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domingo, 16 de agosto de 2015

Hipólito Solari Yrigoyen: "Debate sobre la Reforma Constitucional" (28 y 29 de diciembre de 1993)

Sr. Presidente (Bittel). — Tiene la palabra el señor senador por el Chubut, don Hipólito Solari Yrigoyen.

Sr., Solari Yrigoyen. — Señor presidente: yo fui uno de los oradores de la Unión Cívica Radical que se opusieron de una manera tan ardorosa como racional a la iniciativa por la cual se declaraba la necesidad de la reforma que debatimos entre los meses de septiembre y octubre.

Ahora quiero señalar que soy coherente con mi pensamiento. He leído y releído mi discurso del 8 de septiembre, y debo decir con toda sinceridad, con la sinceridad que me da el análisis, que en nada he cambiado las opiniones expuestas en este recinto en aquella sesión. Sigo pensando en este momento lo que entonces pensaba, y lo ratifico- expresamente. No es cuestión de que me esta refiriendo a cada rato a mi discurso anterior, porque tengo el deseo de se» breve, como Io han sido mis colegas,
¿Quien podría negar que se han producida hechos nuevos en el país y que el escenario que hoy tenemos enfrente en materia de reforma constitucional no es el mismo que tuvimos antes? El actual escenario nos permite en la sesión de hoy debatir un proyecto que es muy distinto —de características opuestas diría yo— del anterior. No podemos caer en el olvido ni en la ficción, en el sentido de que aquel proyecto que tratamos en septiembre y octubre es el mismo de ahora. No podemos caer en el olvido ni tampoco en la ficción respecto de todo lo que ha sucedido, No es del caso que detalle aquí lo que ocurrió después del primer encuentro entre el presidente de la Nación y el ex presidente Raúl Alfonsín. Otros ya lo han hecho. Además, los sucesos son tan recientes que los tenemos en la memoria y es innecesario que empiece a rememorarlos uno tras otro.

Como radical tengo que decir que al radicalismo no lo lastiman los pactos, Al contrario.

¿Como podríamos olvidarnos de aquel celebre pacto que revoluciono la historia política de este siglo, logrando la ley del sufragio universal, que permitió el acceso a la vida publica a la totalidad de los argentinos? Ese fue un pacto entre Sáenz Pena e Yrigoyen.

Y me acuerdo bien, porque cuando era niño me lo contaba mi abuela, doña Sara Bonorino de Yrigoyen. Ella me decía que el mismo día en que Sáenz Pena de su gira por America y por Europa siendo ya presidente electo fue a la casa de mi abuelo, el coronel Martín Yrigoyen, situada a pocos metros de aquí, sobre la calle Callao al 109, donde se reunió secretamente —no en publico ni en un teatro— con Yrigoyen para debatir lo que debía ser el cese de las revoluciones, el cese de la rebeldía armada, a fin de lograr algo fundamental; la ley del sufragio universal.

¿Como me voy a olvidar yo de esa ultima etapa —ahora que, con el correr de los anos, la comprendo en su verdadera dimensión— en la que tuvo lugar el pacto Perón-Balbín, tras el cual los dos lideres de nuestros partidos quisieron llevar a cabo una reforma constitucional que, por lo que acaeció después, ajeno a su voluntad, no pudo darse? Pero su objetivo final era ese, porque el presidente Perón no quiso restablecer la Constitución del 49 sino que pensó en una nueva Constitución, que fuera fruto del consenso.

¿Quien podría echarles en cara a esos dos grandes lideres que son Arafat y Rabin que no se reunieran en un estadio de futbol para discutir la paz en el Medio Oriente, en donde una tribuna estuviera ocupada por los palestinos y otra por los judíos, y que una gritara "Dale, Arafat" y la otra "Dale, Rabin"?

¿Quien no puede entender que durante dos anos haya habido negociaciones preparatorias secretas que no fueron ni en Palestina, ni en Israel sino en la lejana Noruega, un país nórdico? Todos comprendemos que la reserva es- tuvo justificada porque así se va hoy en camino de la paz, una paz que busco el mundo durante, mucho tiempo.

Puedo comprender el gesto patriótico del presidente de la Republica y del presidente de mi partido, particularmente del doctor Raúl Alfonsín, cuyo pensamiento conozco íntimamente. Y no puedo asignarle ningún afán de protagonismo a un hombre que ha sido presidente de la Nación, que se enrolo en la vida política siendo muchacho, como todos nosotros, que ha alcanzado la máxima expresión al llegar a la presidencia de la Republica y que fue un gran presidente. El doctor Alfonsín esta haciendo esfuerzos para que el país se encauce definitivamente, afianzando el sistema democrático. No puedo de ninguna manera pensar, ni siquiera sospechar, que pueda tener propósitos bastardos, porque seria disminuir todo, como insultarnos a nosotros mismos, no creer en lo que representamos los políticos, en la pureza de nuestros ideales.

El dialogo, el entendimiento, el consenso quo nosotros hemos reclamado en los debates de septiembre y octubre para abordar un proyecto reformista existe ahora.

Se obtuvieron los dos tercios de la totalidad de los miembros de la Cámara de Diputados, lo que parecía imposible de lograr con el anterior proyecto. Estoy seguro de que también se alcanzaran esta noche en la Cámara de Senadores, que por otra parte es la Cámara iniciadora; esa es la verdad y lo sabe todo el país,

Entonces, iremos a la reforma con el consenso constitucional, el que establece el artículo 30 de la Carta Magna, que es sinónimo de legitimidad.

Aquellas dos pesadillas, señor presidente, han desaparecido: la del primer proyecto que los radicales con honestidad, con lealtad, consideramos autoritario y hegemónico, y la del plebiscito, que consideramos inconstitucional porque no se compadecía con lo que establece el articulo 30 de la Constitución.

En el análisis sereno de estos hechos podría decir que la razón y la prudencia han sustituido a la intolerancia y a la cerrada confrontación que nos condicion como quien camina hacia el abismo, hacia la fractura de la sociedad. ¿O es que no teníamos los ejemplos que nos ha tocado vivir en los años 40, 50 y posteriormente, acerca de lo que significa la división de la sociedad argentina? ¿Como no podíamos comprender esa situación? ¿Como no podemos entender actualmente que el país ha encontrado el material adecuado para respetar la legitimidad constitucional?

He leído hace pocos días en el diario “La Nación” un buen articulo de un estudioso del derecho constitucional que es Natalio Botana, en el que hablaba de los hilos de seda y de las cadenas de hierro. Sobre esas expresiones me animo a decir que ahora manejamos los hilos de seda del consenso en lugar de las cadenas de hierro de la imposición. Ahí esta la diferencia entre el panorama de septiembre y de octubre y el que ahora estamos transitando. No somos locos, somos coherentes. Antes nos opusimos a una cosa y ahora estamos apoyando otra.

Pienso que hemos vuelto a las fuentes inspiradoras de 1853; hemos regresado a la letra y al espíritu de la Constitución para establecer su reforma. Mi conciencia de ninguna manera me permitiría ignorar el nuevo marco propicio para que como radical tome las medidas necesarias para .avanzar en nuestra siempre proclamada vocación reformista, que hemos expresado a través de todos los documentos partidarios, pudiendo citar los de las dos ultimas convenciones nacionales, que se reunieron en octubre en Buenos Aires y en diciembre en Santa Rosa, La Pampa.

La Convención Nacional es el máximo organismo que tiene la Unión Cívica Radical, es nuestro Congreso y yo acepto sus decisiones. En Santa Rosa hubo un 70 por ciento de convencionales que votaron a favor de este nuevo proyecto de reforma y un 30 por ciento que votó en contra. Todas son opiniones valiosas porque somos un partido horizontal que todo lo debate y que todo lo discute, respetando las opiniones de la mayoría y de las minorías.

Entonces, acepto lo que dijo la Convención. Se que esto es disciplina partidaria pero lo que prima en mi posición no es precisamente la disciplina sino el convencimiento de las bondades que tiene para el país el proyecto que ahora estamos analizando y que no surgió de la nada sino de un contexto histórico en el que todo se ha producido como fue y que nosotros no podemos modificar retrospectivamente.

Cuando escucho algunos discursos de los opositores en general a este proyecto me parece que suenan con estar en un país ideal, sin historia, sin antecedentes, sin hechos, en el que los ciudadanos podrían imaginar la reforma ideal y en donde podríamos movemos ignorando una realidad en la que nos hemos tenido que mover. En consecuencia, tenemos la obligación de decir que hay un nuevo proyecto en examen, que no es el mismo que el anterior,

El dictamen propuesto recoge el acuerdo que en su momento fue firmado por el presidente de la Nación y por el presidente de la principal fuerza de la oposición, que es la nuestra, la Unión Cívica Radical. Dicho dictamen consta de un núcleo de coincidencias básicas, de disposiciones a modificar y, también, del sentido que tendrán estas reformas.

Las coincidencias básicas podrán ser aprobadas o rechazadas por la Asamblea Constituyente. Yo las apoyo, señor presidente, porque contribuyen a atenuar el sistema presidencialista de la actual Constitución así como también a fortalecer el rol del Congreso, y sobre todo el control que ejerce el Congreso sobre los actos del Poder Ejecutivo.

Por otra parte, este entendimiento que ha sido firmado por las personalidades políticas de los partidos mayoritarios en especial toma medidas eficaces para asegurar la independencia del Poder Judicial. Esto es lo fundamental: que haya- equilibrio de poderes, que no haya absolutismos, que no tengamos un poder hegemónico sobro los otros.

La Constitución no puede analizarse a través de una mera coyuntura. Algunos han dicho que en este caso se la analiza a través del deseo del presidente Menem de ser reelegido.

Nuestro examen no transita por allí. Queremos aprobar una Constitución que tenga vigencia por muchos anos, tal vez por un siglo o más, como la de 1853.

Se que hay opositores que rechazan la reforma diciendo que a lo mejor el presidente Menem no la cumple o directamente piensan que no la va a cumplir.

¿Es que podemos juzgar las bondades de la Constitución de 1853 a través de las violaciones que han hecho las dictaduras militares? ¡No! Precisamente, todo lo contrario.

El dictamen que debatimos habilita también para la Convención Constituyente una serie de temas que quedaran sujetos a la controversia electoral, y es allí donde la Unión Cívica Radical va a levantar sus históricas y centenarias banderas en defensa del federalismo, de la justicia social, de las libertades publicas, de los derechos fundamentales, como siempre lo ha hecho. Así también defender, el derecho a un medio ambiente sano y a la identidad étnica y cultural de los pueblos indígenas, como se menciona expresamente en el proyecto de reforma que estamos considerando,

Mi apoyo a este dictamen se funda en la comunión que tengo con sus grandes objetivos, que sustentan el acuerdo logrado en las coincidencias básicas, que no son otras que afianzar y profundizar el sistema democrático. Este apoyo no implica de ninguna manera una complacencia do mi parte a todas sus propuestas.

Debo ratificar, como lo he hecho, todo Io que dije en el recinto en septiembre pasado al referirme a esta cuestión. Desde mi época de estudiante nunca fui partidaria de la reelección inmediata, no solo del presidente sino de cualquier otro representante del Poder Ejecutivo, Sustentaba mi opinión, quo mantengo, en que si eso se da, el presidente u otro miembro del Poder Ejecutivo, como un gobernador, por ejemplo, piensa mas en su deseo de ser reelecto que en su obligación de gobernar para el tiempo presente. Siempre se corre el riesgo de que el aparato del Estado, a través de la decisión del futuro candidato o de sus colaboradores, pueda estar al servicio de esa reelección.

No fui partidario de la reelección inmediata de mi correligionario, el ex presidente Alfonsín, cuyo gobierno sostuve, admiro y defiendo, como tampoco lo soy ahora respecto de mi adversario político, el actual presidente doctor Carlos Menem, de cuya gestión soy un convencido opositor, dejando a salvo mi debido respeto hacia su investidura presidencial.

Ahora, adversarios de la Unión Cívica Radical han creado esa fantasía de que, porque hemos firmado este acuerdo a través de un hecho concreto que tiende a influir favorablemente sobre la vida de la sociedad argentina la oposición ha desaparecido, No puedo tener la ingenuidad de hacer míos los argumentos de los adversarios.
El radicalismo tiene una filosofía distinta a la del justicialismo; tiene una historia diferente y nuestras propuestas también se distinguen, como lo acaba de señalar el señor senador por la provincia de Buenos Aires doctor Cafiero.

El que hayamos buscado esta coincidencia es simplemente para respetar el procedimiento establecido por el articulo 30 de la Constitución Nacional, pues hemos considerado que las reformas constitucionales deben ser fruto, del entendimiento y no de la imposición.
Hay otras cosas que no me gustan. Por ejemplo, no me agrada la reducción del mandato a cuatro años. Todos piensan que van a ser ocho años porque el presidente puede ser reelecto, Ha habido grandes presidentes, como Jimmy Carter en los Estados Unidos, a quien tanto le debemos en nuestro hemisferio sur por su defensa de los derechos humanos, que gobernó solo cuatro años y eso es poco para un mandato presidencial.

Pero a pesar de mi creencia de que las reelecciones de los poderes ejecutivos no son buenas, no puedo dejar de reconocer, porque seria como un ciego ante la realidad, que la reelección de un presidente con facultades atenuadas y el control robustecido del Poder Legislativo, con el pleno ejercicio de la independencia del Poder Judicial, no implica de ninguna manera poner en riesgo al sistema democrático.

Es por tal motivo fundamental que pensando en el interés de la Nación votare a favor del núcleo de coincidencias básicas; pero lo haré, como lo hago en este momento, dejando a salvo mis opiniones doctrinarias y personales.

Hay un punto que no quiero soslayar tampoco porque no me parecería correcto, dado que esta en el ambiente y cada uno debe dar su opinión al respecto. Me refiero a la reducción del mandato de los senadores y a la renovación parcial del cuerpo. Algún periodista me pregunto ayer si yo no podía estar influenciado por la posibilidad de una reelección. Termino mi mandato en 1995 y como todos los que terminamos, no se realmente si iré a ocupar un puesto de lucha en la otra cámara, en un concejo deliberante o en el llano. Eso no importa; nadie puede hacer cálculos.

Personalmente, pienso que esta forma actual de renovación —la renovación parcial— garantiza la continuidad legislativa. No me parece bueno que los cuerpos empiecen y terminen el mismo día. Si algo he aprendido a apreciar en los muchos años que tengo como senador de la Nación es la continuidad que trasciende al hecho de que unos senadores entren y otros se vayan o nos vayamos,

—Ocupa la Presidencia el señor vicepresidente del Honorable Senado, señor Oraldo N. Britos.

Sr. Solari Yrigoyen. — La mayor duración quo tienen los mandatos de los senadores con respecto al del presidente de la Nación evita el poder de arrastre que en una elección tiene la figura del candidato presidencial y eso le da a nuestro cuerpo una independencia en su constitución frente al Poder Ejecutivo.

El mandato de los senadores deberia reducirse en un tercio, como se ha reducido el mandato del presidente de la Nación, manteniéndose la renovación parcial del cuerpo que sabiamente establecía ya la Constitución de 1853. De esa manera se afirmaría el equilibrio entre los poderes, que es la medula del sistema republicano del gobierno.

Estimo también como muy positiva la inclusión del senador por la minoría. En un debate que tuvimos hace un tiempo coincidíamos con el senador que en estos momentos ocupa la Presidencia y con otros que fuimos senadores en 1973, en que el sistema fue bueno y dio excelentes resultados.

Este cuerpo fue un bastión que hizo lo imposible para impedir el golpe do Estado. Entonces con eso propósito tomamos medidas desafiando al Poder Ejecutivo como cuando elegimos en forma conjunta —miembros de la mayoría y de la minoría— al presidente provisional del Senado, lo cual era una manera de afirmar el sistema.

Entonces, tenemos experiencias ganadas que nos permiten afirmar que ese sistema es bueno.

Alguien citaba un articulo del diario "La Nación" de José Luis de Imaz —no encuentro los apuntes, pero me acuerdo de memoria—, que decía que la atenuación del poder presidencial era un mito, Yo también leí ese articulo pero al mismo tiempo leí otro en el mismo diario, firmado por el prestigioso periodista German Sopena, que no piensa como nosotros pero que decía lo contrario: que la figura del jefe de gabinete se acerca notablemente a la de un virtual primer ministro y el alcance de ese cambio puede ser mas amplio de lo que se dice, Agregaba: "Esa es la frase que sintetizaría en pocas palabras la esencia del texto a acordar". Mas adelante decía que por vía de esto que el calificaba como superministro se concentraba una gran cuota de poder. Sopena dice esto; Imaz lo contrario. Esa es la democracia; no debemos preocuparnos.

Lo que se dice en el pacto firmado por el presidente de la Unión Cívica Radical y por el presidente de la Republica es real: hay una atenuación; el presidente de la Nación dispondrá de un poder acotado y tendrá ahora la posibilidad de ser reelecto, cosa que antes no tenía.

Hay muchas cosas que quisiera agregar, pero debemos expresar lo esencial para reflejar la continuidad de un pensamiento. Termino diciendo que no voy a afirmar esta noche en que debatimos este proyecto que propiciamos para la reforma constitucional que es una iniciativa perfecta, De ninguna manera; sin duda no se trata de una iniciativa de tal carácter. Pero es lo suficientemente buena para permitir que entre la actual generación y las próximas se puedan afianzar y profundizar una sociedad libre y democrática, Esto es más que suficiente para mí.

Siempre me he considerado miembro de una generación de reformadores sociales y creo que ahora existe la posibilidad de establecer una reforma como la anhelada por mi generación. Aunque no sea perfecta, aunque no sea la nuestra. Pero me sentiría mal y egoísta si por pequeñas o mayores disidencias estuviéramos postergando lo que considero fundamental: el interés de la Nación.

Ante esta nueva posibilidad que brinda el proyecto que analizamos, ni por acción ni por omisión he de enrolarme en las filas de los que cultivan el arte de impedir, como decía el gran tribuno de las barbas fluviales Leandro Alem, por el contrario, mi voto favorable refleja una permanente actitud positiva que tengo, he tenido y tendré en la vida política.

El aporte de mi esfuerzo y mi solidaridad la concreto en este voto, en definitiva motivado por el mismo con- vencimiento de que estoy trabajando para construir un país mejor.













Fuente: Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores "Debate de la Ley de Necesidad de Reforma Constitucional", 28 y 29 de diciembre de 1993.

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