Cuerpo (el Tercer Cuerpo con asiento en Córdoba).
Me voy de la Sede del
Comando del IV Cuerpo para realizar reuniones con dirigentes políticos de La
Pampa, siempre en Santa Rosa, con el objeto de organizar la convocatoria al
acto público para esa tarde, coincidiendo con el que se estaba gestando en
Buenos Aires y en el resto del país. La concentración resulta muy importante.
Se lee un documento de apoyo al orden constitucional y concluída la misma
vuelvo a Buenos Aires.
Previo paso por el Senado voy a Presidencia. El Presidente
está cenando y en un momento se sienta a mi lado .Están también el canciller
Dante Caputo, Enrique Nosiglia, el Ministro de Defensa Dr. José Horacio
Jaunarena. Allí le doy al Presidente un informe oral sobre la situación del IV
Cuerpo de Ejército.
En la cena me entero de versiones contradictorias, ya
estaban funcionando a pleno las usinas de acción psicológica, y uno de los
rumores era que el IV Cuerpo no respondía. El Presidente me dijo que la mía era
la primera versión directa de un funcionario político que recibía sobre la
situación completa de uno de los Cuerpos de Ejército. Ocurría que el General
Enrique Bonifacino, Comandante del V Cuerpo, con asiento en Bahía Blanca, el
miércoles había estado en Buenos Aires y por más que fuera firme su posición personal acatando las
órdenes de sus mandos, por su alejamiento del Cuerpo no podía saber cómo se
hallaban las unidades dependientes de él. Pasaba lo mismo con el general Naldo
Dasso, Director General de Institutos Militares, ambos habían estado el
miércoles en el Edificio Libertador para la ceremonia de condecoración del
militar alemán y no podían responder fehacientemente sobre la situación de sus
respectivas unidades.
Durante la cena le planteo al Presidente la calificación
Jurídica que para mí tienen el tema Barreiro:
-Presidente, para mí es rebelión lisa y llana
según el Código Penal. Además, a Fichera hay que ponerlo preso.
-El Presidente
entonces me pide:
-¿Por qué no se viene mañana a las 8 de la
mañana que va a venir Fichera?
-En realidad, Fichera
debía ser detenido porque había emitido un comunicado diciendo que se negaba a
reprimir, y lo había hecho públicamente.
Para mí, entonces, y así se lo dije al Presidente:
-Si el comunicado en verdad existe, no sólo
hay que meterlo preso sino también destituirlo. Por lo tanto, mañana no debe
salir de acá si se confirma su autoría de ese comunicado público.
En ese momento el
Presidente le ordena al Ministro Jaunarena que invite también a la reunión del
viernes a las 8 de la mañana al Cnel. Hugo Sabino Fernández, Jefe del
Regimiento de Granaderos a Caballo.
En realidad, en el
viaje entre Santa Rosa y Buenos Aires, yo había elaborado un curso de acción
para resolver el conflicto en Córdoba. Le dije entonces al Presidente:
-Presidente, hay que escalar la crisis.
En ese momento el
único foco era en el Regimiento 14 de Infantería Aerotransportada de La Calera,
o sea, el caso Barreiro. Pero agregué:
-Presidente, si no se escala la crisis, la
situación se va a agravar, se sumarán otras unidades. Ya hemos perdido todo el
día jueves, creo que fue un error.
En la mesa
presidencial, estaban todos los ministros.
-Lo que hay que hacer-continué-
es cambiar el objeto. Nadie va a ir a
Córdoba a reprimir a Barreiro, nadie va tirar contra un compañero de armas por
el tema de los juicios, y si alguien llegara a tirar, y se produjera un muerto,
si le regalamos un mártir al tema de los juicios, la cosa se nos complica
doblemente, con eso no resolvemos más el tema militar.
Entonces, lo que hay
que cambiar es el objeto de la operación. Aquí hay que relevarlo a Fichera que
ha perdido control de su Comando, poner un nuevo Comandante en el III Cuerpo,
quien deberá constituirse inmediatamente en el Regimiento 14 sublevado y
pistola en mano debe traerlo a Barreiro. Pero si no puede traerlo detenido, que
quede detenido el Comandante en el Regimiento 14 y entonces la operación pasa a
ser la de rescatar a un Comandante de Cuerpo que sus propios subordinados han
detenido y para rescatar a una Comandante habrá gente para reprimir, pero para
sacar a Barreiro no conseguimos a nadie.
El curso de acción
que propongo le gusta al Presidente. Y yo agrego:
-El tema pasa por
detener y relevar a Fichera mañana cuando venga a Buenos Aires.
La idea gustó a los presentes, el presidente me dijo:
-Déjemelo pensar.
Los ministros y los
presentes en esa mesa opinaron que el curso de acción que propuse era lógico.
Yo lo había chequeado con algunos militares a quienes les había parecido
impecable. Y además reiteré una y otra vez convencido de que ningún militar iba
a disparar contra Barreiro.
El jueves a la noche,
todavía algunos creían en esa mesa que habría gente dispuesta a reprimir a
Barreiro, yo no lo creía, y además la mía era una posición muy audaz. Estaba
casi solo diciendo esto. Porque también agregué:
--Tanta seguridad
debe haber dentro del Ejército de que no serán reprimidos por sus pares, que
justamente ésa es la fuerza que ostentan y por la que tomaron este curso de
acción.
VIERNES 17 DE ABRIL DE 1987
El viernes, tal lo pedido por el Presidente, estoy en
Presidencia para la reunión de los altos mandos de Ejército. Pero cuando llego
a las 8 de la mañana lo primero que hago es ver al Presidente en el despacho
presidencial. Allí me entero por boca del mismo Presidente de lo siguiente.
-Se nos sublevó la
Escuela de Infantería en Campo de Mayo—me dice Alfonsín.
Salgo del despacho
presidencial y me encuentro con Facundo Suárez, jefe de la SIDE.
-¿Cómo anda la cosa?—le
pregunto.
-Bien, bien, con el
problema de Córdoba no más—me responde el Jefe de la Secretaria de
Informaciones del Estado.
-No, no –le
contesto--, la Escuela de Infantería de
Campo de Mayo también se ha sublevado.
Estamos mal—pensé
para mis adentros—a 12 horas de la sublevación de la Escuela de Infantería en
Campo de Mayo, (se había producido la
sublevación de Rico y sus hombres a las 19 o 20 hs del Jueves), y el Jefe de la
SIDE todavía no lo sabía.
La reunión de los
altos mandos de Ejército empieza a las 10 y están los nueve primeros de la
lista de generales: Ríos Ereñu, Mario Jaime Sánchez, Julián Pérez Dorrego,
Naldo Dasso, Jorge Dante Caridi, Enrique Alais, Enrique Bonifacino, Juan Carlos
Medrano Caro y Antonio Fichera. La reunión dura de 10 a 11,30 de la mañana, y una
vez concluida, se trasladan a la Sala de Situación de la Casa de Gobierno, a
unos 30 o 40 metros
del despacho presidencial, para elaborar a pedido del Presidente, los cursos de
acción a seguir.
Pasada una media
hora, vuelven a reunirse con el Presidente, para presentarle los cursos de
acción.
Obviamente yo no participo de ninguna de las reuniones, por
indicación del Presidente estoy en la Sala de Edecanes, contigua al despacho
donde los altos mandos se reunirán con el Presidente. Allí estoy con los tres
edecanes del Presidente y el Cnel. Fernández, Jefe de Granaderos. El Cnel. Fernández está sumamente nervioso
pues su función allí es estar preparado para detener a cualquiera de los
generales reunidos con el Presidente si la situación así lo exige.
Los cinco reunidos en la Sala de Edecanes seguimos por video
sin audio la reunión entre los altos mandos y el Presidente.
Todos estábamos
tensos, las imágenes de la reunión que estamos observando generaban tensión,
pues la reunión del Presidente y los mandos era de suma tensión. Antes de
ingresar el Presidente le había dicho al Cnel. Fernández:
-Yo voy a pelear, prepárese para pelear. Si no
tiene munición, róbela.
Salen luego los generales con los cursos de acción, ya es el
mediodía del Viernes Santo.
Yo sigo insistiendo en mi propuesta de curso de acción,
doblemente justificado ahora por lo del Cnel. Aldo Rico, en la Escuela de
Infantería de Campo de Mayo.
Ese viernes a la tarde se produce la fuga de Barreiro,
desaparece uno de los focos, pero ya estamos inmersos en una campaña tremenda
de acción psicológica. Se oye que se levanta una unidad, que se subleva otra,
pero de eso ya estamos curados de espanto.
El viernes a la noche estamos en el despacho del Secretario
General de Presidencia, el Dr. Carlos Becerra. Está allí Ezequiel Lanusse,
sobrino del general Lanusse, un tipo joven, militante de la Juventud Radical,
civil, Están también Cotí Nosiglia, Becerra, Leopoldo Moreau, entre paréntesis,
parece que los tres fueron los principales operadores en esta crisis. Moreau
manejando el tema de los medios de comunicación a través de Oscar Muiño, el
Cotí operando en todos los frentes, y Becerra también, polifacético, en temas jurídicos,
políticos. El Cotí en todo lo que hacía
a la infraestructura y Freddy Storani en la movilización de comités y la gente.
La infraestructura consistía en la emergencia de apagones, suministros, emergencia
civil .También Pedro Trucco estuvo permanentemente y desde el primer momento
con el esquema para la emergencia, la
movilización y el transporte, la disponibilidad de trenes, camiones, ómnibus,
en la organización del transporte para llevar a la gente a los lugares de
convocatorias, podría darse la eventualidad de trasladar no 500.000 sino 3
millones, traer gente de todo el país. Todo el operativo estaba organizado
desde esa oficina. Determinar a dónde tenía que ir la gente, estaciones de
concentración, rutas de ómnibus etc. Yo creo que Cotí Nosiglia demostró ser el
principal operador, organizador de todo. Facundito Suarez Lastra operaba
también ahí, pero el cerebro organizador era Cotí Nosiglia. Si había un Primer
Ministro en ese gabinete, era Cotí, y además, con un reconocimiento de los
demás, Marcelo Stubrin y Jesús Rodríguez también operaban desde allí, pero
diría que en otro nivel; las iniciativas
eran de Cotí. También venían
militares, por ejemplo el Cnel. Del Pino, a quien hace poco le pusieron una
bomba en su domicilio, es de Inteligencia, amigo de Cotí, tenía su teoría de que ésta era una operación
en cuatro etapas, la primera de las cuales era ésta. Bueno, venía mucha gente
con sus teorías e informes, sus análisis.
Estando allí, serían las 12 de la noche, Ezequiel Lanusse
dice:
-Acá los tipos que
pueden influir sobre Rico son dos: un Tte. Cnel. que está en Catamarca, y otro
Tte. Cnel., Schinelli Garay.
-Schinelli es muy
amigo mío—le contesto.
-Ese es el único a
quien Rico puede escuchar, ellos mismos dicen que Schinelli es su referente—agrega
Lanusse.
-Lo voy a llamar a la casa—decido yo.
-No, no está en la
casa ahora, está en una reunión con gremialistas .Te doy el número de teléfono
de donde está.
Desde el mismo despacho de Becerra lo llamo.
-Desde hace dos días
quiero comunicarme con vos—me dice.
-Te espero en media
hora en mi despacho en el Senado—le sugiero.
-De acuerdo, allí
estaré—y se despide.
Alrededor de la 1 de la mañana del sábado, llego al Senado y
5 minutos después llega Enrique Schinelli Garay.
Comenzamos a analizar la situación. Me pasa toda la
información que tenía, había estado toda la tarde en la Escuela de Infantería
de Campo de Mayo con Rico.
Me contó cómo estaban allá. Me contó que Rico es su amigo,
por supuesto y me habló del estado en que se encuentran:
-Son tropas de élite,
todos profesionales, en estado físico y psíquico excelente, comen bien, hacen
los relevos que correspondan, están en operaciones, duermen bien, son gente que ha estado en Malvinas, son la
flor y nata, son comandos, -- me informa Enrique.
Le pregunto por Rico.
-No es un loco,
analiza la situación, la ve con claridad, es uno de los grandes jefes naturales
que tiene el Ejército.
En ese momento, hago una asociación. Asocio a Rico con Seineldín,
otro gran jefe natural en el Ejército, otro comando. Y le comento que se había
captado en una radio
“Estamos esperando que
lleguen los 3 Soles de Panamá”. Los de tres soles, pues Seineldín es
Coronel y estaba en Panamá como agregado militar. Entonces le pregunto a
Enrique si sería cierto que Seineldín vendría a unirse a Rico.
-De ninguna manera—me
contesta Enrique—están enfrentados, y
esto viene desde la guerra de Malvinas. Pero volviendo a la Escuela, ellos
están convencidos de que nadie los va a reprimir, el único que está más
caliente con Rico es Alais porque Rico por teléfono el jueves lo puteó. Alais
lo llamó por teléfono a Rico lo puteó y ya el problema Alais-Rico es personal.
Pero aunque Alais quiera ir no va a tener nadie que lo acompañe, Rico dice “si
Alais está caliente que venga solo”—termina Enrique Schinelli pintando así
el cuadro de la situación en la Escuela y la personalidad de Rico.
Enrique me dijo que quería volver a la Escuela de
Infantería, pero le señalé:
-Mira, Enrique, pedile
permiso a Ríos Ereñu para entrar, de lo contrario también vas a quedar pegado.
-Está bien, tenés razón – me contestó.-
Ya eran las 4 o 4 y media de la mañana del sábado. Abandoné
mi despacho en el Senado para irme a dormir.
SÁBADO 18 DE ABRIL DE 1987
Alrededor de las 8,30
o 9 de la mañana del sábado aparece Enrique Schinelli en mi despacho del
Senado, viene uniformado, se asustan aquí en mi oficina, pero también en planta
baja, en Seguridad de Senado. La sensibilidad es grande. Schinelli quiere
verme, no me ubican por teléfono, y entonces pide mi dirección particular. Uno
de mis asesores, al no reconocerlo, teme dársela por cuanto podría ser un
intento de llevarme.
Finalmente le dan la
dirección. Enrique llega a casa cuando estaba por salir.
-¿Fuiste a la Escuela
de Infantería? le pregunto.
-No, porque fui al
Estado Mayor General de Ejército para avisarle a Ríos Ereñu, tal como habíamos
convenido y Ríos Ereñu me contesto:
“espere porque Rico viene para acá”. Eran
las 6 y media de la mañana. —Me relata Enrique Schinelli, y agrega—estaba con Ríos Ereñu y entra Rico con seis
o siete oficiales de custodia. Llega en helicóptero, en ropa de combate,
armados hasta los dientes y en planta baja del edificio Libertador, y un
ayudante de campo de Ríos Ereñú les señala el ascensor para subir a verse con
Ríos Ereñu. Pero uno de los
acompañantes de Rico dice: “salga de acá,
por la escalera”, Suben los tres pisos por escalera temiendo que pudieran ser
encerrados en el ascensor.- relata Schinelli.
Cuenta anecdóticamente
Enrique Schinelli que cuando subían por las escaleras Rico y su gente son
mirados con cierta admiración por los oficinistas presentes en el edificio,
porque no entraban como un grupo comando enemigo. Luego entran al despacho de
Ríos Ereñu todos. Se saludan y prosigue Enrique el relato.
-Usted me mandó llamar—le
dice Rico a Ríos Ereñu.
-No, no, me dijeron que Usted quería hablar
conmigo—le contesta Ríos Ereñu.
Según me cuenta
Enrique Schinelli, parece que algún pícaro o quizás bien intencionado cambió la
información de modo que se produjera el encuentro (creo que fue el Gral
Villarreal, pero esto no lo afirmo). Ahí la cosa es muy dura, se termina de
podrir todo y Rico le dice a Ríos Ereñu: “usted
me llamó acá para debilitar mi posición, no tengo más nada que hablar con usted” y se va. Ríos Ereñu le
había garantizado a Rico la total inmunidad, seguridad si venia ahí, era un
pacto de caballeros, además si hubiera decidido detenerlo ahí se arma una
masacre tan grande que sus consecuencias habrían sido impredecibles.
-Venían armados hasta
los dientes, con armas largas, granadas, etc.
Pero además Ríos Ereñu no habría tenido gente para
detenerlos. Creo que en ese momento Rico estaba en condiciones de tomar el
edificio Libertador. Y solo con la guardia que tenía. Y a partir de ese momento
se produce un cambio grande en la gente presente en el edificio Libertador,
todos estaban anímicamente solidarios con Rico, en esa desesperación por tener
un líder.- opina Schinelli.
Me sigue relatando
Enrique que se encuentra con Rico a la salida y dialogan en un aparte.
-Mira—le dice Schinelli—estoy en un curso de acción que me parece
interesante, en vez de amnistía, obediencia debida, y por supuesto el relevo de
Ríos Ereñu.
-Puede ser, lo podemos conversar- es la
lacónica respuesta de Rico.
Para esto, Rico ya había hecho público su demanda de los 8
puntos que aparecieron en los diarios: Amnistía, relevo de la cúpula,
suspensión de los juicios, inmunidad para los que lo acompañaron, etc.
Luego de ese encuentro, Enrique empieza a buscarme y me
encuentra en casa como había señalado.
El curso de acción que Enrique le planteó a Rico fue el que
habíamos diseñado juntos en el Senado la noche anterior.
El curso de acción de 9 puntos había sido iniciativa mía, luego
de enterarme de las pretensiones públicas de Rico.
Schinelli no estaba solo, venía con su hermano que es
auditor militar.
Teniendo este principio de acuerdo de Rico a Schinelli, me
voy con éste a la Casa de Gobierno, y Schinelli queda en el auto, en la
explanada, junto con mi chofer.
Me encuentro con Alfonsín, y caminando por el patio de las
palmeras le cuento el curso de acción diseñado en la madrugada y el presidente
me contesta:
-Puede ser, vamos
arriba.
Allí estamos con Dante Caputo, Tróccoli, los tres edecanes
militares y vuelvo a detallar la posible salida.
-Sí, me gusta, me
gusta, puede ser- dice el Presidente—y agrega—anda a verlo a Jaunarena y a Ríos Ereñu y convérsalo con ellos.
Me voy entonces al Ministerio de Defensa y me reúno con Jaunarena
y Ríos Ereñu y les planteo esto. Por supuesto no hablo del relevo de Ríos pues
caía de maduro. Cuando yo entraba en el Ministerio de Defensa, Ríos Ereñu
estaba saliendo de una reunión con Jaunarena y nos ve llegar juntos a Schinelli
y a mí, lo cual se debió exclusivamente a que Schinelli quería ir al baño. Ríos Ereñu me pregunta:
-¿El Cnel. Schinelli
Garay viene con Usted?
-Si, general- le
respondo.
Ríos Ereñu lo llama entonces a Schinelli a un aparte, a unos
10 metros
de donde yo estaba y se produce una conversación entre Ríos y Schinelli en la
vereda, frente al Ministerio de Defensa, y yo en la puerta, esperando y
pensando para mis adentro “Acá ya no sé
qué puede pasar”, este diálogo no estaba dentro de mis planes, era en
términos amables, pero yo no sabía de que hablaban. Fue una situación incómoda, sorpresiva, fuera
de control, casual.
Subimos con Ríos, se había cortado la luz y hacemos la
reunión en el 2° piso, en una oficina de la Secretaría de Prensa del Ministerio
a la que subimos por la escalera.
Les relato los nueve puntos de la posible salida y les
gusta, les gusta porque sale barata, el tema de la obediencia debida ya lo
teníamos contemplado con anterioridad a la crisis (lo había anunciado Alfonsín
hacía una semana en Las Perdices), y lo demás no era problema.
Ríos Ereñu lo autoriza a Schinelli a trasladarse a la
Escuela de Infantería, pero previamente nos venimos al Senado con Enrique para
repasar todos los puntos y ponerlos en claro a fin de trasladarlos a Rico.
Tenemos acá una larga reunión, como de dos horas, todos los detalles debían ser
contemplados y puestos en claro. Porque además teníamos que ver como Enrique
operaría sobre Rico para convencerlo.
1°) Desenganche
de los subordinados de Rico. Cómo hacer para hacerlos romper el pacto de solidaridad entre Rico y
sus subordinados. Rico con sus tropas de
elite estaban comprometidos a jugarse hasta la muerte. El no se podía rendir
delante de sus subordinados, él a la vez tenía que garantizarles que se jugaba
por ellos. Rico es una personalidad bastante racional, inteligente, con una
gran dosis de fanatismo, con rasgos de líder, pero no del estilo de Alfonsín,
mesurado y racional, sino fanático. Pero esto no quiere decir que sea loco. Es
racional en lo operacional, fundamentalista en su filosofía. No es un tipo que
se le va a escapar un tiro, ni va a tener ningún acto descontrolado, todo lo
que haga será fríamente elaborado, pero muy fanático en la consecución de sus
objetivos, en su modo de pensar. Puede llegar a fusilarte si así lo resuelve
fríamente, pero no se le va a escapar un tiro.
En las escenas que filmaron las cámaras de televisión frente
a la escuela de Infantería, se ve a los civiles insultando a los guardianes
carapintadas de la misma. Estos ni pestañaban. Pero si hubieran recibido la
orden de reprimir no quedaba nadie. La orden era mantener el puesto de guardia
y no responder a los insultos. Cualquiera de nosotros podría haberse reído,
tener una actitud bromista, “cacharlos”,
putear. Los sublevados eran esfinges, profesionales. Cómo desengancharlos. El
tenía que decirles “yo soy vuestro
comandante, mis órdenes no se discuten. Mi orden en este momento es que cada
uno de ustedes se vaya a su casa y esperen allí las consecuencias. Van a
recibir instrucciones mías, pero en sus casas”.
2°) Salida de la Escuela. Una de las cosas que ya habíamos
arreglado con Ríos, porque aquí solo escribimos lo decidido previamente, todo
lo que había sido conversado con el Presidente, con Ríos Ereñu, con Jaunarena.
Bueno, habíamos arreglado con Ríos que el cerco fuera “flan”, que permitiera
por la noche abrirse para dejar salir a la gente. El objetivo era rendición sin
derramamiento de sangre, era nuestro objetivo de máxima. Esta forma de salida
apuntaba precisamente a este objetivo.
3°) Situación legal de los subordinados.
Yo les dije:
-En este momento no
puedo transmitir ninguna garantía de nada, por eso es que en el papel
escribimos: SIN ANALIZAR. Acá no hay compromiso alguno, este tema no ha sido
analizado.
Este tema luego
volvimos a analizarlo juntos con Alfonsín y Jaunarena, cuando Schinelli se va a
la escuela y yo a Presidencia a hacer un repaso de todo esto.
4°) Este tema ya era operacional. Todo
esto era lo que Rico tenía que exigirle
a Jaunarena, porque esto debía partir como exigencia de Rico a Jaunarena, el
ministro de defensa debía trasladarse a la Escuela de Infantería y allí Rico le
planteaba las exigencias.
Lo de bajar la exigencia de amnistía a la de obediencia
debida aparecería como una decisión de Rico, no un pedido de Jaunarena.
Volviendo a esta fase operacional, Jaunarena debía llegar a
la Escuela en helicóptero, y junto a éste se debía producir el encuentro
Rico-Jaunarena, y allí Jaunarena debía plantearle “rendición o combate” y Rico
contestar: “en estos términos”.
5°) Ida de Jaunarena a la Escuela con hora
a convenir.
6°) Rico se constituiría detenido.
7°) ¿Qué garantías tendría o se le darían
a Rico de que esto se cumpliría?
Nosotros lo previmos como un pacto de caballeros. Le dije yo
a Schinelli:
-Vos sos el amigo de
Rico, vos le das tu palabra de que tu amigo que soy yo, te ha dado su palabra.
Por eso en el papel escribimos “cuestiones de amigos” y que son:
-obediencia debida.
-indulto (para algún caso muy particular que no encajara en
la Obediencia Debida sin forzarla). Quizás hubiera algún caso para el que
convendría el indulto en vez de forzar la figura de la Obediencia debida.
Pensábamos que en el tema iba a llegar a la Corte Suprema y no podíamos crear
situaciones que desde la objetividad legal fueran insalvables para la Corte.
8°) Llevar a Rico un cuadro de situación
veraz. Le digo a Schinelli:
-Es importante que vos
le lleves a Rico un cuadro preciso de la situación. Rico está convencido de que
todas las unidades lo apoyan.
Schinelli tomo el teléfono de mi despacho, y llamó una por
una a todas las unidades. Habló con sus amigos en las mismas y todos le dicen
que ninguno está enganchado con Rico, ninguno lo apoya a Rico, ninguno está sublevado, que Rico está solo.
Esto era el sábado al mediodía, las llamadas terminan alrededor de las 13 o
13,30 del sábado.
9°) Objetivos de media.
Le dije a Schinelli:
-Vos tenés que decirle
a Rico que él se había propuesto objetivos de máxima: amnistía, suspensión de
los juicios, vuelta de todos a sus destinos como si nada hubiera pasado
(situación personal retrotraída anterior a Barreiro), etc., pero que vos has
conseguido objetivos de media que son:
Salida política para
acelerar los juicios y relevo de las cúpulas, es decir que prácticamente el tema
de los juicios se resuelve para los cuadros inferiores, y el otro objetivo que
era el relevo de las cúpulas está conseguido,-concluí.-
Todo esto lo estábamos gestando con un amigo de Rico, con
alguien que lo conoce muy bien, por eso al terminar este punto 9° Enrique me
contesta:
-Me gusta, creo que
puede ser, esto va a caminar.
Enrique abandona mi despacho del Senado para volver a las
17,30 horas. Yo también me voy, almuerzo con el Presidente, le cuento cómo
siguieron los hechos y estando en presidencia me informan que el Capitán
Barili, enlace de la Armada en el Congreso, desea comunicarse conmigo. Barili
me llamaba para informarme que el Almte. Ramón Arosa, Jefe de Estado Mayor
General de la Armada, deseaba conversar conmigo y para lo cual debía llamarlo
yo a un número de teléfono. Así hice y el Almte Arosa me dice que se encuentra
reunido con algunos almirantes, estaban Rivero Kelly, segundo de Arosa, estaba
Fernández, en total eran cuatro. Me pide si puedo ir y relatarles personalmente
toda la operación que se estaba haciendo. Arosa no sabía, por ejemplo que Rico
había estado en el edificio Libertador, no sabían prácticamente nada. Esto nos
demuestra que los servicios de inteligencia de las fuerzas sirven para poco. Es inconcebible que algunos
de los hechos más importantes fueran desconocidos por la cúpula de la Armada.
Arosa me llamó prácticamente para pedirme información. Pero también me informó
que casi todas las fuerzas bajo su mando están de licencia por la Semana Santa,
que aunque quisieran hacer algo hasta el lunes no podrían, que en el edificio
Libertad no hay deliberación, que está vacío. Yo mismo lo aprecié pues cuando
subía por el ascensor, paré en un piso equivocado y estaba el piso oscuro, no
había nadie. Coincidía con lo que me había dicho Barili en el sentido de que en
el edificio Libertad no había nadie.
Vuelvo al Senado luego de la Reunión con Arosa, porque debía
esperarlo a Schinelli con la respuesta a las 17,30.
Esperaría el regreso de Enrique infructuosamente, por cuanto
ni bien abandona el Senado a las 13,30, la situación militar cambia
sustancialmente, se da vuelta. Rico, que hasta ese momento estaba solo, empieza
a recibir adhesiones de todas las unidades de la fuerza. A las 13 estaba solo,
a las 15 era el líder con apoyos de toda índole. A esa hora se llega al
convencimiento de que la totalidad de las fuerzas se negaban a reprimir, se
trataba de una insubordinación pasiva, la consigna no era atacar al gobierno,
sino “no reprimir”. Ahí es cuando se produce el desencuentro con Schinelli, la
gran desazón ante el cambio operado.
Esa noche alrededor de las 20 yo estaba el Congreso rodeado
por la manifestación de las Juventudes Políticas, el MOJUPO. El cántico de
MONTONEROS, MONTONEROS, cuya estructura musical misma es amedrentadora y fúnebre
dominaba la escena exterior. Adentro del Senado el cuadro no era más alentador,
máxime porque recibíamos la presión de algunas voces que decían: “la solución pasa por acá” (en clara
alusión a una ley de amnistía).
Fui a verlo al
Senador Saadi quien me dijo: -yo estoy a
las órdenes del Presidente, lo que Uds. digan que haga yo lo hago, si hay que
ir a Campo de Mayo yo voy, pero por orden de ustedes, si hay que sacar
cualquier ley de cualquier cosa yo estoy acá
a disposición de ustedes, y si no estoy acá, le dejo el número de mi
casa para que me llame-
Estando con Saadi me cuenta una anécdota:
“Nos llamó Tróccoli, pero dígale a Tróccoli que no haga reuniones así, multitudinarias, si hasta mis dos choferes estuvieron en la reunión a la que nos convocó Tróccoli”
“Nos llamó Tróccoli, pero dígale a Tróccoli que no haga reuniones así, multitudinarias, si hasta mis dos choferes estuvieron en la reunión a la que nos convocó Tróccoli”
Y así fue, la reunión de elaboración del Acta de Compromiso
Democrático, fue con unos 70 dirigentes políticos y los dos choferes de Saadi.
Por otra parte, nosotros mismos íbamos recibiendo por
distintas vías la información de que decisión militar de no reprimir iba
cundiendo. Estando yo en el despacho de Saadi me llama el General Bonifacino,
comandante de IV Cuerpo de Ejército con asiento en Bahía Blanca, quien me
informa que ninguna de las unidades del V Cuerpo saldría a reprimir, sus palabras
fueron aproximadamente éstas: --Estamos en una situación de desastre tremendo,
existe una dificultad muy seria para reprimir, el tema de las amistades
forjadas en Malvinas entre los que están adentro y los que están afuera hace
que no habrá nadie que dispare; yo soy amigo de Ríos Ereñu pero creo que el
curso de acción que ha elegido está terminado, hay que buscar un curso de
acción político; la solución militar con Gendarmería, una de las opciones
planteadas, podía terminar en cualquier cosa; sabemos que existen civiles
armados, lo cual puede desembocar en una guerra civil; si la crisis perdura, el
lunes Rico queda como único jefe del Ejército—tales las palabras de Bonifacino,
de las que fui tomando nota mientras me hablaba.
Pero no fue todo, al
diagnóstico de la situación el general Bonifacino agregó alternativas de
solución, las alternativas que veníamos escuchando en las últimas horas:
- El Congreso debe
encontrar una solución, tiene que sacar una ley sobre obediencia debida, hable
con el auditor Ramallo. La amnistía fue un objetivo de máxima, está descartada.
Pero hay que actuar, peligra la estabilidad de la Nación y el Ejército se
desintegra—señalaba Bonifacino.—“De
acuerdo a la información que dispongo-agregó-los Regimientos 6 y 3 de la X Brigada estaban fuera de acción, en el
Regimiento 7 se había hecho cargo el 2° Jefe pero tampoco respondía pues
estaban todos en insubordinación pasiva. Tuve que relevar a los jefes de
Magdalena y Tablada porque les di orden de avanzar sobre Campo de Mayo y me respondieron
que no, las unidades están a cargo de los 2° jefes y si sigo repitiendo la
orden tendré que relevar a ésos, y a los que sigan y así hasta el último”.
Así teníamos una visión, en pequeña escala, de lo que estaba
ocurriendo. La situación era que nadie saldría a reprimir, el general
Bonifacino me relataba todo buenamente, pero con seria preocupación.
Impuesto de esta situación, y cuando serían aproximadamente
las 20,30 del sábado, me voy a Presidencia.
Siguiendo el curso de acción diseñado, Jaunarena se va a la
Escuela de Infantería para verse con Rico, cuando entre nosotros reinaba la
desazón todo el mundo pensaba que la posición de Rico se venía durísima porque
el balance de fuerzas estaba totalmente cambiado y a su favor, pedía la
amnistía cuando estaba solo y aparece Jaunarena con el tema de la obediencia
debida y lo de Ríos. Entonces, gran alegría allá en Presidencia, eso era lo que
pedía Rico.
Para esto, Schinelli desde que se fue de acá estuvo todo el
tiempo en la Escuela, una hora y media conversando con Rico, y Rico le dijo:
-Bueno, ahora esto que me estás diciendo
quiero que se lo digas a mis jefes, otra hora y media pasó Schinelli con
los Jefes, para hacerles bajar el tema de las demandas. Así cuando llega
Jaunarena lo encuentra bien a Rico.
Esto fue para todos
una gran sorpresa pues ya creíamos todo perdido es que Rico había entendido que
los objetivos de máxima eran imposibles y que los de media los satisfacían.
Vuelve entonces Jaunarena con esto y Ríos Ereñú dice- el domingo por la mañana me reuniré con los
generales y si evidentemente no tengo respaldo cuenten con mi relevo.
Entonces le digo yo al Presidente:
“No, yo garantizo este
curso de acción hoy, mañana no. El relevo de Ríos tiene que ser hoy y todo este
plan hay que instrumentarlo para hoy,
acá hay una gran presión de muchísimos sectores y corremos el riesgo de que
Rico se dé vuelta.”
Esto lo digo durante la cena, estaba Pugliese, que me apoya.
Manrique también me apoya, Tróccoli, Storani padre que también me apoya. Nosotros
insistíamos en Hoy, Hoy, Hoy, en que los tiempos políticos no son iguales a los
tiempos militares, que si se piensa hoy en el relevo de Ríos, para que esperar
12 horas, hoy cerramos, mañana podríamos no cerrarlo.
El presidente dice:
“Yo tengo como norma de vida que la palabra a un amigo es sagrada, nunca le he fallado a los amigos, sigo con la misma, es razonable lo que dicen ustedes, pero creo que habría que esperar la reunión de mañana entre Ríos Ereñú y sus generales, eso ya se lo dije a Ríos, y después ver”
“Yo tengo como norma de vida que la palabra a un amigo es sagrada, nunca le he fallado a los amigos, sigo con la misma, es razonable lo que dicen ustedes, pero creo que habría que esperar la reunión de mañana entre Ríos Ereñú y sus generales, eso ya se lo dije a Ríos, y después ver”
Caputo que está sentado frente a mí me hace un gesto con la
mano como diciendo “para la mano porque
más no se puede presionar a Alfonsín”, “baja
el perfil de dureza”.
Terminada la cena, vamos a la Secretaría General donde está
Becerra, y ahí ya la gente estaba medio loca, hablando de avanzar sobre Campo
de Mayo. Precisamente Moreau dice: “Lo
que pasa es que acá no hay ningún curso de acción, nadie que esté operando.”
-No, no se equivoquen—les
digo—acá se está operando—
Y entonces les cuento algo de esto.
-¿Y eso? ¿Quién lo sabe?—dice Chacho Jaroslavski.
-El Presidente, Jaunarena, Ríos Ereñu y Yo—les contesto.
Se sienten todos para el diablo porque nadie conocía este
tema. Y ya le empiezan a buscar pelos a la leche.
-Entonces Rico va a quedar
acá como el gran referente—decía uno.
-Acá hay que hacer un
trabajo con los que están en la insubordinación pasiva-decía Moreau—para que ellos mismos lo tomen a Rico, que
ellos se convenzan, esto es la
obediencia debida y la cabeza de Ríos se la tenemos que dar a los amigos que
tenemos en insubordinación pasiva para que ellos operen sobre Rico y ellos
mismos lo detengan a Rico.
-¿Cómo van a
detenerlo?—les pregunto. – Eso es
ciencia ficción, Leopoldo, no se vuelvan locos.
Estamos inmersos en esa discusión cuando entra Alfonsín, con
Horacio Jaunarena a la Secretaría General, Ya era sábado a la noche, tarde,
tarde. El Presidente, ignorando mi relato, repite más o menos lo mismo.
Silencio total ante su descripción de todos los pasos que se estaban dando.
Previamente, Juan Sourrouille, Ministro de Economía, había
reaccionado enojado—Entonces, si todo está arreglado, ¿qué hacemos nosotros
acá? Yo me voy a mi casa—dijo. El había hecho un diagrama, un cuadro de lo que
debía ser la operación militar.
El Presidente
concluyó su relato diciendo—Bueno, ahora
me voy a dormir- Se lo notaba bastante tranquilo. En ese momento, Leopoldo
intenta una réplica—No, porque nosotros
pensamos… que, podríamos a través de los
coroneles amigos que están en la resistencia, en la insubordinación pasiva, a
través de ellos, podríamos…-
-Déjense de joder con
interferir en esto, dijo Alfonsín, no hablen más con nadie, y no quiero ver más
coroneles de estos que entran todo el tiempo-. Es que cada uno de los
operadores del gobierno traía a su “amigo”
militar.
Alfonsín se va a
dormir y nos deja a todos “colgados” sin poder decir una palabra. Esto termina
como a las 5 de la mañana del domingo. Yo me voy a dormir.
DOMINGO 19 DE ABRIL DE 1987
A la mañana del domingo se produce el pedido de relevo de
Ríos Ereñu. Siguiendo el plan, Jaunarena se traslada a la Escuela de Infantería
para decirle a Rico el relevo de Ríos Ereñú. La respuesta de Rico es:
-Ahora no, yo quiero amnistía.
En vista del enorme apoyo recibido, Rico vuelve a sus
exigencias anteriores, a los 8 puntos exigidos previamente.
Aproximadamente a las 9 de la mañana, estando yo en
Presidencia, me llaman de mi despacho en el Senado diciendo que Schinelli Garay
me estaba buscando. Yo había perdido su rastro, porque el día anterior no había
vuelto de la Escuela de Infantería, tal lo convenido.
Cuando llama Schinelli a mi despacho, una de mis asesoras le
contesta que yo lo había estado esperando la noche anterior, y él responde que
se había quedando toda la noche y hasta la madrugada en la Escuela. Schinelli
le da un número de teléfono para que yo lo llame durante la mañana, entonces mi
asesora le pregunta si esto es urgente, porque si lo es ella saldrá a buscarme
pues telefónicamente era imposible ubicarme. Schinelli entonces le contesta
–No, urgente no es, no es una emergencia--. Ante lo cual mi asesora vacila en
si debe o no moverse para ubicarme, ya que Schinelli aparentemente no tenía
urgencia en comunicarse conmigo.
Para Schinelli no se trataba de una emergencia porque cuando
a las 4 de la mañana del domingo abandona la Escuela para irse a dormir, la
situación estaba como la habíamos arreglado, él
desconoce los nuevos hechos, los que se producen desde entonces y hasta
las 9 de la mañana, o sea, el cambio de actitud de Rico, su endurecimiento.
Por lo tanto, yo me comunico inmediatamente con Schinelli
Garay y hacemos una cita. Cuando lo encuentro le digo: --Se pudrió todo de
vuelta,le digo . La respuesta de Enrique es: -- No puede ser--.
Decide entonces irse de nuevo a la Escuela para intentar
hacerlo volver a Rico a la posición que aceptó anteriormente.
A modo de análisis del cambio de actitud de Rico, Enrique
Schinelli esgrimió la siguiente:--Lo que pasa es que además de las adhesiones
militares hay muchos sectores políticos que le están calentando la cabeza a
Rico, a los militares los podemos manejar. Pero las otras, una pila de
telegramas de adhesiones de sectores políticos que dicen “No aflojen, no
afloje, porque los van a traicionar”. —
Esta apreciación de Schinelli coincide con lo que el domingo
a la noche, después de terminado todo, me dice el edecán militar del
Presidente, Hung: -Hasta un alto y
prestigioso Intendente Radical, el sábado a la noche le dijo a Rico “No se
dejen engrupir porque los van a encerrar”.-
Rico había recibido adhesiones de dirigentes radicales,
peronistas, en fin, de todos los partidos. El día que se escriba esta historia,
si esos telegramas y adhesiones no son quemados antes, podremos saber quién era
quién en aquéllas angustiosas horas, y los nombres de aquéllos que quedarán en
la cuerda floja. Nosotros contamos a los que estaban en las plazas, no nos
pusimos a contar a los que no estaban, y algunos de los que estaban, jugaban a
dos puntas.
Se vuelve entonces Enrique Schinelli a la Escuela de
Infantería y toma contacto con Rico.
Cuando Jaunarena vuelve de la Escuela diciendo que Rico se
había dado vuelta, yo entonces le hago a Alfonsín un cuadro de situación de lo
que había estado ocurriendo en la Escuela la noche y madrugada anterior según
me lo relató minutos antes Enrique Schinelli.
Le digo al Presidente que teníamos adentro un amigo operando. Esto fue
aproximadamente media hora antes de que Alfonsín tomara la decisión de ir
personalmente a la Escuela. Salgo yo del despacho del Presidente y entra el
Jefe de Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, el Brigadier General Ernesto
Crespo.
Minutos antes de
salir al balcón el Presidente no dice que tomó la decisión de ir a la Escuela
pero se lo anuncia directamente a la gente reunida en la Plaza. La mayor parte
de la dirigencia se entera ahí de la decisión del Presidente, cuando Alfonsín
se lo anuncia al pueblo. Le pregunto al brigadier Crespo:
-¿Está todo bajo
control?
-Sí, Sí, quédese
tranquilo. Nos vamos al Comando de Institutos Militares.
-Por supuesto—le
contesto.
Alfonsín pensaba que debía ir directamente a la Escuela de
Infantería.
En esa reunión que tuvimos con el Presidente y Guillermo
Alfonsín durante media hora, el Presidente me preguntó:
-¿Cuánto se tarda en
ir hasta Campo de Mayo caminando? ¿Si salgo a las 14,30, llegaremos a las 17
horas?.
-No, ni soñando.-le
contesto.
-Me voy a ir caminando
con un millón atrás—dijo el presidente.
-Presidente, es una
locura porque Ud no va a llegar a Campo de Mayo. Lo van a matar, los propios
del FREPU o los Montoneros, o algún Servicio. Ni siquiera va a tener la
oportunidad de dejarlo llegar para hablar y ordenar. Después vamos a tener
guerra civil, porque nos vamos a matar entre todos, esas cosas empiezan así, al
final los “montos” van a tomar la Escuela de Infantería, nosotros vamos a tener
que ir a tomarlos a los “montos”. ¿Usted es consciente del riesgo?. Esto es de
locos. Además tengo información de que los carapintadas tienen gases como para
dejar a Buenos Aires a oscuras.
-¿Quien les dio los gases?.
-No lo sé, Presidente,
el amigo que está operando le dijo a Rico “miren que los van a capar a dientes” y éste contestó:
“Morir a tiros o
capados a dientes es lo mismo, y nosotros también sabemos capar a dientes”.
El “amigo” me dijo: “si hay algo que debe
pensarse es que no puede siquiera pensarse en una “pueblada” sobre la Escuela”.
Luego de esta conversación entra el Brig. Crespo a hablar
con Alfonsín por lo que no debe haberle costado mucho convencerlo de ir en
helicóptero, fue una verdadera conquista. Lo otro, ir caminando, era una
irracionalidad.
Lo paradójico era en esos momentos que los mismos que le
dijeron al Presidente que debía ir caminando, cuando se supo que iría en
helicóptero pensaron y así lo dijeron, que era sumamente peligroso. Me
refiero Freddy, Leopoldo, Marcelo
Stubrin, estaban locos por salir caminando, y cuando les dijimos que Alfonsín
iría en helicóptero dijeron “No, es una
barbaridad”. Se vivían incongruencias muy grandes.
Yo estaba
absolutamente tranquilo, en ese momento, Pugliese me pregunta:
-Senador, usted que
está en el tema, (el Presidente ya estaba en Campo de Mayo),
¿cómo ve la situación?
-Optimista, todo
termina bien—fue mi respuesta.
Porque cuando se va el Presidente hacia Campo de Mayo, me
dicen “lo van a matar”, ante lo cual yo respondía: “No lo van a matar”. Y otros: “Lo
van a tomar preso”, a lo que respondía: “No
lo van tomar preso”. “¿Cómo podes asegurar eso?” “Nadie puede asegurar nada
pero tengo fe en que saldrá todo bien”. Es que era una situación muy
particular, estaban todos muy nerviosos, enloquecidos, por lo cual, poner
racionalidad a la situación era un esfuerzo muy grande. Mi certeza de que no
pasaría nada, no provenía de la fe, sino
de la información. Yo tenía información, yo no era más inteligente ni más
intuitivo que ellos. Yo tenía información de todo lo que estaba pasando en la
Escuela y los demás no tenían ninguna. Yo me jugaba 9 a 1 que todo terminaba bien y
que terminaba como tenía que terminar, como terminó.
Bueno el Presidente se va, se constituye en el Comando de
Institutos, y lo envía a su Edecán Hung. Este se reúne con Schinelli y con Rico
y se vuelve con Rico y el segundo jefe, el Cnel Venturino, a encontrarse con
Alfonsín. El Presidente les pide la rendición y estos se rinden. Había entre
ellos un clima de gran tensión, los amotinados estaban blancos, lívidos.
Alfonsín les dice que el Cnel. Augusto Vidal se hará cargo de la detención
de Rico y Venturino Termina el tema cuando Alfonsín regresa de
Campo de Mayo, precisamente del Comando de Institutos Militares, lugar del cual
nunca se movió y que estaba a una
distacia apreciable de la Escuela de Infantería donde estaban los amotinados. Alfonsín
no corrió el menor de los riesgos para su vida. En el Comando de Institutos militares
todos eran leales en el sentido de que nadie iba a atacar al Presidente. El
Presidente se había trasladado allí con sus dos edecanes y con el Jefe de EMG
de la Fza. Aérea, Brig. Gral. Ernesto Crespo. O sea que la seguridad del
Presidente fue del 99%, siempre y cuando no se le diera por entrar en la
Escuela de Infantería. Una “gallegada” así le hubiera hecho correr riesgos, en
ese caso la seguridad habría sido del 90%.
Los amotinados en Campo de Mayo se enteraron de la decisión
del Presidente de ir a Campo de Mayo por las pantallas de televisión, es que
esta decisión de Alfonsín era ignorada por casi todo el mundo, hasta
Jaroslavsky se enteró en el momento, muchos de los operadores que estaban en la
Secretaría General se enteraron de la decisión del Presidente cuando lo vieron
en los monitores de TV, y salieron corriendo, de la Secretaría Gral cuando lo
escucharon.
Es que fue una decisión absolutamente personal del
Presidente, pero además, absolutamente racional y segura.
Es que la gente cree que Campo de Mayo es una sola cosa,
muchos incluso creyeron que cuando el Presidente tomó la decisión iría a la
Escuela de Infantería, y quizás hasta el propio Alfonsín creía que ése era el
lugar adonde ir. Pero el Brig. Crespo no pensaba eso, él sabía adónde debía
acompañar al Presidente.
Bueno, vuelve
entonces Alfonsín de Campo de Mayo, y lo demás ya es historia conocida.
Alfonsín le dijo a Rico:
-En los términos en los que el Ministro habló
con Ud. le exijo su rendición-.
Enrique ya había
estado operando con él.
Durante mi conversación con el Presidente esa mañana del
domingo, le mencioné algunos nombres potables de generales: Fausto González,
Svencionis, y Vidal. Aunque tanto el
Presidente como yo reconocimos que Vidal había sido quemado por los diarios,
incluso un artículo firmado por Garasino en Clarín lo mencionaba y el artículo
de Atilio Cadorín del domingo en La Nación. Por lo tanto ya se pensaba que
Vidal era hombre de Rico.
Una vez llegado Alfonsín al Comando de Institutos, donde es
recibido por el Jefe de la Unidad, el General Naldo Dasso, el edecán del
Presidente Hung, es enviado en helicóptero hasta la Escuela de Infantería
distante unos 4000
metros del comando, a buscarlo a Rico.
La versión de Hung sobre el encuentro es la siguiente: Hung
va, habla con ellos, y Venturino le dice que todo se pudrió, que la posición se
endureció porque el sábado a la noche llegó Melchor Posse, intendente de San
Isidro quien les dijo que se les estaba haciendo una encerrona o una trampa por
lo que debían tener cuidado.
La versión de Schinelli Garay, confirma la ida de Melchor
Posse la noche del sábado a la Escuela, pero Schinelli entendió que fue
Venturino, quien por la versión de los
hechos dada por Melchor Posse, Venturino dedujo que era una encerrona. Melchor
Posse tiempo después negó haber dicho eso.
En un diario de hoy se dice que cuando va Jaunarena a la
Escuela el domingo, Rico vuelve a
insistirle en la amnistía, y que cuando Jaunarena le contesta que no, Rico le
insiste “pero si un radical, Melchor Posse, vino anoche y dijo que estaba de
acuerdo con la ley de amnistía”. (La Nación, miércoles 22 de abril 1987).
La versión que tengo de Schinelli es que el edecán Hung fue
muy duro: -- Ustedes tienen que rendirse, van a destruir al Ejército, la
Coordinadora que tiene rodeado al Presidente ha elaborado un plan para ir
destruyendo cada una de las unidades sublevadas.
Esto provocó en Rico y los suyos un odio aún mayor, la
actitud de Hung fue considerada urticante dentro de la Escuela.
Según me relató Enrique Schinelli, Cuando Rico se entera que
el Presidente se traslada a Campo de Mayo hace arriar el pabellón de su
Comando, forma a las tropas. Esto fue confirmado por los periodistas apostados
en las inmediaciones. Todo esto fue para rendirle honores militares al
Presidente, en su calidad de Comandante en Jefe .Tengo entendido que hizo
formar hasta el último de sus subordinados, incluyendo a los cocineros. En esos
momentos la presión de la gente en la calle era muy fuerte, al ver que esto era
así Rico, les ordena volver a sus puestos de guardia para evitar cualquier
invasión.
El edecán Hung vuelve en helicóptero al Comando de
Institutos llevando a Rico, Venturino y al capitán Obei. No fue Martínez
Zuviría como se dijo. Obei es un Capitán joven que plantea cuales son los
reclamos de la gente como él, la oficialidad joven. Dice que están cansados de
ser carne de cogote, que a través de los medios oficiales permanentemente se
los agrede, que ellos, de Capitán de 2° año para abajo nunca estuvieron en la
lucha antisubversiva y que se sienten
golpeados y doloridos por la agresión que entienden es una campaña oficial.
Cuando Rico vuelve a la Escuela, hace formar a la tropa y
con un tono medio, sin estridencias, como de quien está dando una orden normal,
de servicios hay que limpiar una pared, o un baño, les dice a los mismos que 5
minutos antes estaban dispuestos a morir con él y por él:
-Es una orden, hay que entregar las armas. –
Nadie lo duda, Según
relata Schinelli, parece que el mensaje de Alfonsín, desde la plaza, es visto
en la Escuela como algo realista. Así lo entendieron a escuchar estos dos
temas:
1) No habló el
Presidente de rendición, dijo solamente “Han
depuesto su actitud”.
2) Cuando dijo: “No hubo intención de dar un golpe de
Estado”.
Parece que estos dos habían sido los temas que conformaron a
Rico. Cuando el Presidente, de vuelta de Campo de Mayo, lo dijo ante la
multitud convocada en la Plaza, para Rico ante sus subordinados su actitud era
mejor.
El lunes empiezan a rodar nombres de futuros nuevos Jefes de
EMG de Ejército, esto se da en todas las unidades del Ejército,
principalmente en la Escuela. Todo estaba en claro en la Escuela: ellos
se habían rendido, Rico y los Jefes van presos, no hay compromiso sobre la
situación legal de los de abajo, no hay amnistía. Lo único que sabían es el
tema de la obediencia debida y el relevo de Ríos, nada más, Todo está
distendido, comienza el operativo limpieza.
Pero a la mañana siguiente, día martes, se conoce la
designación de Caridi como Jefe de EMG de Ejército. Vuelve la tensión. Los
comentarios son que a Caridi lo puso Ríos Ereñu. Algunos hacen alusiones
personales contra Caridi pero la decepción vino fundamentalmente porque todos
daban como un valor entendido de que sería Vidal. Necesitaría pasar algún
tiempo hasta que finalmente se aclara que en ningún momento se había hablado
sobre el nombre del posible sucesor de Ríos. Esto tuvo que aclararlo ante las
cámaras de TV el propio Presidente. No sé por qué razón todos estaban convencidos de que esto había sido hablado. El propio Rico tuvo que
aclarar que de esto nunca se había hablado con el Presidente, ya estando Rico
preso en la Escuela para Apoyo de Combate Gral. Lemos, junto con Venturino.
Sigue el clima de tensión, en la tarde del día lunes 20 de
abril llega a todas las unidades del Ejército un radiograma comunicando que
serán relevados todos aquéllos comandantes cuyos subordinados se habían
sublevado y entonces, en la Escuela de Infantería, el oficial que dirige el
operativo de limpieza dice: “Paremos y
esperemos”. Eran aproximadamente las 17 horas de ese lunes. El operativo
consistía en sacar del lugar los cajones de armas, municiones, etc. Ahí se
produce otro nuevo pico de tensión, ya que Vidal sería uno de los que pasarían
a retiro.
Esa noche fui a Canal TV 11 para hablar de la línea del
gobierno, señalar que no había habido negociación, que el tema de la obediencia
debida era un tema que se venía hablando desde hacía mucho tiempo, como lo
reflejaban los diarios y el pase a retiro de Ríos Ereñu era consecuencia del
hecho del Jefe que había perdido su comando.
El lunes a la noche empieza a correrse la bolilla en las
unidades que León, de la V Brigada va a levantarse en Tucumán, y sus amigos
empiezan una tarea consistente en convencerlo para que pare la mano.
El martes a la mañana se hace público el levantamiento de
León en Tucumán, vuelve la tensión en todos los frentes, el tema es entonces la
cabeza de Caridi, porque justamente Alais quedaba en actividad; “el gordito charlatán “es el apodo que tiene dentro del Ejército
por eso de que había estado vociferando que “iba a reprimir”. Alais era
totalmente leal a Alfonsín y estaba dispuesto a reprimir. Desde Entre Ríos
avanzaba lentamente siguiendo órdenes de Alfonsín que no quería que Alaís
avanzara sobre Campo de Mayo, para evitar derramamientos de sangre. La historia
tendrá que reivindicarlo.
El martes a la tarde fui a Presidencia, por mandato del
Bloque de la UCR del Senado para obtener información oficial. Allí me encuentro
con el Sdor. Velázquez. Mientras aguardábamos que el Presidente terminara la
reunión empieza a salir gente de la misma, el primero que lo hace es Jaime
Malamud Goti uno de los principales asesores jurídicos de Alfonsín.
-¿En qué andan,
Jaime?- fue mi pregunta, aunque yo ya tenía alguna idea de lo que allí
acontecía.
-En un proyecto que vamos a mandar hoy al Senado para su
aprobación hoy mismo y mañana en
diputados. Se trata de que todos los casos en Tribunales militares y civiles
vinculados a la lucha antisubversiva sean remitidos inmediatamente a la Corte
Suprema en el estado en que se encuentren.
Jaime me muestra el
proyecto de ley y le contesto:
-Mira, me parece que
esto no va –
Luego sale Antonio
Tróccoli de la reunión y le digo:
-Mira, Antonio, no nos
metan en un baile de éstos porque no va.
Sale el camarista Gil
Lavedra y le digo lo mismo.
-¿Te parece?, me
responde dudando.
-Esto no sirve para
nada - le reafirmo.
En el ínterin, en la antesala, estoy con Guillermo Alfonsín,
Ricardo Pueyrredon y los hijos de
Alfonsín, y les comento lo mismo. Cuando el Presidente queda solo, entro al
despacho con el Sdor. Velázquez.
-Raúl, he visto el
proyecto que nos van a mandar– le digo directamente. Antes de ayer en la Plaza decíamos “la vida por Alfonsín”, “hoy
decimos”, “nos tragamos todos los sapos que mande Alfonsín”. Pero con toda
honradez quiero decirle que eso no sirve. Políticamente es un incendio,
militarmente no lo quieren, ni lo saben, ni lo entienden y jurídicamente es un
desastre. Esto será declarado inconstitucional, y sentará un precedente
insostenible. De todos modos, si hay que votarlo lo vamos a hacer, pero debo
ser honesto, para mí esto es un error-.
Velázquez me miraba, llegamos de vuelta al Senado y estaba
el bloque reunido en el 1° piso con Víctor Martínez. Estaba Fernando de La Rúa
con ellos, creo que él algo tuvo que ver en el proyecto. Víctor Martínez ya les había hablado del mismo en líneas
generales y De la Rúa lo estaba explicando en detalle.
Me preguntan cuando entré:
-¿Venís de
Presidencia? – me preguntaron.
-Sí,- contesté.
-¿Qué paso?—
Les conté el diálogo con el Presidente. Y reiteré mi
apreciación sobre el tema:
-Me parece que este es
un error tremendo-.
-Y, políticamente va a
ser duro –dice el Sdor. Otero.
Gass inmediatamente apoyó este criterio. De todos modos
salimos de ahí diciendo que “si hay que
votarlo, vamos a votarlo”. Pero yo fui leal y le transmití mi pensamiento
al Presidente.
-A partir de mañana sale en los diarios que “ESTE ES EL PRECIO DE RICO” dije como
para sintetizar la que sería una frase que brotaría del hombre de la calle.
Posteriormente, en mi despacho del Senado aparece Velázquez
para decirme:
-Parece que le
quedaron ratones dando vuelta por la cabeza y que se frenó el proyecto.
Esa misma noche me llamaron a una reunión de Presidentes de
Bloques del Senado para pedirme un informe sobre la situación militar, les
comenté lo que me había dicho el Presidente una hora antes, de que había
solamente un foco sublevado en Salta, que lo demás estaba absolutamente normal,
que existía una gran campaña de versiones. Allí los presidentes de bloque
pidieron que el Ministro Jaunarena viniera al día siguiente al Senado a brindar
información.
Luego estuve en una reunión con los senadores Saadi,
Martiarena y Liliana Gurdulich hablando de estos mismos temas.
El miércoles, tal lo solicitado por los bloques del Senado,
fue el Ministro Jaunarena al Senado a informar sobre la situación militar.
CONCLUSIÓN
Como dije en el prólogo, la narración de los hechos de esa
Semana Santa de 1987, tiene el valor de ser una desgravación del material que
cada día y a veces cada hora iba registrando en un grabador que tenía en mi
despacho del Senado. Es un material como dije “en bruto”, con todos los errores
de redacción y a veces de gramática que por la inmediatez y los nervios del
momento se pudieron cometer.
Como conclusión de aquellos días debo decir:
1. Que Alfonsín
no negoció con Rico. Lejos de ello Rico y los demás jefes fueron presos.
2. No hubo
amnistía como Rico quería
3. Rico no logró
que el nuevo Jefe del Estado Mayor Conjunto fuera un hombre cercano a sus
posturas. La designación del General Caridi provocó rechazos infructuosos entre
los carapintadas.
4. Con la ley de
Obediencia Debida los Tribunales civiles continuaron juzgando y condenando a
los principales jefes militares de la represión y de la guerrilla, a tal punto
que años después Menem indultó a varios centenares que estaban presos desde la
época de Alfonsín. La primera Corte Suprema de la democracia declaró que la Ley
de Obediencia Debida era constitucional.
6. Las usinas de
acción psicológica a partir de la rendición de Rico en Semana Santa, lanzaron
una bien elaborada campaña, para instalar el tema de la negociación. De ese
modo intentaban instalar el tema que los militares seguían con el poder real y
que el Gobierno de Alfonsín era débil y claudicante. No lo lograron.
7. Alfonsín logró
terminar con el intento de golpe sin derramar una sola gota de sangre.
8. Los
Comandantes y principales jefes de la represión tuvieron sus juicios y sus
condenas, en una región donde los militares tenían el poder y el gobierno.
Alfonsín y el acompañamiento popular, dieron ese ejemplo al mundo.
9.Hoy
Argentina muestra con orgullo después de más de 25 años de
aquella Semana Santa, que el militarismo como doctrina y actitud que decidió en
el país durante más de 50 años, ya no existe, y que la democracia, con todas
sus dificultades, vino para quedarse.
Fuente: "El Golpe de Semana Santa de 1987" por Antonio "Pacheco" Berhongaray ex Senador Nacional por la Provincia de La Pampa.
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