Buenos Aires, 29 de
octubre de 1945
El 17 y 18 de octubre, la ciudad de Buenos Aires, presencia
el insólito desfile de los adeptos al candidato nazi. Bajo el amparo de la policía
cometen toda clase de desmanes, de malicias, de ultrajes “como nunca lo ha
presenciado la Nación”. La M. D. califica y repudia tales actos, y denuncia la acción
de la dictadura preparando el continuismo militar, al mismo tiempo ratifica el
comunicado, que sobre estos mismos hechos dio a publicidad la Secretaría el día
24.
La situación del país ha empeorado. Al avasallamiento de
todas las garantías constitucionales, hay que agregar ahora la preparación electoral,
en un clima de engaño y de violencia. Todo es dirigido hacia el continuismo de
la dictadura en la persona del ex ministro de guerra. La oficina de Trabajo y Previsión,
con un presupuesto extraordinario y delegaciones en todo el país, realiza una
doble acción: de perturbación social con su permanente incitación al obrero, y
de pública campaña electoral por el candidato del oficialismo.
El actual ministro del Interior ofrece garantías, habla de
anticipar la fecha eleccionaria y hasta asegura la presencia de las fuerzas
armadas en los comicios –promesa no ratificada por quienes tienen la
efectividad de los comandos-, pero al mismo tiempo que suspende el decreto que
dejaba sin efecto la disolución de los partidos políticos tradicionales,
trasciende que se estudia la reimplantación parcial del estatuto repudiado por
la opinión general –mantiene el estado de sitio, designa interventores y
funcionarios en altos cargos a personas, reconocidamente adictas a dicha
candidatura-, y permite la acción abusiva de la policía, que pareciera
encaminada exclusivamente a sofocar, toda expresión democrática del pueblo.
El paro general y la manifestación llamada obrera del 17 y
18 de octubre, constituyen una prueba concluyente de estas afirmaciones. Reparticiones
públicas planearon al detalle ese acto y se sabe con certeza, que, en gran
parte, pudo realizarse usando de la coacción y de la amenaza. Parecía que los
manifestantes llevaban la consigna de la violencia y es así como se ultrajó la
dignidad de la ciudadanía con la ayuda policial, en un espectáculo de vergüenza
como nunca lo ha presenciado la Nación. La prensa libre fue también afrentada y
el edificio de un diario vespertino, sufrió un ataque inconcebible, en un país
civilizado. La M. D. ratifica a este respecto el comunicado dado a publicidad
por secretaria con fecha 24 del mes en curso.
Lo que ha presenciado atónito el pueblo entero y ha
trascendido mas allá de nuestras fronteras, no podrá ser desvirtuado con el
obligado informe oficial de nuestros representantes en el extranjero, que
hablan de “manifestaciones espontáneas” realizadas “dentro del mayor orden”. Tal
afirmación cuya inexactitud se ha comprobado, no prestigia a la Nación.
Corresponde señalar que quienes cometieron los desmanes, no
fueron los auténticos obreros, pues el hombre de trabajo, actúa siempre, con
respeto y dignidad. El obrero argentino que ha vivido siempre en un ambiente de
libertad, sabe dar primacía al bienestar general de la Republica y de respeto a
nuestras instituciones democráticas, sobre los intereses particulares, como lo
han evidenciado los distintos documentos y manifestaciones de entidades obreras
repudiando actitudes de incondicionalismo oficialista de ciertos dirigentes,
que no saben interpretar sus verdaderos sentimientos hondamente la vergüenza de
que en la Confederación Mundial de Trabajadores reunida en Paris, no se admita
al delegado obrero, por considerar, sino un mero asalariado, defensor de un
gobierno de facto de tendencia nazifascista; y el país entero contempla con
tristeza que tampoco se ha admitido al representante diplomático en Francia,
por serlo de un gobierno, que no representa la voluntad legitima del pueblo.
Hacemos un llamado al autentico trabajador argentino para
que discrimine serenamente en esta grave situación de la Republica. No puede ni
debe aparecer, quebrando el ideario democrático de los trabajadores del
Continente, como si fuera defensor de una dictadura, cuya más genuina expresión,
es la persona del candidato oficial, actual militar en retiro. Debe adquirir
plena conciencia de que su mejora y su prosperidad no podrán nunca ser
asegurada por decretos que se multiplican en una época anormal, sino mediante
una legislación positiva y orgánica. La Unión Cívica Radical, que ha
desarrollado una intensa gestión legislativa social, desde la época de Yrigoyen
hasta la ultima clausura del Parlamento, tiene derecho a reclamar se deposita
fe en su acción futura que ha de tender fundamentalmente, a traducir en
realidad, el justo anhelo de justicia social. Ningún estadista o gobernante
pude desoír este grave problema, que es el signo de la época y mucho menos un
partido que lleva en su programa, claros preceptos que lo resuelven en forma
definitiva.
El radicalismo, unido y firme en su clara ideología democrática,
en su oposición a toda dictadura, en su propósito de lograr una plena justicia
social sin perturbaciones ni odios de clase, y en su constante reclamo porque
el pueblo vuelva al goce de su plena soberanía, afrontara esta lucha decisiva,
en el terreno en que la circunstancias lo coloquen.
Por estas consideraciones la Mesa Directiva del Comité Nacional
de la Unión Cívica Radical, declara:
- Que
repudia los actos cometidos en las manifestaciones del 17 y 18 de octubre,
como extrañas al sentimiento del verdadero trabajador argentino y al grado
de cultura de nuestra Nación.
- Que
los actos del actual gobierno de facto evidencian su decisión de preparar
el continuismo militar, en la persona del ex ministro de Guerra, mediante
la utilización de todos los organismos del Estado y la creación de un
ambiente que hará imposible la libre expresión de la voluntad ciudadana.
Firmado: Presidente, doctor Gabriel A. Oddone; Vice 1°, Dr. Anastasio Eguiguren; Vice 2°, Dr. Henoch D. Aguiar; Tesorero, D. Raúl Rodríguez de la Torre; Secretarios: Dr. Carlos E. Cisneros, Dr. Carmelo Piedrabuena, D. Julio F. Correa y José Víctor Noriega.
Fuente: Declaración de la Mesa Directiva de la Unión Cívica
Radical sobre las jornadas del 17 y 18 de octubre de 1945. En “El radicalismo
al servicio de la libertad” de Santiago Nudelman, Buenos Aires, 1947.
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