Allá por 1940, el 24 de mayo para ser preciso, señala
Lebensohn en el quinto congreso de la juventud que él había gestado, los vicios
que corroían en ese instante la estructura de la Unión Cívica Radical.
Levanta su dedo acusador para enrostrar definitivamente las
fallas de aquellas estructuras caducas. Acuña una frase que fue, es y seguirá siendo
nuestra bandera de lucha: estigmatiza para siempre la política del servicio
personal en el partido.
“Se descendió –decía Lebensohn- del plano idealista a la política
del servicio personal; la conquista de voluntades no por motivos atinentes al país,
de orden publico, sino por servicios, atenciones, empleos, favores lícitos e ilícitos,
afectos o amistades. Los cuadros activos del partido en su gestión
preponderante no se dirigieron a la voluntad general de los argentinos, sino a
su voluntad individual, subversión y negación de la democracia”
Ya empieza proféticamente a señalar él, el hombre mas respetuoso de la condición humana, la necesidad de que las situaciones o inquietudes individuales del hombre deben subordinarse en alguna instancia a las necesidades de la sociedad. Ahí empieza Lebensohn a estigmatizar las viejas prácticas del partido y lanza el primer presagio: el partido esta de espaldas al pueblo y el pueblo le pagará con la misma moneda.
Ya empieza proféticamente a señalar él, el hombre mas respetuoso de la condición humana, la necesidad de que las situaciones o inquietudes individuales del hombre deben subordinarse en alguna instancia a las necesidades de la sociedad. Ahí empieza Lebensohn a estigmatizar las viejas prácticas del partido y lanza el primer presagio: el partido esta de espaldas al pueblo y el pueblo le pagará con la misma moneda.
Y así, en 1946 tiene que decir con dolor argentino y con
profundo dolor radical, que en 1943 el pueblo pasó frente a los comités y se
detuvo ante los diarios. Era ya un pueblo que no sentía ligado al partido.
Vuelvo, entonces, Lebensohn hacia atrás; quiere recuperar
para el partido el sentido yrigoyeniano de su origen; quiere recuperar para el
partido un contenido que trascienda el limite restringido de los aspectos
formales de una democracia que él quería que tuviera el contenido humano, que
tuviera el contenido social que el pueblo reclamaba y que él había anunciado,
ante esa falencia, que el pueblo iba a pasar de largo.
Así, entonces, comienza su tarea ciclópea de introducir el
pueblo dentro del partido, y para ello lleva su vista a su proclama de 1940
dirigida a la juventud. Quiere contenido, y en el seno profundo de la Unión Cívica
Radical empieza la lucha por crear una doctrina que se ajuste a las necesidades
de un pueblo que la estaba reclamando. Allí vuelve Lebensohn a levantar, en su
discurso de Avellaneda en 1945, aquellas banderas que había creado para la
juventud en 1940.
Fuente: “Homenaje al Dr. Moisés Lebensohn” - Diputado
Nacional por Buenos Aires Jorge C. Carretoni, 13 de junio de 1958.
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