Sr. Presidente.
-Tiene la palabra el señor senador por Entre Ríos.
Sr. Brasesco. -Señor
presidente: me veo en el deber moral de hablar en este debate , porque fui
dirigente estudiantil y ocupé cargos de responsabilidad en la Federación
Universitaria del Litoral.
Tuve una vida al servicio de la causa de la reforma y fui un
hombre que tuvo que estudiar trabajando, que no fue a la universidad como un
regalón de la casa de sus padres sino como un hombre que empezó a trabajar muy
temprano.
El trabajo no me hizo dejar de ver la realidad y la lucha
por una universidad nacional, al servicio del pueblo y que fuera la síntesis
del hombre de la calle, del hombre que en primera y en última instancia
construye la Nación todos los días.
A mí me tocó vivir una universidad distinta a la (le estos
días. Yo estuve en una universidad conflictiva, en la universidad del
desencuentro.
Ingresé en 1950, una época en que, como se dijo acá, no
andábamos del brazo los que queríamos el mismo país; una época en que nos enfrentábamos
los que en este momento queremos lograr la reconstrucción nacional. También nos
enfrentamos en la universidad, y yo soy uno de aquellos que jugaron a cara o
cruz por sus ideas. Yo soy uno de los hombres que salieron como estudiantes a
la calle para estar en contra de Perón. Lo hice con la misma lealtad y la misma
franqueza con que me crié, conviví e hice de mi vida una escuela natural de
tolerancia hacia mis amigos peronistas con los que crecimos en el mismo barrio,
jugamos con la misma pelota y estudiamos con los mismos libros prestados, pero
con los que estábamos enfrentados.
No fuimos traidores a nuestras ideas; quizás pensáramos
igual, pero nos habían puesto en caminos diferentes.
Por eso todos nos emocionamos cuando dos hombres que
pertenecían a ejércitos civiles distintos y eran conductores de ideas que se
enfrentaban, un día se abrazaron y lo hicieron con sinceridad, para recorrer el
camino de la convivencia nacional.
Nosotros éramos los soldaditos de la universidad en
discordia, aunque nos enfrentamos por muchas cosas que después nos hicieron
andar abrazados. Y nos sirvió de mucho. Nos sirvió para aprender que hay
fuerzas extrañas que a veces dividen a los hombres y que atentan no solamente contra
lo que llamamos la economía nacional sino también contra la cultura nacional.
Yo recuerdo que en aquella universidad del enfrentamiento
empezamos a hacernos amigos de los mismos que enfrentábamos, porque veíamos que
teníamos problemas iguales. Recuerdo cuando los estudiantes salieron a gritar
por Guatemala, contra la invasión de Castillo Armas y la caída del sistema de
gobierno de Jacobo Arbenz.
Me acuerdo de la universidad en que por primera vez los
jóvenes peronistas y radicales nos encontramos del brazo pidiendo por los exámenes
mensuales, y allí nos encontramos también con algunos que eran radicales y
peronistas y que estaban en los claustros universitarios, con planteos
distintos. Entonces, empezamos a caminar, aun en el desencuentro, guiados por
aquella vieja idea de Ricardo Rojas de la restauración nacionalista, aunque le
pusimos nombres distintos. Entonces empezamos a hacer la nueva hermandad entre
todos los que veníamos de un origen común, que era el pueblo.
Por entonces aparecieron los que hoy son los profesionales del
justicialismo, que en esa época tenía pocos.
Yo tuve de amigos, de compañeros –porque siempre seguimos
siendo amigos, aun en el enfrentamiento-, a los hijos de los obreros que, por
primera vez, entraban en la universidad argentina.
Y fuimos abriendo sus puertas al pueblo, poco a poco, "pechándola" para hacerla más popular,
más nacional, para ponerla al servicio de todos los intereses del pueblo.
De ahí salieron hombres de distintos colores políticos y
diferentes ideas que surcaron el correspondiente camino; de allí también
surgieron muchos de quienes murieron por la libertad, por la dignidad de la
República, para que este país no fuera entregado. Y esos hombres fueron
justicialistas, radicales, comunistas o demócratas cristianos. Como dije,
salieron de esa universidad querida que pretendimos defender y que siempre,
cíclicamente, la han roto, la han pisoteado los detractores del país y de la
soberanía nacional que odian al pueblo, a nosotros, al hombre de carne y hueso;
y ahí está hermanada la antipatria contra esa universidad.
Por todo eso hablo esta noche en nombre de todos mis
compañeros -muchos de ellos están muertos-, de los que conocimos la cárcel, sin
importar quién nos haya metido presos, sino que hoy estamos juntos. La
coincidencia de esta noche es el triunfo del pueblo sobre la- oligarquía, que
siempre quiso tener una universidad al servicio de los vendepatria que, en la
mesa de las negociaciones, han dejado la soberanía del país pedazo a pedazo,
regalando la vida, el dinero y la hacienda de nuestra República.
Estoy contento porque es una noche de felicidad.
Por sobre los defectos o errores formales o los aspectos
sobre los que aún no estamos totalmente convencidos y que constan en este
despacho único, hay una vocación libertaria, de unidad nacional; y esto
constituye, quizá, un hecho trascendente, en este momento en que los mojigatos
de la antipatria andan por la calle gritando y queriendo azuzar contra el
gobierno de la Constitución que hemos jurado defender hasta la muerte.
Por eso hoy los justicialistas, los radicales y los partidos
provinciales sellan definitivamente una concepción popular, una concepción
nacional, una concepción de restauración nacionalista en favor de una cultura
que jamás entregaremos, para poder tener una patria libre y poderosa al
servicio del hombre, de ese hombre que, a pesar de sus cincuenta años, no pudo terminar
la escuela primaria; para que en nuestro país no haya más analfabetos, para que
la universidad llegue al rancho chico con hendija grande, para que esa
universidad, como el sol, entre a todas las casas; para que esa universidad, como
el viento, nos pegue a todos y nos traiga el soplo vivificador de una nueva
cultura al servicio del hombre argentino.
En nombre de todos esos muchachos que ahora tenemos
cincuenta y tres años que militamos en partidos políticos diferentes, ya que
algunos estamos en el radicalismo, otros en el justicialismo, en el socialismo,
en la democracia cristiana -algunos están muertos porque no pudieron escapar de
la masacre que los dejó tendidos en el campo en donde están sepultados todos
los hombres que quisieron ver libremente el sol de la patria- agradezco a todas
las bancadas. Y en nombre de todos ellos he hablado esta noche, que es una de
las noches del reencuentro, de los hombres que creyeron en la unidad obrero estudiantil
y de los que creyeron en la universidad latinoamericana al servicio de una
cultura libertaria que defienda la soberanía nacional.
Fuente: Honorable Cámara de Senadores de la Nación Argentina.
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