El radicalismo nació en 1891 como un desprendimiento del régimen
y fue, sin duda un “producto” de la época que vivía el país en ese entonces. Ello
esta demostrado por la influencia que tuvo, en su nacimiento, su predecesora,
la “Unión Cívica” donde actuaron figuras relevantes como Mitre, Estrada y Alem.
Formada ya la UCR, el movimiento intenta llegar al poder por la fuerza,
encabezado por una élite. Comienza a crecer la figura de Yrigoyen y el
radicalismo asume las reivindicaciones populares, la primera de las cuales era
el derecho a votar. Hipólito Yrigoyen fue desde el comienzo un autentico
caudillo pero luego se transforma en líder carismático y abrazan su causa (“la
causa”), no solo los proletarios sino también vastos sectores de la clase
media.
El radicalismo nació sin una definida orientación ideológica,
aunque, en lo esencial, no renegó de las concepciones liberales vigentes en la época.
No tuvo plataforma electoral pues, según la definición del propio Yrigoyen,
tuvo como único programa de gobierno la Constitución Nacional. Ello no
obstante, los militantes radicales tuvieron siempre una mentalidad, un estilo,
que los hicieron inconfundibles y que, en alguna medida, se mantiene aun hoy. En
ese sentido, el doctor Ricardo Balbín es una figura arquetípica. Huelga decir
que esta caracterización no tiene sentido peyorativo.
La Unión Cívica radical (al propio Yrigoyen no le gustaba la
palabra “partido”) ha tenido una influencia muy grande en la sociedad
argentina, sobre todo a partir de 1912 cuando irrumpe exitosamente en la arena
electoral. La figura del líder había seguido creciendo, y en 1916 debió aceptar
la presidencia de la republica, pese a sus reiterados rechazos. En 1928, por
abrumadora mayoría, volvería a ocupar el cargo del que lo desplazó la revolución
de 1930.
Si hubiera que formular un juicio sintético sobre los
gobiernos de Yrigoyen, diríamos generales, impregnadas de un hondo sentido
nacional pero que en el ejercicio del poder no se distinguieron por la buena administración,
sobre todo en su segundo periodo. En cuanto a la prominente figura del doctor
Frondizi, no debemos considerarla en este examen porque formó un nuevo partido
que tiene presencia actuante en la vida nacional.
El Dr. Arturo Illia, último presidente radical, tuvo un gran
Canciller en la persona del doctor Zavala Ortiz y muy buenos colaboradores en
el área económica. Pero no advirtiendo que solo representaba una minoría, se
abstuvo de “abrir el juego”, y ese error le costó el poder. Ahora los radicales
parecen haber dejado de lado esa intransigencia dogmática que conservaban como
un legado histórico de Alem, “Que se rompa pero que no se doble”, y se han
abierto a un dialogo que puede ser muy fecundo para ellos y para el país.
Algunos se empeñan en comparar las figuras de Yrigoyen y de
Perón, pero yo creo que las semejanzas no van mas allá de haber sido ambos
grandes lideres carismáticos. En casi todo lo demás fueron diferentes.
Una condición de Yrigoyen merece ser destacada, y es su gran
probidad. Había nacido pobre pero logró hacer una fortuna de cierta importancia
con su trabajo honesto. Como hombre de campo tenia “ojo” y tenia suerte, dos
condiciones esenciales para prosperar. Sin embargo murió pobre, pese a su
austeridad, porque regalaba mucho y silenciosamente, a los necesitados.
Uno de los grandes meritos del radicalismo –en un país que
se ha vuelto inestable como el nuestro– es haber durado 90 años. Solo él
resistió, con los cuadros incólumes, la formidable avalancha popular del
peronismo.
Hoy, como fuerza estructurada, es la única organización política
que existe en la republica.
Por esa razón, y aunque siguiera siendo una minoría, el
radicalismo puede tener un importante papel que cumplir en la vida publica de
la Nación. Representa una tendencia de orden dentro de la libertad y cuenta con
un pasado donde si no faltan culpas no es difícil discernir valores estimables.
Cuenta con un elenco donde abundan los hombres capaces (por
conocerlos personalmente mencionaré a Facundo Suárez, a Fernando de la Rúa y a
Raúl Alfonsín) que pueden dar mucho al país. A propósito de este ultimo, me
parece absurdo la etiqueta de “izquierdista” que, con el afán de poner rótulos
a la gente, algunos le han atribuido.
En síntesis, con su carga de fallas y errores, el
radicalismo ha integrado casi un siglo de historia patria y esta en condiciones
de ser uno de los elementos constructivos para la reorganización cívica de la
republica.
Fuente: Todo es Historia N° 170 "Noventa Años de Radicalismo", julio de 1981
No hay comentarios:
Publicar un comentario