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sábado, 31 de octubre de 2015

Luis Brasesco: "Normalización de las Universidades Nacionales" (21 y 22 de marzo de 1984)

Sr. Presidente. -Tiene la palabra el señor senador por Entre Ríos.

Sr. Brasesco. -Señor presidente: me veo en el deber moral de hablar en este debate , porque fui dirigente estudiantil y ocupé cargos de responsabilidad en la Federación Universitaria del Litoral.

Tuve una vida al servicio de la causa de la reforma y fui un hombre que tuvo que estudiar trabajando, que no fue a la universidad como un regalón de la casa de sus padres sino como un hombre que empezó a trabajar muy temprano.

El trabajo no me hizo dejar de ver la realidad y la lucha por una universidad nacional, al servicio del pueblo y que fuera la síntesis del hombre de la calle, del hombre que en primera y en última instancia construye la Nación todos los días.

A mí me tocó vivir una universidad distinta a la (le estos días. Yo estuve en una universidad conflictiva, en la universidad del desencuentro.

Ingresé en 1950, una época en que, como se dijo acá, no andábamos del brazo los que queríamos el mismo país; una época en que nos enfrentábamos los que en este momento queremos lograr la reconstrucción nacional. También nos enfrentamos en la universidad, y yo soy uno de aquellos que jugaron a cara o cruz por sus ideas. Yo soy uno de los hombres que salieron como estudiantes a la calle para estar en contra de Perón. Lo hice con la misma lealtad y la misma franqueza con que me crié, conviví e hice de mi vida una escuela natural de tolerancia hacia mis amigos peronistas con los que crecimos en el mismo barrio, jugamos con la misma pelota y estudiamos con los mismos libros prestados, pero con los que estábamos enfrentados.

No fuimos traidores a nuestras ideas; quizás pensáramos igual, pero nos habían puesto en caminos diferentes.

Por eso todos nos emocionamos cuando dos hombres que pertenecían a ejércitos civiles distintos y eran conductores de ideas que se enfrentaban, un día se abrazaron y lo hicieron con sinceridad, para recorrer el camino de la convivencia nacional.

Nosotros éramos los soldaditos de la universidad en discordia, aunque nos enfrentamos por muchas cosas que después nos hicieron andar abrazados. Y nos sirvió de mucho. Nos sirvió para aprender que hay fuerzas extrañas que a veces dividen a los hombres y que atentan no solamente contra lo que llamamos la economía nacional sino también contra la cultura nacional.

Yo recuerdo que en aquella universidad del enfrentamiento empezamos a hacernos amigos de los mismos que enfrentábamos, porque veíamos que teníamos problemas iguales. Recuerdo cuando los estudiantes salieron a gritar por Guatemala, contra la invasión de Castillo Armas y la caída del sistema de gobierno de Jacobo Arbenz.
Me acuerdo de la universidad en que por primera vez los jóvenes peronistas y radicales nos encontramos del brazo pidiendo por los exámenes mensuales, y allí nos encontramos también con algunos que eran radicales y peronistas y que estaban en los claustros universitarios, con planteos distintos. Entonces, empezamos a caminar, aun en el desencuentro, guiados por aquella vieja idea de Ricardo Rojas de la restauración nacionalista, aunque le pusimos nombres distintos. Entonces empezamos a hacer la nueva hermandad entre todos los que veníamos de un origen común, que era el pueblo.

Por entonces aparecieron los que hoy son los profesionales del justicialismo, que en esa época tenía pocos.
Yo tuve de amigos, de compañeros –porque siempre seguimos siendo amigos, aun en el enfrentamiento-, a los hijos de los obreros que, por primera vez, entraban en la universidad argentina.

Y fuimos abriendo sus puertas al pueblo, poco a poco, "pechándola" para hacerla más popular, más nacional, para ponerla al servicio de todos los intereses del pueblo.

De ahí salieron hombres de distintos colores políticos y diferentes ideas que surcaron el correspondiente camino; de allí también surgieron muchos de quienes murieron por la libertad, por la dignidad de la República, para que este país no fuera entregado. Y esos hombres fueron justicialistas, radicales, comunistas o demócratas cristianos. Como dije, salieron de esa universidad querida que pretendimos defender y que siempre, cíclicamente, la han roto, la han pisoteado los detractores del país y de la soberanía nacional que odian al pueblo, a nosotros, al hombre de carne y hueso; y ahí está hermanada la antipatria contra esa universidad.

Por todo eso hablo esta noche en nombre de todos mis compañeros -muchos de ellos están muertos-, de los que conocimos la cárcel, sin importar quién nos haya metido presos, sino que hoy estamos juntos. La coincidencia de esta noche es el triunfo del pueblo sobre la- oligarquía, que siempre quiso tener una universidad al servicio de los vendepatria que, en la mesa de las negociaciones, han dejado la soberanía del país pedazo a pedazo, regalando la vida, el dinero y la hacienda de nuestra República.

Estoy contento porque es una noche de felicidad.
Por sobre los defectos o errores formales o los aspectos sobre los que aún no estamos totalmente convencidos y que constan en este despacho único, hay una vocación libertaria, de unidad nacional; y esto constituye, quizá, un hecho trascendente, en este momento en que los mojigatos de la antipatria andan por la calle gritando y queriendo azuzar contra el gobierno de la Constitución que hemos jurado defender hasta la muerte.

Por eso hoy los justicialistas, los radicales y los partidos provinciales sellan definitivamente una concepción popular, una concepción nacional, una concepción de restauración nacionalista en favor de una cultura que jamás entregaremos, para poder tener una patria libre y poderosa al servicio del hombre, de ese hombre que, a pesar de sus cincuenta años, no pudo terminar la escuela primaria; para que en nuestro país no haya más analfabetos, para que la universidad llegue al rancho chico con hendija grande, para que esa universidad, como el sol, entre a todas las casas; para que esa universidad, como el viento, nos pegue a todos y nos traiga el soplo vivificador de una nueva cultura al servicio del hombre argentino.

En nombre de todos esos muchachos que ahora tenemos cincuenta y tres años que militamos en partidos políticos diferentes, ya que algunos estamos en el radicalismo, otros en el justicialismo, en el socialismo, en la democracia cristiana -algunos están muertos porque no pudieron escapar de la masacre que los dejó tendidos en el campo en donde están sepultados todos los hombres que quisieron ver libremente el sol de la patria- agradezco a todas las bancadas. Y en nombre de todos ellos he hablado esta noche, que es una de las noches del reencuentro, de los hombres que creyeron en la unidad obrero estudiantil y de los que creyeron en la universidad latinoamericana al servicio de una cultura libertaria que defienda la soberanía nacional.










Fuente: Honorable Cámara de Senadores de la Nación Argentina.

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