Hasta hace muy poco,
usted se encontraba en el radicalismo. ¿Que pasó luego?
Casi toda mi vida estuve en el radicalismo. Podría afirmar,
como se decía antes, que "lo llevaba en la sangre". Mis abuelos
habían ayudado a Yrigoyen en la revolución de 1905. Yo me llamo Ricardo
Hipólito: Ricardo por Balbín e Hipólito... se imaginara por quien. Así que,
como comprenderá, mi renuncia a la UCR tuvo que ser cuidadosamente explicada
hasta en el seno de mi propia familia.
Quienes hayan tenido oportunidad de leer mi carta de
renuncia al radicalismo habrán notado que lo hice con cierto pesar y, lo digo
sinceramente, sin ningún rencor particular. Aun en estos momentos, que estoy
abocado casi exclusivamente a la formación de Recrear Argentina, el nuevo
partido, muchos de quienes se me acercan con autentico afecto son mis amigos
radicales.
¿Cuales fueron los
motivos de su alejamiento del partido radical?
Se los aclaro brevemente. Mi formación profesional como
economista me obliga a ser muy racional en mis decisiones. En un momento me di
cuenta de que seguía en la UCR más por cuestiones de tradición y apego afectivo
que por otro tipo de razones. Es decir, me puse a pensar que no había
"razones" para mi pertenencia al partido. Desde hacia mucho estaba
peleando y peleando, no por conquistar un espacio de poder en el mismo, sino
por tratar de que se implantara una agenda de discusión seria y elevada, que
produjera el debate que hace tanto tiempo no se da allí. Mis experiencias en el
gobierno de De la Rua terminaron por hacerme comprender que era muy difícil,
dadas la estructura del partido y la dirigencia que lo conduce, seguir tratando
de producir ese debate. Al comienzo de este año colmo mi paciencia el hecho de
que se apoyara al actual gobierno nacional. Eso para mi no tiene explicación
posible. Para mí de eso no se vuelve
Por eso, comprendiendo que la elección del partido de
militancia no debe estar entre los apegos sentimentales a una camiseta de
futbol, sino que debe responder a una cuestión raciona., decidí respetar mi
honestidad intelectual y del paso al costado. Por cierto, no se "deja de
ser radical", en cuanto eso significa interpretar nuestra propia historia.
Por eso les digo a mis amigos radicales que, sin dejar de serlo, se acerquen a
nuevas propuestas y que eventualmente nos volveremos a encontrar. Espero que la
UCR siga siendo el partido de la civilidad, de la paz, del respeto a las leyes.
Pero, por ahora, les digo que la dirigencia actual ha sido impermeable a toda
predica en pos del cambio, que hoy significa volver al ideario que le dieron
razón de ser a ese partido centenario.
La opinión común
habla de que la UCR tendrá que "reconciliarse" con la gente para
volver a ser el partido que alguna vez fue...
Yo no se si eso es exacto. Mas que volver a encontrar a la
"gente", la UCR tendría que reencontrarse con sus principios.
Principios que abarcan no solamente los logros a alcanzar, sino, sobre todo, la
manera como se transita hacia esos logros. La UCR fue alguna vez modelo de
partido horizontal, abierto, amplio; permitía permanentemente el debate, el
intercambio de ideas. Ahora lo veo muy cerrado, cerrado a las personas y al
debate. Es como si su conducción siguiera pensando como ganarle al peronismo
pareciéndose a el. Hace tiempo que es mala palabra en el radicalismo decirse
"liberal"
¿Y yo pregunto: como se puede defender una democracia pluralista,
como se pueden defender los; derechos humanos, sin ser liberal? Y en materia
económica es igual.
La UCR no solo es; un partido más que centenario, sino que,
sobre todo, concito el favor popular en numerosas ocasiones a lo largo y a lo
ancho de este país. Esto significa, para cualquier observador objetivo e
imparcial, que las posturas nunca fueron rígidas en materia económica.
¿Cómo, si no, imaginar una perdurabilidad de tantos años en
un siglo en que se variaron tan abruptamente las ideas y, sobre todo, la acción
económica, en todo el mundo. El principismo de la UCR nunca se refirió a
cuestiones económicas. Cuando se habla de la "tradición del partido"
en materia económica, yo pregunto; cual tradición, la del liberalismo a
ultranza de Alem, nada menos que el fundador- o la del "estatista"
¿Programa de Avellaneda?
¿La de la acción de gobierno de Alvear, liberal y
progresista, o la de Alfonsín, conduciendo un Estado omnipresente dueño de casi
la mitad de la economía de la Nación? ¿Podemos encontrar un hilo conductor que
nos permita identificar como radicales tanto a Alem como a Alfonsín? Sin duda,
la respuesta debe ser afirmativa.
¿Podemos hacer lo mismo en materia de cuestiones económicas?
Seguramente no. Y eso esta bien. Lo que debe perdurar en el tiempo son los
ideales, los fines, los objetivos, un proceder ético en la consecución de esos
fines; pero no solo es razonable, sino que es hasta lógico y necesario, que los
medios para alcanzar esos ideales se vayan transformando a medida que pasan los
años. Y lo que yo sostengo es justamente que la economía es un simple medio, un
instrumento que es tangente, nunca núcleo del ideario de un partido de masas
como el radicalismo.
Desconocer las restricciones, suplir las leyes de la
economía por puro voluntarismo, agregar al vocabulario económico términos
bélicos como "enemigo" o "conspiración", son todas cosas
que no condicen con mi manera de pensar. Entonces ¿por qué seguir allí?
Fuente: “Razón o Demagogia”: Oscar Salvadores conversaciones con Ricardo Lopéz Murphy, Editorial Planeta, año
2002
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