Poco después de haber llegado a esta capital, procedente de
Buenos Aires, el doctor Carlos Washington Lencinas, quien fue acompañado por
sus partidarios hasta el Círculo de Armas, donde, después de haberse
pronunciado varios discursos, se originó un tiroteo, a consecuencias del cual
resultó muerto el citado dirigente político y heridas numerosas personas.
A continuación informamos sobre este luctuoso hecho,
consignando los detalles en forma cronológica.
EL DR. LENCINAS EN LA PAZ
Tal como se había anunciado, en La Paz, el doctor Lencinas
fue saludado por las delegaciones que habían ido a presentarle sus saludos en
nombre de los elementos partidarios, formando luego parte de su comitiva.
En las demás estaciones intermedias, fué igualmente saludado
por sus correligionarios, quienes les testimoniaron entusiastamente su simpatía
y adhesión.
En esta forma, el doctor Lencinas y sus acompañantes
llegaron a Mendoza a las 16.45.
EL ARRIBO DEL Dr. LENCINAS
Una vez detenido el convoy, descendió del mismo el doctor
Carlos Washington Lencinas, a quien acompañaba el señor Antonio García Pintos.
Cuando el doctor Lencinas bajó del coche en que viajaba, dejóse oír una
prolongada serie de aplausos y vítores entre la numerosísima concurrencia que
llenaba, como decimos, los andenes y la calle de acceso a la Estación del
Pacífico.
El doctor Lencinas recibió entonces cariñosas
manifestaciones del público asistente al acto, traducidas en vítores y aplausos
prolongados.
Seguidamente, se organizó la columna de la manifestación,
sacándose en andas al doctor Lencinas, quien en tal posición recorrió varios
metros.
EL SERVICIO DE VIGILANCIA
La Central de Policía había dispuesto, en consecuencia, un
servicio de vigilancia, que si bien no llenó las necesidades del acto, ya que
pudo haberse destacado un personal uniformado más superior, por lo menos
alcanzó a hacerse visible en representación de la policía en tal acto, mediante
un grupo de unos veinte hombres, armados únicamente con sable. A este respecto
el comisario inspector de la policía, señor Eduardo Gutiérrez Posse, nos
informó que tal repartición había dispuesto que el servicio aludido no portara
otra clase de armas, con el objeto de evitar la ostentación de las mismas.
SE ORGANIZA LA MANIFESTACIÓN
Luego que e1 doctor Lencinas y su comitiva hubo llegado a 1a
esquina de calle Belgrano y Las Heras, se organizó la manifestación en una
compacta columna que llenaba totalmente la calzada y veredas en un trayecto de
más de una cuadra y media.
La manifestación en completo orden y a los gritos de viva
Lencinas recorrió las calles Las Heras, Perú, Necochea y por Avenida España
hasta el Círculo de Armas.
FRENTE AL CÍRCULO DE ARMAS
Una vez que la columna llegó al Círculo de Armas en donde
desde temprano se había aglomerado una cantidad respetable de personas que se
disponían a escuchar la palabra de los oradores que había sido designados; el
doctor Lencinas, acompañado de numerosas personas, hizo entonces la entrada al
local del Círculo, ocupando instantes después uno de los balcones del edificio.
Rodeaban en esos momentos al doctor Lencinas, varios de los más destacados
correligionarios.
Acallados los aplausos que provocó su aparición en el balcón
aludido, inició una serie de discursos el doctor Juan Carri Pérez, quien en
breves palabras señaló el entusiasmo reinante en la concurrencia, provocado por
la anunciada llegada del doctor Lencinas a Mendoza. El doctor Carri Pérez dió
entonces, en nombre de la Juventud Lencinista de Mendoza, en cuya
representación hablaba la bienvenida al jefe de la agrupación política aludida
al doctor Lencinas.
Seguidamente, usaron de la palabra los señores Alberto Saá y
Carlos Gallegos Moyano. A continuación, el señor Antonio García Pintos usó de
la palabra, iniciando una recia arenga.
LOS PRIMEROS DISPAROS
En tanto, el orador arriba aludido continuaba su
improvisación, entre la nutrida concurrencia se escuchaban algunas voces
apagadas hostiles al régimen presidencial, que los concurrentes sofocaban con
expresiones que imponían silencio. Al notar esta inquietud en el ambiente, el
mismo jefe del radicalismo lencinista, desde el balcón que escuchaba los
discursos, trató de normalizar el orden con ademanes. En ese instante, se
escuchó el primer disparo, que partió del grupo ubicado entre la puerta central
del Círculo de Armas y el balcón cercano al teatro Municipal. Breves segundos
después de haberse escuchado esta detonación, se escucharon tres o cuatro más,
generalizándose luego el tiroteo, ascendiendo los disparos a un número
aproximado de veinte.
EL PÁNICO
Al escucharse la primera detonación, el público inició el
desbande en forma desordenada, aumentando el temor que presto se tradujo en
pánico al sucederse los disparos.
La mayor parte del público se el volcó sobre la plaza San
Martín, invadiendo sus a avenidas y jardines, guareciéndose los más temerosos
tras el basamento de la estatua al genera1 San Martín y las fuentes del paseo.
A1 propio tiempo, algunos de los pequeños grupos que llevaban la delantera,
buscando refugio seguro, penetraron presurosos por la puerta falsa de la
residencia del interventor federal y las casas particulares cercanas que
mantenían abiertas sus puertas.
Asimismo, hacia las calles Gutiérrez, Necochea y Avenida
España, el público trataba de ponerse a salvo.
EL DOCTOR CARLOS W. LENCINAS ASESINADO
Mientras la cuadra en
que se realizaba la manifestación y las avenidas de la plaza quedaban
desiertas, en el Círculo de Armas se notaba una gran agitación. En las
dependencias del edificio y especialmente en el zaguán y salón que dan a la
calle.
Las personas corrían y se aglomeraban confusamente. Las
puertas y ventanas se entornaban o se cerraban. En estos momentos, según nos
han expresado algunos testigos presenciales, los que se encontraban más cerca
del doctor Lencinas, trataban de cubrirlo y conducirlo al interior de la sala
de billar.
Hasta ese instante, nadie sospechaba que el doctor Lencinas
hubiese sido herido. Notaron, sin embargo, que éste se llevaba una mano al
pecho, sin conseguir hablar. Cuando alguien le indicaba que tratara en
definitiva de ponerse a salvo, los presentes notaron que el doctor Lencinas se
desplomaba, arrojando sangre por la boca. Levantado por varios y colocado sobre
la mesa de billar, cercionaron que a hemorragia interna era cada vez mayor.
Fué entonces que el doctor Rafael Néstor Lencinas, que había
auxiliado a su hermano, dijo a los presentes: “Carlos se muere, muchachos. Lo
han asesinado”.
EL SEGUNDO TIROTEO
Cuando la gente había abandonado el lugar, hasta dejar
completamente despoblada aquella calle, que momentos antes ofrecía un aspecto
imponente, atestada de concurrencia, el jefe del Cuerpo de Seguridad, señor
Ovidio M. Bertiller, se dispuso a efectuar una recorrida por frente al Círculo
de Armas...
En tales circunstancias, es decir, cuando el caballo que
montaba, enfrentó el Círculo de Armas, varias de las personas que se
encontraban en el interior del local, abrieron una de las ventanas del edificio
y dispararon una serie de tiros contra el aludido funciona
Fuente: Diario Los Andes "En la tarde de ayer fue asesinado el Dr. Carlos Washington lencinas", 11 de noviembre de 1929.
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