Las grandes empresas nacionales y extranjeras se sienten
cada vez más necesitadas en la Argentina de consultar –extraoficialmente, por
supuesto– a expertos en política para poder predecir, de algún modo, los
acontecimientos del país. Cada versión más o menos alarmante que
vertiginosamente se difunde, lleva a innumerables directores de esas empresas a
recurrir a quienes siguen de cerca la política nacional.
En las últimas semanas, la actitud agresiva de la CGT y los
sucesivos atentados terroristas, así como los acontecimientos producidos en el
seno del peronismo, acuciaron la nerviosa curiosidad de los empresarios y
diplomáticos acreditados en Buenos Aires. Entre los más consultados figuró el
ex presidente Arturo Frondizi, cuya capacidad de análisis fue siempre uno de
sus atributos desde los lejanos tiempos del comité nacional del radicalismo
unido.
Pero no solamente en esos sectores interesa conocer la
opinión de Arturo Frondizi. En los últimos días, un capitán de navío
–resueltamente antifrondizista– se acercó, en las primeras horas de la mañana,
a la casa del jefe del MID, ubicada en el residencial Barrio Norte de Buenos
Aires. Comenzó declarando que discrepaba totalmente con sus planteos; a
continuación agregó que –pese a eso– había considerado indispensable conversar
con él y establecer una vinculación regular, para comprender plenamente cuanto
estaba ocurriendo en la Argentina y encontrar un punto de apoyo para buscar una
salida a la situación.
“Si yo elaborara una lista de toda la gente que me consulta,
que viene a charlar conmigo y quiere conocer mis opiniones, que trata de
establecer contacto, esa lista sería increíble. Por supuesto, figurarían allí
incontables jefes militares colorados, de esos que me catalogaban como
comunista. Si no publico esa lista no es porque me perjudique a mí, sino porque
los perjudicaría a ellos”, dice a menudo Frondizi comentando la variedad de sus
visitantes.
Personalidades internacionales quieren, también, conocer su
opinión sobre lo que ocurre en el país; la semana pasada, el rey Balduino de
Bélgica estimó indispensable una conversación de treinta minutos con el ex
presidente; poco antes, había sido el ex mandatario brasileño Jânio Quadros
quien pidió, de paso por Buenos Aires, una entrevista con Frondizi, con el
mismo interés que había demostrado un año antes el jefe de Estado francés
Charles de Gaulle.
Aunque Frondizi, en sus consejos y pronósticos, no deja
totalmente a un lado su propia posición partidaria, es evidente que ha tratado
de algún modo de elaborar esquemas objetivos. En el curso de la última semana,
Frondizi, entrevistado por Confirmado, creía firmemente que no era posible
descartar la perspectiva de un golpe militar si se quería ser riguroso en el
pronóstico del futuro político argentino. El diálogo mantenido con el ex jefe
de Estado es el siguiente:
Confirmado: –Usted
señala que es posible que el gobierno sea derrocado. ¿Hasta qué punto es así?
Frondizi: –El gobierno de Illia puede caer si persiste en
una política reñida con las necesidades del país. Aunque la experiencia indica
que los gobiernos que caen suelen ser aquellos que siguen orientaciones
coincidentes con los intereses nacionales, en la Argentina de hoy la fuerza de
esos intereses nacionales es suficientemente grande como para que no se pueda gobernar
indefinidamente en su contra. Por eso puede caer un gobierno que se oponga a
los intereses nacionales.
C: –¿Usted desea que
este gobierno sea derrocado?
F: –No lo deseo en absoluto. Creo que su deber consiste, en
estos momentos, en una rectificación total y urgente de su orientación. Pero,
hasta ahora, las perspectivas de la situación económica son malas. El
diagnóstico más serio se refiere a la política de inversión. Aquí se ha
abandonado, en el sector público, toda inversión en los sectores reproductivos
y se hace lo posible para que ocurra lo mismo en el privado. El país pagará las
consecuencias a corto plazo.
C: –¿Esta situación
sería resuelta por un gobierno militar?
F: –Depende de la ideología de los militares que manejaran
el proceso.
C: –Pero usted piensa
que, en definitiva, se impondrán por uno u otro camino las tesis del llamado
movimiento nacional.
F: –Creo inexorable el retorno al poder del movimiento
nacional. No sólo como constante histórica, sino porque el país ha madurado
definitivamente en el sentido de que sólo ese movimiento estará en condiciones
de solucionar los problemas que se presentarán en las próximas décadas. Por
supuesto, aquí no se trata del triunfo en una elección, sino del
establecimiento de un nuevo sistema de poder.
C: –¿Está proponiendo
una reedición frentista?
F: –No se trata de un problema de frente electoral. El
frente electoral puede ser un camino, pero no el único, ya que las
circunstancias pueden cerrar el camino de las urnas. De lo que se trata es de
organizar el movimiento nacional sobre la base de la coincidencia entre los
grandes sectores, para adecuarlo al terreno en que deba librarse la batalla.
C: –¿En esa premisa
se basa la actual estrategia de su partido?
F: –El principal objetivo es superar la tendencia al
aislacionismo de algunos sectores del movimiento nacional.
C: –¿Usted no cree
que el gobierno intenta consolidarse adoptando algunas posiciones que, supone,
caen simpáticas entre los militares? Un funcionario del Ministerio del Interior
comentó, hace poco, que la ofensiva antiperonista del oficialismo evita el
golpe. A la vez, la política internacional del gobierno puede ser más cercana
al pensamiento de las Fuerzas Armadas que la política internacional que propone
usted.
F: –La política internacional que sigue el gobierno es la
expresión de las ideas del partido oficialista y del sector social que
representa: aislacionismo económico y satelismo político militar. Por lo demás,
el radicalismo del pueblo es la expresión política del antiperonismo. De modo
que no creo que el gobierno tome esas posiciones por estar presionado, sino
porque cree en ellas. La coincidencia, en algunos aspectos parciales, con
posiciones de determinados sectores militares, es derivada.
C: –¿Illia
proscribirá al peronismo?
F: –El oficialismo, a través de sus tendencias dominantes,
busca crear las condiciones para la proscripción.
C: –En cuanto a
política internacional, ¿no cree usted que el marco de referencia cambió desde
que usted trazó, en la reunión de Uruguayana con el ex presidente Jânio
Quadros, una línea ensamblada con el kennedismo? Desde entonces, cayó primero
Quadros y después Goulart; surgieron gobiernos de fuerza en América latina;
Castro se proclamó marxistaleninista; fue asesinado Kennedy; aparecieron las
guerrillas.
F: –También hay que tener en cuenta que después del 29 de
marzo de 1962, entre otros hechos, apareció Pacem in Terris, se firmó el
acuerdo nuclear de Moscú, se produjeron las actuales evoluciones de la NATO, se
aceleró la tendencia centrífuga en el bloque soviético, se consolidaron las
relaciones entre USA y la URSS, adquirió definitiva personería internacional el
nacionalismo afro-asiático. Pablo VI viajó a la UN y todo el mundo está de
acuerdo en que ahora no hay otra alternativa que la paz y la colaboración entre
los pueblos. Las líneas históricas no son nunca líneas rectas; siempre avanzan
en zig-zag, retroceden, retoman el camino. Pero queda un saldo de avance.
C: –Pero ocurrieron
episodios, de todas maneras, que sacuden su esquema de entonces.
F: –La desaparición de Kennedy fue una gran tragedia. Pero
los cambios producidos en la escena interamericana no se deben tanto a Johnson
como a la acción de las fuerzas que operaban bajo Kennedy y a la situación de
América latina. Desde luego, habría que adecuar algunas tácticas, sobre todo en
vista de la actual situación de Brasil, pero sólo en el corto plazo. Con Cuba
pasará lo que intentamos en la gestión de buenos oficios: el mejoramiento
progresivo de sus relaciones con Estados Unidos, con quien ya negocian de
gobierno a gobierno. Las guerrillas peruanas desaparecerán a corto plazo, pero
el problema peruano persistirá si no se hacen con prisa las transformaciones
necesarias. En Colombia, en cambio, el problema de la guerrilla es más
complejo, pero allí tampoco hay otra solución que cambio social y desarrollo.
C: –¿Aparecerán
guerrilleros en la Argentina?
F: –No habrá guerrillas, salvo aisladamente, como expresión
simbólica de una situación de protesta.
C: –¿Está de acuerdo
con la estrategia antiguerrillera insinuada por Onganía?
F: –Creo que da demasiada importancia al factor ideológico y
desestima el nacional. Los que creen que el pueblo peruano, venezolano o
boliviano aceptarán que ejércitos extranjeros resuelvan sus problemas internos,
simplemente no conocen América latina.
C: –¿Cómo se definirá
en el futuro el pensamiento de los militares argentinos?
F: –Esa evolución, como tendencia, está definida. Será una
evolución hacia lo nacional, como primera preocupación por los problemas del
desarrollo, y con los inevitables derivados de esa orientación: irá hacia lo
popular, en lo interno, y hacia lo independiente, en lo externo. Los militares
italianos tienen un serio problema de comunismo en su país: un 35 por ciento de
la población es comunista. Frente a la posibilidad de un enfrentamiento armado,
toman sus recaudos defensivos a través de la NATO. Pero no viven obsesionados
por el comunismo y el anticomunismo.
C: –¿Qué opina de la
llegada de Isabel Perón?
F: –En nuestro gobierno, tal acontecimiento no hubiera sido
posible. Por otra parte, no nos habríamos prestado a semejante maniobra de
provocación como fue su entrada negociada por el gobierno.
C: –¿Por qué en su
gobierno no hubiera sido posible?
F: –La actitud militar ha evolucionado, por varios motivos.
Uno de ellos es la experiencia recogida por las Fuerzas Armadas sobre el efecto
nefasto que para ellos y el país provoca una política de planteos y presiones.
C: –¿No será que los
militares confían más en Illia que en usted?
F: –No es una cuestión de confianza. En cambio, es exacto
que las fuerzas que alentaron al golpismo durante nuestro gobierno no lo hacen
ahora, porque se consideran representadas en la actual política de
estancamiento.
C: –¿Busca usted
volver al poder?
F: –No, no volvería al poder. En cambio, el movimiento
nacional volverá al poder. Mi misión es, ahora, distinta. Hay que articular la
estrategia y la ideología del movimiento nacional.
Fuente: Confirmado, Nº 28, 11 de noviembre de 1965.
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