Arturo Illia forma parte de una generación de políticos
radicales que renovaron a la Unión Cívica Radical, el partido de Yrigoyen, a
mediados de la década de los años cuarenta. Entre ellos, nacidos en los
primeros años del siglo XX, formados en la Universidad de la Reforma de 1918,
se cuentan figuras como Arturo Frondizi, Moisés Lebensohn, Ricardo Balbín,
Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane y Crisólogo Larralde, cada uno con
singularidades brillantes y creativas. Esa generación había incorporado en el
Programa de Avellaneda de 1945, los principios y proyectos de la Democracia
Social: nacionalismo económico, estado dirigista de bienestar social, y
adhesión a las normas del liberalismo político, que mantienen vigencia de
futuro. Hacia 1955 La U.C.R. era probablemente el más poderoso partido orgánico
de centro izquierda de Latinoamérica, e Illia uno de sus mas destacados y
progresistas dirigentes. Dividida la histórica fuerza cívica en 1957, Illia
siempre trabajó por su reunificación.
Arturo Umberto Illia nació en Pergamino, el 4 de agosto de
1900, hijo de una familia italiana de agricultores y comerciantes de la
Provincia de Buenos Aires. Se radicó en Cruz del Eje, Provincia de Córdoba, a
partir de 1929. Había obtenido el título de médico, con calificación
sobresaliente en la Universidad de Buenos Aires. Fue un activo dirigente
estudiantil.
Como facultativo de la medicina, Illia era un humanista y
filántropo, de ideas avanzadas sobre la armonía de la psiquis y la salud
física. Despedido de su función de médico ferrroviario por la Dictadura del
General Uriburu, viajó durante casi un año, en plan de estudios y observación
política, por Dinamarca, Alemania, Rusia y Francia. Allí profundizó su
convicción democrática y su honda sensibilidad social. Fue Senador Provincial
entre 1936 y 1940, durante la progresista gestión de gobierno de Amadeo
Sabattini, y luego vicegobernador de la Provincia durante la activa y
transformadora adminstración de Santiago del Castillo de l940 a 1943,
interrumpida por la revolución militar del 4 de junio de ese año.
Normalizada la situación institucional del pais, formó parte
del legendario Bloque los 44, la bancada radical de Diputados que se opusieron
duramente al autoritarismo de los dos primeros Gobiernos del General Perón, sin
mengua de la defensa de los principios de reforma social y desarrollo económico
autónomo.
Arturo Illia llegó a la Presidencia de la República en
octubre de 1963. Aun cuando el peronismo estuvo proscripto en aquellas
elecciones, la UCRP de Illia, había obtenido mas del 34% del total de los votos
afirmativos válidos emitidos - que representaba el 25 por ciento del total del
padrón electoral - por sobre el l9 % de votos en blanco-obviamente seguidores
del Peronismo - y el 16. 4 % de la UCRI de Oscar Alende. El argumento, tan
común en los opositores de la época, de la falta de legitimidad de su gobierno,
con esos datos poco conocidos y muchas veces tergiversados, ha quedado
practicamente desmentido por la verdad histórica.
Desde el Gobierno, el Presidente Illia se atuvo
estrictamente a la Plataforma electoral del programa radical de Avellaneda de
1945. Para Illia el cumplimiento fiel del contrato electoral con la ciudadanía
era un principio inamovible del sistema democrático. "Si nos esforzamos en
formar una conciencia nacional, con justo contenido moral, no nos
desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad"-
afirmaba en sus discursos, de austera retórica - "Esta es la hora de la
gran Revolución Democrática, la única que el Pueblo quiere y espera, pacífica,
si, pero profunda, etica y vivificante."
Su gobierno aplicó una política internacional independiente.
Se opuso a la intervención armada de Estados Unidos en la República Dominicana.
Obtuvo una resolución favorable en la ONU, que obligaba a Gran Bretaña a la
discusión sobre la soberanía en las Islas Malvinas, en el marco que orientaba
la descolonización de todos los territorios hasta entonces sometidos a diversos
grados de dominación imperialista. Decretó la nulidad absoluta de los contratos
de concesión de explotación y comercialización del petróleo por vicios de
legalidad y por ser dañosos a los derechos e intereses de los argentinos.
Aplicó el salario mínimo vital y móvil, y reguló los precios del consumo
popular, ordenando el Comercio Interior con la Ley de Abastecimiento que se
dictó durante su gobierno. Con esa política de precios y salarios se obtuvo un
notorio incremento de la participación real de los trabajadores en la
distribución del Ingreso Nacional. No aceptó negociación alguna con el Fondo
Monetario Internacional, organismo con el que no tuvo relación alguna. Sin
embargo, su política gradualista en materia monetaria posibilitó la virtual
eliminación de la deuda externa argentina La inflación estuvo prolijamente
controlada sin ajustes recesivos, y superó el promedio del 6 % anual. Hubo
plena ocupación, con índices que no pasaron nunca del 4 %. El producto bruto
interno creció a un ritmo de mas del seis por ciento promedio. Fue un impulsor
convencido de la Planificación indicativa, con el Plan Nacional de Desarrollo,
un riguroso modelo de transformación democrática de las estructuras económicas
y sociales.
Llevó adelante un exitoso plan de alfabetización, la defensa
y promoción de la Educación Popular, y elevó a casi el 25 % ciento el
presupuesto educativo. Fortaleció la autonomía universitaria, y jerarquizó los
estudios superiores hasta niveles nunca superados después. Aplicó una reforma
del Hospital Público y dictó la ley de Medicamentos, que al propio tiempo que
promovía la industria de los laboratorios nacionales, disminuyó drásticamente
el costo de los remedios medicinales, considerados un bien social.
En las elecciones de renovación del Congreso de 1965, el
Gobierno de Illia había ya levantado gradualmente las proscripciones que
pesaban sobre el peronismo, y conforme a la promesa electoral, esas
restricciones caducarían totalmente para los comicios provinciales.
El Golpe de Estado del 28 de junio de 1966, que derrocó al
Gobierno Constitucional, fue uno de los actos más perjudiciales para la
continuidad institucional y el auténtico desarrollo socioeconómico de la
Argentina. Obedeció a varias causas: el posible retorno al poder del Peronismo,
su enfrentamiento con los capitales petroleros y las empresas multinacionales
farmacéuticas, la extraordinaria campaña de acción psicológica a través de
todos los medios de comunicación; y una nueva coalición entre las jerarquías
sindicales y los mandos militares con orientación franquista e inspirados en la
doctrina de la Seguridad Nacional, son las mas mencionadas.
Illia fue un austero hombre republicano. Conciliaba la ética
social con su conducta moral individual, una sólida honestidad intelectual y
una sencilla modestia en cuanto a los bienes materiales: su única propiedad le
había sido donada por el Pueblo de Cruz del Eje. La idea de una revolución
democrática en paz y libertad, con igualitarismo social, basado en la
cooperación y los valores de la justicia social, se inspiraba en el
yrigoyenismo y en la filosofía del krausismo español. Tenía una clara
convicción de lo que denominaba "un orden justo", que armonizaba
liberalismo político y socialismo económico. Siendo médico, poseía una
importante y profunda formación jurídica. Su respeto a la ley y la Constitución
Nacional, a la independencia e importancia del Poder Judicial era de una pureza
infrecuente en la Historia Política de la Argentina. Gobernó sin estado de
sitio, con absoluto respeto de las libertades publicas e individuales.
"Debemos luchar
por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace tambalear a los
tiranos y falsos dioses. Y si no sabemos con seguridad que uestra verdad es la
verdad, sabemos bien en cambio, donde está la mentira", dijo en el
Mensaje al Congreso al asumir la Presidencia el 12 de octubre de l963.
Illia era un hombre de cuidadosa racionalidad, serio e
introspectivo, de una cultura clásica de la que no hacía inútil gala, y que
solo mostraba en las muy ricas conversaciones con jóvenes amigos, estudiantes
intelectuales y científicos de su tiempo.
Era un conocedor de la filosofía de Leibniz, del pensamiento
de Rouseau y de Kant, lector actualizado en las teorías económicas de John
Maynard Keynes y del progresismo social del Presidente Franklin Delano Roosvelt
y del espiritualismo de Gandhi. Pero sobre todo, conocía las calidades del
hombre humilde, del poblador de nuestros campos y de la idiosincrasia del
argentino común. En sus extensos viajes por todo el territorio nacional, se
detenía en cualquier paraje, para conversar serenamente por horas con los
hombres y mujeres sencillos, sobre sus problemas, angustias y felicidades
cotidianas.
Después de su caída en 1966 y hasta su muerte en 1983, fue
el símbolo de la decencia política, de la recuperación democrática, de la
formación de la conciencia nacional y la preservación del patrimonio común de
la Nación.
Fuente: 40° aniversario de su asunción a la Presidencia de la Nación por Osvaldo Alvarez Guerrero, 12 de octubre de 2003.
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