En la Argentina inestable del posperonismo la importancia
del movimiento político inspirado por Arturo Frondizi no podría ser pasada
alto. La elección triunfal de Frondizi a la presidencia de la republica en 1958
pareció marcar el fin de un ciclo de dictaduras y violencias políticas; su caída
en 1962, en medio de la indiferencia general, barrió las esperanzas que los
argentinos ponían en un retorno a la democracia. Por sus orígenes y por la política
que se había trazado, el frondizismo se encuentra, de 1956 a 1962, en el corazón de
los mayores problemas que enfrenta el país después de la caída de Perón, en
tanto da el impulso a las evoluciones mas significativas: fin de la Argentina
agraria, desamarre industrial, incorporación del peronismo a la vida política,
desmembramiento del viejo radicalismo.
Un estudio del frondizismo no puede dejar de esclarecer los principales
fenómenos políticos y sociales que agitan a la Republica Argentina desde
setiembre de 1955. Por eso, mas que volver a trazar una historia tumultuosa de
los cuatro años de gobierno del presidente Frondizi, hemos preferido intentar comprender
este movimiento político a través de su ideología, de su organización y de los
hombres que lo animan. Hemos creído, de esta manera, poder asir
"temperamentos y maneras de ser", "esas realidades entre la
persona y la doctrina" que forman, según André Siegfried, el sustrato
profundo e irreductible de toda vida política. Por eso hemos consagrado, también,
numerosas paginas, a la descripción del radicalismo argentino: convenía, en
efecto, dar cuenta de lo que en la Argentina es la "tradición
radical" de la que ha nacido el "frondizismo", y bosquejar los
grandes rasgos del "temperamento radical" en el que muchos observadores
ven el componente esencial de la sensibilidad política nacional. Sin esa introducción
consagrada al viejo tronco radical y a su rama izquierdizante, la
intransigencia, difícilmente puede seguirse la génesis del movimiento
frondizista, corriente renovadora del radicalismo que choca con el temperamento
y la tradicion para desembocar en un antirradicalismo de hecho, pero que no deja
de reivindicar el radicalismo de Yrigoyen.
Fuente: Prólogo de "Radicales y Desarrollistas" de Alain Rouquié, Buenos Aires: Schapire, 1975.
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