''Es la humanidad una tierra dura e ingrata que rompe las manos que la
cultivan y cuyos frutos vienen tarde, muy tarde, cuando el que esparció la
semilla ha desaparecido."
Sarmiento—1845.
Señores:
Quizá hubiera sido preferible rodear de solemnismo silencio
el sepulcro de ese hombre excepcional; nuestra palabra poco agrega a la
majestad del homenaje que recibe su memoria en este momento, porque el duelo
causado por su muerte ha salvado las fronteras de la patria y alcanza ya las
proporciones de un acontecimiento americano. Por otra parte, es difícil llegar
a la justa medida del elogio y detenerse en ella. El que conoce los sucesos,
decía Perícles en una situación análoga, encontrará que el orador no ha estado
a su altura ni ha expresado bien todo lo que se quería; y el que los ignora
pensaría que el elogio es exagerado, por lo que los hombres desconfían de lo
que no son capaces de hacer. Y ¿quién podría abarcar, en la breve oración que
las circunstancias, imponen, tan grande personaje y tan larga vida, ni mucho
menos satisfacer el anhelo publico que quisiera ver aparecer de nuevo, evocada
por la elocuencia, esa figura característica y representativa de la
civilización sudamericana.
Los sentimientos colectivos necesitan expansión y buscan su intérprete;
pero, muerto
Sarmiento, ¿quién entre sus contemporáneos sería capaz de
proseguir y terminar la historia portentosa que comienza en los Recuerdos de
Provincias?
En lo que a mí se refiere, honrado con la doble
representación de la Asociación de la Prensa y de la comisión popular, que ha
tomado la dirección de esta grande manifestación pública de respeto y de
admiración hacia la memoria del ilustre anciano, cumpliré el deber que he
aceptado recordando alguno? rasgos más salientes ¡de su vida pública.
En Sarmiento se fundía de tal manera el pensador con e1
hombre de acción, que no hay posibilidad de clasificarle en una u otra
categoría exclusivamente. Sus ideas brotaban con aliento de vida, y apenas
enunciadas, se las veía tomar cuerpo, encamarse y convertirse en acción
personal o social: su obra inmensa de (propagandista, innovador en la primera
edad, cuando era necesario arrojar al país en las corrientes de la vida moderna
y seriamente conservador cuando esta evolución se realizó, revela en todo
momento la inspiración de una mente altísima. Constantemente ocupado de la
suerte de su patria y de los destinos de la América, su pensamiento no se
extravió jamás en los espacios vacíos de la metafísica pura; era un
experimentador que hacía sus investigaciones sobre la carne viva de su propia
nación, sometido siempre a la influencia emocional del ¡patriotismo tan
levantado que a veces se confundía con el sentimiento humanitario. Descubrió el
primero que la causa de nuestros históricos trastornos residía en la barbarie
de las campañas, y se hizo el apóstol de la educación popular, hasta
transformar en pasión pública los aforismos doctrinarios de Rivadavia.
Hoy día, cientos de miles de argentinos saben leer porque el
infatigable propagandista logró convencer a su país y a su época que la
educación del pueblo es una función eminentemente gubernamental.
Sarmiento comenzó su vida pública en tiempos muy duros, cuyo
recuerdo va 'desapareciendo de la memoria de las actuales generaciones, y es
necesario remover los escombros que han acumulado los sucesos de medio siglo,
para poder medir la magnitud de sus trabajos. Era entonces la república un país
despoblado y semibárbaro, azotado por todas las tempestades, la guerra civil,
la anarquía, el despotismo, sin medios de comunicación para los hombres ni para
las ideas, pobre y sin hábitos 'de trabajo. San Juan, era una aldea separada
del resto del mundo por los desiertos arenales que la circundan y por la
muralla colosal del Andes. Cuáles fueron los antecedente», cómo se desenvolvió
en aquel medio el grande intelecto de Sarmiento, no es asunto para ser tratado
en esta oportunidad.
Basta decir que un día pasó los Andes, y sin permiso de
nadie, sin introducción alguna, se apoderó en país extraño del espíritu público,
entró a formar parte de los consejos de gobierno, habló a los pueblos de sus
grandes destinos e inició la revolución social y política que da fisonomía
peculiar a esta civilización sudamericana, que ya se distingue de la del norte
por cierto color de sentimiento que le viene de su clima y de su cielo o que
trajeron en la sangre las razas (progenitoras. Desde entonces y hasta el día de
su muerte, ha sido la primera figura en el vasto escenario de cuatro naciones
que lo cubren con sus banderas.
¿Era Sarmiento un hombre de letras? No cursó humanidades en
universidad alguna; pero su obra literaria vivirá en América mientras se hable
en ella la lengua española. En los Recuerdos de Provincia hay páginas dignas de
Cervantes, y Facundo es la pintura animada de un estado de civilización, si tal
puede llamarse la época en que predomina la barbarie: esos libros se leen como
el antropologista estudia el documento humano que suele encontrar en las
entrañas de la tierra para arrancarle la revelación de la vida de su tiempo,
con el interés y la pasión de quien busca los antecedentes perdidos de su raza.
Pero donde está la mejor parte de la obra inconmensurable de
Sarmiento como escritor, es en la prensa diaria, forma la más adecuada para sus
bellas espontaneidades, de donde se apartan cautelosamente los clásicos de
todas las épocas, y donde él mostraba sin ostentación la superioridad
incontestable de su ingenio, su originalidad nativa y su prodigiosa fecundidad.
Pero Sarmiento era además un orador, un grande orador. Lo que no ha hecho con
la pluma lo ha hecho con la palabra hablada. Ha pronunciado arengas en nuestros
parlamentos, que oídas en el foro romano, en los últimos días de la república,
habrían retardado la llegada de los emperadores.
Como hombre de gobierno ha fundado una escuela que alguna
vez dará sus frutos legítimos. Recibió en Chile la inspiración de Portales y
aprendió a gobernar con Montt; visitó la Europa entera y vivió largos años en
los Estados Unidos con el oído abierto a todas las enseñanzas de la vida
pública; sus principios de estadista pueden formularse en dos renglones:
autoridad en el gobierno, libertades para el pueblo, todo dentro de la
constitución y de la ley.
¿Para qué hablar de su honradez inmaculada? Hace dos meses
le oía estas serenas palabras:
“La pureza de los administradores públicos ha sido la tradición nacional. ¿Cómo se le habría de ocurrir a los unitarios, a Mitre, a D. Valentín Alsina, ni a ninguno de nosotros lo que no se le había ocurrido a Rosas en veinte años de gobierno irresponsable?”
“La pureza de los administradores públicos ha sido la tradición nacional. ¿Cómo se le habría de ocurrir a los unitarios, a Mitre, a D. Valentín Alsina, ni a ninguno de nosotros lo que no se le había ocurrido a Rosas en veinte años de gobierno irresponsable?”
No hay posibilidad de condenar en forma alguna adecuada a
este acto, la larga vida del noble anciano. La república no ha hecho un paso
desde hace 50 años sin su concurso o su consejo. Su mano y su acción y su
influencia se han sentido y están visibles en todas las manifestaciones de la
vida nacional. El fundo en San Juan el primer diario y el primer colegio de
niños; fué el primero en reivindicar las glorias nacionales, encarnadas en San
Martín; fundó en Chile la primera escuela normal de una y otra América; agitó
durante cinco años el espíritu de dos naciones escribiendo diarios y panfleto?
que removieron todas las cuestiones de su tiempo: la inmigración, la educación,
la libertad de ríos, la supresión de las aduanas interiores, la vialidad, las
cuestiones agrarias, sin abandonar su cruzada en favor de la libertad humana;
vuelto a su patria, escribió diarias y libros, fundó escuelas, iluminó los
parlamentos con su elocuencia y dirigió la política de su tiempo; llegado a la
presidencia de la ,república fundó los colegios nacionales, las bibliotecas
¡populares, la academia de ciencias, el observatorio astronómico, el colegio
militar y la escuela de marina; nadie levantó más alto que él el principio de
autoridad; ningún gobernante respetó como él la libertad electoral; dentro y
fuera del gobierno se ha ocupado de todos los intereses nacionales, de las
viñas de San Juan y Mendoza, de la ,ganadería en Buenos Aires; a su iniciativa
se deben los alambrados que dividen hoy día la propiedad rural y entre sus
viejos papeles se encontrará el certificado de haber sido el primer introductor
de los eucaliptus que cambiarán un día la fisonomía de la Pampa y regularizar en
las lluvias.
Pero sobre todo esto está su acción por la libertad y la
unidad argentinas.
“Buenos Aires, sin la
confederación, decía hace treinta años, es
como la cabeza de un guillotinado, continúa pensando y sintiendo largo
trato; la confederación sin Buenos Aires
es como aquel jinete que durante el bombardeo por los ingleses, seguía
galopando y blandiendo la espada por las calles mucho tiempo después que una
bala de cañón le había volado la cabeza".
"No soy
provinciano, repetía, sino como parte
de la gran familia argentina; no soy porteño, sino en cuanto argentino".
Nunca, jamás, en ningún momento dejó de ser esencialmente argentino,
y por eso la nación entera concurre a su apoteosis.
¡Maestro y amigo, descansa en paz, después de tanto trabajar
por el bien de tus conciudadanos!
Fuente: "En la Tumba de Domingo Faustino Sarmiento" por Aristobulo del Valle en Oraciones Magistrales Compilacion del Dr. Anibal F. Leguizamon, 1922.
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