El conservadorismo, aprovechando circunstancias que considera
propicias, trata de rehacerse conseguirá sino se pone un poco de abnegación y
un mucho de sinceridad en la reconstrucción del gran partido de las
reivindicaciones ciudadanas.
Seguir echándonos pecados unos a los otros, buscándonos
lunares, destruyendo prestigios, valdría tanto como ir hacia el derrumbe.
Si hubo gobernantes que olvidaron sus deberes para
entregarse a la desorbitación, el juicio publico los señalara y no podrían,
aunque lo quisieran seguir en la vanguardia de la gran columna que debe
colocarse en condiciones de dar al país
un gran ejemplo de valor y de patriotismo.
Todos sabemos cuan arraigado está el espíritu radical en el
pueblo; desde la ciudad al más humilde de rancho de la campaña se anhela esa
igualdad predicada en todas las tribunas y sustentada en las luchas comiciales.
Por consiguiente debe hacérsele honor y verdad al nombre de
Unión Cívica Radical, que significa comunidad espiritual y acción izquierdista
en el sentido de dar al pueblo las conquistas sociales a que aspira, y que jamás
las derechas le reconocían.
Los hombres de primera línea, como lo hace la juventud y lo
quiere el electorado tiene el deber moral de no obstaculizar en forma alguna la
unidad partidaria, amplia, generosa, libre de sugestiones y desinteresadamente.
Las banderas, como los caudillos de capillitas no sirven
sino como una rémora. De no procederse con altura, no hay porque llamarse
radical.
Fuente: Carta del ex Presidente de la Nación Dr. Marcelo Torcuato de Alvear en el Diario Santa Fe, del 20 de enero de 1931.
No hay comentarios:
Publicar un comentario