Sr. Justo. - En
ausencia del señor ministro no he de dejar de decir todo lo que tengo que
manifestar sobre la Universidad de Córdoba, que es mucho, señores diputados,
pues se trata de un problema grave, urgente, que apasiona a la juventud
estudiosa argentina y que es necesario aclarar para que se resuelva de la mejor
manera posible.
Al promover esta interpelación, por excepción, por primera vez
desde que soy diputado, no lo hice como acto de oposición, no lo hice porque
estuviera frente a los propósitos que creía ver en el poder ejecutivo, sino más
bien para estimularlo en su acción y contribuir a que su obra fuera fructífera.
Me movieron además otros motivos: Mi conocida preocupación por la suerte de la
Universidad de Córdoba acerca de la cual he hecho en esta Cámara repetidas
críticas; un mensaje de los estudiantes de Córdoba, al iniciarse la parte más
agitada de su movimiento, pidiendo mi intervención en favor de lo que ellos
solicitan y una resolución del último congreso de mi Partido que incluye el asunto
universitario entre los puntos de nuestro programa mínimo.
También he tenido un estímulo a hacerlo en el prejuicio que
se ha querido sembrar acerca del espíritu del actual movimiento juvenil de
Córdoba. El señor Nores lo ha denunciado como un movimiento que va derechamente
hacia "el más crudo socialismo", diciendo que varios representantes
de esta variedad del socialismo han estado allí. Se referirá acaso a nuestro muy
estimado colega el doctor Bravo, cuya moderación y cuya cordura son apreciadas
por todos nosotros.
En realidad, la acusación proviene del espíritu
tradicionalmente sectario que domina en la Universidad de Córdoba, espíritu
sectario que se manifiesta en todos los aspectos externos e internos de aquella
institución.
Llama desde luego la atención que en los nuevos estatutos que
se ha dado la Universidad bajo la influencia del interventor nacional, el
primer artículo establece explícitamente que se conserva el viejo escudo
universitario con todos sus atributos, con la palabra "Jesús" en la
parte superior y con un lema latino tomado, me parece, de los libros sagrados
católicos.
Entrar a la vetusta casa en que funciona la Universidad de Córdoba
es caer bajo la obsesión de imágenes eclesiásticas. En medio del patio nos
encontramos con una gran estatua de Fray Trejo y Sanabria, estatua bastante
pesada para que no pudiera ser volteada a lazo en la última revuelta
estudiantil. En el salón de grados nos encontramos, a la cabecera, con un
enorme cuadro al óleo que representa al mismo obispo Trejo y Sanabria. En el
otro extremo del salón una alegoría que representa, según me dijeron, a San
Carlos, porque aquella universidad se llama la Universidad de San Carlos. Y en
el cielorraso otra alegoría que representa también, en traje griego y
distribuyendo ciencia a manos llenas, al mismo obispo Trejo y Sanabria. La
tribuna del salón de grados ha tomado la forma más parecida posible a un pulpito,
y no tengo duda de que en gran parte lo es. No han de descender de aquella alta
tribuna -porque es tan alta como un pulpito- no han de descender generalmente
sino palabras de unción católica y de retórica eclasiástica.
Pero el sectarismo de la Universidad de Córdoba se
manifiesta con mucha más fuerza que en los símbolos en su actitud frente a
cuestiones fundamentales para la vida intelectual y para la vida moral de la
Nación.
Ser sectario no consiste en ocuparse exclusivamente de una cosa;
no consiste en concentrar toda la atención y todo el esfuerzo personal en una
sola cuestión. Esto se puede hacer con todo éxito y hasta es bueno que en
muchos casos lo hagamos, y no por eso seremos sectarios, siempre que
reconozcamos la importancia del esfuerzo de los demás, de los que hacen otras
cosas.
Se puede ser un partidario del "single tax", del
impuesto único y hasta dedicar la vida entera a su propaganda, sin ser por esto
un sectario, si se comprende la importancia del estudio de las otras cuestiones
de la política y si se respeta el esfuerzo de otros hombres en ese campo. Se
puede dedicar la vida entera a predicar contra el alcoholismo, sin ser por esto
un sectario, siempre que se comprenda que para la salud popular no basta que no
se consuma alcohol, sino que también se necesita que se consuman alimentos. Se
puede dar una importancia suprema a la legislación social sobre el trabajo,
pero eso no caracterizará a un sectario, si quien lo hace atiende con respeto
el esfuerzo de otros hombres en otros aspectos de la legislación. Se puede ser del
partido obrero, sin ser sectario, siempre que se comprenda la importancia del
esfuerzo técnico y económico de otros hombres que no son obreros y que no están
en el partido obrero; y hasta se puede ser religioso sin ser sectario, siempre
que se tenga la religión como un sentimiento íntimo, como creencias arraigadas
a las cuales no se quiere ni se puede renunciar, pero que de ninguna manera se
quieran imponer a los demás y respetando el sentido común de los que no
participan de esos sentimientos ni de esas creencias.
La Universidad de Córdoba, infiltrada a fondo de catolicismo
ortodoxo e intransigente, es sectaria en el peor sentido de la palabra.
Niega la utilidad del esfuerzo de los que no son católicos; niega
la verdad de las instituciones que no son católicas; mina los fundamentos
mismos de la sociedad civil en sus cátedras. Citaré como prueba inmediata de
ello la titulada cátedra de derecho público eclesiástico, única en el país. La
Universidad de Buenos Aires no la cuenta; es una especialidad de la Universidad
de Córdoba, y un conservador de aquella provincia me la ha denunciado como una
vergüenza, como una cátedra que, en manos de un hombre de talento, sería una
activa agencia de disolución social. Esa cátedra, que se ocupa de las
relaciones del estado y de la iglesia, para lo cual bastaría un par de
capítulos, un par de bolillas como se dice en la jerga universitaria, del
programa de derecho constitucional, es objeto en Córdoba de todo un curso, con
un profesor rentado a razón de 400 pesos mensuales, es decir, 4.800 pesos al
año, curso a que están obligados a asistir los alumnos, para oír disertar sobre
temas como éstos: la falta de derecho del estado para ejercer el patronato
sobre la iglesia; la falta de derecho del estado para conceder el exequátur a
las bulas de los papas, a los decretos de los concilios y demás documentos
eclesiásticos que nos vengan de las altas autoridades extranjeras de la iglesia
católica. Esta cátedra se ocupa de demoler la legislación civil argentina en
materia de matrimonio, sosteniendo la prelación del matrimonio religioso sobre
el matrimonio civil; esa cátedra niega al estado el derecho de la instrucción primaria
de los ciudadanos, pretendiendo que es una función propia de la iglesia. Como
texto de esa cátedra se usa el libro de un obispo chileno, Fernández Concha,
libro reaccionario por excelencia, que parece satisfacer las opiniones del
catedrático de la materia, don Nicolás Garzón Maceda, uno de los seis Garzones
que he encontrado en aquellas universidad. Sirve, también, como libro
complementario para el estudio de esa importante materia, la obra titulada:
"La iglesia y el estado", por el padre Mateo Liberatore, de la
Compañía de Jesús; para dar una idea de la cual me bastará leer el título de
dos de sus capítulos.
Dice unos de ellos:
"La libertad de
conciencia con razón ha sido llamada por el sumo pontífice, delirio".
El otro capítulo se ocupa de desarrollar este tema:
"La libertad de
conciencia ha sido llamada con razón por el sumo pontífice libertad de
perdición".
Este autor Liberatore, que ocupa un lugar considerable en
las bibliotecas docentes de Córdoba, tiene además expresiones como ésta, en su
capítulo 7o: "El estado, aunque es distinto, está no obstante subordinado
a la Iglesia, no puede separarse de ella por la pretendida libertad de
conciencia y de culto y está obligado a proteger a la Iglesia con sus leyes y a
poner su espada material al servicio del reino de Dios y del orden
espiritual".
He citado este autor, en el cual se inspira una parte
considerable del cuerpo docente de Córdoba, porque es también autor del libro
que se usa como texto para el curso de economías política, señores diputados.
El profesor de economía política, ex rector de aquella Universidad, que lo fue
hasta hace pocos meses, aconseja a sus alumnos, como texto, el libro que tengo
en las manos y que se titula "Principios de economía política. Tratado del
padre Mateo Liberatore, de la Compañía de Jesús". En su primera página
trae el visto bueno de Ciríaco María Sancho y Hervías, por la gracia de Dios y
de la Santa Sede Apostólica, obispo de Madrid, Alcalá, etc., que dice así:
"Por la presente y por lo que a nos corresponde, damos licencia para que
pueda imprimirse y publicarse la obra titulada 'Principios de economía
política', escrita por el reverendo padre Liberatore, de la Compañía de Jesús,
mediante que de nuestra orden ha sido examinada y, según la censura, nada
contiene contra al dogma apostólico y sana moral", etcétera.
Para que comprenda hasta qué punto es odiosamente sectaria esta
obra, leeré unas líneas de la primera página, titulada " Al lector".
Dice así: "Los primeros que trataron de economía política tenían
inficionada la mente con la filosofía sensista de su tiempo, y como la
filosofía es la raíz de las otras ciencias, cuando ella está inficionada
comunica a todas la ponzoña". Este es el juicio católico sobre la ciencia
en general. Y agrega: "Aquellos que vinieron después o siguieron a ciegas
a los primeros, o si de ellos en parte se separaron, fue para escribir bajo la
influencia del liberalismo moderno. Ahora bien; el liberalismo moderno - llamo
la atención del señor diputado Ernesto Padilla, que el único diputado
"liberal" que hay en la cámara- el liberalismo moderno es semejante
al moscardón que dondequiera que posa deja el germen de pestilente
corrupción".
Pues bien, señor presidente. Este libro, con ser tan
detestablemente malo, es mejor que lo que se enseña en la universidad de Córdoba,
porque el profesor Deheza ha calcado su programa, casi lo ha copiado, sobre el
índice de este libro, y al darle la forma de programa, empeora el texto, lo
hace más vago, a veces más absurdo. Donde el jesuíta Liberatore dice, por
ejemplo, que "en las cosas que
constituyen la riqueza ha de considerarse la utilidad, que en las cosas que
constituyen la riqueza ha de considerarse el valor, el profesor dice: "si en las cosas que constituyen la
riqueza ha de considerar la utilidad o el valor. Donde el padre Liberatore
dice: "La materialidad es el
carácter esencial de la riqueza", el profesor de la Universidad de
Córdoba se pregunta
"si la
materialidad es el carácter esencial de la riqueza".
Por otra parte, en este programa encontramos proposiciones como
ésta:
"Perjuicios
inevitables que trae el comercio internacional".
Es la ciencia económica que se enseña en la Universidad de
Córdoba.
El atraso, la decadencia intelectual y la ficción
doctrinaria que dominan en aquella Universidad se revelan también en otras
cátedras o pretendidas cátedras que allí existen y en sus programas; entre
ellos, el de la cátedra de filosofía general que dice dictar el profesor
Rodolfo Ordóñez, el cual, por supuesto, comienza afirmando la trascendencia de
las ciencias filosóficas, aunque empezamos a vivir una época en que algunos de
los hombres más cultos declaran licenciada a la filosofía: la dan de baja, y
otros discurrren ingeniosamente sobre la hipocresía de los filósofos.
Este programa de filosofía general se caracteriza por su
detestable ortografía. En dos partes habla del "eclectisismo", con "s",
dice "libre alvedrío", con " v "; en otra
"Schopenhauer", sin "c"; y tiene una bolilla entera
destinada a estudiar la unión, el asiento y la influencia del alma sobre el
cuerpo, pero nada dice sobre la infuencia del cuerpo sobre el alma.
Se comprende que los alumnos miren esto con desdén y hasta con
odio, y protesten violentamente de que se les obligue a emplear su tiempo en
oír semejantes necedades.
Pero no para ahí la alta filosofía que se enseña en aquella
escuela.
Hay también una cátedra de filosofía del derecho que está a
cargo del profesor Ignacio M. Garzón, también por un texto del obispo chileno
Fernández Concha, y se comprende cuál podrá ser la filosofía del derecho como
la entiende un obispo. En su bolilla segunda el profesor de filosofía del
derecho de la Universidad de Córdoba impone a los alumnos esta cuestión:
"el fin del hombre exige otra vida, fines de la vida presente". En
aquella universidad, los fines de la vida presente parecen deducirse de la
existencia necesaria de otra vida. ¡Esto es distraer mucho a los jóvenes de los
problemas reales y palpitantes que les corresponde estudiar! La capacidad de
este profesor puede además medirse por este punto de la bolilla cuarta:
"Unidad e inmutabilidad de la ley natural". Parece creer el profesor
Ignacio Garzón que las leyes naturales son inmutables: ignora que son simples fórmulas
provisorias, punto de vista generales, comparables a fórmulas taquigráficas del
pensamiento, con fines prácticos, y sujetas siempre a revisión en un proceso de
ampliación y perfeccionamiento eternos.
En ese programa encontramos que la bolilla 13 se ocupa, como
ya se había ocupado el profesor de filosofía general en su bolilla 16, de la
cuestión del suicidio, que es uno de los temas más socorridos en las
lucubraciones de la Universidad de Córdoba; y, por el diputado de Tomaso, sé
que debe ser éste un punto del programa de derecho penal que tiene también su
correspondiente cátedra, de manera que, sólo en la facultad de derecho, el suicidio
es estudiado allí en numerosas cátedras.
Por otra parte, encontramos en este programa, en la bolilla 16,
un punto muy peculiar en un país republicano y democrático como el nuestro.
Dice: "Deberes para con los siervos". No sé si este programa se habrá
escrito cuando todavía regía en Córdoba una ley de conchabos.
Y en la caterva de cátedras superfluas y corruptoras del
pensamiento que hay en aquella universidad, debo mencionar también la de
derecho público general, para la que sirve como base el libro alemán de
Bluchsli, que data ya de un siglo y algo así, cátedra completamente redundante
en una universidad que las tiene de derecho constitucional, de derecho
administrativo, de introducción al derecho, de filosofía del derecho, de
historia del derecho, de historia de las instituciones representativas y de no sé
qué otra cantidad más de cátedras teóricas por el estilo.
El profesor de derecho público general, cátedra que se
agrega a otra de derecho público provincial y municipal, ha tenido últimamente
un mal trance en su vida profesoral, que da la medida de lo que es aquella
Universidad. Encontrándose allí el interventor
Matienzo, visitó la Universidad a la hora de la clase titulada
de derecho público general.
El señor profesor daba su clase en su forma acostumbrada de
un interrogatorio banal a los alumnos; pero cuando vio entrar al interventor,
súbitamente comenzó a recitar de memoria una oración declamatoria; los alumnos lo
comprendieron y uno de ellos tomó la versión taquigráfica.
Confrontada la versión con un discurso pronunciado un año antes
por el señor profesor en no sé qué ceremonia, resultaron completamente
idéntica, la oración anterior y el discurso " improvisado" ante el
interventor. Con este motivo la federación universitaria dictó este decreto:
"Artículo 1". Elévese a la consideración del interventor nacional de
la universidad de Córdoba un ejemplar del discurso académico del doctor Ignacio
Garzón y la versión taquigráfica de su conferencia en clase. Publíquese en
todos los diarios locales la presente resolución".
Además de la cátedra de economía política hay una cátedra de
finanzas que está a cargo del doctor Félix T. Garzón, y otra de instituciones económicas
y estadísticas, que no tiene razón de ser.
Se comprende, señor presidente, que donde el tiempo de los alumnos
y los dineros públicos destinados a estudios en la Universidad se invierten en
sostener cátedras como las que acabo de mencionar, el concepto de la enseñanza
y de la verdad científicas esté completamente subvertido, y que allí reine sin
reatos el verbalismo.
Lo que en Córdoba se llama ciencia es en el 99 por ciento de
los casos puro verbalismo.
Ese verbalismo se manifiesta aún en la facultad de medicina,
que es la mejor instalada y la que desempeña mejor sus funciones. En la lista
de profesores titulares de la facultad de medicina, como aparece en una tesis
que tengo aquí, leo lo siguiente: Bacteriología teórica, doctor Aquiles D. Villalba;
bacteriología práctica, doctor Alois Bachmann, contratado; anatomía patológica
teórica, doctor Samuel Castellanos; anatomía
patológica práctica, doctor Fernando Strada, contratado.
Esta es una interpretación absurda y falsa del sentido de la
palabra "teoría". Aquí lo que se quiere decir es que los tres
profesores enumerados en primer término no hacen sino hablar de cosas que no
entienden, sin enseñar nada a nadie, y que los que saben y enseñan son los
profesores que hacen experimentos, que hacen sino hablar de cosas que no
entienden, sin enseñar nada a nadie, y que los que saben y enseñan son los
profesores que hacen experimentos, que hacen estudios en el anfiteatro, que
hacendemostraciones prácticas a los alumnos; y es una desgraciada degradación
del sentido de la palabra "teoría", que es la más alta expresión de
la ciencia, el que se la emplee para significar la actividad vana y estéril de
aquellos malos profesores.
En cualquier Universidad que se respete, "teoría"
es el estudio desinteresado de la verdad, es el estudio de las leyes generales,
es sentar hipótesis y empeñarse en verificarlas por medio de la observación y
del experimento. "Teoría" es el péndulo de
Foucault en el Panteón de París, para demostrar el
movimiento de rotación de la tierra; "teoría" son las colecciones que
Ameghino ha hecho con ímprobo trabajo para los museos
argentinos,"teoría" es el trabajo de desenterrar restos de las
actividades humanas prehistóricas, trabajo que hay que hacer valiéndose de
picos y palas modernos; "teoría" es el trabajo del que estudia los fenómenos
sociales haciendo gráficos sobre la base de tablas estadísticas.
Pero ¿cómo vamos a llamar teoría a una declamación hueca, sin
sentido para el mismo que la hace, sin que pueda ser comprendida por nadie ni
aplicada por persona alguna, que no sirve para la práctica, ni adelanta en un
ápice los conocimientos humanos? Eso es una manera de perder el tiempo propio y
el de los alumnos obligados a asistir a esas malas clases.
Y el verbalismo de la Universidad de Córdoba se manifiesta en
que en la misma facultad de medicina hay nada menos que ocho cátedras cuya
enseñanza es exclusivamente verbal. Son las siguientes: terapéutica, que se
enseña sin mostrar un medicamento, no hacer un experimento en el hombre vivo ni
en animales; clínica terapéutica, otra cátedra redundante, a imitación de una
que se creó en París con un legado particular, pero que aquí se paga de rentas
generales de la Nación; patología externa, que se pretende enseñar sin mostrar
un enfermo; patología interna, que se enseña en las mismas condiciones;
patología general, que se hace también a base de puro verbalismo; medicina
legal, de la cual no se enseña nada experimental ni práctico, de manera que los
médicos que salen de aquella Universidad no son capaces de hacer un verdadero
peritaje; toxicología, que se enseña también sin elementos materiales de
ninguna clase, y botánica.
En cuanto a los gabinetes, me han sido denunciados como gabinetes
paralíticos, en perpetuo reposo, donde no se aprovecha el material disponible,
los de histología, el de higiene y el de química, que es detestable.
Peor ocurre, señor presidente, en la facultad de ingeniería
y ciencias físico-naturales, que se encuentra en un estado deplorable, desde
todo punto de vista. Al gabinete de botánica nadie va, nadie lo usa, ni nadie
lo aprovecha, a pesar de que posee una valiosa colección hecha por un profesor
miembro de la antigua academia de ciencias. La enseñanza de la física está
encargada al señor Conde -porque así se le llama en la Universidad de Córdoba- al
señor conde de Rochefort Lucay, hijo del famoso agitador francés y que conserva
entre nosotros el título de conde. Los informes que me han sido dados dicen que
casi todos los aparatos están deteriorados, que los pocos experimentos salen
casi siempre mal, y los alumnos no hacen por sí mismos experimento alguno.
La "Gaceta Universitaria", órgano de los
estudiantes de Córdoba, entre otras reclamaciones pide "que se creen
algunos gabinetes, el despertar y modernización de otros hoy oxidados y la apertura
de los restantes, cuyo material está hoy inmaculado a fuerza de no
utilizarse".
Para el estudio de la resistencia de materiales, a lo cual
están destinadas nada menos que tres cátedras y personal auxiliar, hay un
gabinete que cuenta con algunas buenas máquinas, pero parece que bastaría con
un profesor para poner todo eso en movimiento y que las otras dos cátedras son
absolutamente innecesarias y vanas. En ese gabinete de resistencia de
materiales no hay el menor material en estudio, las máquinas están solas, limpias
y aceitadas, pero no parece que allí se trabajara.
El laboratorio de metalurgia es una irrisión. El profesor de
la materia me dijo que el material había sido robado y que los crisoleshabían
sido vendidos en las boticas de la ciudad de Córdoba.
El mismo profesor, que además de la cátedra de química
industrial tiene el título de profesor de química inorgánica, me dice que enseña
química filosófica, tal es la penuria de elementos materiales de docencia en
que se encuentra. Unos alumnos han tenido la buena voluntad de hacer el
inventario del gabinete de química inorgánica del profesor Herperath, que es un
antiguo profesor de aquella Universidad, y el apunte que me han suministrado
dice:
"Ochenta frascos, de los cuales unos 45 vacíos, unos 15
rotulados y los restantes sin rótulo; en su mayor parte con los productos y reacciones
descompuestos y alterados; todos los aparatos de ensayo se reducen a 3 frascos
Wolff, una retorta y dos o tres tubos de ensayo, todos cubiertos de polvo de
algunos años".
La misma "Gaceta Universitaria", refiriéndose otra
vez a la facultad de ingeniería y a propósito de los materiales de
construcción, dice lo siguiente:
"Sería fútil negar la importancia que tienen para el
ingeniero el conocimiento de los diversos materiales que se emplean en las construcciones.
Las maderas de pino tea, spruce, algarroba, cedro, lapacho, quebracho blanco y
colorado y varias otras de aplicación tan frecuente en las obras, y cuyo
estudio figura en el programa de construcciones 1, no existen en los gabinetes
de esta facultad ni siquiera como muestras, para practicar los ensayos diversos
de flexión, tracción, ruptura, etc.
Lo propio ocurre con el zinc y el hierro galvanizado, los
materiales Kahn de construcción, etc. Es de advertir que no puede i n vocarse la
falta de recursos como causa determinante de tal estado de cosas, pues las
mismas casas de comercio que expenden dichos materiales envían muestras sin
valor a quienes lo soliciten".
Los alumnos de las cátedras de construcciones civiles me
aseguraron que no tenían una sola muestra de cal ni de cemento Portland en la
clase. Me aseguraron que hay una colección de modelos de puentes, enfundados y
sin tocar desde hace varios años; no se les ha usado para explicar la
construcción de puentes, como tampoco se usan otros elementos materiales de que
se dispone para explicar las construcciones civiles.
Respecto de la enseñanza del dibujo en la facultad de
ingeniería, los alumnos me dijeron que se reduce a copiar inconscientemente otros
dibujos que les son dados; y la copia es inconsciente hasta el punto de que la
mayor parte de los alumnos encuentran que lo más sencillo es calcar aquellos dibujos.
La topografía se enseña según un texto español de mediados del
siglo pasado.
El cálculo -me dijo un alumno muy inteligente, como muchos de
los que conversaron conmigo en la ciudad de Córdoba- se enseña en tal forma que
bastan diez días de estudio a un alumno para obtener la más alta clasificaicón.
Es una rama fundamental del estudio de ingeniería que en otras partes abarca
varios años de trabajo asiduo; allí en diez días se enseña lo que se cree
suficiente en materia de cálculos.
Tengo una lista de los profesores de aquella facultad
clasificados por los alumnos en forma severa, condenando la incapacidad o la
negligencia de la mayor parte de ellos; pero no voy a dar lectura de ella
porque no creo que sea del todo oportuno. Han aparecido por otra parte en
"La Voz del Interior", diario importante de la ciudad de Córdoba,
órgano en aquella ciudad del partido radical de varios años a esta parte,
largas, serias y fundadas acusaciones de incapacidad y negligencia contra los
profesores de aquella universidad y especialmente de la facultad de ingeniería.
En realidad, el conflicto, es el del nuevo espíritu que ha
llegado a Córdoba, a pesar de su Universidad, resultado de la nueva vida colectiva,
de lo que la juventud estudiosa de Córdoba, ve que sucede en el campo de la
producción y del comercio, en los ferrocarriles, en la prensa, en la propaganda
política de algún partido, en el nuevo ejercicio del derecho de sufragio,
actividades nuevas que se imponen allí a la atención de la juventud y le han
dado impulso hasta conmover los cimientos de aquella institución decrépita.
Los jóvenes no han destruido nada importante en la
universidad.
Se les ha acusado de violencia, y no han roto sino algunos vidrios,
muy malos. Han echado a la calle por la ventana algunos retratos apócrifos, de
clérigos pretendidos ex rectores de la Universidad de Córdoba, con lo cual no
se ha perdido nada.
Yo entiendo, señor presidente, que lo que hace falta allí es
una limpieza a fondo; hay que echar, sino por la ventana, por la puerta, hay
que echar de la Universidad de Córdoba todo lo apócrifo que hay en ella, toda
la ciencia apócrifa, toda la ciencia verbal y clarlatanesca, todos los
profesores negligentes, ingnorantes e ineptos; hay que hacer una barrida
también de las falsas entidades que obstruyen a aquel establecimiento en su
marcha hacia un desempeño normal de sus funciones.
Los estudiantes no piden gollerías; se han dirigido a mí a
pedirme que se le enseñe, que se les haga trabajar, que se abran los laboratorios
cerrados y paralizados, que se creen los laboratorios y gabinetes que faltan,
que no se les obligue a asistir a clases absurdas y falsas.
Tienen perfecto derecho de reclamar respeto por el empleo de
su tiempo, de reclamar libertad de conciencia, aunque no quiera concedérsela el
padre Liberatore de la compañía de Jesús.
Y debe intervenir para ello este gobierno, señor presidente,
que ha intervenido en provincias en cierto modo autónomas, porque no viven de
rentas generales de la nación, porque tienen su juego de instituciones que
andaba más o menos bien a la altura de las del resto del país; que ha ido allí
a hacer tabla rasa de los poderes ejecutivo, legislativo y en algunos casos del
poder judicial, obra en que no lo encuentro total y absolutamente descaminado, porque
veo en ella la preparación hacia la evolución necesariamente unitaria de
nuestro organismo político.
Me place ver que el poder federal manda en una vasta
extensión del territorio de la República, a donde llegan, aun cuando no aparece
él mandando, los recursos nacionales para llenar las necesidades locales más
sentidas. Veo en esas intervenciones, aunque hayan sido inmorales del punto de
vista apolítico en algunos casos, la preparación de la unificación del país, de
la abolición de nuestro federalismo disolvente y parasitario.
Creo que este gobierno, tan interventor en las provincias,
ha de ser resuelto y radical en su intervención en la Universidad de Córdoba,
donde su intervención puede consistir en algo completamente contrario de lo que
hace en la política nacional.
Lo que allí es necesario por ahora es separar lo que está
artificialmente unido. No hacen falta en Córdoba rectores de la unviersidad.
Los cordobeses, clamando por un rector, reproducen la fábula
de las ranas pidiendo rey.
No les hace falta.
La escuela de medicina va a funcionar sin el rector de la
Universidad: lo mismo podrán funcionar la escuela de derecho y la de ciencias matemáticas
y fisiconaturales. Lo que se necesita son profesores, elementos materiales de
enseñanza y alumnos. Hay que ir a reorganizar el cuerpo de profesores como lo
establece el artículo 103 del estatuto, dictado por aquella Universidad en
presencia del interventor Matienzo, que dice:
Inmediatamente de instalados los consejos directivosde las
facultades, procederán a revisar los planes de estudios ylos programas de
enseñanza presentados por los profesores; procederána la organización del
cuerpo docente, formulando las ternas correspondientes en el modo establecido
en las nuevas disposiciones.
Está visto que los nuevos consejos directivos son incapaces de
realizar este postulado; no lo van a hacer, no se sienten con fuerzas para
hacerlo, es indispensable, entonces, que lo haga el poder ejecutivo, más o
menos directamente.
Se trata de reorganizar, seleccionando. Es necesartio
separar de aquella escuela a los profesores que no sirven; y esto se puede
hacer sin grandes escrúpulos, porque casi todos ellos tienen otras fuentes de
renta; casi todos son empleados judiciales, jueces federales, fiscales, miembros
de tribunales, empleados administrativos o con cargos técnicos. De modo que si
hubiera lugar a alguna pequeña injusticia, siempre se conseguiría realizar tan
gran acto de justicia, como sería la limpieza de aquel insituto corrompido y
costoso.
Es necesario desenclaustrar a la Universidad de Córdoba;
está adosada a la iglesia de los jesuítas y tiene todavía un aspecto
íntimamente jesuítico. Es preciso dotarla en la primera oportunidad -y lo
podríamos hacer con dinero que se ahorran suprimiendo las cátedras superfluas y
los malos profesores- de edificios adecuados para clases debidamente dadas y de
los elementos materiales de enseñanza que hoy le faltan. Es necesario limpiar
las claraboyas de la Universidad de Córdoba, todas ellas ennegrecidas por el polvo
pegajoso de la tradición, que no se limpia desde hace siglos.
Es necesario poner allí en movimiento todo lo que haya de
viable;es necesario, mientras tanto, suspender el pago del subsidio
universitario hasta tanto funcionen normalmente las cátedras, para las cuales
el subsidio fue votado. Y es en ese sentido que termino mi exposición
presentando un proyecto de declaración que entrego a la secretaría y propongo
sea tratado sobre tablas.
Proyecto de declaración
La Cámara de Diputados de la Nación vería con agrado que el
poder ejecutivo proceda directamente y de inmediato a reorganizar las
facultades de la Universidad de Córdoba, seleccionando el personal de profesores
en cuanto ello sea necesario, y que hasta el nuevo funcionamiento de dichas
escuelas suspenda el pago de subsidio nacional a aquella Universidad.
Fuente: Interpelacion del señor Diputado Nacional Dr. Juan B. Justo con
respecto a la Reforma Universitaria operada en la Universidad de Córdoba, 17,
24 y 29 de septiembre de 1918.
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