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martes, 15 de septiembre de 2015

Raúl Alfonsín: "Homenaje en su honor en la Asociación Cultural Armenia" (1 de septiembre de 1987)

Señor Presidente de la comunidad armenia, señor arzobispo, señores Presidentes de las diversas agrupaciones armenias, señoras y señores: es muy poco lo que voy a decir esta noche.

Quiero antes que nada simplemente agradecerles; ¡tenemos tanto que agradecerles! En primer lugar y en lo personal las palabras cálidas de bienvenida que me ha ofrecido el señor Presidente. A veces son necesarias, sobre todo cuando en circunstancias como las que vivimos pareciera que no hubiera nadie que reconociera una cosa buena, por lo menos.

Pero más que eso deseo agradecerles lo que ustedes hacen por el país, lo que han hecho por la Argentina, la manera en que con su trabajo, con sus industrias, con su inteligencia han enriquecido a nuestra sociedad. Y la manera también en que con sus principios han permitido enriquecer nuestro propio espíritu, el espíritu de la sociedad que en definitiva entre todos conformamos.

Sé muy bien que sus padres, sus abuelos, a lo mejor ustedes mismos han llegado a nuestra tierra empujados por acontecimientos dolorosos, en momentos durísimos, quizás de los más duros que ha podido sufrir un pueblo todo, como fue el genocidio de los años 1915 a 1917.

Ustedes mismos, sus padres y sus abuelos llegaron acá en búsqueda de paz, de libertad, de trabajo, de seguridad, y pienso que a través del devenir del tiempo a veces habrán dudado acerca de la decisión que habían tomado, y a lo mejor en algún momento de pesimismo llegaron a suponer que debían haber ido a otro país, porque acá no estaba garantizada esa libertad fundamental que por encima de cualquier otra cosa reclama un armenio.

Por eso es que estos días tienen un sentido especial para los que somos hijos o nietos de inmigrantes, y en el momento en que procuramos hacer el esfuerzo de nuestra propia realización no dejamos de pensar en ellos, como si hubiera un empecinamiento en querer decirles que tuvieron razón, que hicieron bien en venir a la Argentina, porque a la postre, al fin, está asegurada la libertad; está asegurada desde luego la libertad de cultos que nos permitirá sin duda dentro de muy poco lograr entre todos ellos una cooperación fundamental para encontrar el bien común y para trabajar por el bien común.

Campea en la Argentina esta ética cristiana a la que ustedes han adherido como una forma de la identidad, y a la que también han sabido defender permanentemente. Estamos en un país en el que están respetados los derechos humanos, y es uno de ustedes quien desde la justicia, como corresponde, vela por el cumplimiento de todas las normas de un estado de derecho.

Estamos en un país que ha hecho cierto los derechos fundamentales del hombre, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, y que ha adherido al Pacto de San José de Costa Rica.

Vivimos en una Argentina donde se establece en libertad el derecho a la educación y también donde se protege la vida desde la misma concepción.

Es decir, hoy podemos decirles, yo a mi abuelo gallego, ustedes a sus padres o abuelos
armenios, simplemente que tuvieron razón; agradecerles el esfuerzo mayúsculo de abandonar paisajes queridos, afectos y familias y que para venir a desarrollar la nueva familia y enriquecer a la sociedad argentina.

Muchísimas gracias. hayan elegido estas costas.







Fuente: Palabras pronunciadas por el Sr. presidente de la nación, Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, en la cena ofrecida en su honor por la Asociación Cultural Armenia, el día 1º de septiembre de 1987.


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