Sr. Presidente
(Bittel). — Tiene la palabra el señor senador por el Chubut, don Hipólito
Solari Yrigoyen.
Sr., Solari Yrigoyen.
— Señor presidente: yo fui uno de los oradores de la Unión Cívica Radical que
se opusieron de una manera tan ardorosa como racional a la iniciativa por la
cual se declaraba la necesidad de la reforma que debatimos entre los meses de
septiembre y octubre.
Ahora quiero señalar que soy coherente con mi pensamiento.
He leído y releído mi discurso del 8 de septiembre, y debo decir con toda
sinceridad, con la sinceridad que me da el análisis, que en nada he cambiado
las opiniones expuestas en este recinto en aquella sesión. Sigo pensando en
este momento lo que entonces pensaba, y lo ratifico- expresamente. No es cuestión
de que me esta refiriendo a cada rato a mi discurso anterior, porque tengo el
deseo de se» breve, como Io han sido mis colegas,
¿Quien podría negar que se han producida hechos nuevos en el
país y que el escenario que hoy tenemos enfrente en materia de reforma
constitucional no es el mismo que tuvimos antes? El actual escenario nos
permite en la sesión de hoy debatir un proyecto que es muy distinto —de
características opuestas diría yo— del anterior. No podemos caer en el olvido
ni en la ficción, en el sentido de que aquel proyecto que tratamos en
septiembre y octubre es el mismo de ahora. No podemos caer en el olvido ni
tampoco en la ficción respecto de todo lo que ha sucedido, No es del caso que
detalle aquí lo que ocurrió después del primer encuentro entre el presidente de
la Nación y el ex presidente Raúl Alfonsín. Otros ya lo han hecho. Además, los
sucesos son tan recientes que los tenemos en la memoria y es innecesario que
empiece a rememorarlos uno tras otro.
Como radical tengo que decir que al radicalismo no lo lastiman
los pactos, Al contrario.
¿Como podríamos olvidarnos de aquel celebre pacto que
revoluciono la historia política de este siglo, logrando la ley del sufragio
universal, que permitió el acceso a la vida publica a la totalidad de los
argentinos? Ese fue un pacto entre Sáenz Pena e Yrigoyen.
Y me acuerdo bien, porque cuando era niño me lo contaba mi
abuela, doña Sara Bonorino de Yrigoyen. Ella me decía que el mismo día en que
Sáenz Pena de su gira por America y por Europa siendo ya presidente electo fue a
la casa de mi abuelo, el coronel Martín Yrigoyen, situada a pocos metros de aquí,
sobre la calle Callao al 109, donde se reunió secretamente —no en publico ni en
un teatro— con Yrigoyen para debatir lo que debía ser el cese de las
revoluciones, el cese de la rebeldía armada, a fin de lograr algo fundamental;
la ley del sufragio universal.
¿Como me voy a olvidar yo de esa ultima etapa —ahora que,
con el correr de los anos, la comprendo en su verdadera dimensión— en la que
tuvo lugar el pacto Perón-Balbín, tras el cual los dos lideres de nuestros
partidos quisieron llevar a cabo una reforma constitucional que, por lo que
acaeció después, ajeno a su voluntad, no pudo darse? Pero su objetivo final era
ese, porque el presidente Perón no quiso restablecer la Constitución del 49
sino que pensó en una nueva Constitución, que fuera fruto del consenso.
¿Quien podría echarles en cara a esos dos grandes lideres
que son Arafat y Rabin que no se reunieran en un estadio de futbol para discutir
la paz en el Medio Oriente, en donde una tribuna estuviera ocupada por los
palestinos y otra por los judíos, y que una gritara "Dale, Arafat" y
la otra "Dale, Rabin"?
¿Quien no puede entender que durante dos anos haya habido
negociaciones preparatorias secretas que no fueron ni en Palestina, ni en
Israel sino en la lejana Noruega, un país nórdico? Todos comprendemos que la
reserva es- tuvo justificada porque así se va hoy en camino de la paz, una paz
que busco el mundo durante, mucho tiempo.
Puedo comprender el gesto patriótico del presidente de la
Republica y del presidente de mi partido, particularmente del doctor Raúl Alfonsín,
cuyo pensamiento conozco íntimamente. Y no puedo asignarle ningún afán de
protagonismo a un hombre que ha sido presidente de la Nación, que se enrolo en
la vida política siendo muchacho, como todos nosotros, que ha alcanzado la máxima
expresión al llegar a la presidencia de la Republica y que fue un gran
presidente. El doctor Alfonsín esta haciendo esfuerzos para que el país se
encauce definitivamente, afianzando el sistema democrático. No puedo de ninguna
manera pensar, ni siquiera sospechar, que pueda tener propósitos bastardos,
porque seria disminuir todo, como insultarnos a nosotros mismos, no creer en lo
que representamos los políticos, en la pureza de nuestros ideales.
El dialogo, el entendimiento, el consenso quo nosotros hemos
reclamado en los debates de septiembre y octubre para abordar un proyecto
reformista existe ahora.
Se obtuvieron los dos tercios de la totalidad de los miembros
de la Cámara de Diputados, lo que parecía imposible de lograr con el anterior
proyecto. Estoy seguro de que también se alcanzaran esta noche en la Cámara de
Senadores, que por otra parte es la Cámara iniciadora; esa es la verdad y lo
sabe todo el país,
Entonces, iremos a la reforma con el consenso constitucional,
el que establece el artículo 30 de la Carta Magna, que es sinónimo de legitimidad.
Aquellas dos pesadillas, señor presidente, han desaparecido:
la del primer proyecto que los radicales con honestidad, con lealtad, consideramos
autoritario y hegemónico, y la del plebiscito, que consideramos
inconstitucional porque no se compadecía con lo que establece el articulo 30 de
la Constitución.
En el análisis sereno de estos hechos podría decir que la
razón y la prudencia han sustituido a la intolerancia y a la cerrada
confrontación que nos condicion como quien camina hacia el abismo, hacia la fractura de la sociedad. ¿O es que no teníamos los ejemplos que nos ha tocado
vivir en los años 40, 50 y posteriormente, acerca de lo que significa la división
de la sociedad argentina? ¿Como no podíamos comprender esa situación? ¿Como no
podemos entender actualmente que el país ha encontrado el material adecuado
para respetar la legitimidad constitucional?
He leído hace pocos días en el diario “La Nación” un buen articulo
de un estudioso del derecho constitucional que es Natalio Botana, en el que
hablaba de los hilos de seda y de las cadenas de hierro. Sobre esas expresiones
me animo a decir que ahora manejamos los hilos de seda del consenso en lugar de
las cadenas de hierro de la imposición. Ahí esta la diferencia entre el panorama
de septiembre y de octubre y el que ahora estamos transitando. No somos locos,
somos coherentes. Antes nos opusimos a una cosa y ahora estamos apoyando otra.
Pienso que hemos vuelto a las fuentes inspiradoras de 1853;
hemos regresado a la letra y al espíritu de la Constitución para establecer su
reforma. Mi conciencia de ninguna manera me permitiría ignorar el nuevo marco
propicio para que como radical tome las medidas necesarias para .avanzar en
nuestra siempre proclamada vocación reformista, que hemos expresado a través de
todos los documentos partidarios, pudiendo citar los de las dos ultimas convenciones
nacionales, que se reunieron en octubre en Buenos Aires y en diciembre en Santa
Rosa, La Pampa.
La Convención Nacional es el máximo organismo que tiene la Unión
Cívica Radical, es nuestro Congreso y yo acepto sus decisiones. En Santa Rosa
hubo un 70 por ciento de convencionales que votaron a favor de este nuevo
proyecto de reforma y un 30 por ciento que votó en contra. Todas son opiniones
valiosas porque somos un partido horizontal que todo lo debate y que todo lo
discute, respetando las opiniones de la mayoría y de las minorías.
Entonces, acepto lo que dijo la Convención. Se que esto es
disciplina partidaria pero lo que prima en mi posición no es precisamente la
disciplina sino el convencimiento de las bondades que tiene para el país el
proyecto que ahora estamos analizando y que no surgió de la nada sino de un
contexto histórico en el que todo se ha producido como fue y que nosotros no podemos
modificar retrospectivamente.
Cuando escucho algunos discursos de los opositores en
general a este proyecto me parece que suenan con estar en un país ideal, sin
historia, sin antecedentes, sin hechos, en el que los ciudadanos podrían
imaginar la reforma ideal y en donde podríamos movemos ignorando una realidad
en la que nos hemos tenido que mover. En consecuencia, tenemos la obligación de
decir que hay un nuevo proyecto en examen, que no es el mismo que el anterior,
El dictamen propuesto recoge el acuerdo que en su momento
fue firmado por el presidente de la Nación y por el presidente de la principal
fuerza de la oposición, que es la nuestra, la Unión Cívica Radical. Dicho
dictamen consta de un núcleo de coincidencias básicas, de disposiciones a
modificar y, también, del sentido que tendrán estas reformas.
Las coincidencias básicas podrán ser aprobadas o rechazadas
por la Asamblea Constituyente. Yo las apoyo, señor presidente, porque contribuyen
a atenuar el sistema presidencialista de la actual Constitución así como también
a fortalecer el rol del Congreso, y sobre todo el control que ejerce el
Congreso sobre los actos del Poder Ejecutivo.
Por otra parte, este entendimiento que ha sido firmado por
las personalidades políticas de los partidos mayoritarios en especial toma
medidas eficaces para asegurar la independencia del Poder Judicial. Esto es lo
fundamental: que haya- equilibrio de poderes, que no haya absolutismos, que no
tengamos un poder hegemónico sobro los otros.
La Constitución no puede analizarse a través de una mera
coyuntura. Algunos han dicho que en este caso se la analiza a través del deseo
del presidente Menem de ser reelegido.
Nuestro examen no transita por allí. Queremos aprobar una Constitución
que tenga vigencia por muchos anos, tal vez por un siglo o más, como la de
1853.
Se que hay opositores que rechazan la reforma diciendo que a
lo mejor el presidente Menem no la cumple o directamente piensan que no la va a
cumplir.
¿Es que podemos juzgar las bondades de la Constitución de 1853 a través de las
violaciones que han hecho las dictaduras militares? ¡No! Precisamente, todo lo
contrario.
El dictamen que debatimos habilita también para la Convención
Constituyente una serie de temas que quedaran sujetos a la controversia electoral,
y es allí donde la Unión Cívica Radical va a levantar sus históricas y
centenarias banderas en defensa del federalismo, de la justicia social, de las
libertades publicas, de los derechos fundamentales, como siempre lo ha hecho. Así
también defender, el derecho a un medio ambiente sano y a la identidad étnica y
cultural de los pueblos indígenas, como se menciona expresamente en el proyecto
de reforma que estamos considerando,
Mi apoyo a este dictamen se funda en la comunión que tengo
con sus grandes objetivos, que sustentan el acuerdo logrado en las coincidencias
básicas, que no son otras que afianzar y profundizar el sistema democrático.
Este apoyo no implica de ninguna manera una complacencia do mi parte a todas
sus propuestas.
Debo ratificar, como lo he hecho, todo Io que dije en el
recinto en septiembre pasado al referirme a esta cuestión. Desde mi época de
estudiante nunca fui partidaria de la reelección inmediata, no solo del
presidente sino de cualquier otro representante del Poder Ejecutivo, Sustentaba
mi opinión, quo mantengo, en que si eso se da, el presidente u otro miembro del
Poder Ejecutivo, como un gobernador, por ejemplo, piensa mas en su deseo de ser
reelecto que en su obligación de gobernar para el tiempo presente. Siempre se
corre el riesgo de que el aparato del Estado, a través de la decisión del futuro
candidato o de sus colaboradores, pueda estar al servicio de esa reelección.
No fui partidario de la reelección inmediata de mi
correligionario, el ex presidente Alfonsín, cuyo gobierno sostuve, admiro y
defiendo, como tampoco lo soy ahora respecto de mi adversario político, el
actual presidente doctor Carlos Menem, de cuya gestión soy un convencido opositor,
dejando a salvo mi debido respeto hacia su investidura presidencial.
Ahora, adversarios de la Unión Cívica Radical han creado esa
fantasía de que, porque hemos firmado este acuerdo a través de un hecho concreto
que tiende a influir favorablemente sobre la vida de la sociedad argentina la oposición
ha desaparecido, No puedo tener la ingenuidad de hacer míos los argumentos de
los adversarios.
El radicalismo tiene una filosofía distinta a la del
justicialismo; tiene una historia diferente y nuestras propuestas también se
distinguen, como lo acaba de señalar el señor senador por la provincia de
Buenos Aires doctor Cafiero.
El que hayamos buscado esta coincidencia es simplemente para
respetar el procedimiento establecido por el articulo 30 de la Constitución Nacional,
pues hemos considerado que las reformas constitucionales deben ser fruto, del
entendimiento y no de la imposición.
Hay otras cosas que no me gustan. Por ejemplo, no me agrada
la reducción del mandato a cuatro años. Todos piensan que van a ser ocho años
porque el presidente puede ser reelecto, Ha habido grandes presidentes, como
Jimmy Carter en los Estados Unidos, a quien tanto le debemos en nuestro hemisferio
sur por su defensa de los derechos humanos, que gobernó solo cuatro años y eso
es poco para un mandato presidencial.
Pero a pesar de mi creencia de que las reelecciones de los
poderes ejecutivos no son buenas, no puedo dejar de reconocer, porque seria
como un ciego ante la realidad, que la reelección de un presidente con
facultades atenuadas y el control robustecido del Poder Legislativo, con el
pleno ejercicio de la independencia del Poder Judicial, no implica de ninguna
manera poner en riesgo al sistema democrático.
Es por tal motivo fundamental que pensando en el interés de
la Nación votare a favor del núcleo de coincidencias básicas; pero lo haré,
como lo hago en este momento, dejando a salvo mis opiniones doctrinarias y
personales.
Hay un punto que no quiero soslayar tampoco porque no me
parecería correcto, dado que esta en el ambiente y cada uno debe dar su opinión
al respecto. Me refiero a la reducción del mandato de los senadores y a la renovación
parcial del cuerpo. Algún periodista me pregunto ayer si yo no podía estar
influenciado por la posibilidad de una reelección. Termino mi mandato en 1995 y
como todos los que terminamos, no se realmente si iré a ocupar un puesto de
lucha en la otra cámara, en un concejo deliberante o en el llano. Eso no
importa; nadie puede hacer cálculos.
Personalmente, pienso que esta forma actual de renovación
—la renovación parcial— garantiza la continuidad legislativa. No me parece bueno
que los cuerpos empiecen y terminen el mismo día. Si algo he aprendido a apreciar
en los muchos años que tengo como senador de la Nación es la continuidad que
trasciende al hecho de que unos senadores entren y otros se vayan o nos
vayamos,
—Ocupa la Presidencia el señor vicepresidente del Honorable Senado,
señor Oraldo N. Britos.
Sr. Solari Yrigoyen.
— La mayor duración quo tienen los mandatos de los senadores con respecto al
del presidente de la Nación evita el poder de arrastre que en una elección
tiene la figura del candidato presidencial y eso le da a nuestro cuerpo una
independencia en su constitución frente al Poder Ejecutivo.
El mandato de los senadores deberia reducirse en un tercio,
como se ha reducido el mandato del presidente de la Nación, manteniéndose la
renovación parcial del cuerpo que sabiamente establecía ya la Constitución de
1853. De esa manera se afirmaría el equilibrio entre los poderes, que es la
medula del sistema republicano del gobierno.
Estimo también como muy positiva la inclusión del senador
por la minoría. En un debate que tuvimos hace un tiempo coincidíamos con el
senador que en estos momentos ocupa la Presidencia y con otros que fuimos
senadores en 1973, en que el sistema fue bueno y dio excelentes resultados.
Este cuerpo fue un bastión que hizo lo imposible para
impedir el golpe do Estado. Entonces con eso propósito tomamos medidas
desafiando al Poder Ejecutivo como cuando elegimos en forma conjunta —miembros
de la mayoría y de la minoría— al presidente provisional del Senado, lo cual era
una manera de afirmar el sistema.
Entonces, tenemos experiencias ganadas que nos permiten
afirmar que ese sistema es bueno.
Alguien citaba un articulo del diario "La Nación"
de José Luis de Imaz —no encuentro los apuntes, pero me acuerdo de memoria—,
que decía que la atenuación del poder presidencial era un mito, Yo también leí
ese articulo pero al mismo tiempo leí otro en el mismo diario, firmado por el
prestigioso periodista German Sopena, que no piensa como nosotros pero que decía
lo contrario: que la figura del jefe de gabinete se acerca notablemente a la de
un virtual primer ministro y el alcance de ese cambio puede ser mas amplio de
lo que se dice, Agregaba: "Esa es la frase que sintetizaría en pocas
palabras la esencia del texto a acordar". Mas adelante decía que por vía
de esto que el calificaba como superministro se concentraba una gran cuota de
poder. Sopena dice esto; Imaz lo contrario. Esa es la democracia; no debemos
preocuparnos.
Lo que se dice en el pacto firmado por el presidente de la Unión
Cívica Radical y por el presidente de la Republica es real: hay una atenuación;
el presidente de la Nación dispondrá de un poder acotado y tendrá ahora la
posibilidad de ser reelecto, cosa que antes no tenía.
Hay muchas cosas que quisiera agregar, pero debemos expresar
lo esencial para reflejar la continuidad de un pensamiento. Termino diciendo
que no voy a afirmar esta noche en que debatimos este proyecto que propiciamos
para la reforma constitucional que es una iniciativa perfecta, De ninguna
manera; sin duda no se trata de una iniciativa de tal carácter. Pero es lo
suficientemente buena para permitir que entre la actual generación y las próximas
se puedan afianzar y profundizar una sociedad libre y democrática, Esto es más
que suficiente para mí.
Siempre me he considerado miembro de una generación de
reformadores sociales y creo que ahora existe la posibilidad de establecer una
reforma como la anhelada por mi generación. Aunque no sea perfecta, aunque no
sea la nuestra. Pero me sentiría mal y egoísta si por pequeñas o mayores
disidencias estuviéramos postergando lo que considero fundamental: el interés
de la Nación.
Ante esta nueva posibilidad que brinda el proyecto que
analizamos, ni por acción ni por omisión he de enrolarme en las filas de los
que cultivan el arte de impedir, como decía el gran tribuno de las barbas
fluviales Leandro Alem, por el contrario, mi voto favorable refleja una
permanente actitud positiva que tengo, he tenido y tendré en la vida política.
El aporte de mi esfuerzo y mi solidaridad la concreto en
este voto, en definitiva motivado por el mismo con- vencimiento de que estoy
trabajando para construir un país mejor.
Fuente: Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores "Debate de
la Ley de Necesidad de Reforma Constitucional", 28 y 29 de diciembre de
1993.
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