No deseamos que el silencio impuesto por la supresión del
derecho de reunión y la libertad de palabra, sea interpretado como aquiescencia
a hechos y situaciones que contrarían nuestra tradición histórica y la letra y
el espíritu de las instituciones republicanas a cuyo amparo la Nación cumplió
su magnifico destino y creó su grandeza.
La revolución del 4 de junio de 1943, según lo proclamaron
sus jefes, debía cumplir como uno de los fines principales, la restauración de
los principios constitucionales burlados por el gobierno depuesto.
A mas de un año del acontecimiento, la opinión publica
advierte con creciente inquietud la instauración de un sistema político extraño
al espíritu nacional, caracterizado por la discrecionalidad en el ejercicio del
poder, la disolución del federalismo, la anulación de las garantías
individuales y la influencia preponderante de minorías con ideologías
contrarias al sentimiento democrático del pueblo argentino.
En nuestro carácter de afiliados a la Unión Cívica Radical,
nos creemos en el deber de expresar nuestra firme voluntad de promover la
vigencia de la Constitución Nacional, cuyo honrado acatamiento es el anhelo de
todos los argentinos que aspiran para su Patria la primacía del Derecho sobre
la fuerza, que no retornará mientras una clase determinada de la sociedad
argentina pretenda regir los destinos comunes.
Con patriótico fervor comprometemos nuestra acción de
ciudadanos para que el pueblo recobre el ejercicio de su soberanía y el
gobierno de la ley, único ambiente en que es posible la cordialidad de la
familia argentina.
Suscriben este documento afiliados radicales de todo el
país.
Fuente: Manifiesto de los líderes y afiliados a la Unión Cívica Radical del 3 de marzo de 1945.
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