Era en la época de intensa agitación, en que las potentes
palancas del proletariado organizado removían el mundo. En nuestro país, como
en todos los de orbe, el choque entre las dos fuerzas tradicionalmente antitéticas
–capital y trabajo- se pronunciaba con amenaza de enormes consecuencias. El
gobierno del Dr. Yrigoyen mediaba como arbitro en todas las emergencias,
tendiendo a resolver los problemas, con un criterio de justicia y dar la
batalla. Hizo un alegato público ante los poderes constituidos afirmando
conceptos de intransigencia que el P. E: rechazó. En cambio, recogió los
conceptos del documento patronal y los refutó. El importa toda una doctrina
llena de serena valentía, que fija el pensamiento del gobierno ante el
conflicto y ante su época. Lección loable de tolerancia.
Buenos Aires, junio 16
de 1919
Señor Presidente de la Asociación del Trabajo, Don Pedro
Christophersen:
Por encargo del Señor Presidente de la Republica tengo el
agrado de contestar la nota que el envió esa Asociación con fecha junio 9,
relativa a los conflictos suscitados entre el capital y el trabajo.
Es públicamente conocida la atención constante e intensa que
el P. E. presta a estos problemas, interviniendo en todos ellos, grandes o pequeños,
para contribuir a darle solución satisfactoria. La acción tutelar del gobierno
se ha hecho sentir en todo momento, traduciéndose a la vez en el plan de legislación
orgánica sometido al Congreso tendiente a encauzar dentro de normas legales el
movimiento regular de todos los intereses.
Los graves problemas que nos ocupan y cuya repercusión
mundial experimentamos no pueden hallar solución con medidas accidentales ni espasmódicas;
ni es agrupándose para resistirlos como se ha de llegar a estabilizar los
derechos recíprocos. Forzoso es incorporarse a la evolución del progreso colocando
siempre por encima de todo otro interés y de todo otro derecho los de la
sociedad y los de la Nación. Y ese objetivo no se alcanza erigiendo la
violencia o el imperio del más fuerte, como arbitrio de las decisiones, sea del
capital para torturar el trabajo, sea de éste para expoliar a aquél.
La contención por el más fuerte con todas las apariencias
del éxito, es de resultados efímeros y contraproducentes; porque, como lo
revela la experiencia universal, su reacción ulterior queda a la espera de la
ocasión propicia para producirse. En la armonización necesaria e indispensable
de esos dos grandes factores, es donde ha de hallarse la tranquilidad general y
el bienestar común.
A alcanzar ese fin deben responder las entidades obreras y
capitalistas, sin extremar las unas ni las otras sus exigencias. Concurramos
todos a esa grande obra, el país fuerte y generoso, está en condiciones para
implantar esa armonía, que será su triunfo.
Esa es la política social del gobierno de la Nación; quiere
llevar su acción tutelar a todos los intereses, a todos los derechos,
requiriendo de unos y de otros, que cedan, que transijan, que se respeten.
Cuando la fuerza colectiva del trabajo oprime al capital,
destruye su propia fuente de vida, cuando el capital domina una huelga, dejando
sumidas en la miseria a millares de familias, no ha dado solución al conflicto,
antes bien, ha ahondado sus raíces y la sociedad sufre las consecuencias.
Fue respondiendo a estas ideas que el gobierno requirió de
los obreros, declinaran de sus actitudes extremas y aceptasen el procedimiento
de la conciliación y la solución por el arbitraje, a lo que ellos asintieron,
declarando, también, que renunciaban a todo orden de represalias, siempre que
los patrones procedieran de idéntica manera; y en éste estado se invitó a la
Asociación del Trabajo, para que a su vez concurriera a dar forma práctica a
estas soluciones que tenían, además, en ese caso, la especial ventaja de salvar
sin rozamientos a la prensa envuelta en un conflicto que le era extraño.
El Poder Ejecutivo, tuvo la sorpresa de no poder contar con
el concurso de esa Asociación, que no encontró conveniente discutir siquiera la
forma de constituir ese tribunal de equidad y de justicia que hubiera concluido
con todas las diferencias que agitan y perturban el trabajo normal y a la vez
se habría dado vida desde ya a las instituciones cuya creación se ha pedido al
parlamento.
Quiero ver en los términos de la nota que contesto, el
propósito de esa Asociación, de asistir a este orden de solución, modificando
así la actitud que ha observado hasta ahora en oposición a los fundamentos de
bien público que invocara para obtener su personería jurídica; en tal caso me
es grato significar a Ud., en nombre del Señor Presidente de la República, que
para esos fines podrá contar en todo momento con el apoyo decidido del gobierno
de la Nación.
Saludo a Vd. con mi mayor consideración
RAMÓN GÓMEZ
Ministro del Interior
Fuente: Los conflictos entre el Capital y el Trabajo – Por el
bienestar de las clases trabajadoras – Politica de tolerancia – El Gobierno de
Yrigoyen hace una una rotunda afirmación, Album Presidencial de la
Reorganizacion Nacional 1916-1922.
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