Soy optimista por naturaleza y nunca bajo los brazos ante
las dificultades que se nos presentan. El año pasado me tocó anunciar
públicamente la renuncia de Chacho Alvarez a la vicepresidencia de la Nación y
transmitir la tristeza del Presidente y de quienes lo acompañamos en el
gabinete. No fue fácil, pero estoy convencido de que la crisis fue superada.
Todos hicimos grandes esfuerzos para reacomodarnos. Y no fueron en vano: se
sumaron importantes figuras del Frepaso a distintas áreas del Gobierno y continuamos
el trabajo conjunto. Es permanente la consulta con los legisladores de la
Alianza en el Congreso e incluso, en lo que atañe a mi área, durante todo el
año 2000 trabajamos con los equipos de Alvarez en el proyecto de Reforma
Política.
No me sorprenden algunos comentarios que escucho y que, por
otra parte, no son nuevos. Desde su gestación, la Alianza sufrió los embates de
distintos agoreros que fracasaron en sus crónicas anticipadas de una muerte que
no fue. No nos engañemos. Siempre hubo quienes apostaron a dañar a esta fuerza
política, pues para ellos no es más que un obstáculo, especialmente cuando
comienzan a verse los frutos del esfuerzo de un año de Gobierno. Esos que
vaticinaban que la Alianza se iba a romper, se han llevado una desilusión
porque no se ha roto.
Es positivo que se acerquen propuestas al Gobierno, como lo
ha hecho Alvarez con el presidente de la Nación. En nuestro país, con una
democracia cada vez más madura, debemos procurar un funcionamiento similar al
de otros gobiernos de coalición, como el de Francia, donde los partidos que los
integran pueden proponer temas, analizarlos y oficiar de vanguardia para las
acciones que quiere desarrollar el propio gobierno.
Hoy está claramente consolidada la figura del Presidente. Se
ha concluido un año con mayor optimismo por el reaseguro del denominado
blindaje, pero también por una gran cantidad de medidas que se han tomado y que
van en la dirección de producir una reactivación, aprovechando la oportunidad
que brinda ese reaseguro.
Por eso, en esta nueva etapa, los integrantes de los
partidos que constituyen la Alianza podemos allanar el camino y tratar con
responsabilidad los temas más conflictivos. Con una sola condición: hacerlo con
la voluntad de construir y enriquecer las propuestas del Gobierno.
El año que acaba de comenzar será mucho mejor. Para ello, no
alcanza con el esfuerzo realizado. Todos los dirigentes, no sólo los de la
Alianza, debemos seguir trabajando en conjunto y alimentar la esperanza y la
expectativa que se han generado. No dejemos que nos gane la desesperanza de
aquellos a los que no les interesa el bien común, aunque pregonen lo contrario.
Fuente: La muerte de la Alianza: “Optimista por naturaleza” por
Federico Storani Ministro del Interior
en P/12 del 9 de enero de 2001, pág. 09.
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