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miércoles, 16 de noviembre de 2016

Marcelo T. de Alvear: "Ante el Plenario de Delegados del Comite Nacional" (18 de febrero de 1941)

Buenos Aires, 18 de febrero de 1941

Señores delegados:

Antes de constituir el nuevo comité me voy a permitir hacer algunas observaciones, explicando las razones por las cuales, con algún retardo se realiza este acto.

La mesa directiva ha comprendido perfectamente la inquietud pública ante la acefalía de las autoridades del partido.

Pero hay que tener en cuenta que las delegaciones de las provincias al Comité Nacional no estaban completas, no había hasta principios del mes de febrero sino siete provincias que habían elegido delegados. De manera que 9 provincias eligieran sus delegados para poder constituir el comité. En otras oportunidades no se ha constituido el comité sino cuando estaban nombradas casi todas las representaciones. Pero en este caso era necesario constituirlo cuanto antes puesto que la situación política grave porque atraviesa el país no permitía la acefalía del partido. Así que a pesar de no tener representación provincias tan importantes como Entre Ríos y Mendoza, se ha creído que contenía poner en consideración del comité la constitución del mismo.

La situación política que atraviesa en este momento el país es de tal gravedad y de tal naturaleza que ha preocupado intensamente de la situación política, sobre todo en los últimos días.

Cuando el doctor Ortiz delegó el mando al vicepresidente de la nación en ejercicio del P. E.

Hizo declaraciones de continuidad política y de identidad de miras, corroboradas por su Ministro del Interior, que tranquilizaron la opinión y también las inquietudes que en el partido radical podía producir el cambio de política, y por esa razón el bloque parlamentario coopero con el nuevo gobierno en todas aquellas leyes necesarias para los intereses del país.

Pero vinieron los acontecimientos de Santa Fe y Mendoza, con caracteres tan graves y con un fraude y una violencia tan acentuados que pareciera que se volvía de nuevo a los tiempos anteriores; que aquella pacificación de los espíritus, aquella tendencia de normalizar el país que iba a hacer desaparecer los abismo entre los argentinos para que todos pudieran trabajar conjuntamente en el progreso de la republica y en la solución de los graves problemas de orden financiero y económico que se presentaban al país pareciera, repito, que esa época había pasado, y que se presentaba de nuevo con caracteres de una violencia inusitada y de un fraude sin reparos. Naturalmente, la vista del pueblo argentino se volvió a las autoridades nacionales; el Congreso, la prensa, las organizaciones intelectuales, obreras, estudiantiles, buscando en la presidencia de la Republica sanciones contra ese fraude y aunque en un principio se hicieron declaraciones hasta cierto punto terminantes, porque el Ministro del Interior llegó a decir que no seria un convidados de piedra, resultó que el P. E. se abstuvo de tomar, no solamente ninguna parte de esa gestiones, sino que ni siquiera abrió juicio. La inquietud publica, como era natural, se exacerbó: se creía que el fraude podría tener, sino apoyo directo, por lo menos tolerancia de las autoridades nacionales, y esa crisis política que producía el resurgimiento de esos procedimientos que creíamos atenuados en nuestro país por la política altamente patriótica del Presidente Ortiz de querer normalizar la Republica y sus instituciones parecían quedarse tan solo en promesas: pero se produjeron hechos y agravaron aun mas la situación.

Un ministro del P. E., el Ministro de Hacienda Dr. Pinedo mantuvo una entrevista con el presidente del comité nacional del radicalismo, en la cual manifestó todas sus inquietudes y todas sus zozobras por la situación que podía presentarse al país en sus aspectos económicos y financieros que el veía patente se produciría con esta situación política directa consecuencia del fraude electoral. Y por eso propuso una tregua o un procedimiento cualquiera para llegar a un entendimiento. Yo le declaré terminantemente que estaba de acuerdo en todo lo que fueran soluciones patrióticas para evitar al país males mayores, pero que era imposible entrar a tratar en base del delito y de los crímenes políticos consumados: pero que en fin el medio se encontraría.

El Dr. Pinedo, como todos saben, reunió a sus amigos políticos y seguramente, sus puntos de vista no fueron aceptados, así es que renuncio a su cartera.

La renuncia del Dr. Pinedo para un hombre político que sabe leer las renuncias de presidentes y ministros, puede leer entrelineas, y así en ella, se podía leer su desacuerdo total con esa política que pareciera iniciarse. Viene a los pocos días la renuncia de otro ministro, cuya jerarquía intelectual y moral nadie puede poner en duda: la del Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Roca. También dada la moderación que lo caracteriza, lo medido de sus términos, se puede leer bien entrelineas cual es la condenación que así de esa política. Por ultimo vino la renuncia del interventor federal a la provincia de Buenos Aires.

El doctor Amadeo, personalidad destacada, de alta intelectualidad, un hombre apolítico, un hombre que para ir a esa función había renunciado a sus comodidades, llevado únicamente por un anhelo de bien público, en su renuncia fue más terminante, más categórico y produjo el estupor consiguiente. Esa renuncia tuvo por contestación la devolución porque según el Ministro del Interior no guardaba estilo; cosa un poco paradójica el que no guarde estilo un gran publicista argentino, probablemente para el Ministro del Interior era no guardar estilo llamar a las cosas por su nombre.

Después de eso viene el manifiesto del presidente de la Republica, manifiesto claro, terminante, preciso, en el cual a través de todas sus frases, se ve un gran fervor patriótico, un anhelo de pacificar el país y de volver a la Republica el goce de sus instituciones y de la soberanía popular. Un documento en fin, que podía ser firmado sin reparo por cualquiera de los grandes Presidentes de la Republica. En ese documento el doctor hace cargos directos a la política que se sigue y ha tenido el silencio por respuesta. De manera que nos encontramos ante una situación curiosa. Ha hablado todo el país por sus órganos más genuinos. Todos los grandes diarios de la Republica, ha dado su opinión terminante, franca, contra los fraudes de Mendoza y Santa Fe, sobre los procedimientos que se iniciaban. Los partidos políticos de toda índole, sobre todo los democráticos, las agrupaciones estudiantiles, todo han dado su opinión. El Presidente titular, los ministros del P. E.; el único que no ha hablado al país es el Presidente en ejercicio. Pareciera que en esta crisis intensa que esta conmoviendo los espíritus con una inquietud y una ansiedad fáciles de explicar, todo pasara en otra nación o en otro planeta. El Vicepresidente de la Nación se limita a administrar desde el Gobierno, pero administrar no es gobernar. Administrar es despachar los asuntos que se van presentando. Gobernar es prever los acontecimientos, es ponerse delante de estos. Es orientar en momentos en que la opinión pública se agita.

Yo también actúe en mi juventud en momentos difíciles de la Republica. La juventud, por un llamado imprudente de un presidente argentino, formó en el Jardín Florida y estuvo en la Revolución del 90. De modo que yo sé lo que vale la juventud. El General Urquiza decía poco antes de morir en una carta estas palabras proféticas:

“He dado una ley a mi patria, he dado libertad a mi Nación”

Yo digo desde este sillón al Presidente Castillo:

“Solo un ciudadano de ley, un magistrado, que no podrá decir la posteridad que quitaste la luz a la Patria y a la Libertad a vuestros conciudadanos”

Largos aplausos saludaron las palabras finales del Dr. Alvear.




Fuente: Discurso del Dr. Marcelo Torcuato de Alvear en el Plenario de Delegados del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical al ser reelecto por unanimidad Presidente del cuerpo, 18 de febrero de 1941.

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