Buenos Aires, 18 de
febrero de 1941
Señores delegados:
Antes de constituir el nuevo comité me voy a permitir hacer
algunas observaciones, explicando las razones por las cuales, con algún retardo
se realiza este acto.
La mesa directiva ha comprendido perfectamente la inquietud pública
ante la acefalía de las autoridades del partido.
Pero hay que tener en cuenta que las delegaciones de las
provincias al Comité Nacional no estaban completas, no había hasta principios
del mes de febrero sino siete provincias que habían elegido delegados. De manera
que 9 provincias eligieran sus delegados para poder constituir el comité. En
otras oportunidades no se ha constituido el comité sino cuando estaban
nombradas casi todas las representaciones. Pero en este caso era necesario
constituirlo cuanto antes puesto que la situación política grave porque
atraviesa el país no permitía la acefalía del partido. Así que a pesar de no
tener representación provincias tan importantes como Entre Ríos y Mendoza, se
ha creído que contenía poner en consideración del comité la constitución del
mismo.
La situación política que atraviesa en este momento el país
es de tal gravedad y de tal naturaleza que ha preocupado intensamente de la
situación política, sobre todo en los últimos días.
Cuando el doctor Ortiz delegó el mando al vicepresidente de
la nación en ejercicio del P. E.
Hizo declaraciones de continuidad política y de identidad de
miras, corroboradas por su Ministro del Interior, que tranquilizaron la opinión
y también las inquietudes que en el partido radical podía producir el cambio de
política, y por esa razón el bloque parlamentario coopero con el nuevo gobierno
en todas aquellas leyes necesarias para los intereses del país.
Pero vinieron los acontecimientos de Santa Fe y Mendoza, con
caracteres tan graves y con un fraude y una violencia tan acentuados que
pareciera que se volvía de nuevo a los tiempos anteriores; que aquella
pacificación de los espíritus, aquella tendencia de normalizar el país que iba
a hacer desaparecer los abismo entre los argentinos para que todos pudieran
trabajar conjuntamente en el progreso de la republica y en la solución de los
graves problemas de orden financiero y económico que se presentaban al país
pareciera, repito, que esa época había pasado, y que se presentaba de nuevo con
caracteres de una violencia inusitada y de un fraude sin reparos. Naturalmente,
la vista del pueblo argentino se volvió a las autoridades nacionales; el
Congreso, la prensa, las organizaciones intelectuales, obreras, estudiantiles,
buscando en la presidencia de la Republica sanciones contra ese fraude y aunque
en un principio se hicieron declaraciones hasta cierto punto terminantes,
porque el Ministro del Interior llegó a decir que no seria un convidados de
piedra, resultó que el P. E. se abstuvo de tomar, no solamente ninguna parte de
esa gestiones, sino que ni siquiera abrió juicio. La inquietud publica, como
era natural, se exacerbó: se creía que el fraude podría tener, sino apoyo
directo, por lo menos tolerancia de las autoridades nacionales, y esa crisis política
que producía el resurgimiento de esos procedimientos que creíamos atenuados en
nuestro país por la política altamente patriótica del Presidente Ortiz de
querer normalizar la Republica y sus instituciones parecían quedarse tan solo
en promesas: pero se produjeron hechos y agravaron aun mas la situación.
Un ministro del P. E., el Ministro de Hacienda Dr. Pinedo
mantuvo una entrevista con el presidente del comité nacional del radicalismo,
en la cual manifestó todas sus inquietudes y todas sus zozobras por la
situación que podía presentarse al país en sus aspectos económicos y
financieros que el veía patente se produciría con esta situación política
directa consecuencia del fraude electoral. Y por eso propuso una tregua o un
procedimiento cualquiera para llegar a un entendimiento. Yo le declaré
terminantemente que estaba de acuerdo en todo lo que fueran soluciones patrióticas
para evitar al país males mayores, pero que era imposible entrar a tratar en
base del delito y de los crímenes políticos consumados: pero que en fin el
medio se encontraría.
El Dr. Pinedo, como todos saben, reunió a sus amigos políticos
y seguramente, sus puntos de vista no fueron aceptados, así es que renuncio a
su cartera.
La renuncia del Dr. Pinedo para un hombre político que sabe
leer las renuncias de presidentes y ministros, puede leer entrelineas, y así en
ella, se podía leer su desacuerdo total con esa política que pareciera
iniciarse. Viene a los pocos días la renuncia de otro ministro, cuya jerarquía
intelectual y moral nadie puede poner en duda: la del Ministro de Relaciones
Exteriores Dr. Roca. También dada la moderación que lo caracteriza, lo medido
de sus términos, se puede leer bien entrelineas cual es la condenación que así
de esa política. Por ultimo vino la renuncia del interventor federal a la
provincia de Buenos Aires.
El doctor Amadeo, personalidad destacada, de alta
intelectualidad, un hombre apolítico, un hombre que para ir a esa función había
renunciado a sus comodidades, llevado únicamente por un anhelo de bien público,
en su renuncia fue más terminante, más categórico y produjo el estupor
consiguiente. Esa renuncia tuvo por contestación la devolución porque según el Ministro del Interior no guardaba estilo; cosa un poco paradójica el que no
guarde estilo un gran publicista argentino, probablemente para el Ministro del
Interior era no guardar estilo llamar a las cosas por su nombre.
Después de eso viene el manifiesto del presidente de la
Republica, manifiesto claro, terminante, preciso, en el cual a través de todas
sus frases, se ve un gran fervor patriótico, un anhelo de pacificar el país y
de volver a la Republica el goce de sus instituciones y de la soberanía
popular. Un documento en fin, que podía ser firmado sin reparo por cualquiera
de los grandes Presidentes de la Republica. En ese documento el doctor hace
cargos directos a la política que se sigue y ha tenido el silencio por
respuesta. De manera que nos encontramos ante una situación curiosa. Ha hablado
todo el país por sus órganos más genuinos. Todos los grandes diarios de la
Republica, ha dado su opinión terminante, franca, contra los fraudes de Mendoza
y Santa Fe, sobre los procedimientos que se iniciaban. Los partidos políticos
de toda índole, sobre todo los democráticos, las agrupaciones estudiantiles, todo
han dado su opinión. El Presidente titular, los ministros del P. E.; el único
que no ha hablado al país es el Presidente en ejercicio. Pareciera que en esta
crisis intensa que esta conmoviendo los espíritus con una inquietud y una
ansiedad fáciles de explicar, todo pasara en otra nación o en otro planeta. El
Vicepresidente de la Nación se limita a administrar desde el Gobierno, pero
administrar no es gobernar. Administrar es despachar los asuntos que se van
presentando. Gobernar es prever los acontecimientos, es ponerse delante de
estos. Es orientar en momentos en que la opinión pública se agita.
Yo también actúe en mi juventud en momentos difíciles de la
Republica. La juventud, por un llamado imprudente de un presidente argentino,
formó en el Jardín Florida y estuvo en la Revolución del 90. De modo que yo sé
lo que vale la juventud. El General Urquiza decía poco antes de morir en una
carta estas palabras proféticas:
“He dado una ley a mi patria, he dado libertad a mi Nación”
“He dado una ley a mi patria, he dado libertad a mi Nación”
Yo digo desde este sillón al Presidente Castillo:
“Solo un ciudadano de ley, un magistrado,
que no podrá decir la posteridad que quitaste la luz a la Patria y a la
Libertad a vuestros conciudadanos”
Largos aplausos saludaron las palabras finales del Dr. Alvear.
Fuente: Discurso del Dr. Marcelo Torcuato de Alvear en el
Plenario de Delegados del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical al ser
reelecto por unanimidad Presidente del cuerpo, 18 de febrero de 1941.
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