El cisma radical de 1956, interpretado por muchos como ideológico,
se explica a 7 años de distancia por una causal de carácter eminentemente
utilitario; el ascenso del poder mismo. Los rótulos que individualizan la polarización,
UCRI y UCRP, envuelven, sin embargo, el mismo esquema doctrinario; por eso en
grandes sectores la toma de posición por uno u otro se fundamenta solo en
imponderables, pero de naturaleza tan determinante como pueden serlo la fe o la
desconfianza que inspiran sus lideres. De ese punto de partida originario se
tienden las dos líneas que expresan en la magnitud de un ángulo llano los
caminos opuestos que a partir de 1958 emprenden ambas fuerzas políticas.
En efecto, la UCRI llega al poder y dese él muestra
descarnadamente su ausencia de vocación revolucionaria, su fácil conformismo a
las disposiciones del viejo régimen colonial, su capacidad de asimilación a cánones
reñidos con sus esencias vitales, su falta de fe y su desden por las nobles
banderas de permanente vigencia, las cuales arría, sin emoción y sin tristeza,
en la convención de Chascomus, luego de haberlas destrozados desde el poder con
claudicaciones incalificables. Entre la UCRP, tratada al principio en su dinámica
por la incoherencia ideológica de grupos militantes en la practica de una
doctrina evidentemente antirradical, va poco a poco, definiendo perfiles a través
de sus dirigentes sintónicos con el proceso revolucionario de la hora e
interpretes de la voluntad de las bases. La convención de Avellaneda levanta
los principios transformadores en una plataforma de profundo sentido
emancipador. Así mientras los primeros se desdibujan, los últimos iluminan su
contorno. Dentro de la Nación queda, pues, una sola expresión de radicalismo:
la Unión Cívica Radical del Pueblo.
Renuncié a la UCRI en 1958 oponiéndome al remate de DINIE,
al pacto con la CADE, a los convenios petroleros y al articulo 28 que quebranto
mi fe, y muy cierto que el camino emprendido nos llevaba a la enajenación integral
de la republica y a la perdida, en consecuencia de su dignidad. El factor
ultimo y desencadenante fue la ley de estado de sitio por tiempo indeterminado.
Me aleje cuando la UCRI era poderosa y cuando el oficialismo soñaba con paraísos
próximos y prometía ya abundancia y riqueza a corto plazo.
Me quedé sola, pero con una banca que era mi tribuna para
defender el mandato del pueblo que me había ungido.
Me incorporo a la UCR del Pueblo sin esperar en absoluto
posiciones personales y esperando que el partido tenga valor para enfrentar a
las fuerzas regresivas, con claridad en las definiciones y apasionada firmeza
para llevar adelante sin concesión alguna la plataforma de Avellaneda.
El frente nacional se trata de un conglomerado más
antinacional y más antipopular del que se tenga memoria.
Fuente: Reportaje a la ex diputada nacional, disidente de la UCRI Srta. Nélida Baigorria del 18 de marzo de 1963.
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